Entrevista a manlio fabio beltrones, Coordinador de los senadores priístas
Petróleos Mexicanos merece una “segunda expropiación”
“Es un elefante demasiado pesado que debemos agilizar”
Nuestra convicción es que nadie desea que la empresa continúe tal cual: en la ineficiencia porque Hacienda le niega recursos; en medio de la corrupción, la opacidad y la falta de transparencia en el manejo de contratos que, por ejemplo, permitieron a los hijos de Marta Sahagún cometer tropelías
Enrique Méndez y Roberto Garduño
Ampliar la imagen Transformar Pemex “en una verdadera empresa pública, con autonomía de gestión, con un órgano superior en el que participen cinco figuras reconocidas, técnica y financieramente, que busquen dentro de los márgenes legales oportunidades y beneficios” para la paraestatal, propone el legislador Foto: José Carlo González
Petróleos Mexicanos (Pemex) no se vende, declara el coordinador del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Senado, Manlio Fabio Beltrones. Eso sí, aclara, los priístas plantean que la paraestatal se convierta en una empresa pública que no esté atada al gobierno y la Secretaría de Hacienda, proceso que el legislador define como “una segunda expropiación” petrolera.
Este modelo, explica, no gira alrededor del uso del capital privado, y menos de una supuesta privatización.
Aun cuando el grupo parlamentario del Revolucionario Institucional en la Cámara de Senadores autorizó al presidente de la Comisión de Energía, Francisco Labastida Ochoa, a “buscar fórmulas” para la modernización de la empresa, Beltrones anuncia que el tricolor esperará a que el gobierno de Felipe Calderón presente su iniciativa.
Además, define en entrevista, su partido no avalará una reforma que genere recursos para hacer más ricos a los ricos, porque –delinea– no es la intención del tricolor presentarse como un Robin Hood a la inversa, que robe a los pobres para dar las ganancias a los adinerados.
Ataja también que la prioridad de los priístas no es la reforma energética, sino el combate a la pobreza.
Riesgo de estallido social
No obstante, admite que si algo pudiera exigir su partido a cambio de la búsqueda de la modernización de la paraestatal, sin su privatización, es que el gobierno de Felipe Calderón acepte que carece de mecanismos para combatir una desigualdad que, de no detenerse, llevará al país a la ruta de un conflicto social inevitable.
“A Calderón no pueden pasarle desapercibidos los niveles de desigualdad. Si el país continúa en esa ruta y siguen manipulándose electoralmente los recursos del combate a la pobreza, más el efecto de la recesión de Estados Unidos en la economía mexicana, se anticipa un conflicto social. Sólo un necio no lo vería tan claro”, alerta.
–¿Qué diagnóstico tiene el PRI en el Senado sobre Pemex?
–Nuestra convicción es que nadie desea que la empresa continúe tal cual: en la ineficiencia porque Hacienda le niega recursos; en medio de la corrupción, la opacidad y la falta de transparencia en el manejo de contratos que, por ejemplo, permitieron a los hijos de Marta Sahagún, con esa influencia, cometer tropelías.
“Así que buscamos, mediante ciertos parámetros, su modernización, y hemos fijado reglas claras: no es necesario reformar el artículo 123 de la Constitución; su evolución no tiene que girar necesariamente alrededor del uso de capital privado y menos de una supuesta privatización; y buscar alianzas estratégicas que le permitan adquirir tecnología, ya sea comprándola o sumándola a los proyectos.
“Sobre estos ejes estudiamos la posibilidad de modernizarla, pero toca al gobierno decir qué quiere y piensa para transformarla.”
–¿Qué respuesta da a la presunción de que el PRI será la punta de lanza del gobierno para privatizar Pemex?
–Históricamente el PRI ha sido defensor de la propiedad de los hidrocarburos en manos de la nación y de los mexicanos. Y no será distinto. En la bancada en el Senado, y hablo por ella, existe la convicción de que los problemas de Pemex son derivados de su estatus jurídico, y que como paraestatal merece una segunda expropiación.
“Es decir, transformarla en una verdadera empresa pública, con autonomía de gestión, con un órgano superior, ya sea un consejo o un directorado, en el que participen cinco figuras reconocidas, técnica y financieramente, que busquen dentro de los márgenes legales oportunidades y beneficios para Pemex.
“Y esto no significa traicionar nuestras convicciones nacionalistas, sino pensar en el mismo sentido que el resto del mundo. Ahí están los ejemplos de Cuba, que ha visto en la apertura y el cambio en el manejo de hidrocarburos la oportunidad de progreso; de China, y no es nuestra propuesta, que colocó 8 por ciento de sus reservas probadas en bolsa, lo cual le permitió financiar proyectos de exploración y explotación, o Corea del Norte, con sus alianzas estratégicas.”
El último de los mohicanos
A este paso, considera el senador por Sonora, la visión de algunos que intentan que la paraestatal quede tal cual está la puede convertir en un símil “del último de los mohicanos”.
–Es decir que, contra el discurso oficial, Pemex aún puede crecer como empresa pública.
–¡Claro que sí! Por eso afirmo que el debate no debe girar sobre la participación del sector privado en Pemex, aun cuando no lo excluyo, pero antes debemos adecuar la empresa a las circunstancias. Pemex es un elefante sumamente pesado que debemos agilizar. Como está, engrilletado por las leyes de Obra Pública y de Adquisiciones, y el Presupuesto de Egresos, no lo logrará.
“En el PRI pensamos que debe modernizarse antes de pensar en la participación del sector privado. Además, no todos los males se solucionan con inversión privada. Y esta reflexión debe evitar que caigamos en un falso dilema: aquellos que, desde un manipulado catastrofismo de Pemex, desearían que se abriera indiscriminadamente en todas sus áreas a inversionistas nacionales y extranjeros, como si ése fuera el principal problema de México.”
Porque, asegura, si el propósito de reforma energética no corre paralelo a la intención de que la nueva riqueza petrolera sirva para combatir la pobreza, cualquier intento será falso.
–¿Será el PRI ficha de cambio en esta reforma?
–El PRI trabaja por un proyecto de nación. No ha sido ni será comparsa de nadie ni moneda de cambio. El PRI no pide nada para sí ni chantajea al gobierno para dejarlo transitar.
“Pero en el histórico quid pro quo, sí puede exigir a contraparte de la modernización de Pemex que el gobierno acepte que no tiene mecanismos para combatir la desigualdad que nos lleve en la ruta del conflicto social inevitable.”
Hasta el momento, cuestiona, el gobierno únicamente se ha dedicado a orientar el gasto social con fines electorales, y las críticas que en ese sentido ha hecho el tricolor, a las que se añade la propuesta de reformar a la Secretaría de Desarrollo Social, son vistas como un intento de presión del propio Beltrones hacia Calderón.
Resalta: “sé que algunos pro gobiernistas o supuestos editorialistas afines a la derecha han tratado de manipularlo diciendo que la fracción del PRI en el Senado siempre busca algo a cambio. Hay quienes incluso se han excedido y mencionan que es parte de un chantaje al Ejecutivo para dejarlo gobernar”.
Por el contrario, añade, lo que impulsa el grupo parlamentario desde al oposición es un proyecto de nación en el que cree.
“Y eso es legítimo; que nadie se asuste ni se rasgue las vestiduras. En su momento creímos que era necesarísimo buscar una reforma fiscal, pero era más relevante reanudar el diálogo y el consenso de los partidos políticos, para evitar que siguiéramos discutiendo el fracaso que vivimos en 2006, cuando el país estuvo a punto de partirse, no en dos, sino en tres. Por eso apostó el PRI y hoy no será distinto.”
Un poco de vergüenza
–¿Cuál es la propuesta en el caso de la Secretaría de Desarrollo Social?
–Si el gobierno quiere que subsista, no tenemos objeción. A lo que estamos decididos es a luchar en contra de que los recursos aprobados por la Cámara de Diputados al gobierno para combatir la pobreza se utilicen electoreramente.
“Suficiente tenemos con la desgracia de acumular 50 millones de pobres, como para todavía hacerlos carne de cañón electoral. Un poco de vergüenza no le haría daño al gobierno, ni una rectificación de todos. Y hablo de todos, para evitar ese falso debate en el PAN, que se justifica con la argucia de que ‘hoy lo hacemos como ustedes antes’”.