domingo, septiembre 19, 2010

El poder apuesta a dominar con la tv

AMLO pide a jóvenes enfrentar la crisis de valores y seguridad
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Andrés Manuel López Obrador en el Centro Cultural Estación IndianillaFoto Yazmín Ortega Cortés
Roberto Garduño
Periódico La Jornada
Domingo 19 de septiembre de 2010, p. 9

La crisis económica, de valores y seguridad que empuja a la República por el derrotero de la decadencia se podrá enfrentar con la organización y movilización del pueblo, alentadas por la generosidad y la rebeldía de la juventud, sostuvo Andrés Manuel López Obrador.

El político tabasqueño se reunió con cientos de jóvenes estudiantes y trabajadores que le entregaron una propuesta de inclusión formal en el Movimiento Alternativo de Nación.

Convocados por la Red Nacional de Jóvenes con López Obrador –constituida en 2004 para sumarse al movimiento de respaldo contra el desafuero–, cientos de mujeres y hombres, gays, transgénero y lesbianas colocaron el tema de su participación activa en el movimiento nacional que encabeza el ex candidato presidencial.

En el Centro Cultural Estación Indianilla, durante casi una hora, el tabasqueño esbozó el panorama nacional en el que impera el dominio de un pequeño grupo de empresarios sobre el futuro del país.

Ha sido irresponsable la aplicación de la política neoliberal por una elite que olvidó la generación del empleo y no se preocupó por nuestro país. Nos saquean e impera la corrupción. Ahora no dominan con la fuerza bruta, no dominan con el Ejército, dominan con la televisión.

Recordó la transmisión de la ceremonia conmemorativa del inicio del movimiento de Independencia, el pasado 15 de septiembre. “Utilizaron el Zócalo como un set, lo que les importaba era pasar a cuadro. Están apostando a imponer al próximo presidente con la televisión.”

Los estudiantes y trabajadores que acudieron a la Estación Indianilla escuchaban atentos y respondieron con aplausos cuando López Obrador les dijo que la única forma de enfrentar la maquinación televisiva es “con trabajo; somos millones, tenemos la ventaja de que participamos en este movimiento muy conscientes. Es cosa de que nos organicemos y que emprendamos una gran campaña para convencer a más personas.

Nos vamos a enfrentar a grupos de intereses creados. No les va a gustar a los 400 empresarios más importantes pagar impuestos, pero si estamos organizados y decididos a democratizar la vida del país podemos hacerlo.

Recordó que quienes lo señalaron como un peligro para México son los mismos que aconsejaron al entonces candidato presidencial panista a ofrecer la imagen de presidente del empleo, son mercenarios de la publicidad, y ya ven lo que pasó.

Anunció que en las próximas semanas iniciarán una serie de foros en todo el país en los que podrá participar toda la sociedad, aportando ideas y proyectos para que el 20 de marzo del año próximo se den a conocer al país.

Al concluir el encuentro el ex candidato presidencial anunció que a partir de la semana próxima iniciará una gira de trabajo e informativa por el estado de México.

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A formar comités del movimiento por el cambio en preparatorias y universidades públicas, pide López Obrador a jóvenes

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México, Distrito Federal
Sábado 18 de septiembre de 2010



* También les solicita participar en los trabajos de enriquecimiento del Proyecto Alternativo de Nación 2012

*Reitera su compromiso de generar fuentes de empleo y espacios para todos los jóvenes en las escuelas públicas


Andrés Manuel López Obrador llamó a los jóvenes del país a erigirse como protagonistas del cambio, a través de la formación de comités del Gobierno Legítimo de México en escuelas preparatorias y universidades públicas, así como aportar ideas al Proyecto Alternativo de Nación.

También los convocó a participar en la jornada para convencer a más ciudadanos sobre la necesidad de una transformación de la vida pública de México y sus instituciones, “porque –aclaró— no se puede enfrentar a la mafia que domina en el país, si el pueblo no está organizado”.

Durante su participación en un encuentro nacional de de jóvenes de distintos centros de educación superior de nuestro territorio, que organizó la Red Nacional de Jóvenes con Andrés Manuel López Obrador, destacó la importancia de mantener la lucha hasta alcanzar una auténtica renovación de México.

Al subrayar que el cambio tendrá que darse de abajo hacia arriba, por considerar que no lo impulsarán ni el PRI ni el PAN, expresó que podrán concretarse los cambios que requiere el país, si cada mexicano que participa en el movimiento que encabeza logra convencer a cinco ciudadanos más.

Por ejemplo, explicó, con el respaldo del pueblo será posible que las 400 grandes empresas y bancos paguen impuestos e iniciar el proceso de democratización de los medios de comunicación.

Acompañado por jóvenes que plantearon de viva voz sus inquietudes, entre ellas el acceso a una fuente de empleo y una justa remuneración, así como garantizar el derecho a la alimentación y el impulso al deporte, manifestó que una oligarquía mantiene sometido al pueblo.

Luego preguntó: ¿Cómo domina el grupo de los 30 potentados? Mediante los medios de comunicación, en particular la televisión, porque son dueños de la mayoría de las televisoras, estaciones de radio y periódicos más influentes del país.

Es una especie de teledictadura, abundó, si se considera que el 80 por ciento de la población nacional se informa a través de la pantalla chica.

A manera de ejemplo, mencionó el caso de la transmisión de los festejos con motivo del Bicentenario de la Independencia Nacional. Al gobierno del presidente espurio Felipe Calderón no le interesó el número de asistentes al Zócalo capitalino, que sólo se utilizó como parte de la escenografía, pues el evento se difundió por medio de la televisión, estimó.
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De esta forma, cada vez se confirma la decisión del gobierno usurpador de dominar por medio de la televisión y de esa forma imponer al próximo presidente de México, agregó.

Al afirmar que sí se puede sacar adelante al país con la participación de millones de mujeres y de hombres libres y conscientes, López Obrador refrendó a los jóvenes su compromiso de generar fuentes de empleo y garantizar el acceso a la educación media superior y superior.

Y dejó en claro que gran parte de la ola de inseguridad y violencia tiene su origen en la cancelación de oportunidades de trabajo y de estudio para los jóvenes, así como en la crisis económica, política, social y de valores.

Desde hace tres décadas –recordó— se impuso un modelo económica que sólo favorece a un grupo, a una minoría rapaz, que no está dispuesta a perder privilegios y que está enferma de codicia, porque su interés se concentra en acumular más dinero.

Para este grupo opresor, el dinero es su verdadero dios, como decía Miguel Hidalgo y Costilla. Por ello el país ocupa el número 143 entre las 152 economías mundiales y el último sitio a nivel de América Latina, destacó al subrayar que México se convirtió en la primera entidad exportadora de mano de obra.

El presidente legítimo de los mexicanos también mencionó que durante la gestión salinista se modificó el artículo tercero constitucional para limitar la educación obligatoria y gratuita al nivel básico, es decir preescolar, primaria y secundaria.

En consecuencia, continuó, la educación media superior y superior quedó a merced del mercado, “con la idea de que solo estudiara aquel joven que tuviese dinero para pagar sus estudios”.

Por su parte, los jóvenes le informaron que México tiene un gravísimo rezago en materia educativa en sus niveles medio superior, superior y posgrado, que es fruto del rechazo en universidades públicas, so pretexto de la falta de espacios.
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Un minuto de silencio por las trabajadoras costureras que fallecieron en 1985

Ceremonia luctuosa del 25 Aniversario del terremoto de México de 1985

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Costureras y Costureros 19 de Septiembre invita a la ceremonia luctuosa por el 25 aniversario del sismo que sacudió a la ciudad de México el día 19 de septiembre de 1985 a las 7:19 horas, cuando compañeras y compañeros dedicados al oficio de la costura comenzaban la jornada laboral, donde muchos quedaron atrapados bajo los escombros de lo que fue su lugar de trabajo.

Programación:

7:19 horas Misa oficiada por Samuel Ruiz García. Con el Coro Comunitario de la Ciudad de México.

8:30 Recorrido y depositar flores en las zonas de desastre.

9:30 Desayuno. 11:30 Recital musical por el maestro Héctor Gloria (con la colaboración del alumno Érik Ramírez).

12 El cantautor Víctor Jiménez. 13 El músico y cuentacuentos Luis Puga. 14 Proyección de la película Costureras.Domingo

19 en Manuel José Othón 160, colonia Obrera.

Fraternalmente: Daniel Ramírez Guadalupe Martínez, María Teresa Uribe, Guadalupe Conde y Concepción Guerrero. Tel. (55) 3128-0071 y 5785-5435.

Convoca: Sindicato de Costureras 19 de Septiembre

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El Sindicato de Costureras “19 de septiembre”

Escrito por:
Alondra Ramos




México, 19 de septiembre de 1985. Un devastador terremoto acaba con la vida de miles de personas en la Ciudad de México y deja en el desamparo a cientos de miles más. La catástrofe, una de las mayores en la historia del país, pone al descubierto el obsoleto sistema de gobierno priísta gobernante entonces.

Con el terremoto, conjuntos habitacionales, hoteles, comercios, hospitales y decenas de fábricas de costura, entre otras cosas, quedan totalmente en las ruinas. Con ello, miles de personas se quedaron sin vivienda ni empleo. En poco mas de dos minutos, la vida de miles de personas quedó devastada.

La industria del vestido

El sector de la maquila textil fue uno de los más desolados por la catástrofe. Entre 150 y 200 mil empleos se perdieron esa fecha. 1326 talleres o fábricas quedaron inactivos y, de esos, 800 quedaron en ruinas. Alrededor de 1600 trabajadoras de la costura perdieron la vida.

En 1985, la situación de las 700 mil costureras era crítica: 40 mil se quedaron sin empleo debido al seísmo y en estado de indefensión, porque 50 % de la producción se hacía en talleres clandestinos, 51% de las trabajadoras tenía sólo contratos semanales y apenas 18% era de planta, 73% no sabía lo que era y para qué sirve un sindicato y 89% estaban convencidas de que el líder sindical estaba coludido con el dueño de la empresa.[1]

El Sindicato de Costureras 19 de Septiembre






De entre los escombros una poderosa organización surgió. Se trataba del Sindicato de Costureras 19 de septiembre.

La palabra explotación no existía en mi vocabulario, antes del terremoto del 19 de septiembre yo no tenía conciencia de explotación o no explotación. El 85 fue para mí un antes y un después en mi vida. Si no hubiera ocurrido el terremoto seguiría yo muy campante, conforme con que me dieran trabajo. Pero el salto que me hizo dar esa tragedia fue mayúsculo”.[2]

La incompetencia del gobierno priísta llenó de indignación a damnificados y pueblo en general. No hubo ayuda de ningún tipo. Decenas de brigadas surgidas de aquellos lugares que no habían sido devastados, de trabajadores, de estudiantes, de amas de casa y de muchas otras partes llegaron a las zonas más devastadas para ayudar entre ellos mismos.

En San Antonio Abad, donde se encontraba una de las más grandes zonas comerciales de la Ciudad de México, los edificios – de no más de cinco pisos – fueron el sepulcro de muchas trabajadoras de la costura debido a que los industriales del vestido colocaron decenas de talleres clandestinos que dieron sobrepeso a construcciones pensadas para casas habitación.

Aunado a ello, los empresarios de la industria del vestido, fueron responsables de que la cifra de costureras fallecidas durante la tragedia aumentara debido a que, en muchos casos, los dueños usaron equipo pesado para recuperar máquinas de coser y bienes industriales de entre los escombros.

Su indignación se volvió rabia cuando al quedar sin empleo los patrones se rehusaron a pagar los salarios debidos y las indemnizaciones reglamentarias. Y su rabia, entonces, se convirtió en un sindicato. [3]

La lucha por el voto de la mujer

Una de las primeras alternativas organizativas para las mujeres surgió del Partido Comunista Mexicano y el Partido Nacional Revolucionario en 1935 con la elaboración de un congreso del que emanó el Frente Único Pro Derechos de la Mujer (FUPDM).

El FUPDM logró aglutinar a alrededor de 50 mil mujeres de diversas tendencias y profesiones: intelectuales, profesionistas -maestras sobre todo-, obreras, mujeres pertenecientes a diversos sindicatos y partidos políticos, veteranas de la Revolución, feministas de izquierda y de derecha, simples liberales, católicas y del sector femenino del PNR, callistas y cardenistas.

Una de las demandas principales del FUPDM fue el de conseguir el voto para la mujer -establecido hasta el año de 1953-, sin embargo no era su única demanda.

“El programa de lucha era muy concreto y tan amplio que importaba a todas: ¿quién iba a estar en contra de la lucha por abaratar la vida, contra la instalación de servicios médico-asistenciales que le dieran atención a la maternidad, contra el principio a trabajo igual salario igual? [...] Esto importaba a todas: católicas, protestantes, comunistas”[4]

Sin embargo, como señala Lenin en El Estado y la revolución, la lucha de clases es irreconciliable. Había, entonces y ahora, grandes diferencias entre los intereses de la mujer trabajadora y la mujer que pertenece a los sectores de la burguesía y la pequeñaburguesía. Estas diferencias de clase fueron el punto fundamental para que el FUPDM solo lograra sobrevivir durante 5 años y se mantuviera aglutinado sobre una sola consigna, el derecho al voto de la mujer.

A partir de ahí la mujer fue involucrándose más en el proceso productivo de la sociedad. En México, para 1978, poco menos de una quinta parte de la Población Económicamente Activa eran mujeres y casi la cuarta parte de los trabajadores sindicalizados correspondía al género femenino. En consecuencia la tasa de sindicalización femenina fue superior a la masculina: 21.8% y 15.1% respectivamente. [5]

¡Ay mamá, el terremoto se te quedó dentro!

Evangelina Corona se convirtió, de la noche a la mañana, en la primera lideresa del recién surgido Sindicato de Costureras “19 de septiembre”. Evangelina, quien abrazaba a su patrón apenas lo veía, descubrió lo que era reclamar y sin planearlo se convirtió casi de un día al otro en jefa de su sindicato. Nunca se preguntó qué patrón la contrataría después si se convertía en dirigente sindical. Ella exigió indemnización más justa para las costureras. Entre los escombros quedó su ingenuidad y el abrazo al patrón. [6]

El terremoto de 1985 fue un duro golpe en la conciencia de millones de personas. La ineptitud del gobierno abrió los ojos no sólo a las costureras sino a todos aquellos que conformaron diversas organizaciones por la vivienda y el empleo. El gobierno demostraba que no servía para nada, que eran los trabajadores y las trabajadoras quienes, con sus propias manos, podían edificar nuevamente sus viviendas, sus puestos de trabajo.

“Nos dimos cuenta que no éramos únicamente nosotras en nuestra fábrica sino que había otras compañeras en fábricas cercanas, incluso en el mismo edificio, y que nunca nos dimos a la tarea de hablarnos ni saber cuáles eran las condiciones de trabajo”[7]

Aquellas centenas de obreras, que se habían quedado sin empleo y algunas también sin hogar, se convirtieron en activistas. Buscaron ayuda de diversas organizaciones sindicales, de mujeres y gubernamentales; se solidarizaron con otros trabajadores como los de Pemex, los barrenderos de Tabasco, los obreros de la llantera Euzkadi, los de sosa Texcoco, los de Pascual Boing, los empleados de limpia de Puebla y los alijadores de Veracruz, entre otros.

La experiencia organizativa de las trabajadoras logró forjar cambios importantes en sus vidas y las de sus familias. Como lo puso el hijo menor de la dirigente sindical Rafaela Domínguez al comentar los días hiperactivos de organización: “¡Ay mamá. El terremoto se te quedó adentro!”[8]

La industria de la maquila hoy




Según la Cámara Nacional de la Industria del Vestido, la industria textil mexicana, que en su mayoría son fábricas maquiladoras, exportó el año pasado 5,831 millones de dólares y la producción para el mercado local fue de 3,975 millones de dólares. Además, la industria del vestido tuvo una contracción del Producto Interno Bruto (PIB) real nacional de -8.2% el primer trimestre de 2009, una desaceleración del PIB manufacturero en 13.8%, la pérdida de más de 655 mil 600 plazas laborales y disminución del 0.45% de la plantilla empresarial nacional además de un detrimento del 11.5% en la planta laboral manufacturera y 1.5% de las empresas del sector fabril.

En un estudio publicado por esta Cámara, la caída del PIB y de la transformación es solo comparable con la experimentada en el 2º trimestre de 1995 a causa del “Efecto Tequila”. En México, el 55.5% de las actividades de la transformación provienen de la industria manufacturera. Entre abril de 2008 y abril de 2009 la industria manufacturera suprimió 470 mil plazas laborales. Así, de cada 10 plazas laborales que se han perdido, a nivel nacional, 7 corresponden a actividades relacionadas con la manufactura. [9]

Si a lo anterior le sumamos que aproximadamente el 70% de los trabajadores de la industria textil son mujeres podemos darnos cuenta de que la situación empeora para este género. Sin embargo, la explotación se da por igual para mujeres y hombres si tomamos en cuenta también otro tipo de ramos como el de los energéticos.

¡Pega botón, hace camisas, la costurera ya no es sumisa!

“El aprendizaje de estos años nadie nos los puede quitar…sé dónde me paro ahora, soy costurera y sé que tengo derechos”>[10]

Al estar en contacto directo con la producción la mujer tiende a tener una idea más clara de su papel dentro de la sociedad, como genero y fundamentalmente como parte de una clase. Para la obrera tomar parte en la economía del país es tomar las armas para su liberación. El ejemplo de las costureras es muy claro al respecto.

La desigualdad social entre hombre y mujer no está en la naturaleza, como lo hacen ver los grupos de feministas conformados, en su mayoría, por mujeres de la burguesía y la pequeña burguesía.

Engels decía que “La emancipación de la mujer no se hace posible sino cuando esta puede participar en gran escala, en escala social, en la producción y el trabajo domestico no le ocupa sino un tiempo insignificante. Esta condición sólo puede realizarse con la industria moderna, que no solamente permite el trabajo de la mujer en vasta escala, sino que hasta lo exige y tiende más y más a transformar el trabajo domestico privado en una industria pública”.[11]

El surgimiento del Sindicato de Costureras “19 de septiembre” no se debió a la obra y gracia del espíritu santo sino, precisamente, a lo expuesto anteriormente. El salto cualitativo, expresado tras los trágicos acontecimientos de 1985, sumó a miles de mujeres a la lucha por mejores condiciones de vida.

Muy firme está la lucha que la mujer trabajadora impulsa a diario en contra del capital y muy lejos está la supuesta división que existe entre hombres y mujeres. La emancipación de la mujer es imposible sin la emancipación de la clase obrera en conjunto, porque no es el varón, sino el sistema capitalista, quien oprime a la mujer.

La mujer es cada vez más partícipe de la lucha contra su opresión. Como el de las costureras existen cientos de ejemplos de luchas encabezadas por la mujer trabajadora. Dentro del capitalismo es imposible la emancipación de la mujer, sólo una lucha y un sistema pueden asegurar mejores condiciones de vida a las mujeres trabajadoras y a la clase trabajadora en general y esa lucha y ese sistema es el Socialismo.



[1] Las memorias de una costurera: Evangelina Corona. Elena Poniatowska.

[2] Ibídem

[4] >Dimensión Antropológica, Volumen No. 25 periodo año 2002

[5] Ravelo Blancas Patricia. Protagonismo y poder: sindicato de costureras “19 de septiembre”.Revista Nueva Antropología, marzo, año/vol. XV, número 049. Nueva Antropología A.C. México. Pp.9-30

[11] Engels, Federico. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.

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Salvador Allende: el pasado no pasa


Escultura del artista chileno Carlos Altamirano; expuesta en la plaza de La Moneda; que representa los anteojos del depuesto presidente Salvador Allende

Marco Antonio Campos

El 4 de septiembre de 1970 y el 11 septiembre del 1973 están para siempre en la memoria soterrada o abierta de los chilenos: el día cuatro se cumplen cuarenta años de la victoria en las urnas de la Unidad Popular encabezada por Salvador Allende Gossens, y el día once, treinta y siete del cruento golpe militar y la muerte del presidente. No conozco mejor documental fílmico sobre el ex presidente chileno –sobrio, intenso, dramático– que el realizado por Patricio Guzmán, el cual se llama así, a secas, Salvador Allende, patrocinado por la Universidad de Guadalajara y cuatro instituciones europeas. Me gustaría en estas páginas hablar de él.

Hay algo, a veces una experiencia muy breve en el tiempo, conocimiento de personas o hechos vividos, que sellan para siempre. “El pasado no pasa”, repite Patricio Guzmán en varios momentos del documental. A él, que filmó al presidente y los rostros del pueblo durante los años de gobierno de la Unidad Popular (1970-1973), esos años no han dejado de perseguirlo. En entrevistas hechas a diversos actores de la época –amigos, políticos, hijas, militantes, opositores–, Allende marcó, para el entusiasmo fervoroso o el odio furibundo, a toda la sociedad chilena, pese al silencio que del que lo han querido rodear las clases altas y mucha de la clase media. “El pasado no pasa.” En Guzmán, como en muchos chilenos, Allende vive al cien por ciento; en otros menos, mucho menos o poco. “Salvador Allende marcó mi vida”, dice Guzmán. Significó para él la utopía por un mundo más justo y más libre. De mi parte diría que nada marcó más mi juventud que el ’68 mexicano y el proceso democrático chileno al socialismo, y ningún político latinoamericano despertó en mí tanto fervor y tanta admiración en la segunda mitad del siglo como Allende.


Salvador Allende en el Tren de la victoria, en la campaña presidencial de 1958

Desde el principio el documental adquiere raíces de tragedia shakesperiana. Las únicas pertenencias que quedaron de Allende y las cuales estaban en sus ropas el día del golpe –de entrada las muestra Guzmán– son la cartera, el reloj, el carnet del Partido Socialista, una pequeña bandera chilena, un guarda peines con sus iniciales (s. a. g.). Ningún lujo. En todos los museos chilenos sólo queda, aunque parezca increíble, un solo objeto de él: la mitad del armazón de sus anteojos con el cristal astillado y salpicado de sangre, recogido luego del bombardeo a La Moneda el 11 de septiembre. ¿Por qué quedó sólo eso? Ante todo, supongo, porque también la residencia del presidente de la calle Tomás Moro, con su esposa Hortensia dentro, aun sabiendo que Allende se encontraba en La Moneda, a las mismas horas la ametralló el ejército, y la casa la saquearon los soldados y… los vecinos. Basta recordar que Hortensia Bussi llegó al exilio mexicano apenas con lo mínimo.

Teniendo pródigos filones el documental, me detendré en unos pocos. El primero, son tres historias que, de no ser reales, parecerían argumentos para cuentos mágicos. Una, la del Mono González, líder de las brigadas muralistas o callejeras, quien con su equipo, desde los años de la Unidad Popular, tenían la consigna de llenar de graffiti sobre Allende todo el territorio. Su dialéctica era muy sencilla: “Si los medios de comunicación están en manos de la derecha, los muros de todo el país les pertenecen a Allende y al pueblo.” Clandestinamente, el Mono González siguió haciendo la tarea en los diecisiete años de la dictadura y la continuó después del regreso a la democracia. Otra, la de la pintora Emma Malig, muy apegada a la figura de Allende, que luego del golpe debió exiliarse. Emma le muestra a Patricio una pintura que representa el destierro: Chile no es un país sino pequeñas islas que cada uno inventa. Íntimamente acompaña a Emma desde entonces una carta que le respondió Allende cuando subió a la presidencia. La última historia es la de la madre de leche de Allende, Mamá Rosa, quien enterró el álbum donde están las fotografías que sacaron cuando el presidente la visitó en su casa en su cumpleaños noventa y dos, y su hija Anita lo desenterró dos décadas después, con muchas de las imágenes carcomidas o borradas a medias. Es una metáfora dramática: una familia protegió un instante único del pasado contra la depredación pinochetista que trataba de borrar todo vestigio relacionado con Allende.

Preferible un cínico que dice la verdad a un mentiroso que trata de decorarla. Son impresionantemente sinceras las contestaciones de Edward Korry, embajador estadunidense en Chile en esos años, a una periodista –me parece–estadunidense. Desde antes de que Allende subiera a la presidencia, desde cuando asesina un comando de la cia y de oficiales chilenos al general René Schneider, hasta el golpe de Estado el 11 de septiembre, la pareja Nixon-Kissinger utilizó todos los medios a su alcance para buscar la ingobernabilidad y la caída del gobierno de la Unidad Popular. Nixon odiaba rabiosamente a Allende y vociferaba dando puñetazos en la mesa –recuerda Korry– llamándolo “hijo de puta” y “bastardo”. No lo aceptaban, porque en esos años de la Guerra fría Allende era hostil a Estados Unidos por su proximidad a Fidel Castro, porque veían en su gobierno un “fidelismo sin Fidel” y temían un eje La Habana-Santiago y, claro, porque era –designaciones que tenían escaso sustento– “socialista, marxista y leninista”. ¿Era el “primer presidente marxista” elegido por el voto del pueblo? ¿Era leninista? Ni marxista ni leninista, apunta Pedro Vuskovic, un marxista que fue colaborador muy próximo a él: Allende no creía en principios básicos del marxismo y el leninismo como el partido único y la dictadura del proletariado. Allende, puntualiza Vuskovic, era “un hombre de la revolución francesa”, y creía plenamente en sus tres principios. No sólo Nixon y Kissinger: para la desestabilización y caída del gobierno de la Unidad Popular intervinieron significativamente las grandes corporaciones trasnacionales, en especial la itt (International Telephone and Telegraph) y las compañías mineras nacionalizadas, y dentro de Chile, la ultraderecha, organizando las huelgas patronales, los paramilitares de Patria y Libertad, con sus cientos de atentados, y al final, el abandono de la Democracia Cristiana, las divisiones significativamente drásticas de la izquierda, y desde luego, la traición de las fuerzas armadas. En particular, en junio, luego del primer intento de golpe de Estado, la izquierda se desunió y desorganizó, nadie oía a nadie y cada quien iba por su lado. Los más radicales exigían una mayor radicalización en las reformas, un enfrentamiento de clase más decidido contra la burguesía y armar al pueblo; algo impensable si se sabía del legalismo de Allende.

En el colmo del cinismo, cuando la periodista le pregunta sobre qué opina de la muerte de Allende, Edward Korry señala sonriente: “Uno sólo cosecha lo que ha sembrado.” Y añade que si bien era un hombre “extraordinariamente civilizado”, si no hubiera sido un admirador de los dioses del socialismo, habría aceptado las propuestas de Estados Unidos. En ese aspecto, Korry tampoco entendió el temple moral del presidente chileno; Allende jamás lo habría aceptado. Si bien, como el propio Allende decía de sí mismo en sus discursos finales, no tenía pasta de apóstol, ni de mesías, ni de mártir, había algo en su personalidad que lo llevaba a eso. Era un hombre de principios, no un traidor ni un pragmático.

Por eso, para finalizar me gustaría citar aquí a Volodia Teitelboim, ex presidente del Partido Comunista Chileno, quien le sintetiza a Guzmán que a Allende en Chile ha querido borrársele porque representa “un golpe a la conciencia”, y en eso ante todo, por representar y ser una lección ética para quienes no la tuvieron ni tienen ninguna.

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Luis Tovar
cinexcusas@yahoo.com

El de todos tan temido (I DE II)

La exhibición comercial de El infierno (2010), cinta con la que el realizador Luis Estrada cierra una trilogía que se completa con La ley de Herodes (1999) y Un mundo maravilloso (2006), ha sido precedida y está siendo acompañada por cierta polémica, más o menos bizantina, en arreglo a la cual Unosyotros elucida si acaso la violencia mostrada en El infierno es “mucha” y, cuando dicha polémica quiere ponerse un poco sesuda, si tal violencia está “justificada” o bien si acaso no estará, desde luego que de manera involuntaria, ejecutándose una apología de la misma.

Viene a la memoria –y viene muy a cuento– la pantomima oficialista ésa reciente, denominada “diálogos por la seguridad”, dentro de la cual personeros del poder Ejecutivo, incluyendo a su desapacible titular, entre otros despropósitos profirieron el de solicitarle a la prensa que “autorregulara” su manejo noticioso de los hechos dantescos producto de una “guerra” contra el “crimen organizado”, a la que ahora se empeñan –esos personeros– en cambiarle el nombre dado inicialmente por ellos mismos, suponiendo quizá la insensatez y la ingenuidad supina de que con el cambio de nombre y con la tal “autorregulación” –vil solicitud de autocensura, desde luego–, más otros maquillajes asaz inútiles, los acribillados, los cosidos a balazos, los mutilados, los descabezados, etcétera, serán menos terribles o, simplemente, serán menos de los que son.

Pareciera, en ese sentido, que Unosyotros estuviese incurriendo, aquí sí de modo inconsciente, en una postura de apoyo a la absurda petición suprascrita, como si se le estuviera pidiendo al cine que no refleje a la realidad, ni siquiera con la tibieza y la lejanía inevitables dado el horror diariamente renovado y en incontrolable aumento.

A Unosyotros le debería bastar con el más superficial de los cotejos con la realidad mexicana contemporánea para reconocer que la violencia que puede verse en El infierno no sólo no es mucha; no sólo está, diegéticamente hablando, plenamente justificada, y no sólo no se hace, ni involuntaria ni inconsciente, apología cual ninguna, sino que muy al contrario, y por desgracia para el país y sus habitantes, esa ficcionalización de la violencia se queda muy, pero que muy corta. Casi 30 mil asesinados reales en un lapso de cuatro sanguinarios años, gran parte de ellos muestra de una barbarie a la cual el adjetivo “horripilante” le resulta casi una morigeración, necesariamente hacen palidecer cualesquiera representación artística de la misma, sea ésta teatral, literaria, fílmica o de otro tipo.

Triste manera, por otro lado, de verificar una vez más que la ficción en general y el cine muy en particular, poseen una fuerza expresiva y una capacidad de impacto en la conciencia tanto individual como colectiva, que en ciertos casos rebasa ampliamente a las que detenta la manifestación simple y llana de los hechos tal cual son, en los medios ad hoc, sean impresos o electrónicos.

Paradojas de la sensibilidad y el asombro: la cuota de masacrados que se asocian al narcotrtáfico no deja de rondar, desde hace mucho, las tres decenas diarias, con su correspondiente reproducción icónica sanguinolenta, y basta hojear un periódico, mirar un noticiero televisivo, para engrosar un tanto más la dura costra de la costumbre –corpus básico de la insensibilidad. Pero eso sí, basta una película como El infierno, que le llame a las cosas por su nombre, lo mismo con la imagen que con la palabra, para que al buenazo de Unosyotros le salte la duda acerca de lo que se dijo al principio de estas líneas: ¿no será “mucha” violencia en el filme; no será “injustificada”; no se estará haciendo una apología?

Decía mi abuelita, y decía bien, que la verdad no peca pero incomoda. Menos diáfano es el hecho de que un mismo acontecimiento, una misma situación, parezca más contundente/preocupante/relevante en un medio de comunicación que en otro. A este sumaverbos le daba por pensar que ya habíamos dejado atrás la parte más elemental y maniquea de otra polémica, que antecede y en buena medida es el soporte ideológico de la polémica a la que se hizo referencia al principio, a saber, aquella que discute en torno a la función social del cine, vale decir a su naturaleza y a su razón de ser. Empero, la presencia en cartelera de El infierno ha venido a actualizar, así sea de modo subrepticio, la discusión acerca de si el cine “debiera” concretarse a ser un mero entretenimiento o, lo que viene a ser lo mismo, una vía franca a la evasión de la realidad.

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