domingo, diciembre 28, 2008

UNA INTERPRETACION DEL MOMENTO ACTUAL

Róger Aguilar Salazar

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Mayor pobreza de la población, incremento de las estafas, la corrupción y la desigualdad económica.

Más impuestos a las medianas y pequeñas empresas, a los asalariados y a la población para compensar las exenciones y las evasiones del gran capital.

Más de 8 mil muertes violentas, mujeres (algunas violadas por soldados) incluso embarazadas, niños y jóvenes inocentes secuestrados y/o asesinados por la delincuencia organizada, con o sin uniforme o pertenecientes a los cuerpos policíacos..

Más desempleados, más subcontratados sin prestaciones ni derechos laborales; más ambulantes, más migrantes del interior y al exterior, alza imparable de los productos de consumo básico y servicios como el transporte, alentado por el alza permanente y injustificada de las gasolinas, el diesel, el gas y la energía eléctrica que el desgobierno impone con fines nada claros.

Devaluación de la moneda nacional, fuga de capitales, etc., etc.

Con todo, lo peor está por venir.

¿Quiénes dijeron que algo semejante pasaría si el "peligro para México" ganaba la presidencia de la república o si se cambiaba de ruta cuando sólo tenía que cambiarse de caballo-jinete?

¿Quiénes recurrieron al terrorismo político, a los engaños y mentiras y, por último, a violar el código electoral y pisotear los principios de equidad, certeza, imparcialidad y justicia -validado el fraude cibernético, aplicado tras haber intentado todas las trampas acumuladas en el vasto arsenal de la defraudación electoral- para usurpar la presidencia de la república y hundir al país en la crisis política de la que no se salió y a la que ahora se agregan las de seguridad, económica y social?

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Sí. Lo sabemos: por encima del enano mental, el alcohólico, el corrupto pelele, está la mafia de los 30 capitostes del dinero y la estafa política de la que aquél es simple mayordomo: el salinismo, los magistrados, jueces y consejeros electorales, la Coparmex, el CCE, Coppel, Bimbo, Televisa, TV Azteca, las cadenas de radio y toda la ralea de delincuentes de cuello blanco con el quiridz oculto que hoy destruyen la economía nacional, lo mismo que la soberanía y las instituciones del Estado mexicano, que han corrompido con su dinero y sus transas inmensas, a las que no escapa la verdad asesinada todos los días por los micrófonos y las pantallas constituyentes de la "santa sede" de la propaganda y la mercadotecnia.

Toda esa caterva de pelafustanes eminentes cargan sobre sus privilegios –conciencia no tienen, al cabo que sólo son "refinados" en saciar sus instintos voraces- y sus personas la responsabilidad por la tragedia de millones de desarraigados, hambrientos y sedientos de amor y justicia, que padecen enfermedades, muerte, olvido y, lo peor, desesperanza y resignación, la mayor maldición que puede caer sobre cualquier sociedad del mundo actual.

La cauda de culpabilidades que arrastran es infinitamente más grande que los caudales materiales y políticos que roban o monopolizan. Y ni el juicio más implacable podrá resarcir los daños causados a los seres humanos, la naturaleza y el impredecible futuro de nuestro planeta y, en lo particular, de nuestra maltratada nación.

El peor castigo que se les puede dar, el único posible que reivindique los sufrimientos, la depredación y las tragedias que siguen causando, es acabar con sus privilegios. El único tribunal competente que los condene a eso sólo podría ser el que conformaran sus víctimas y los sucesores de sus víctimas, los familiares y los amigos, con plena conciencia de su papel, con un grado más alto de cultura y conciencia de reparación de justicia. Esto es, con el pueblo organizado, sin replicantes egoístas en sus filas, que impongan los derechos y deberes de la mayoría por sobre los intereses, siempre ilegítimos y hasta genocidas, de los detentadores del dinero, el poder y los medios de control ideológico que ahora acaparan.

Crear ese gran tribunal social que a la vez sea el crisol de donde surja el México de justicia social para todos, es la tarea histórica que hoy se le plantea a la parte más consciente y decidida de la nación mexicana, a la resistencia civil pacífica y a los movimientos sociales que hoy abogan por la unidad de todas las fuerzas que, dispersas, hoy dan la lucha contra la tiranía de los especuladores de la economía y de la política.

Crear ese gran tribunal implica llevar adelante y más alto la resistencia de todos como resistencia unida en su pluralidad, hasta el grado de plantearse la revolución que merece nuestra nación y su historia de gloriosas batallas por la soberanía, la independencia y la justicia social que hoy se nos arrebatan.

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ANALISIS SOBRE EL FECALISMO:

Ilegitimidad y fracaso: nacimiento y destino del calderonismo

Julio Pimentel Ramírez


El balance de este año, que termina en medio de una crisis económica que afecta ya profundamente el nivel de vida de los mexicanos, de un proceso de creciente violencia delincuencial que rompe vastos tejidos sociales, así como de un alarmante deterioro del sistema político, no es nada halagüeño y presagia un 2009 de mayores penurias para la mayoría de los habitantes de este país.

A manera de consuelo, el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón aduce que la crisis financiera es de carácter mundial, que se originó en otra nación y que, desgraciadamente, nos va a afectar con un "catarrito" que se convirtió en una leve pulmonía, según aceptan a regañadientes los doctores neoliberales (muchos de ellos formados en centros de estudios extranjeros y nacionales, formadores de tecnócratas desnacionalizados e insensibles socialmente) que conducen a este país al abismo.
espurio idiota.

En la entrega de cuentas el calderonismo presenta índices de altas y bajas, todo en el tono gris de la crisis y de la falta de rumbo y dirección para enfrentarla. A manera de ejemplo: suben el desempleo, la pobreza, los secuestros, las ejecuciones, los robos, en fin la inseguridad; caen los empleos, el poder adquisitivo del salario, las remesas, el valor del peso y la bolsa de valores, la esperanza en un futuro mejor.
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Cuando parece que ya hemos visto todos los horrores causados por el crimen organizado y una de sus principales vertientes, el narcotráfico, con su cauda de decapitados, acribillados, torturados y "levantados", los mexicanos no dejamos de sorprendernos por hechos que han trastocado la cotidianidad, la convivencia social y que nos muestran la forma como infinidad de jóvenes--presente y futuro de la nación--, ante la falta de perspectivas, se ven deslumbrados y atraídos por el poder y el dinero fácil que les ofrecen los carteles de la droga.

Entre los casi seis mil ejecutados durante este segundo año de gobierno ilegítimo y de su llamada "guerra" contra el narcotráfico, un alto porcentaje es de jóvenes de entre 18 y 25 años. "Se están matando entre ellos", argumento falaz con el que autoridades gubernamentales pretenden eludir su responsabilidad de brindar seguridad y hacer real la vigencia del Estado de Derecho, esconde el fracaso del sistema neoliberal, incapaz de ofrecer a la población las condiciones para que, en un presente de trabajo y vida plena, se forje un mejor futuro.

Los resultados del fracaso de "combate" contra el narcotráfico están a la vista y, en ese sentido, muchas voces han alertado sobre la equivocada estrategia instrumentada por Felipe Calderón, quien, ante su carencia de legitimidad, optó por este camino en pos de obtener algo que no podrá adquirir durante los seis años de impuesto mandato.

Ante la presión de la sociedad, sobre todo de sectores medios y altos, se firman acuerdos, se reforman leyes aceleradamente, se lanza a la policia federal militarizada y al Ejército a las calles con todos los riesgos que eso implica, no solamente para la institución castrense sino, principalmente, para la población civil ante la criminalización de la protesta social adoptada por el gobierno panista.

De vez en cuando se detiene a elementos policiacos involucrados con los capos de la droga, sin tocar a otros funcionarios destacados, de alto nivel, de quienes se conoce información pública que cuestiona su honestidad y honorabilidad. Se castiga la corrupción a contentillo, mientras la impunidad estructural permanece incólume.
El nivel que ha alcanzado el narcotráfico, crimen internacional que extiende sus tentáculos por todo el mundo, tanto en lo que se refiere a producción, distribución, consumo y la red financiera que "lava" sus cuantiosas ganancias, ha puesto en riesgo la seguridad pública y la seguridad nacional.


Las palabras de George W. Bush, en el sentido de que Estados Unidos debe combatir y declarar la guerra, al narcotráfico en su vecindario, en el que México es considerado como su traspatio, no deben ser echadas en saco roto, por más que el impopular mandatario vaya de salida, pues los intereses geoestratégicos del vecino del Norte trascienden al inquilino de la Casa Blanca.

En el terreno de la economía, el fracaso del calderonismo es igual de catastrófico. Efectivamente la crisis económica tuvo su origen en el sistema financiero, especulativo, de Estados Unidos y su carácter global afecta ya a todos los países del planeta, México incluido, pero lo preocupante es que mientras los gobiernos de otras naciones, en mayor o menor medida, adoptan planes de rescate que mitiguen los efectos de la debacle capitalista, la administración calderonista se muestra incapaz de reaccionar y solamente atina a tomar medidas limitadas.

Los doctores neoliberales mexicanos se muestran en economía "más papistas que el Papa" y pretenden que las cosas se solucionen respetando la mano invisible del mercado, sin "proteccionismo", con inversiones privadas extranjeras y nacionales.
Hipocresía y doble lenguaje: se protege a los grandes capitales y se olvida a quien solamente depende de su trabajo, es decir, a la mayoría de los mexicanos.



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EXCELENTE MATERIAL SOBRE IBARGÜENGOITIA QUE LOS JOVENES NO SE PUEDEN PERDER:


Jorge Ibargüengoitia, 1957. Fotos: archivo Joy Laville

Ibargüengoitia: 25 años después

Entrevista con Joy Laville
Salvador García

En 1965 conocí a Joy Laville, una pintora inglesa
radicada en México, nos hicimos amigos, después
nos casamos y actualmente vivimos en París.

Jorge Ibargüengoitia

“A Jorge le hubiera gustado ver que los jóvenes aprecian su obra”, dice Joy Laville, viuda de Ibargüengoitia. Margarita Villaseñor, recuerda de ella: “Joy es la compañía y la esposa que soñó [ el escritor guanajuatense ] . Inteligente, afable, con el talismán de la creación. Mujer sin afeites ni alambiques . ”

Una tarde de primavera nos recibe en su casa de Jiutepec. Como si fuera un espíritu emergido de sus cuadros –característicos en las portadas de las obras de Jorge Ibargüengoitia–, la pintora viste colores en tonalidades pastel que enmarcan unos ojos azules, reflejos de una vida plena. Con una generosidad desbordante, nos abre su mundo, el mundo que compartió junto al autor de una de las literaturas más particulares en lengua castellana.

Para varias generaciones de lectores, los nombres de Joy Laville y Jorge Ibargüengoitia se hallan intrínsicamente relacionados, incluso si se ignora que fueron pareja hasta el trágico fallecimiento de Jorge en 1983. La razón es indiscutible: las creaciones de la artista inglesa son el sello de identificación de los textos –novela, cuento, teatro, artículos periodísticos y piezas para niños– del escritor, publicados por Joaquín Mortiz.

El génesis de esa unión, nos cuenta la creadora, “ se dio por accidente. En el comedor de la casa estaba el cuadro que aparece en Las muertas, el cual está influenciado por la serie maravillosa de fotografías de Diane Arbus sobre la gente del circo. Jorge dijo que le gustaría que esa obra apareciera en su novela sobre Las Poquianchis y habló al respecto con Joaquín Mortiz”. Desde ese momento, todos y cada uno de los escritos de Ibargüengoitia quedaron arropados por los óleos de Joy Laville, como en un juego de espejos o, más bien, como en una matriushka artística donde la obra externa enriquece la obra interna y viceversa. “Las compilaciones también son ilustradas por mí”, acota.

Ibargüengoitia fue becario del Centro Mexicano de Escritores, de las fundaciones Rockefeller, Fairfield y Guggenheim. Además, colaboró en diversas revistas y suplementos culturales de gran importancia en el país. Sobre las diversas labores que el escritor desarrolló en su vida, nos recuerda Joy Laville: “Dio clases en San Miguel de Allende; daba clases en verano y dio clases en la Universidad de California [Santa Cruz] y después en el Rancho, Iowa, [Estados Unidos] , pero a la universidad lo invitaron junto con varios escritores para ofrecer un discurso. Y en el año ' 79 fuimos a Francia; allá habló sobre sus libros.” Además de ello, fue dramaturgo, cultivó el artículo periodístico y se hundió en los placeres de la narrativa: “Él se consideraba novelista; lo que le gustaba hacer era escribir novelas”, dice Joy Laville. En su artículo “¿Usted también escribe?”, aparecido en Excélsior, el mismo Ibargüengoitia afirma: “Un Lic., un Arq., un Dr., un Ing., antes del nombre, o un ctp después, son signo de que alguien se ha pasado años leyendo libros que nadie leería motu proprio. ¿Pero nosotros? Para escribir novelas no se necesita más que leer novelas que, después de todo, se supone que la gente lee por gusto. Así que además de parásitos superfluos somos hedonistas.”


Joy Laville y Jorge Ibargüengoitia el día de su boda,1973

Sobre la esencia de la obra del guanajuatense, Joy Laville explica: “No era sarcástico, pero si algo no le gustó, lo dijo, ya que era crítico y su crítica le permitía jugar con el absurdo. Él era muy directo, por eso mismo tenía reputación de tener mal humor, pero esto es una mentira, él era muy alegre. [Sin embargo], ofendió la sensibilidad de muchos con sus novelas; pese a todo, ahora está muy estimado en Guanajuato.” Entonces, ¿cómo no recordar lo que el mismo el autor decía sobre sus escritos?: “Los artículos que escribí son los únicos que puedo escribir; si son ingeniosos es porque tengo ingenio, si son arbitrarios es porque soy arbitrario, y si son humorísticos es porque así veo las cosas. Quien creyó que todo lo que dije fue en serio, es un cándido, y quien creyó que todo fue en broma, es un imbécil.”

Este año, en la versión XXXVI del Festival Internacional Cervantino, se le rindió un homenaje muy significativo al cuevanense. Durante la festividad se llevó a cabo un coloquio sobre su obra, se editó el libro En primera persona, cronología ilustrada de Jorge Ibargüengoitia (1928-1983), y para cerrar elocuentemente se instaló la muestra ¡Sálvese quien pueda! Jorge Ibargüengoitia: un atentado a la solemnidad, que está integrada por fotografías, documentos, obra plástica de la misma Joy Laville y caricaturas de Magú basadas en un texto de Ibargüengoitia para niños. Todo ello demuestra el reconocimiento del que goza el escritor en la actualidad, en ese “manicomio grandote”, como él mismo llamó a Guanajuato.

– ¿Cómo fue la vida en París?

– Jorge era muy disciplinado, normalmente escribía entre las 10 y 2:30 de la tarde. Era matutino. En las tardes leía recostado en un sofá; creo que nunca escribió en la noche, pese a que no dormía temprano.

– ¿Qué leía?

– Tenía un gusto muy amplío. Era muy leído y admiraba a muchos escritores.

– ¿De su propia obra había un texto que considerara su favorito o que creyera el mejor desarrollado?

– No sé si tenía un libro favorito. Pero, para mí, la más desarrollada de las obras fue Los pasos de López. Jorge siempre fue un apasionado de la historia.

Ejemplo de ello son los dos Premios Casa de las Américas que obtuvo con los textos históricos El atentado y Los relámpagos de agosto, en 1963 y 1964, respectivamente. En todos estos escritos se aprecia perfectamente esa vena crítica y desmitificadora de Ibargüengoitia, y que puede resumirse en la anécdota que refiere Margarita Villaseñor: Jorge la cuestionaba: “¿A poco crees que el Pípila fue un héroe? No se te ocurre pensar que el español rebelde le gritó al indígena humilde: ‘Oye tú, Pípila, échate una losa al lomo y ve a quemar esa puerta?'”

– ¿Qué proyectos que quedaron truncados por el fallecimiento de Jorge?

– Hace muchos años escribió teatro y lo dejó. En los últimos años de su vida estaba pensando escribir otra vez teatro. Además, estuvo escribiendo [una tercera parte] del libro titulado Isabel, cantaba y también tenía varias obras pensadas sobre el futuro. Tenía una historia sobre su familia y sus años en Guanajuato, que se desarrollaría en el rancho, antes de llegar a la ciudad.

Una muestra del cuaderno de trabajo de Ibargüengoitia, donde se asientan estos proyectos, se publicó el mes de enero en la revista Letras Libres. En el texto nos podemos dar cuenta de lo meticuloso que era el cuevanense para desarrollar sus obras. Apuntes sobre el tono que tenían que llevar, psicología de los personajes, cuestionamientos y críticas sobre los argumentos que plantea, son sólo algunos de los aspectos con los que iba hilvanando sus escritos.

– Entre toda su polifacética obra, ¿escribió alguna vez poesía?, ¿le escribió a usted poemas de amor?

– Nunca me escribió un poema, ni me trajo flores, pero me daba regalos. No era romántico, tampoco convencional. Me regaló, por supuesto, libros, entre otras cosas. Pero era muy bueno para escribir cartas. No me escribió específicamente cartas de amor, pero dijo cosas evidentemente con ese sentido, como: “¿Te caigo bien?” A Jorge lo conocí en San Miguel de Allende. Yo era persistente. Nos caímos bien pero, como siempre, son las mujeres las que damos los primeros pasos.

– ¿Cómo era en vida cotidiana?


Jorge Ibargüengoitia de scout, ca., 1947

– En la casa él se adueñaba de la cocina, o yo, pero no los dos. Él era muy inventivo, arriesgado, pero siempre salió bien su comida. Tenía un don. Improvisaba. Muchas veces salimos a algún lugar a comer algo que nunca habíamos probado. Entonces Jorge regresaba y al día siguiente, y no importaba si teníamos visitas para comer, él trataba de hacer ese mismo platillo y siempre salió bien: él era muy meticuloso en la cocina. Le gustaba cocinar. Cocinaba muy bien. Tenía fama por su paella. Hacía paella para mucha gente; los domingos siempre teníamos invitados que eran siempre los mismos amigos. A veces yo hice cosas muy humildes en la cocina, como pelar los camarones. Pero yo era la ayudante. Decía “vaso”, y yo se lo daba. Así me gustaba, porque él lo hacía maravillosamente. También era un buen bebedor. Pero en los últimos años, cuando estuvimos en París, bebió muy poco. Siempre tomamos un tequila. Yo todavía lo tomo. La cosa es que el último año, a veces se me olvida tomar. Dicen que la gente bebe para olvidar, pero a mí se me olvida tomar.

A Joy Laville la plática parece caerle bien. Ríe, piensa, nos mira, nos cuestiona y, con toda una vida luminosa de su lado, no tiene ningún problema en sostener: “Jorge y yo la pasamos muy bien. Tenía un maravilloso sentido del humor.”

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El don de la ubicuidad

Hoy la tele está en todos lados; es imposible no toparla donde quiera que vayamos. Es como un diosecillo ubicuo, presente en cada sitio, en cada estadio de nuestras vidas. Es curioso que antes de volverse el medio masivo más importante en las sociedades occidentales, la televisión se veía fuera de casa; nunca faltaba el ricachón del barrio que había comprado la tele para presumir a sus vecinos, y hubo hasta el vivillo que admitía televidentes a su casa o su cochera previo el pago de una módica entrada… Pero luego se tornó un medio popular aunque todavía símbolo relativista de estatus, de posición privilegiada, hasta que se volvió la cosa más natural del mundo y hasta puertas adentro modificó su entorno: antes la tele estaba en su propio cuarto, una sala donde se reunía la familia; ahora hay una tele en cada habitación de casa, sueño hecho realidad de fabricantes y comerciantes muebleros. Y entonces salta la barda de la casa y se acomoda en todos lados. Hay teles en no pocas –y cada vez más– oficinas o lugares de trabajo: cuesta trabajo a veces arrancar a la dependienta de una mercería, al carnicero ante su mostrador, del yugo virtual de la televisión, para que se dignen a vendernos retazo con hueso o una madeja de hilo.

Pero lo que es el colmo es que la televisión ha invadido hasta lugares que eran centro de reunión humana y en los que nos congregábamos para comer juntos y maldecir el mundo y darnos cuenta, después de mucho balar, de que no lo vamos a poder cambiar: la televisión ahora está también en bares y cantinas, en cafeterías y restaurantes, en salas de espera, en los autobuses y en algunos taxis; está en escuelas y bibliotecas siempre lista para suplir al maestro, está en plazas públicas, en las computadoras del planeta y en los teléfonos celulares de millones de usuarios. La televisión está ya apoltronada hasta en el puesto de tacos donde comemos de pie. Está, vaya, hasta en algunos mingitorios, para que los que vayan a hacer de las aguas no pierdan un segundo del partido de fut.


Ilustración de Juan Gabriel Puga

Ya de suyo esa sola presencia continua, rediviva, imbricada, supone en la raza humana un nivel de enajenamiento harto preocupante. En el caso mexicano, invariablemente todos esos millones de aparatos, aparatotes, aparatitos, aparatejos de televisión están sintonizados en alguna de las variantes de la estulticia que imponen a los mexicanos las dos cabezas del duopolio vocinglero y perverso a que dan cuerpo Televisa y tv Azteca. Digo, no será nunca lo mismo mear mientras se mira a Daniel Barenboim deleitarse al piano que tener que aguantar la pesadez de Reynaldo Rossano…

Es tan grande la preponderancia de la televisión en los lugares públicos, que resulta en presupuesto de los empleados de muchos locales: sin televisión la cosa no funciona. Hace poco acompañé a dos colegas, uno escritor y otro periodista, a que el segundo hiciera una entrevista. Escogimos para ello el bar de un hotel que, por ser cerca de las once de la mañana, todavía no tenía gente. Los meseros recién terminaban de poner las cosas en su lugar para abrir sus puertas. En cuanto nos vio llegar y sentarnos en una apartada mesita, uno de ellos corrió, solícito presuroso, a prender las televisiones más cercanas, sintonizar un canal de deportes y ofrecernos, con sonrisa en ristre, los berridos de guacamaya con que un intragable locutor intentaba obsequiar picante relato de lo que se veía en pantalla, o sea los veinte monigotes de siempre correteando la pelotita. Ni qué decir que el ruido arramblaba la grabación de la entrevista. Cuando me levanté y de la manera más amable posible (no es mi culpa tener siempre por delante esta mala jeta) le pedí al mesero que no solamente le bajara al volumen, sino que apagara un aparato que resultaba molesto y no nos interesaba ver, y que él tampoco se iba a sentar a disfrutar del tonto espectáculo, el señor se enojó y dijo que no. Que así funcionaba el bar. Que eran órdenes de su jefe, el señor gerente, y que si gustaba yo, me traía la cuenta. Así que colegimos el disgusto, pagamos lo recién ordenado y nos fuimos con nuestras marcianas ganas de silencio a otra parte, bajo la vigilante y torva mirada del mesero aquel y de sus dos o tres compañeros de trabajo y juerga televisiva.

Así que ante tan colosal poder de cooptación de la voluntad colectiva, y ante tanta capacidad de secuestro del raciocinio, ya para qué ponerse uno a pontificar sobre las razones por las que la tele le va ganando al libro la pírrica batalla por el corazón de los hombres…

La lógica de Peña Nieto · Hernández

Hernández

■ El ex secretario de Hacienda Francisco Gil Díaz promueve a Juan José Suárez al cargo

Ex funcionario que encubrió el Pemexgate ahora quiere ser consejero de la paraestatal

Roberto Garduño

Ampliar la imagen Juan José Suárez Copel, durante su participación en el debate sobre la reforma energética que organizó el Senado en junio pasado Juan José Suárez Copel, durante su participación en el debate sobre la reforma energética que organizó el Senado en junio pasado Foto: José Carlo González

Juan José Suárez Copel, encargado de estructurar el mecanismo que inhabilitó y derrumbó el proceso para deslindar responsabilidades en el escándalo conocido como Pemexgate, ahora pretende ser consejero independiente en Petróleos Mexicanos (Pemex), bajo el auspicio de José Francisco Gil Díaz, denunciaron Juan Guerra Ochoa, diputado federal del Partido de la Revolución Democrática, y la asociación Transparencia Nacional.

La participación de Suárez Copel en el entramado legal que impidió castigar a los responsables del desvío de casi mil millones de pesos de las arcas del sindicato petrolero a la campaña presidencial del priísta Francisco Labastida Ochoa fue estratégica, advierte Gabriel Reyes Orona, ex procurador fiscal de la Federación.

Las anomalías se sucedieron en aquel proceso, impulsado por la propia empresa petrolera. Posteriormente Pemex implementó acciones para revocar su acusación: “Existe evidencia de que se contrató de manera multimillonaria a alguna firma, ubicada fuera de la ciudad de México, para elaborar y procesar la denuncia contra el sindicato y sus líderes. Hemos solicitando el monto total de pagos a esa empresa e informes sobre quiénes son sus accionistas y representantes, porque todo indica que se hizo un pago por 50 millones de pesos para la elaboración de una denuncia”, afirma el diputado Guerra.

En la paraestatal existe una oficina del abogado general que tiene un costo notable para las arcas de la empresa. Por tanto, “es increíble que el nivel de los abogados de Pemex no sea suficiente para preparar una denuncia de hechos. No sabemos de qué manera justificará el abogado general el pago de decenas de millones de pesos por la denuncia ni cómo ese abogado general, Néstor Martínez Reza, instrumentó e implementó un mecanismo para tirar la denuncia que se le encargó”, complementa Reyes Orona.

A la fecha, Transparencia Nacional ha solicitado informes sobre la mecánica estructurada por la Dirección Corporativa de Finanzas de Pemex, a cargo de Juan José Suárez Copel, y la oficina del abogado general, en manos de Néstor García Reza, para dejar sin interés jurídico ni elementos a la paraestatal en el proceso, que fue tan costoso.

“Tanto Suárez Copel como Néstor García impulsaron una denuncia y se tiraron a la lona. Instrumentaron un mecanismo para hacer que el quebranto se volviera tema comercial. Inventaron un mecanismo para pagarse. Si bien es cierto que lo hicieron con cargo a supuestos derechos del sindicato, también que se está pagando con el dinero que se reconoce al sindicato. Y dado que no hubo transparencia sobre los conceptos e importes, de los cuales el sindicato ha sido beneficiado discrecionalmente por la dirección corporativa de finanzas, tampoco es posible saber si realmente son cuotas sindicales o invenciones de Suárez Copel”, aduce Juan Guerra.

El legislador perredista advierte que Pemex rehúsa entregar información, porque el abogado general de la paraestatal depende de la dirección corporativa de administración, a cuyo frente se encuentra Octavio Aguilar Valenzuela. “Debe preguntarse a él cómo se seleccionó el despacho, que costó a Pemex decenas de millones de pesos, y cómo después el abogado general y la dirección corporativa de finanzas deciden tirar la denuncia que ellos presentaron.”

–¿Qué participación tuvo César Nava en todo esto?

–El abogado general de Pemex, cuando los contratos se celebraron, era César Nava. Él da inicio al procedimiento y después es sucedido por Néstor García Reza, quien pasó por el sistema bancario y de ahí llegó a Pemex Exploración y Producción. Después se hizo abogado general. Pero en combinación entre Rosendo Villarreal Dávila, sucesor de Aguilar Valenzuela, y Juan José Suárez Copel, él es la única persona que dio seguimiento a todo el proceso desde su inicio. Finalmente llegó Néstor García Reza a derrumbar todo el proceso para hacer la aclaración y la indagatoria respecto de los multimillonarios recursos que se destinaron al sindicato.

–¿Por qué no ocurrió nada con el Pemexgate?

–La única persona que tiene la respuesta es Juan José Suárez Copel.

–¿Quién es Suárez Copel? ¿A qué intereses responde?

–Es un economista egresado del ITAM. Forma parte de ese grupúsculo de Chicago y fue coordinador de asesores de Francisco Gil Díaz. Ese cargo le valió para desempeñarse en Pemex como director corporativo de finanzas. Y en su gestión han sucedido descalabros verdaderamente monstruosos. Uno de los más importantes es el de Repsol, la operación de venta simulada, en la que se ponen en manos de terceros, que no se ha querido identificar, las acciones que la paraestatal tenía de Repsol; fue hecha durante el tiempo de Juan José Suárez Copel.

“Es el personaje que guardó silencio por más de cinco años sobre los quebrantos en el Fideicomiso Laboral y de Vivienda y el Fondo Laboral y de Pensiones, porque el problema de las pensiones en Pemex es tanto o más grande que el del Instituto Mexicano del Seguro Social. También manejó con severos costos para el gobierno el llamado master trust, es decir, los fideicomisos que operan en el exterior y realizan emisiones multimillonarias.

“Es el alfil que Hacienda puso en Pemex y que generó una colisión financiera de la mayor gravedad, porque hizo crecer la deuda de una manera irracional y por otro lado aprobaba los excedentes petroleros.”

–Suárez Copel es el candidato de Gil Díaz para formar parte del consejo de administración de Pemex –se recordó a Juan Guerra.

–Ese personaje obedece a los intereses de Francisco Gil Díaz. Es público y conocido que el grupo de Chicago está empujando a Suárez Copel para que sea consejero independiente de Pemex. De independiente no tiene absolutamente nada.

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