Convergencia arremete contra AN, PRI y PRD
ROBERTO GARDUñO Y ENRIQUE MéNDEZ
El senador Dante Delgado en la tribuna de San Lázaro, al plantear la postura de Convergencia Foto: José Carlo González
Convergencia advirtió desde la tribuna de San Lázaro que no se sumaría al “pacto de silencio complaciente” que adoptó ayer el resto de las fuerzas políticas en el Congreso de la Unión al no fijar su postura durante la ceremonia previa a la entrega del primer Informe de Felipe Calderón.
En voz de Dante Delgado, fue el único partido que utilizó la tribuna para cuestionar, además, los acuerdos de PRI, PAN y PRD en el Senado en torno a la reforma electoral.
Cuestionó “el secuestro y manipulación de las instituciones por parte de los poderes fácticos, que actúan por encima del poder republicano comprando conciencias y vendiendo parcelas de poder, todo ello a espaldas de la sociedad”.
Con la consigna de destruir los resabios del autoritarismo, el líder de Convergencia también endureció la crítica contra PRI, PAN y PRD, porque consideró que si la reforma del Estado se limita “a un arreglo entre grupos políticos para mantener el poder por sí y para sí, no será sino una nueva edición del autoritarismo. Será otra reforma pactada de espaldas a la sociedad”.
El reclamo se circunscribió a demandar al resto de los partidos que emprendan una verdadera transición democrática que devuelva la confianza en las instituciones y en los procedimientos electorales.
“Nunca más elecciones de Estado. Nunca más árbitros parciales. Nunca más triunfos electorales basados en el poder económico y a espaldas de las mejores propuestas y los mejores ciudadanos. La reforma electoral no debe conculcar derechos políticos de la ciudadanía. Debemos romper con lastres institucionales que, por acción u omisión, son cómplices de la insoportable desigualdad y exclusión social de millones de mexicanos”, expresó.
Ante 112 senadores y 457 diputados presentes en el salón de sesiones, el senador por Convergencia se pronunció por las candidaturas ciudadanas, la reducción de los más de 70 procesos electorales que se celebran cada seis años y los altos costos que esto conlleva.
“Hoy México paga la democracia más cara del mundo. Por ello debemos eliminar el poder del dinero en las elecciones. Demos equidad a la contienda. Privilegiemos el debate de las ideas. Demos a las fuerzas políticas la verdadera representación que le dan las urnas. Mantengamos la pluralidad y seamos incluyentes. De otra manera sólo confirmaremos una contrarreforma partidocrática”, concluyó.
Primer Informe Sólo panistas y priístas estuvieron en la ceremonia de entierro del Día del Presidente
Calderón protagonizó en San Lázaro el entregas y te vas, segunda edición
Aniquilado el ritual faraónico, persisten los usos autoritarios por medio del Cepropie
Los televidentes no pudieron escuchar las palabras de Zavaleta, que fue sacada del aire
ARTURO CANO
El presidente Felipe Calderón Hinojosa se despide de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que acudieron ayer al Palacio Legislativo de San Lázaro a la ceremonia de entrega del Informe de gobierno Foto: José Carlo González
La forma ya no es fondo. Nunca el viejo Jesús Reyes Heroles fue tan vapuleado como esta tarde de Informe en el Palacio de San Lázaro ¿La forma es fondo? En el primer Informe de Felipe Calderón forma y fondo ceden el paso al fast track. Entregas y te vas, segunda edición. Uno de los mayores momentos de la democracia mexicana, diría el cronista oficioso, devenido en ceremonia más aplaudidora que republicana de seis minutos.
Si la forma aún fuera fondo este sábado asistimos al entierro del Día del Presidente, dicen aquí y allá en los pasillos sanlazarinos. Felipe Calderón sube a la tribuna Informe en mano, banda tricolor al pecho. En lugar de honores protocolarios recibe aplausos y mitineros gritos: “¡Felipe, Felipe!”
En lugar de atril con el águila y la serpiente, el michoacano recibe un micrófono inalámbrico al cual receta las frases de cajón y la arenga que busca ser humilde: se pone “a las órdenes” del Congreso para tener “un diálogo público y directo”.
No hay Himno Nacional ni “honores a la investidura”. Durante los pocos minutos del intercambio, los panistas y funcionarios del gobierno permanecen de pie y los priístas sentados. Los perredistas no están.
¿Señal de que la forma ya no es faraónica?
“No puedo aceptar recibir un documento de quien proviene de un proceso electoral legalmente concluido, pero cuestionado en su legitimidad por millones de mexicanos”, dice, poco antes de la retirada amarilla, la presidenta del Congreso, Ruth Zavaleta.
Ya para entonces, tras un mes de debates, de semanas de dimes y diretes fincados en la vieja frase del viejo Reyes Heroles, han anunciado un arreglo. De última hora, claro. La nueva hacienda pública, la pobreza, las nuevas reglas electorales se han echado un mes tras la cortina de humo de una ceremonia que al final se ha consumado en un acto expedito. Así nuestra democracia seis minutos.
¿Y el fondo? El fondo es folletín, si a la definición de la Real Academia nos atenemos. ¿Acaso no serán recordados los días previos al Informe presidencial como un relato “con una intriga emocionante y a veces poco verosímil, pero de gran efecto para lectores ingenuos, en el que se enfrentan personajes perversos y bondadosos, sin apenas elaboración sicológica y artística”?
Mucho ruido para llegar al resumen del senador Carlos Navarrete: “Es un acuerdo transitable que respeta la dignidad de todos”.
La porra más ganosa
Pasadas las cinco de la tarde arranca el tránsito por el transitable acuerdo. La perredista Zavaleta termina sus días de malabarista y anuncia que ella no recibe el Informe y deja su lugar al ex dirigente juvenil panista Cristian Castaño. Receso. Los perredistas abandonan el salón de plenos.
La entrada de Calderón a los patios de San Lázaro es silenciosa. Sólo la atestigua la guardia de cadetes del Colegio Militar, una nube de agentes del Estado Mayor Presidencial y centenares de reporteros y camarógrafos. Hace diez meses se alcanzaba a escuchar el rumor de los gritones del movimiento de resistencia civil lopezobradorista. Ahora, afuera, sólo hay silencio.
Tras la entrega y el intercambio de fórmulas protocolarias, el presidente Calderón emplea otros tres o cuatro minutos en salir del salón. Lo hace en medio de expresiones de júbilo y de gritos de “¡México, México!” y “¡Felipe, Felipe!”
La sección del auditorio más ganosa está a la derecha del corral de reporteros. Ahí, habitualmente, se sentaban grandes empresarios, intelectuales, invitados especiales de la Presidencia de la República. Esta tarde el grueso son integrantes de las familias Calderón y Zavala, además de cercanos, amigos y empleados del PAN. Porra no falta cuando la familia es extensa.
El juego de las sillas
Ruth Zavaleta abandona su sitio de honor. Acto seguido son retiradas varias sillas de lo alto del presídium. Sólo permanecen arriba, para recibir a Calderón, dos panistas, Castaño y Santiago Creel, y el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Guillermo Ortiz Mayagoitia.
Pero las sillas no son lo único que sale de la escena. Los televidentes no ven tampoco el momento en que Zavaleta explica sus razones para abandonar el lugar. Los perredistas acusan de la maniobra al Cepropie, oficina encargada de la imagen oficial dependiente de Los Pinos. Es, dice el diputado Luis Sánchez Jiménez, vicepresidente de la mesa directiva, un “abuso” de poder y una “falta de respeto” al Legislativo por parte de la Presidencia de la República.
La forma es facciosa.
Con todo, los perredistas se asumen satisfechos. “Les dije que todos tranquilos, que no iba a pasar nada”, dice por todos lados Javier González Garza, coordinador de los diputados del PRD.
Un dirigente nacional de ese partido respira aliviado en el vestíbulo: “Todo el día nos estuvo hablando Leonel Godoy”, dice, en referencia a la angustia del candidato al gobierno de Michoacán de ser afectado electoralmente por un sainete de su partido.
“Cumplimos. Ni dimos foto ni arriamos banderas”, vuelve a resumir Navarrete. Y un comunicado del grupo parlamentario del PRD en la Cámara de Diputados remata: “Felipe Calderón ingresó al recinto del Poder Legislativo como ciudadano y salió como ciudadano”.
Nuevas frases para la clase política
“Se acabó el rito del Informe presidencial”, declara más de un desmemoriado legislador de la oposición. ¿No se había terminado aquella tarde de hace 19 años, cuando Porfirio Muñoz Ledo interrumpió a Miguel de la Madrid con su “¡señor Presidente…!”? ¿No había sido amortajado cuando Ernesto Zedillo tuvo que mudar el horario del Informe una tarde de 1997 frente a una mayoría opositora? ¿No fue enterrado el año pasado, cuando Vicente Fox Quesada no pudo pasar del vestíbulo?
Concedamos. Ha muerto esta tarde del primero de septiembre de 2007, en el primer Informe del segundo presidente del PAN. Igual que la histórica formuleja de Reyes Heroles. La clase política ha de renovar su repertorio. Así como avanzan los legisladores en las reformas fiscal y electoral, al paso que no avanzan en todas las demás, hay que sugerirles: ¿Qué tal “la forma es fangosa”?
¿Y el fondo? Truenan todavía en el salón de sesiones los muy breves aplausos, las porras no ya al “Señor Presidente”, sino a “Felipe”. La crisis política vive. La guerra del narco también. El presidente del empleo no ha creado empleos. La suma de escándalos del joven sexenio ya llena algunos tomos. Y, con todo, el debate de las formas ha consumido un mes.
Septiembre regala su moraleja a una clase política necesitada de nuevos clásicos. Vistos “el estado de la nación” y algunos comportamientos de nuestra clase política, la moraleja es perfecta: el fondo es fofo
Primer Informe Zavaleta cede la presidencia del Congreso a Cristian Castaño para recibir el Informe
Invitación de Calderón a debatir rompe acuerdo entre PAN y PRD
Se niega a admitir un documento de quien proviene de un proceso legal pero cuestionado, sostiene la legisladora
Perredistas y petistas salen del salón antes del arribo del Presidente
ENRIQUE MéNDEZ Y ROBERTO GARDUñO
Ante los sillones vacíos de perredistas y petistas, el presidente Felipe Calderón ingresa al salón de plenos del Palacio Legislativo de San Lázaro para cumplir con la entrega de su primer Informe de gobierno Foto: José Antonio López
Al concluir el acto del Informe, Felipe Calderón sale de San Lázaro Foto: José Carlo González
Felipe Calderón Hinojosa entregó ayer por escrito su primer Informe de gobierno a la mesa directiva de la Cámara de Diputados, en una ceremonia sin honores a su investidura y, con el apoyo de un micrófono inalámbrico que falló, emitió un breve mensaje político para llamar “al diálogo público y directo” con los legisladores, hecho que constituyó la ruptura del pacto entre los partidos Acción Nacional (PAN) y de la Revolución Democrática (PRD), cuyos diputados y senadores abandonaron previamente el recinto para resaltar la “ilegitimidad del Ejecutivo federal”.
En sólo ocho minutos, desde que ingresó y hasta que abandonó el salón de sesiones, Calderón Hinojosa cumplió con su obligación constitucional sin sobresaltos, gracias a un acuerdo de última hora que el PRD propuso al PAN.
En la mesa directiva, y no en la tribuna, el mandatario entregó el documento al vicepresidente de la Cámara de Diputados, el panista Cristian Castaño, una vez que la presidenta, Ruth Zavaleta Salgado, se excusó de la conducción del acto. Las televisoras comerciales censuraron el discurso en el cual la perredista argumentó su decisión de ausentarse, y a las nueve de la noche, por órdenes de la Presidencia de la República, fue transmitido en forma íntegra.
Legitimidad cuestionada
Zavaleta dio lectura a un discurso de una cuartilla, redactado por el senador Carlos Navarrete; el secretario general del PRD, Guadalupe Acosta Naranjo, y por ella misma, cuyo contenido formó parte del acuerdo interno entre los legisladores y el Comité Ejecutivo Nacional del sol azteca:
“Las circunstancias y las formas en las cuales hoy concurrimos a esta sesión, demuestran que la vieja ceremonia de entrega del Informe presidencial ha caducado y ahora debe construirse una nueva relación republicana entre los poderes de la Unión. Por eso, cumpliendo con el mandato legal, esta soberanía deberá recibir el Informe correspondiente… Apelo a la generosidad de mis compañeras y compañeros legisladores. Les comunico que procederé a retirarme de esta tribuna. No puedo aceptar recibir un documento de quien proviene de un proceso electoral legalmente concluido, pero cuestionado en su legitimidad por millones de mexicanos”.
Con serenidad y fuerza en su alocución, Zavaleta dijo que es una mujer de convicciones y principios, promotora de procesos electorales democráticos, transparentes, equitativos y de respeto al voto. Y con el propósito de no romper la institucionalidad de su cargo, apeló a sus atribuciones legales para instruir a Cristian Castaño para que “asista a esta presidencia en sus funciones y actúe dignamente al frente de los trabajos de este pleno”.
La cita al presidente Felipe Calderón se había programado originalmente a las 19 horas, pero ante la decisión de siete de los ocho grupos parlamentarios –excepto Convergencia– que declinaron utilizar la tribuna para dar a conocer sus posicionamientos, la entrega del Informe se adelantó.
A las 17:11 horas, Ruth Zavaleta dio por iniciada la sesión de Congreso General y, una vez que se interpretó el Himno Nacional, concedió la palabra al senador Dante Delgado para que manifestara la postura de su partido, Convergencia, acerca de la reforma electoral.
Concluida la intervención de Delgado, la presidenta de la mesa directiva dio lectura al texto que llevaba en la mano. Reconoció su obligación de actuar con responsabilidad, institucionalidad y apego a las leyes, en garantía de los principios de imparcialidad y objetividad. Asumió que el Congreso de la Unión es un sitio de debate y de acuerdos, porque se trata de la representación de la pluralidad de los mexicanos y, por tanto, “ha llegado la hora de reformar al Estado y sus instituciones, que ya no responden a los nuevos tiempos en México”.
Después de excusarse para bajar de la tribuna, dejó la conducción de la sesión a Castaño y decretó un receso de 15 minutos para esperar a Calderón, y salió del salón de plenos junto con sus compañeros.
En 10 minutos, los diputados y senadores perredistas, con el respaldo de las bancadas del Partido del Trabajo, abandonaron sus curules y salieron por las dos puertas del lado derecho (de frente a la tribuna), mientras sus aliados del Frente Amplio Progresista, los legisladores de Convergencia, encabezados por el propio Dante Delgado, se mantuvieron en su sitio en espera de Calderón.
A las 17:42 horas, los familiares de los integrantes del gabinete calderonista, así como funcionarios de alto y mediano nivel, rompieron en un estruendoso grito al observar que, finalmente, Calderón Hinojosa podía entrar por el pasillo central del recinto. Desde entonces los panistas reaccionaron fallidamente, al recibir al jefe del Ejecutivo con un coro de “¡Felipe, Felipe, Felipe…!”, como si se tratara de un mitin político de Acción Nacional.
Emilio Ulloa Pérez, diputado del PRD, que seguía los incidentes desde una oficina, se mofó: “es increíble y una vergüenza para el propio Calderón que, en su ingenuidad, los panistas perdieran la oportunidad histórica de recibirlo como ¡Presidente, Presidente, Presidente!, y darle un poquito de legitimidad. No han aprendido”.
Felipe Calderón se perdía entre las enormes humanidades de sus escoltas mientras se detenía a saludar a los priístas que hacían valla y habían garantizado, con su asistencia, la institucionalidad de la ceremonia.
Seguido de la comisión de cortesía, el mandatario subió al sitio donde se ubica la mesa directiva y se instaló entre Castaño y el presidente de la Cámara de Senadores, Santiago Creel Miranda. El encargado del órgano de gobierno en San Lázaro recibió el documento de su compañero de partido, garantizándole que los legisladores lo analizarán en los próximos días.
Cuatro minutos
Sólo cuatro minutos duró el acto de entrega-recepción del Informe, incluido el mensaje político del Presidente. Calderón bajó de la mesa directiva no por la escalinata izquierda, como tradicionalmente lo hicieron otros mandatarios. Al descender por la derecha se encontró con los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación pero sólo pudo saludar a seis, porque la rampa en la que él caminaba está dos metros debajo del sitio en el que ubicaron a los representantes del Poder Judicial.
Entonces, los panistas comenzaron a corear “¡México, México, México…!”. Calderón regresó por el pasillo central y se detuvo para saludar a Emilio Gamboa, coordinador del PRI.
Al cruzar la puerta principal rumbo a la salida, nuevamente los familiares de la nueva clase política panista lo despidieron con otro grito. Habían transcurrido sólo ocho minutos para cumplir el protocolo a que obliga la Constitución. Con Felipe Calderón fuera del Palacio Legislativo, los diputados del PRD regresaron a sus curules y, antes de que Ruth Zavaleta reanudara la sesión, desde su curul Armando Barreiro, diputado perredista, exclamó: “¡Viva nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador!”
Otra vez los panistas reaccionaron tardíamente con su grito de guerra: “¡Felipe, Felipe, Felipe…!”
Minutos antes, fuera del salón, el diputado perredista Gerardo Villanueva y su compañero de bancada Francisco Santos Arreola se hicieron de palabras e inclusive este último retó a golpes a quien preside la Comisión del Distrito Federal. El diferendo se dio por la declaración en que Gerardo Fernández Noroña denostó a Zavaleta, porque ella había declarado que cumpliría con su obligación constitucional.
Concluida la sesión, el diputado panista Gerardo Priego se acercó a felicitar a Javier González Garza por el acuerdo que permitió dar salida sin escándalo a Calderón: “¡Te la mamaste, Güero! ¡Muy bien!”
El coordinador de los perredistas, sereno, declaró que la estrategia de su partido se circunscribió al acuerdo del congreso nacional extraordinario del PRD: “dejamos claro que no lo reconocemos, (Calderón) es ilegítimo. ¿Se dieron cuenta de que no hubo honores, de que no hubo tribuna y no hubo atril? Es ilegítimo”.
Mónica Fernández, legisladora perredista, calificó los sucesos ocurridos como la demostración pública “de que el día del Presidente c’est fini, ¡se acabó! Y este formato ya no da más”.
También Valentina Batres describió que la motivación de los perredistas está más relacionada con reforzar la idea de la ilegitimidad de Felipe Calderón. “El hecho de que haya decidido abandonar la negociación para que ésta se realizara en el Congreso demuestra la debilidad de un Presidente que no es legítimo. No hubo honores y, si acaso, lo que quedó fue la valla de cadetes del Colegio Militar”.
Su compañera de bancada Claudia Lilia Cruz manifestó que la “debilidad” de Calderón se circunscribe al “vínculo entre su gobierno y la delincuencia organizada. ¿Quién manda en este país? ¿Quién hace algo para combatir a quienes transgreden la legalidad? Es evidente que este hombre es débil y carga tras de sí la ilegitimidad”.
La salida antes de la entrega del Informe la propuso PRD a PAN. Durante su reunión plenaria, celebrada al mediodía en el salón Heberto Castillo de San Lázaro, los legisladores de ese partido definieron la ruta que había de seguirse: instalación de la sesión por parte de Ruth Zavaleta; mensaje de la presidenta de la mesa directiva para expresar las razones de su ausencia; instrucción a Cristian Castaño para darle continuidad a la sesión; cancelar los honores a la investidura presidencial y que Felipe Calderón entrara por el pasillo central hasta la mesa directiva sin detenerse, entregara el documento y saliera sin despedirse de los legisladores.
También se acordó que toda la ceremonia se transmitiera en cadena nacional en todos los medios electrónicos de comunicación; que el mensaje sobre la entrega del documento durara sólo un minuto y no se interpretara el Himno Nacional ni se rindieran honores a la bandera antes de que se retirara.
Al final, los panistas expresaron su regocijo por el resultado del acto protocolario. El coordinador de los diputados, Héctor Larios Córdova, declaró: “hoy terminó el día del abuso del Presidente, pero también el día del abuso contra el Presidente”.
Y la sobrina política de Calderón, Mariana Gómez del Campo, presidenta del PAN en el Distrito Federal, exclamó: “¡Estuvo padre, padrísimo!”