Es posiblemente el mayor movimiento estudiantil de ocupación que ha habido en Grecia y que, por el momento, se encuentra en una aceleración constante, sorprendiendo no sólo a las estimaciones más optimistas, sino también a cualquier imaginación!
La lucha sigue
Los enfrentamientos entre jóvenes y policías continúan en la ciudad de Atenas, Grecia, tras la muerte, hace un par de semanas, de un estudiante a manos de un agente Foto Ap
Entrevista con Babis Angurakis, dirigente del Partido Comunista de Grecia (KKE)
Patricia RivasYvke Mundial
El programa “En Órbita”, que YVKE Mundial emite todos los martes de 7 a 8 p.m. hizo contacto este martes con el miembro del Comité Central del Partido Comunista de Grecia, Babis Angurakis, para profundizar en las verdaderas causas de la rebelión social que ha estallado en el país, desde que un policía asesinó de un disparo en el corazón a un muchacho de 15 años que se encontraba con sus amigos en un barrio libertario de Atenas, el sábado 6 de diciembre.
Los principales cárteles mediáticos insisten en plantear las protestas como actos vandálicos de un grupo de “radicales anarquistas”, pero el dirigente comunista Babis Angurakis afirma que las dimensiones de la protesta son mucho más amplias, y sus causas son más estructurales: “La protesta contra la política social general implementada por el Gobierno en términos de la crisis económica que enfrenta el país, y que también se conecta con enormes problemas en la educación pública, así como con una mala situación de los derechos democráticos es la explicación para esta explosión en Atenas todos estos días. Las reacciones continúan, si bien no son tan intensas como hace algunos días, pero lo importante es que los estudiantes universitarios y escolares continúan estas acciones, respaldados por el movimiento obrero y los sindicatos”, afirma Angurakis en esta entrevista con YVKE.
Viendo la televisión, y los principales medios de comunicación es casi imposible entender qué está pasando en Grecia, porque pintan la situación como si miles de anarquistas hubieran salido de repente a las calles, y los radicales estuvieran por todas partes sembrando el caos. ¿Cuáles son realmente los componentes de esta crisis social?
Es verdad. Y esa impresión no es solamente internacional, es lo mismo que sucede en Grecia. Hay un intento clarísimo de los principales medios de comunicación y de los partidos políticos de la burguesía en Grecia de dar una imagen de que todo el problema son los ataques con cócteles molotov contra los comercios y nada más. La idea es decir que toda la protesta es solamente contra este policía aislado que asesinó a un joven hace poco más de una semana. La realidad es completamente diferente. Esta forma de cubrir los acontecimientos responde a la voluntad de evitar la profunda conciencia política y el desarrollo de un gran movimiento antiimperialista y anticapitalista, que es necesario en nuestro país. Dado que esas fuerzas, los medios de comunicación y el Gobierno no pudieron soslayar el conflicto social y la confrontación social, tratan de dar la impresión de que todo tiene que ver solamente con grupos anarquistas y con estos ataques contra las tiendas y algunos bancos. La verdad es que estos grupos, que están generando actos vandálicos en Atenas, no están en absoluto conectados con el movimiento: ni a los anarquistas, ni a los comunistas, ni a las fuerzas antiimperialistas. Son grupos bien conocidos en Grecia desde hace muchos años: en todos las grandes manifestaciones antiimperialistas y antiestadounidenses, y tenemos varias cada año, que realizamos frente a la embajada de Estados Unidos, participan miles de personas, y en todas estas manifestaciones aparecen provocando con cócteles molotov estos grupos, para poner a la gente en contra. Y es lo mismo que está ocurriendo en Atenas. Lo nuevo es que están recibiendo una enorme cobertura internacional, por diferentes razones. Por ejemplo, en Francia, como sabe, el gobierno reaccionario, de derecha está enfrentando una inmensa movilización estudiantil contra la privatización de las escuelas. Lo mismo es verdad para Alemania, Italia y España. Y dado que el movimiento en Grecia tiene una larga tradición de lucha contra la privatización de la educación, creemos que varios gobiernos de derecha en Europa tienen miedo de que estos movimientos en Grecia sean secundados por movimientos similares en sus países. Esta es la explicación y repito, se trata de un intento ocultar la naturaleza de este movimiento, que es antiimperialista, con demandas sociales y toda esta acción se realiza para aislar al movimiento juvenil del movimiento obrero, exactamente contra lo que nuestro partido está luchando. Por supuesto estamos en contra de cualquier tipo de acción de destrucción, y condenamos el vandalismo. Lo que estamos repitiendo es que el movimiento debe permanecer conectado a la clase trabajadora.
Llama la atención ver que gente tan joven, de 15, 16 años, está en las calles, luchando, con un discurso político, con reivindicaciones, y que se están revelando contra todo el sistema educativo. La frase que más pronuncian es que no ven futuro.
No es solamente el hecho de que no vean futuro, porque ese es un problema general en toda Europa, oriental y occidental. Creemos que la diferencia en Grecia es que tenemos un movimiento juvenil que ha organizado grandes batallas en el pasado reciente, con exigencias muy avanzadas en lo que tiene que ver con la educación. El crecimiento de este movimiento es un gran peligro para el Gobierno de Grecia y también para esos países europeos, y por eso intentan dar la impresión de que en realidad no es un movimiento social y político, sino otra cosa. Por un lado, usted tiene razón: los jóvenes tienen miedo del futuro, y en segundo lugar, saben que la única solución para su problema es la lucha política y la organización antiimperialista.
Desde los años 90, hemos visto cómo las organizaciones del movimiento obrero en Europa, sindicatos y partidos políticos de izquierda, se debilitaron y vinieron situándose a la defensiva, perdiendo cada vez más terreno. ¿Cómo se sitúa el movimiento obrero griego en esta coyuntura y de qué manera se está articulando con los estudiantes?
Es verdad, pero esa no es la situación general, o digamos que hay algunas excepciones. En Grecia, en Portugal, tenemos sindicatos de clase y partidos comunistas bastante fuertes, y pensamos que esto ayuda mucho al movimiento juvenil. El hecho es que en los principales países europeos había consenso entre la socialdemocracia y los gobiernos de la derecha neoliberal en implementar medidas muy antipopulares, principalmente contenidas en el llamado "Tratado de Maastricht", y esa es la razón por la que sindicatos y partidos de izquierda perdieron credibilidad y ya no pueden reaccionar a estos graves ataques que se están sucediendo actualmente en Europa. En nuestro país fue diferente. Es verdad que la mayoría del movimiento sindical, que está controlado por los socialdemócratas, porque tuvimos un gobierno socialdemócrata durante 20 años, trataron de crear la misma situación aquí, con la colaboración de otros partidos de la izquierda europea para evitar la lucha de clases y cualquier acción contra la política dominante, etc. Nuestro partido luchó contra estas políticas desde hace muchos años, con agricultores, estudiantes, la clase obrera... tratamos de movilizar a la gente en la calle y pensamos que ahora estamos obteniendo algunos resultados positivos en esa dirección y eso es exactamente lo que asusta a la clase dirigente en Grecia y en Europa, cada vez más en Portugal, en Grecia, en España, pero también en Italia, nuevos sectores de la clase obrera están luchando en la calle y reencontrándose con la lucha de clases, y eso puede ser muy peligroso para la clase dominante en Europa, a causa de la crisis económica.
¿En qué medida está afectando esta crisis económica a los países del Sur de Europa, teniendo en cuenta que se han integrado diez nuevos países y los fondos de cohesión que antes iban al Sur ahora van al Este?
Escuche, me consta que ese argumento no es cierto. La verdadera razón para lo que está ocurriendo no es el hecho de que el dinero ya no esté yendo al Sur, y que esté yendo al Este, en ningún caso. Porque estamos viendo las mismas explosiones sociales en Italia, e Italia no era un país receptor de fondos de cohesión, en términos generales. Pero además, para su información, es bueno que sepa que por cada euro que Grecia recibe de la Unión Europea, el pueblo griego devuelve 3 euros. ¿Por qué? Porque todos los proyectos que se ejecutan con fondos de la Unión Europea son para empresas alemanas o francesas, de modo que pagamos nosotros esa llamada ayuda. Pero ese no es el tema. El tema es que estamos afrontando una crisis enorme. Y creo que lo mismo es cierto también para los países del Norte, como Holanda, Francia e Irlanda. Si usted se pregunta por qué los holandeses, franceses e irlandeses le dijeron no al tratado europeo, la razón es la misma: una situación social muy difícil en esos países y la explicación es que aplicando el Tratado de Maastricht, con el euro y la unión económica y comercial, los ricos se enriquecen más y los pobres se empobrecen más. Y eso es verdad para Francia, para Grecia y para Holanda. Y esta es la causa de estos grandes movimientos sociales, más o menos en todos los países europeos.
¿Ha tenido la crisis económica ya algún impacto en la sociedad griega, la tasa de desempleo, etc?
Sí, especialmente en lo que afecta a la inseguridad respecto del futuro. Grecia tuvo en los últimos 5 ó 6 años un crecimiento bastante alto del Producto Interno Bruto, alrededor del 4 por ciento. Ahora está claro que el próximo año será menos del 1 por ciento. En segundo lugar, tradicionalmente nosotros hemos tenido una tasa alta de desempleo, pero en el futuro las cosas van a ser mucho peores, y especialmente entre los jóvenes universitarios. Alrededor de un 30 por ciento de los egresados universitarios en Grecia están desempleados, y esto en combinación con el factor de que tenemos la educación privatizada, y las familias están pagando dos o tres veces más por la educación de sus hijos de lo que paga el Gobierno, explica toda esta inseguridad, que será mucho más fuerte, porque como resultado de la crisis económica y financiera, muchas fábricas están cerrando. Y si usted vio lo que sucedió ahora con la industria automovilística en Estados Unidos o lo que ya ha sucedido en Europa con Siemens y algunas grandes empresas, puede entender la ansiedad de la juventud acerca del futuro.
¿Ve usted en perspectiva algo parecido a lo que fue el movimiento de mayo del 68 en Europa?
No, no lo creo. Las cosas son completamente diferentes. Quiero decir, hay muchos aspectos diferentes. El más importante es que el mayo del 68 fue un movimiento optimista. El gran problema ahora para las nuevas generaciones en Europa, y ésta es la explicación de la violencia que estamos viendo en Grecia, en Italia, en España y en otras partes, es el hecho de que están seguros de que su vida será mucho peor que la de sus padres, y eso es lo que hace que la gente esté tan desesperada. Y claro, la diferencia está en el hecho de que ahora ni siquiera los sindicatos son un respaldo para la lucha de la juventud, porque ayudaron a implementar las políticas gubernamentales en los países europeos, por lo que los jóvenes buscan nuevas formas de organización. Y el último elemento que nos parece muy importante es que todo aquel que desafía el sistema, que cuestiona el capitalismo y busca nuevos caminos es tachado poco más o menos como terrorista, como criminal. Y este es el resultado de una inmensa campaña anticomunista, que Europa está enfrentando en esta etapa y que hace que las cosas sean muy diferentes de lo que eran en el 68.
En una situación tan explosiva como ésa, y teniendo en cuenta que hay un gran número de trabajadores inmigrantes en Europa, ¿cómo creen ustedes que se puede evitar una ola de racismo y de fascismo, que es el recurso del capitalismo cuando está desesperado?
Tiene razón. Existen esos intentos de echarle la culpa de todos los problemas a los inmigrantes, etc. Pero lo interesante, y a lo mejor esta es una lección de la historia en Atenas, es que en este movimiento y en esta lucha que estamos viviendo, nadie ha cuestionado a los inmigrantes, a pesar de que tenemos un número muy alto de trabajadores extranjeros: en los últimos 10 años han llegado más de un millón de trabajadores extranjeros, lo que supone el 10 por ciento de la población de Grecia. Y existen fuerzas racistas y fascistas, pero en esta crisis nadie usó este argumento. En Grecia la tarea que hemos asumido desde el Partido Comunista ha sido organizar a los inmigrantes en los sindicatos. Es un camino muy difícil, pero hemos cosechado algunos éxitos, y pensamos que es la única solución para evitar ese peligro del que usted habla. Porque es verdad, el imperialismo de los Estados Unidos, de Europa y en general del gran capital, intenta dividir a la clase trabajadora, en una clase trabajadora nacional que es buena, y los inmigrantes que son muy malos, y están tratando de crear un movimiento fascista y chauvinista sobre esa base. La respuesta es luchar por políticas de legalización de los inmigrantes; en segundo lugar estamos luchando contra la política de la Unión Europea, que es muy hipócrita, porque de un lado la Unión Europea impone condiciones a terceros países, y de otro lado, los europeos no aceptan la inmigración. Nosotros estamos en contra de eso. Y el tercer elemento es lo que le estaba diciendo: organizar a los inmigrantes junto con los trabajadores griegos para darles la posibilidad de luchar juntos.
¿Creen ustedes que es posible que esta crisis social y económica derive en una crisis política? Hoy leímos que el Primer Ministro, Costas Caramanlis pidió disculpas por los casos de corrupción que se han presentado desde que asumió el gobierno en 2004.
¡Felicitaciones! Ustedes están muy bien informados acerca de lo que está sucediendo en Grecia. En todo caso, deben saber que el problema para los griegos es que ni siquiera los socialdemócratas son una alternativa y por eso no hay mucho respaldo a la exigencia de George Papandreu, el líder socialdemócrata, que está demandando nuevas elecciones. En todo caso, esta situación ya ha golpeado al gobierno, hay sondeos de opinión que así lo demuestran. Por otra parte, debemos ser realistas. Esta forma en la que el gobierno está tratando de gestionar la crisis, de pintarle una gran amenaza al país, puede llevar a algunas personas a posiciones más conservadoras, como ocurrió en el verano de hace dos año, cuando tuvimos estos grandes incendios y todos pensaban que el gobierno perdería la mayoría, dado que la derecha no resolvió el problema, tuvimos elecciones y volvió a ganar el partido de la derecha, de modo que es muy pronto para sacar conclusiones acerca de si el gobierno de derecha va a perder la mayoría o no.
Mirando los resultados de las últimas elecciones parlamentarias, en 2007, encontramos que el Partido Comunista Griego obtuvo más del 8 por ciento de la votación, lo que es mucho para un partido comunista en solitario. ¿Ven ustedes la posibilidad de llegar a un punto de ruptura del bipartidismo en Grecia?
El bipartidismo ya está roto, eso es una realidad. Los votos que tienen los dos partidos mayoritarios, el de derecha y los socialdemócratas, no bastan para gobernar Grecia. La cuestión es cómo conformar un movimiento antiimperialista y anticapitalista fuerte, que asegure que cuando haya elecciones esos votos no regresen a los dos grandes partidos. Para nosotros, no solamente es una cuestión de romper el sistema bipartidista, porque en general, si le das una mirada a Europa, verás que todos los partidos políticos tradicionales, neoliberales, conservadores y socialdemócratas, están perdiendo influencia en la gente, y por eso tenemos una participación tan baja en las elecciones, etc. Esa no es la cuestión. El problema es cómo construimos una gran mayoría en favor de cambios radicales, anticapitalistas, que vayan en una dirección popular, antiimperialista, como es el caso en Venezuela, por ejemplo, porque solamente con esas políticas pensamos que se pueden resolver los problemas planteador por la juventud y la clase trabajadora. Quiero decir que sin poner condiciones a la Unión Europea, al capital monopólico y a las grandes empresas capitalistas, ninguna de las demandas se puede resolver, y la situación continuará. La cuestión es cómo tener una situación política en Grecia y en Europa que esté en capacidad de imponer estos cambios, y por eso luchamos como Partido Comunista, no solamente para las elecciones: para nosotros es mucho más importante qué sucede con el movimiento obrero, la juventud y los trabajadores.
Imaginemos que el Partido Comunista ganara unas elecciones mañana y llegara al poder. ¿En qué cambiaría la situación? ¿Cuál sería el programa de un gobierno comunista en Grecia?
Llevamos mucho tiempo luchando y le decimos a la gente que para solucionar los problemas necesitamos una economía que se asiente sobre una base social. Una economía que tenga determinados objetivos y prioridades, como educación, salud, progreso social, etc. Pero para poder tener una economía como esa, necesitamos socializar los medios de producción. Si no tocamos la gran propiedad monopolística, nada será posible. Una de las primeras medidas que tomaríamos si llegáramos al poder, y por supuesto, que el Partido Comunista llegue al poder será el resultado de un inmenso movimiento social, no solamente de unas elecciones. Para nosotros esto está muy claro. Porque estamos luchando por la socialización de los principales medios de producción y por el control popular de los mismos, para poder contar con la financiación necesaria para lanzar ese programa social que el pueblo y el país necesitan, y claro, estamos seguros de que enfrentaremos un gran ataque de la Unión Europea y del imperialismo estadounidense, y nuestro pueblo debe estar preparado para eso. Por eso pensamos que necesitamos nuevas formas de organización y nuevas alianzas políticas que nos permitan afrontar una situación semejante.
Nos gustaría pedirle una reflexión desde Grecia, que pasa por ser la cuna de la democracia, sobre el debate acerca de dónde reside la cualidad democrática que vive Venezuela, y una opinión sobre el proceso de integración regional y la propuesta de una moneda única, teniendo en cuenta la experiencia de Europa.
Antes que nada, quiero decir que corresponde al pueblo venezolano decidir lo que es mejor para su país, pero puedo decirle desde ya que el grado de democracia en Venezuela es mucho más alto que en esta Grecia capitalista. Y, créame, es así, porque el grado de democracia no es una cuestión de cuántos partidos políticos hay. El asunto principal es si el nivel de vida de la mayoría mejora o empeora, ese es el criterio final. Y para hablar de la Grecia antigua y del país donde nació la democracia, exactamente ese era el criterio para juzgar a cualquier gobierno en la Grecia antigua, si la mayoría vivía mejor o peor, nada más. En lo que concierne a Grecia, tuvimos monarquía y juntas militares, y república presidencial.
La diferencia es cuál es el sistema político y hasta qué punto la clase trabajadora y la juventud pueden participar realmente en la toma de las decisiones que afectan a sus vidas. Nosotros estamos seguros de que las fuerzas socialistas y de progreso en Venezuela encontrarán la mejor solución para continuar, y se lo digo abiertamente, el proceso de la revolución bolivariana, que es muy importante, no solo para América Latina, es muy importante aquí en Europa, y si las cosas están avanzando un poco en Europa es también gracias al hecho de que la experiencia de Venezuela está inspirando a mucha gente aquí, a pesar de que también ha habido ilusiones en cuanto a que sin tocar al gran capital es posible una especie de política a la venezolana en Europa, ilusión que rebatimos.
En lo que respecta a la integración, son cosas completamente distintas, por eso saludamos lo que sucede en América Latina en el plano de la integración regional. Porque en su país, en su región, nuestra impresión es que se trata de una cooperación sobre bases igualitarias, en las que todos los países tienen las mismas obligaciones y los mismos derechos, y ése no es el caso de la llamada "integración europea". Aquí en Europa tenemos dos o tres grandes países que le dictan las condiciones a todos los demás, y eso se considera normal. Porque esta es una integración dictadas por los intereses del gran capital y de las grandes empresas monopolísticas. Y claro, las mayores empresas monopolísticas están en los países más grandes, y esa constituye la gran diferencia entre el proceso de integración europeo y lo que está ocurriendo en América Latina. En segundo lugar, nosotros esperamos que la integración latinoamericana sirva a las necesidades sociales. En Europa, esta integración le sirve solamente al beneficio del gran capital, y el resultado de esta integración se está viendo ahora en Grecia y en otros países europeos.
En Grecia, 14 días de protestas
Dpa y Afp
Hamburgo, 20 de diciembre. Unas 800 personas se movilizaron hoy en calles de esta ciudad contra la policía griega, uno de cuyos agentes provocó hace dos semanas la muerte de un adolescente en el politizado barrio ateniense de Exarchia.
Bajo el lema “La solidaridad es un arma”, los manifestantes demostraron su apoyo a los alumnos griegos que exigen reformas en el país desde que Alexis Grigoropoulos, de 15 años, falleció a consecuencia de un disparo hecho por la policía.
La protesta de Hamburgo, que empezaba en la universidad y debía finalizar en la principal estación de trenes de la ciudad, tuvo que ser detenida antes de lo previsto, porque algunos de sus participantes lanzaron botellas y artefactos explosivos en el camino.
En Atenas, nuevas escaramuzas entre jóvenes y agentes tuvieron lugar este sábado en los alrededores de la Escuela Politécnica, en el barrio de Exarchia.
En el décimo cuarto día de protestas, la violencia empezó tras una concentración organizada por los jóvenes que ocupan la Escuela Politécnica precisamente en el lugar donde murió Grigoropoulos hace dos semanas.
Al final de la concentración, que reunió a centenares de personas, un grupo de jóvenes lanzó piedras y cocteles molotov a las fuerzas del orden y quemó varios depósitos de basura.
Los agentes antidisturbios, quienes mantienen presencia constante en el barrio, respondieron disparando gases lacrimógenos para dispersar a los jóvenes.
Horas antes, adolescentes arrojaron un coctel molotov contra un establecimiento público que acoge una empresa de servicios interbancarios situada cerca del barrio de Exarchia.
Los choques se producen desde hace casi dos semanas en Atenas y en otras urbes del país, y se inscriben en el contexto de manifestaciones inéditas y casi diarias de alumnos que fueron desencadenadas por el deceso del adolescente.
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Fidel Castro: de la Sierra Maestra a la batalla de las ideas
Stella Calloni
Un hombre en revolución permanente
Sentado, vestido deportivamente, como quien invita a alguien a su casa para una charla distendida, el comandante Fidel Castro Ruz tiene la misma fuerza inquisidora, inteligente y curiosa en la mirada, como aquella que vimos en fotografías, algunas de color sepia, en los días en que con otros muchachos barbudos bajó de la Sierra Maestra. Lo miro y no puedo dejar de verlo entrando a La Habana en enero de 1959, rodeado de sus compañeros de duros combates y de sacrificados días de guerra, montados en camiones desvencijados, levantando armas y banderas en las calles de la bella capital cubana y rodeados por un pueblo desbordado por la felicidad de la liberación. Una multitud que se movía en oleajes como el mar.
Fue esa la imagen que dio la vuelta al mundo y era esa la dirigencia revolucionaria que nunca perdió el rumbo en los 50 años de resistencia que es lo que en realidad se celebra en estos días en Cuba.
Es esa luminosidad de una revolución, que no han logrado desterrar ni los bloqueos, ni las bombas, ni el terrorismo, lo que se va a festejar austeramente, porque hay que reconstruir lo que los huracanes dejaron como tierra arrasada hace muy poco tiempo. Esta es una isla rodeada de aguas de cambiantes colores esmeraldas, a sólo 90 millas de la potencia imperial, que mantiene un sitio medieval de casi medio siglo. En realidad es un acto de guerra y terrorismo permanente, que nada ha logrado políticamente, a pesar de los daños temibles a ese país. Sólo hacer más rebeldes y dignos a los cubanos y cada vez más solidarios con la revolución a los pueblos del mundo.
Al final de los debates del importante Congreso- Taller sobre los 60 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, convocado por Cuba, un compañero, respetado por su historia y modestia, me invita a dar “una vueltecita” por La Habana, que en realidad termina sorpresivamente. Quien está sentado esperando en un lugar austero es el coman dante Fidel Castro.
Hace mucho más de medio siglo que comenzó su lucha contra la tiranía y sigue dando su batalla frontal contra el imperio. Lo veo preparado para otra dura pelea de ideas, de reconstrucción histórica y denuncias permanentes...
Miro a ese hombre sereno, de cabellos y barba encanecidos, que suavizan su rostro, mucho más recuperado que en fotografías recientes, y lo imagino –por un momento– cruzando un mar bravío con sus compañeros desde México a La Habana, en un barco, que, de acuerdo con todas las predicciones, no podría haber llegado como lo hizo, cargado y con 82 tripulantes. Después de un desembarco bajo brutal bombardeo, sólo volvieron a reunirse en la Sierra Maestra unos pocos. Allí se inició esa increíble guerra de liberación que derrocó a la dictadura de Fulgencio Batista y con ella el intento del imperio de quedarse definitivamente en Cuba. Fue la independencia definitiva lo que en realidad se logró aquel primer día de 1959.
Castro saluda de pie y su mano es firme. La última vez que lo vi, antes de su enfermedad, estaba con uniforme militar. Ahora, con su ropa de entrecasa se le ve más cercano y esto desarma toda formalidad. No será una entrevista. Me advierte sonriendo que él hará preguntas.
Todo transcurre como un río, la charla y ese deseo apasionado de saber detalles de acontecimientos y personas.
Quiere saber, por ejemplo, sobre Celia de la Serna de Guevara, la madre del Che, que fue para mí una amiga entrañable en aquel inmenso Buenos Aires de los años 60, cuando yo había llegado desde Entre Ríos. Castro se conmueve ante la descripción de la personalidad de Celia, culta, austera, tierna, de voluntad y pasión increíbles, sensibilizada ante cualquier injusticia. Todo lo lleva hasta el Che.
Foto: AP/ Handout |
“Ella tuvo una influencia indudable sobre el carácter y la formación del Che”, dice.
Conoció a Celia cuando llegó con su familia a La Habana poco después del triunfo de la revolución, para abrazar a un hijo que no veía desde hacía años. Ernesto Guevara, el joven médico, se había convertido en el Che, en el comandante de una revolución singular que sigue hasta hoy contra vientos y mareas imperiales. “Me impactó el rostro y la mirada de Celia” confiesa Castro.
Es sorprendente que esté hurgando en los pequeños detalles del pasado para escribir sus “reflexiones”, columnas de análisis de la actualidad, que serán recogidas por periódicos en todo el mundo. Me dicen que es muy riguroso y revisa palabra por palabra, ajusta el lenguaje y es perfeccionista en extremo.
Cada una de esas palabras tendrá peso en el mundo y él lo sabe. No es vanidad, sino una necesidad imperiosa de analizar acuciosamente para desafiar el perverso esquema de la desinformación y la mentira.
“Decir resistencia es decir Fidel y dirigencia revolucionaria, la que llegó de la Sierra Maestra y la que fue naciendo en el camino de la revolución”, me ha dicho sólo unas horas antes un viejo combatiente. Y sonriendo señala: “Fidel los sigue venciendo con palabras que ahora están en todo el mundo. Y hasta los enemigos deben reconocer su sabiduría y liderazgo.”
Apenas atino a agradecer al comandante sus comentarios sobre algunos trabajos e investigaciones (Operación Cóndor y guerras contrainsurgentes) y le digo que me ha dado un impulso extraordinario para seguir hurgando en las telarañas de una invasión silenciosa en nuestra América.
Con Stella Calloni. Foto: archivo La Jornada |
La contrainsurgencia informativa, el “terrorismo mediático” le preocupan mucho. Sabe que la información es hoy más que nunca un arma efectiva que se usa contra los pueblos y los gobiernos. Se mencionan los llamados “golpes suaves” y las conspiraciones que no dan descanso contra algunos países de la región.
Pero también de la enorme resistencia de los pueblos y América Latina va por delante en eso, con altibajos, porque “todo es perfectible” en el camino de la construcción de un mundo nuevo.
Es evidente que se siente muy orgulloso de su pueblo solidario, de los maestros, de los médicos, de to das aquellas mujeres y hombres que trabajan ejemplarmente por la vida en varios países de la región. De allí vamos saltando de un hecho a otro, recordando a mujeres extraordinarias como Fany Edelman, dirigente argentina del Partido Comunista, que participó junto a su esposo en la Guerra civil española. Le cuento que ahora a los 97 años, ella sigue asombrándonos con sus análisis, las historias de sus recorridos por el mundo, muchas veces junto a Vilma Espín, a la que admiró siempre. Sus conferencias son de una agudeza extraordinaria, tanto como la frescura de su mirada azul. Precisamente cuando escribo esto, Fany Edelman inauguró el Congreso del PC argentino de este año con un discurso sorprendente.
Hablar de Fany nos lleva hacia el revolucionario brasileño Luis Carlos Prestes, cuya historia extraordinaria de lucha está siendo estudiada en su país en estos tiempos de recuperar memorias, para no perder futuros. En 1936, cuando Prestes fue detenido después de una insurrección, su esposa Olga Benarios, judía alemana, fue entregada por Brasil a Alemania y asesinada en un campo de concentración nazi.
Luego se recuerda a otra mujer maravillosa, Gladys Marín, quien fue legendaria dirigente del Partido Comunista chileno.”Le hace mucha falta ahora a América Latina Gladys”, dice Castro algo apesadumbrado por el recuerdo. Esa misma Gladys que soñaba con “un socialismo arcoiris”.
Pide detalles sobre la invasión a Panamá, que este 20 de diciembre cumple 19 años y que el gobierno de George Bush (padre) llamó “Causa justa.”
Lamentablemente, dentro de la dinámica de tantos sucesos, a veces no nos hemos detenido lo suficiente en el significado que tuvo para América Latina lo sucedido en ese pequeño país donde se probaron armas que luego serían utilizadas en otras guerras que hasta hoy perduran.
Y surge el recuerdo del general Omar Torrijos, un hombre que luchó para terminar con el enclave colonial de la Zona del Canal y el Comando Sur y sus bases militares, las escuelas de contrainsurgencia que sembraron de tragedias a la región en el siglo XX. Me dice en un murmullo cómplice que alguna vez Torrijos estaba tan desesperado que estaba dispuesto a volar las bases e inmolarse: “Yo le decía que eso tendría resultados terribles para todos”, pero entendía la desesperación de “un hombre que ha soportado el colonialismo” tanto tiempo.
Con Raúl. Foto: AP |
En ese viaje en que se transforma la charla, también recuerda al ex presidente de Estados Unidos Jimmy Carter, que firmó el Tratado con Torrijos (para la entrega del Canal), y enfrentó una feroz campaña de los fundamentalistas en su país.
Nada se escapa a sus recuerdos. Lo conmueve pensar en los muertos de esa invasión a Panamá y en esas madres lanzando flores al mar para sus hijos. Recuerda que, en 1993, el general Manuel Antonio Noriega, llevado ilegalmente a Estados Unidos después de la invasión, fue llamado para que acusara a Fidel y Raúl Castro de narcotraficantes y lo dejaban libre. “Hay que reconocer que se negó”, dice. Hasta ahora Noriega continúa preso.
Y de allí retrocedemos a 1983 y parece como si una pantalla reflejara ante sus ojos el recuerdo de otra invasión, que también se ha olvidado. El 25 de octubre de 1983, Estados Unidos invadió Granada, una isla caribeña de 344 kilómetros cuadrados. Para eso inventó una supuesta “coalición” con algunos pequeños países del Caribe que prácticamente no tenían fuerzas armadas ni barcos, con las que Washington lanzó esta operación bajo el nombre de “Furia urgente.”
Recuerda Castro que “lanzaron los paracaidistas sobre el pueblo indefenso y trabajadores cubanos que estaban construyendo el único aeropuerto para que se pudiera llegar bien hasta la isla”. Un aeropuerto pequeño que existe hasta hoy. Los aviones bombardearon también el hospital, en una población que ni siquiera llegaba a 70 mil personas y que apenas estaba emergiendo de una situación colonial.
De alguna manera parece asociar lo sucedido en la pequeña isla, cuando una de esas conspiraciones que hoy están de moda desató una lucha interna en el gobierno de Maurice Bishop, el gran dirigente granadino que fue asesinado.
Esto sirvió para provocar “desorden interno” y justificar la invasión, que fue el anuncio de lo que vendría en Panamá seis años después.
Ahora mucho ha cambiado. Por esas mismas horas se desarrollaba una Cumbre del CARICOM en Cuba, que evidenció que también en el Caribe, como en toda América Latina, se entiende que la única salvación posible es la unidad.
Entre esas indignaciones justas, surge el recuerdo de Paraguay y su encuentro con el escritor Augusto Roa Bastos.
Aún lo emociona el relato sobre aquellos niños paraguayos que fueron los últimos defensores de su país, cuya población masculina fue exterminada. Una guerra de exterminio, en que bajo intereses bri tánicos se armó otra de las típicas coaliciones. Le llamaron la Guerra de la Triple Alianza y en ella participaron los gobiernos oligárquicos de Argentina, Uruguay y Brasil. Un exterminio que transcurrió entre 1965 y 1970.
Me doy cuenta que ese rápido recorrido por sucesos que conmovieron al mundo, o personas que han “iluminado” el continente, tiene que ver con el presente.
Por eso Fidel habla del dolor y la afrenta que significa el uso del territorio de una parte de Guantánamo, donde Estados Unidos convirtió sus bases en un campo de concentración brutal. Nos vamos a Venezuela y Bolivia, al presidente Hugo Chávez, a quien él no dudó en sorprender yendo a esperarlo al aeropuerto en su primer viaje a Cuba “allá por 1994”, cuando recién comenzaba a perfilarse como un líder político.
Y el presidente Evo Morales y el pueblo boliviano que emerge desde tantos siglos de resistencias y que ahora debe resistir golpe a golpe, día a día, los intentos de volver a robarle sus derechos recuperados. Y vamos tocando otros países y otras situaciones, en este nuevo mapa de América.
Foto: Korr,1960. Con el Che |
Reflexiona también sobre la sorprendente situación que se vive cuando las revoluciones comienzan a hacer justicia, y por primera vez llegan beneficios a los pueblos tan postergados siempre. “Cuando pasa un tiempo ya eso se incorpora como una conquista de la vida cotidiana.” De aquella admiración y asombro de los primeros tiempos se pasa a la costumbre. Ya está, ya se tiene y la revolución debe seguir dando pasos y a la vez resistir los embates de los que necesitan que todo esto desaparezca, porque para los poderosos la justicia de los pueblos es un mal ejemplo.
De todo se habla, de ese hilo que une tan dolorosamente las injusticias de un terrorismo mundial que no cesa, de las debilidades de organismos internacionales que no detienen la mano de la muerte, cuando se esperaba un mundo distinto para el siglo XXI.
Realmente lo que uno puede sentir es su enorme preocupación o angustia, porque la tecnología que debía salvar y ayudar al hombre “para la vida, es utilizada para la muerte y la dominación”. Se toma la cabeza entre las manos cuando habla de la depredación incansable del capitalismo que está destruyendo el Medio Ambiente, el hábitat del hombre. Y el hambre en el mundo parece dolerle en el pecho.
Entiende que hay un momento histórico único con posibilidades extraordinarias de transformación y liberación, pero también peligros inmensos.
“Tratan de llevar a una guerra cruel a países vecinos. Es gravísimo para el mundo lo que sucede entre Pakistán y la India”, comenta. Insiste en el pe ligro de estas “contrainsurgencias informativas”, que hacen su trabajo cotidiano sobre los pueblos, que paralizan y confunden, los dejan inermes y los llevan a participar en luchas estériles entre países y poblaciones que no son enemigas.
Como un hombre que ha vivido una de las experiencias más extraordinarias y creativas en el siglo pasado y lo que va de éste, sabe que se necesita la reflexión creadora, la unidad imprescindible de los pueblos. Miradas generalizadoras y fuertes, no aisla das solitarias e individualistas. Por eso Fidel Castro está analizando ahora cada detalle para cerrar bien los relatos de nuestra historia común.
“El camino siempre será difícil y requerirá el esfuerzo inteligente de todos. Desconfío de las sendas aparentemente fáciles de la apologética, o la autoflagelación como antítesis. Prepararse siempre para la peor de las variantes. Ser tan prudentes en el éxito como firmes en la adversidad es un principio que no puede olvidarse. El adversario a derrotar es sumamente fuerte, pero lo hemos mantenido a raya durante medio siglo”, ha dicho no hace mucho tiempo.
Ahora se informa cada día de todo lo que pasa en el mundo y escribe como un soldado de las ideas, es decir, con el arma de la palabra. Este tiempo de obligado sosiego le ha dado la enorme posibilidad de ser el único líder de una revolución y de una resistencia heroica y mítica contra un imperio brutal, que puede mirar en retrospectiva todo lo sucedido y abundar en detalles, como lo ha demostrado en el libro que recientemente escribió sobre Colombia; esos detalles que dan la verdadera luz a la historia universal.
Fidel Castro no descansa. En su retiro de trabajo nos entrega cada día un relato histórico, renovado y enriquecido para que los pueblos recuperen la memoria verdadera, sin subterfugios. Afuera, el pueblo cubano se prepara para comenzar un año festejando la revolución que llegó hace medio siglo para quedarse. Este hombre que no ha dejado de luchar desde su adolescencia nos enseña que la humildad es un destello maravilloso de la vida en revolución.
Mano firme · Hernández
Ilustración de Juan Gabriel Puga |
El falso Juárez
de la derecha
Pedro Salmerón
So pretexto del bicentenario del natalicio de Benito Juárez, se publicó un grueso libro titulado Juárez y Maximiliano. La roca y el ensueño, de Armando Fuentes Aguirre, Catón . Según la contraportada y las “ primeras palabras ”, el objetivo del libro es la reconciliación “en el común amor a México”: debemos “aquilatar la grandeza de Juárez sin tildar de traidores a su contemporáneos”. Asegura el autor que busca comprender a los personajes en su contexto y no juzgarlos con los raseros del presente.
Sin embargo, brillan por su ausencia la reconciliación y la comprensión anunciadas. Lo que el lector encontrará es una repetición más –aunque se presenten como novedosísimas ideas muy viejas– de la historia tradicional de la derecha. Tenemos aquí a un Juárez al que conocemos bien: el de las escuelas de monjas, que tienen en común con el Juárez de la era priísta la misma simplificación maniquea de la historia, basada en la deshumanización reduccionista de los personajes y los procesos: para una, Juárez es el héroe de bronce; para la otra, es el traidor que puso a la patria en riesgo de desaparecer y la entregó a la influencia yanqui.
Si el objetivo explícito de Fuentes hubiese sido relanzar esa vieja historia, no faltaría a la verdad, pero el Juárez de su libro está en permanente contradicción con lo que promete: es un politiquillo ambicioso, un pésimo administrador; un gobernante radical, mentiroso, autoritario y vengativo; un personaje sin pizca de grandeza ni generosidad. Y, lo peor de todo, un traidor que entregó la patria a los yanquis, quienes lo sostuvieron en el poder.
Ese es el hilo conductor del libro, “el hilo negro”: cómo fue que los gringos se adueñaron de México gracias a los liberales. Primero, los gringos dieron el triunfo a los liberales en una guerra, la de Reforma, en la que la inmensa mayoría de los mexicanos era contraria al bando liberal. Más de veinte veces se repite esa especie de “la inmensa mayoría”, sin que se aporte ninguna prueba al respecto. Los liberales “dependieron casi absolutamente [de los yanquis] para triunfar”. “No cabe duda que Juárez y su partido pudieron obtener la victoria sobre los conservadores únicamente merced a la ayuda que recibieron de los estadunidenses”, otorgada a cambio de la traición perpetrada por Juárez y Ocampo, con el beneplácito de todo su partido. Porque casi todos los liberales quedan manchados, en una historia cuyas contradicciones internas son discretamente pasadas por alto (por ejemplo, Fuentes dice que en todas las batallas, incluso las anteriores a la intromisión gringa, los liberales contaron con la ventaja del número, olvidando su cantaleta de la “la inmensa mayoría”).
Mayor contradicción hay en culpar a Juárez de la intervención francesa, que causó él por un grave error político, “origen de otros siete años de destrucción y muerte para México”, para decir después que los conservadores trajeron a los franceses para “restablecer la paz entre los mexicanos” y “poner freno de una vez por todas a las ambiciones expansionistas de Estados Unidos”: un grupo de buenos mexicanos que advertían que los yanquis habían entregado el país a una camarilla de traidores, conspiraron para hacer de México una monarquía, aprovechando la pugna de Juárez con Inglaterra, Francia y España y, sobre todo, la Guerra de secesión estadunidense, que impediría por una vez que los yanquis decidieran nuestro destino.
Aquí es donde Fuentes reitera con mayor ahínco que no hay que juzgar a los hombres del pasado con los criterios del presente, argumento que usa para justificar a quienes invitaron al ejército francés y ofrecieron el trono a Maximiliano, pero nunca recuerda ese argumento cuando habla de Juárez, que estaba entregando la patria a los yanquis, que ningún mérito tiene ante la intervención, como tampoco lo tiene casi ninguno de los liberales, que son torpes o traidores o cobardes. Hay párrafos en que Fuentes muestra lo mismo su odio visceral por los liberales que su desconocimiento de nuestra historia, como puede verse en la parte relativa a la defensa de Puebla en 1863.
Y conforme avanza la intervención, Juárez casi desaparece, porque Fuentes habla de sus héroes, Maximiliano, Miramón y sus esposas. Son sus románticas, heroicas y generosas historias de las que se ocupa y, si aparece Juárez, es para reiterar que estaba entregando México a los yanquis, para recordarlo una y otra vez, hasta el cansancio. Nada tuvieron que ver los liberales en el fracaso del imperio; nada hizo Juárez desde julio de 1863, salvo clamar por la ayuda gringa, que finalmente llegó para acabar con la intervención. Sólo se habla de la resistencia nacional para mencionar armas y recursos gringos, otra vez, sin aportar pruebas.
El final del imperio de Maximiliano está lleno de actos cobardes y deshonrosos, cometidos por Juárez y los suyos. Sólo se salvan del “naufragio” y aparecen “con honor en medio de tantas escenas de deshonras” algunos liberales, como Mariano Escobedo y, por supuesto, Porfirio Díaz. A traición fue entregado Maximiliano a la vengativa inquina del inhumano Juárez, que violó sus propias leyes para cumplimentar a los yanquis y fusilar al valeroso príncipe. El triunfo de Juárez sobre Maximiliano no fue un triunfo de México sobre Francia, pues “lo cierto es que el triunfo correspondió a los Estados Unidos” y facilitó su dominio sobre nuestro país.
El final del libro nos permite sumar a la deshonestidad intelectual del autor, una de las mejores muestras, entre muchas, de su calidad como investigador. En el último párrafo afirma que “nadie pudo averiguar a ciencia cierta en qué papel, carta, discurso, proclama o manifiesto había dicho Juárez aquello de: El respeto al derecho ajeno es la paz [...] Quién sabe quién leyó la frasecita, le gustó y se la endilgó a Juárez.”
¿Así investiga usted, señor Fuentes? Permítame decírselo entonces: la “frasecita” está en uno de los documentos más significativos de la trayectoria de Juárez: el Manifiesto a la Nación , del 15 de julio de 1867, en que, de regreso a Ciudad de México, informa a los mexicanos que los poderes de la Unión volvían a establecerse en la capital; en que señala –como así fue– que se habían afirmado la independencia y la soberanía de México.
Pues bien, si esa es la reconciliación histórica que nos ofrece la derecha, no la queremos. Es tan falsa y alevosa como la reconciliación política que finge ofrecer esa misma derecha por boca de Felipe Calderón. No queremos su Juárez, no queremos el Juárez de Salvador Abascal y su hijo Carlos, que como secretario de Gobernación saboteó los festejos del bicentenario; el Juárez del Vasconcelos de fines de los treinta, a sueldo de los nazis. No queremos el Juárez del cardenal y del gobernador de Jalisco, como no queríamos tampoco al Juárez del bronce y los discursos huecos de lo peor del priísmo, encarnado en Mario Marín o Ulises Ruiz. Nos quedamos con nuestro Juárez, el de la historia, no el de las fantasías sin sustento de la derecha. Nos quedamos con el Juárez que hizo del nuestro un país soberano, derrotando a las fuerzas de la reacción y al invasor extranjero, y poniendo límites infranqueables al expansionismo estadunidense. Nos quedamos con Juárez.