Sanjuana Martínez
Periódico La Jornada
Domingo 20 de noviembre de 2011, p. 6
Fue militante del PAN durante 30 años, pero hace unos meses el empresario Fernando Turner Dávila decidió renunciar a su partido porque se sintió traicionado por la política económica nefasta
aplicada desde el gobierno de Felipe Calderón, que ha empobrecido al país a niveles históricos.
En los últimos seis años su inquietud le llevó a encabezar junto a otros empresarios regiomontanos, como Alfonso Romo y Alberto Santos, un movimiento para intentar dinamizar la economía, pero en Los Pinos los ignoraron: No encontramos eco. Hay autismo, sordera, una miopía verdaderamente espeluznante mientras la gente se empobrece más. Es un pecado social y moral tener a la mitad de los mexicanos en la pobreza
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Fue entonces que empezaron a buscar a un líder que reuniera la capacidad y la valentía para sacar al país del estancamiento y poner freno a los monopolios privados y públicos. Hace un año lo descubrieron: Nos encontramos con que las ideas económicas y sociales de Andrés Manuel López Obrador coinciden con las nuestras
, dice en entrevista con La Jornada.
Nacido en Nueva Rosita, Coahuila, Turner no tiene duda: Creo que AMLO es el mejor candidato; por lógica, no por carisma, aunque es un hombre carismático, un hombre bueno. La derrota lo ha madurado y creo que va a ser un gran presidente que empezará una época de despegue de este país. Necesitamos 30 años para acabar con la pobreza
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No es el único empresario que coincide con su postura. En la última reunión de Despierta México con el virtual candidato de izquierda a la Presidencia de México, realizada hace unas semanas en Monterrey, mil 200 empresarios dieron una bienvenida apoteósica e inédita al líder del Movimiento Regeneración Nacional (Morena); entre ellos estaban los Canales, Sada, Clariond... muchos de los que no creían en él.
Atrás quedaron los tiempos en que López Obrador fue considerado un peligro para México
; un hombre que expropiaría negocios, empresas, cuentas bancarias, casas habitación, los bienes de los mexicanos. Atrás quedó el estigma de la campaña sucia de la última elección presidencial auspiciada por los grandes empresarios –privilegiados eternos del sistema– para bloquear su ascenso al poder. Atrás quedaron los prejuicios, el miedo, la incultura y la falta de información.
Sabíamos el elevado nivel de opinión negativa que AMLO tiene en los sectores empresariales, medios y altos de la población, sobre todo en el norte del país
–comenta Turner con una amplia sonrisa–, pero no podíamos perder la oportunidad de apoyar a alguien que esencialmente trae el programa correcto para sacar a este país del estancamiento, del desamparo y la pobreza de la gente. Es una persona bien intencionada, que tiene la orientación correcta y necesita ayuda para llegar, y se la vamos a dar. Se nos han unido muchísimos empresarios medianos y pequeños, hay una muy favorable reacción a este esfuerzo. Los empresarios grandes son más cautos, tienen más intereses que cuidar
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Contra cúpulas de la IP
A Turner su padre le enseñó el valor del esfuerzo en el trabajo. Fue minero de carbón, albañil en la chimenea de Rosita, obrero y mil usos, hasta que creó su empresa y dejó como legado la educación a sus hijos. Turner estudió en el Instituto Tecnológico de Monterrey y empezó a trabajar en Altos Hornos de México, donde estuvo 10 años; luego en el Grupo Alfa durante seis años, hasta que se independizó: En 1982 compré unas empresas de Alfa que estaban bien tronadas, me tardé 15 años en restructurarlas
.
Está sentado en su oficina, en la planta industrial de su empresa de autopartes Katcon, ubicada en Santa Catarina, Nuevo León. Vive en Monterrey, tiene cinco hijos y 14 nietos. Cuenta que en 2005 decidió irse a Harvard a estudiar una maestría en administración pública, ya de viejón
, y confiesa que se divirtió mucho poniéndole gorro a los maestros que enseñan todas esas tonteras que aprendieron Cordero y compañía. Discutía con ellos y saqué la maestría; con eso pude platicar más con los tecnócratas, que siempre lo tratan a uno como ignorante
. Fue cuando creó un estudio a fondo de las razones por las cuales la economía del país no crecía, y ante la sordera institucional empezó su búsqueda de un cambio de rumbo.
Analizó las causas de la falta de distribución de la riqueza: Los empresarios grandes han sido sumamente conservadores y miopes, es la pura neta. Esta política económica nefasta no se hubiera podido sostener si no hubiera estado sostenida por la clase empresarial corporativizada, que es uno de los oligopolios que hay que eliminar en el país
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Turner y otros importantes hombres de negocios del país no se sienten representados por organismos como el Consejo Coordinador Empresarial, Coparmex o la Asociación de Banqueros, algunos de los que hicieron la guerra sucia contra AMLO: El hecho de que una cúpula se sienta representante y vocero de 6 millones de empresarios no corresponde con la realidad. En todo caso lo son de un grupo pequeño de grandes empresarios, pero no de los pequeños y medianos. Es ofensivo que digan que me están representando, porque no es así. Son organismos piramidales que se unen en el Consejo Coordinador Empresarial, la Asociación de Banqueros, Coparmex... y todos juntitos tienen una sola voz, y son responsables directos y claros del fracaso
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–Tal vez porque son muchos los privilegios que reciben del poder en turno...
–Desgraciadamente, sí. Esa cupulización hace que convivan los buenos con los malos. La mayoría de los empresarios no disfrutan monopolios, pero se sientan en la misma mesa con ellos, y son amigos. Pero si se quejan de los monopolios públicos, también deben tener un discurso en contra de los oligopolios privados, si no, no suena bien.
Las ñáñaras
Entonces decidió fundar la Asociación Nacional de Empresarios Independientes, AC, de la cual es presidente, y logró marcar una diferencia importante. Hemos logrado que se vea la diversidad que hay en el empresariado mexicano. No todos somos monopolistas ni estamos en el agandalle, cerca del gobierno para ver qué nos da; nosotros estamos trabajando, haciendo empresas, y habemos muchos que no estamos de acuerdo con la política económica ni con el corporativismo empresarial
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Logró también romper esa simbiosis que históricamente ha marcado el devenir político en el norte con la alianza empresarios-PAN: muchos empresarios nos sentimos traicionados por el PAN, sentimos que el partido, no al nivel local de Fernando Larrazabal (alcalde de Monterrey) y compañía, sino a escala nacional, donde se ha aplicado una política económica que ha empobrecido al país; es lo que más me duele
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Confiesa que estaba en el PAN por sus ideales, que son muy buenos, pero nunca los llevó a la práctica
, y al compararlos con los de López Obrador se dio cuenta de que son los mismos: El chiste es que AMLO tiene la convicción de llevarlos adelante, la capacidad para hacerlos realidad; tiene menos impedimentos para romper con los monopolios y es quien cuenta con una visión clara del país, quien está pensando en trascender en la historia
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Reconoce que aún hay dogmas por derribar de ambas partes y que todavía hay empresarios que creen que López Obrador les va a quitar sus negocios: “la guerra sucia fue tremendamente efectiva; es impresionante cómo la gente se fue con la finta. Todavía hay que quitarles todas esas ñáñaras. Esa cerrazón se cultiva socialmente por los medios de comunicación, en las universidades y en las escuelas. La gente se va cerrando y se hace conservadora. También hay muchos dogmas que quitar. Hay muchas personas que consideran que todos los empresarios somos unos tales por cuales, hambreadores, vividores, y no es así”.
Inteligencia contra propaganda
El empresario Alfonso Romo, que en 2000 pidió el voto en favor de Vicente Fox, se ha unido al movimiento en favor de AMLO, porque nada de lo que han hecho en los últimos 70 años ha funcionado, y el primer gobierno panista trajo más desigualdad a la población
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Turner está convencido de que en las próximas elecciones presidenciales la inteligencia emocional de México va a superar la propaganda mediática en favor de Enrique Peña Nieto, y verá la realidad de ese partido y de ese candidato: “El PRI está ayudando, rodeándose de un elenco directivo que es verdaderamente impresionante: de un lado, Humberto Moreira; del otro, la maestra Elba Esther Gordillo, y por otro el Niño Verde, Jorge Emilio González Martínez. Es fabuloso”.
El PRI tiene aliados poderosos entre el empresariado, por eso, nuestra labor es convencer a esas personas, decirles que se ven mal en esa compañía, que están equivocadas y necesitan reflexionar. No he hallado a un solo empresario que diga que apoya al PRI
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–¿Y el PAN tiene futuro?
–No creo. Los resultados han sido tan malos que es una piedra muy pesada en el equipaje competitivo. El PAN se perdió, tiene principios extraordinariamente buenos, tuvo una historia notable, heroica, pero se perdió, se priíso, se perdió entre el empirismo, la práctica política y sus ideales. Nunca pudo unir teoría y práctica. Se ha separado cada vez más. Los resultados de los últimos 12 años son muy malos, no hay manera de refrendarlos otro sexenio más. Si sale el candidato que el Presidente quiere: Cordero, peor; todavía con Josefina Vázquez Mota representarían algo”.
Pero está convencido de que la lucha por la Presidencia será entre Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel López Obrador: con el apoyo de Marcelo Ebrard se quitó uno de los mitos. Se vio mucha civilidad, mucha concordia, altura, nivel de gente de Estado; se ve un equipo sólido. No se han eliminado las posibilidades de trabajar juntos. Hacen un buen equipo. Mucha gente considera, con razón, que Ebrard es un buen administrador y AMLO es el mejor candidato
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–¿Qué les ha hecho cambiar tan radicalmente de opinión?
–Mientras la gente no tenga qué comer va estar degradada, emproblemada, no educada; buscando cómo salir adelante, y va a haber inseguridad. AMLO sabe cómo dinamizar la economía. Implica motivar a 5 o 6 millones de empresarios medianos y pequeños a que inviertan para que aumenten el empleo y los salarios; sabe que una vez que se inicie el cambio se va a requerir financiamiento, y tiene programas para que éste fluya. Sabe que el gobierno gasta de más, que no puede imponer otros impuestos y que el gobierno necesita un plan de austeridad y de ahorro, cosa que ningún otro partido ha dicho, y eso es música para mis oídos. Sabe que mientras tanto, necesita ciertos programas emergentes de empleo para que la gente tenga más esperanza, sobre todo los jóvenes”.
República amorosa y Madero
Turner coincide con el último mensaje de AMLO sobre el amor, porque ve coincidencias en la influencia del ex presidente Francisco I. Madero: Madero tenía una influencia muy fuerte de León Tolstoi, un hombre que predicaba la no violencia, el desprendimiento, la generosidad hacia el prójimo, el amor hacia todos; de hecho, Tolstoi fue mentor ideológico de Gandhi. AMLO está teniendo una influencia muy positiva de gente cercana que ha estudiado mucho a Madero, uno de los pocos hombres buenos que ha habido en la política mexicana
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¿Amor?, por supuesto –dice Turner. Es necesario. Estamos en un país que está tan lleno de cinismo, de simulación, que hablar ahorita de amor como que suena feo, pero AMLO sí lo cree. Se necesita eso en este país; de hecho, entre la población hay gran demanda de que se restablezcan los valores. Y si nos ponemos muy amorosos como él, de que todos somos hermanos y no queremos ver gente en la miseria porque es ofensivo, podemos cambiar a México; hay que echarle los kilos
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El sello de la casa
Hernández
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El desencanto de la democracia
Arnaldo Córdova
Paulatinamente, estamos regresando a épocas oscuras en las que no se confiaba en las elecciones, porque no se respetaba la ley y el dinero, público o privado, lo ensuciaba todo
. En la gráfica, frente a la Bolsa Mexicana de Valores, estudiantes exigen que se destine 2 por ciento del producto interno bruto a educación media superiorFoto Roberto García Ortiz
Hace una semana, Leonardo Valdés, consejero presidente del IFE, sugirió que en México ha aumentado el desencanto de los ciudadanos con la democracia. Citando datos del Latinobarómetro (encuesta que alguien le recordó), dijo que ha habido una caída de entre 49 y 40 por ciento en el apoyo a la democracia. “Eso significa –dijo– que no estamos satisfechos con una democracia electoral; queremos mayor participación ciudadana, mayor exigencia de los gobernantes. No sólo elegirlos”. Es difícil entender qué quiere decir todo eso para el funcionario, en especial, su rechazo de lo electoral
, pero debe dársele razón.
Habrá que citar mejor la encuesta mencionada. En 2010, el apoyo a la democracia fue de 49 puntos porcentuales; en 2011, fue de 40. No estamos entre 49 y 40
, como dice el presidente consejero. Estamos en 40, lo que quiere decir que un 60 por ciento de los ciudadanos (encuestados) ha dejado de creer o nunca creyó en la democracia. Latinobarómetro fija las causas de ello en la ola de violencia y la disminución del crecimiento (–1.4 por ciento). A ello hay que agregar que un 14 por ciento preferiría un gobierno autoritario y a otro 36 le da lo mismo.
A la pregunta de qué le falta a la democracia en su país, 55 por ciento de encuestados responde que reducir la corrupción; un 27 por ciento que garantizar la justicia social; un 36 por ciento que aumentar la transparencia del Estado; un 32 por ciento que haya mayor participación ciudadana; un 21 por ciento que consolidar los partidos políticos. Para un 5 por ciento, las cosas están bien como están. Hay un misterio en la encuesta: a la pregunta de si los encuestados aprueban la gestión del gobierno, 59 por ciento respondió positivamente en 2010 y 2011; pero cuando se les pide que digan, en una escala del uno al 10, cuán democrático es el país, dicen que 5.9. Y, pese a una calificación tan mala, aprueban mayoritariamente al gobierno.
Más allá de estadísticas, que nos muestran palpablemente ese descontento de que hablamos, es necesario que dilucidemos las causas y el mismo proceso de deterioro que ha llevado a un enorme sector de la ciudadanía a descreer de la democracia, por la sencilla razón de que no se trata de un hecho que se da y que queda ahí, sino de una responsabilidad de los actores políticos que, persiguiendo rabiosamente sus propios intereses y no respetando normas de elemental convivencia y coexistencia políticas, han acabado por convertir nuestra débil y frágil democracia en un chapoteadero inmundo que a todos decepciona.
Bien miradas las cosas, la democracia en abstracto no tiene ninguna culpa. Ella es un método de organización del Estado que muy pocos respetan y a muy pocos interesa que avance y se fortalezca. Estamos entre los pueblos de América Latina que están dejando de creer en los parámetros democráticos. Paulatinamente, estamos regresando a épocas oscuras en las que no se confiaba en las elecciones, porque no se respetaba la ley y el dinero, público o privado, lo ensuciaba todo. Ahora hay que agregar la peligrosa intromisión de la delincuencia organizada en la vida cívica de una gran parte del país.
Estamos ya en una nueva reedición de aquella vieja contraposición entre democracia y gobernabilidad, pero ahora no sólo como ejercicio analítico o ideológico, sino como percepción clara de una ciudadanía a la que le parece ocioso andarse ocupando de supuestos avances democráticos, cuando la violencia y la corrupción a sus máximos niveles la tienen asediada por todos lados. Es probable, como se afirma, que en Michoacán, por ejemplo, la delincuencia metiera las manos en muchos procesos electorales locales; pero el derroche de recursos públicos, la compra de votos y la amenaza de la violencia no dejaron que esa ciudadanía se pronunciara según sus convicciones, lo que quiere decir que allí la democracia estaba ausente.
Tampoco cabe duda de que los perredistas, al igual que en Zacatecas, perdieron las elecciones por ineptos. No sólo les arrebataron sus bases en bastiones en los que se acostumbraron a ganar, sin ninguna gracia, sino que todo lo hicieron mal desde el principio, sobre todo, cuando eligieron a sus pésimos candidatos y, más atrás y desde luego, gobernando mal.
Parece claro que la democracia ha estado echándose a perder con cada elección que pasa. El comportamiento delictivo de Fox en 2006 fue permitido por el temor de que ganara el candidato de izquierda; en ese entonces, resultó fácil exonerar al presidente y condenar a López Obrador por no aceptar una derrota que se le fabricó desde los altos círculos del poder. En cada elección se despliegan todos los recursos violatorios de la ley sin que a nadie conmueva. El dinero corre en abundancia y corrompe a una ciudadanía empobrecida y golpeada por el mal gobierno y las crisis de dentro y de fuera.
Los partidos no son democráticos, porque son los primeros descreídos en la democracia y no hay uno solo que respete la democracia. Se han acostumbrado a luchar por el botín y a morderse y a ladrarse por los puestos públicos; en su ideario no cabe el mejoramiento del pueblo y el perfeccionamiento del Estado democrático, sino que todo lo ocupan el dinero y los huesos. Y en ello no están solos. Valdés se refirió al hecho increíble de que la pasada reforma electoral no tocó para nada la legislación penal de modo de tipificar en ella los delitos en la materia. El Legislativo, por su parte, parece que ni siquiera lo notó. Este poder es, en gran medida, un responsable principal del deterioro de nuestra democracia.
Por lo que toca al presidente panista, se puede ver lo que le importa la democracia en su comportamiento en las elecciones michoacanas en las que, usando de todo el dinero del Estado, quiso dar el triunfo a su hermana candidata a gobernadora mediante el derroche y la corrupción. Y si no le alcanzó la plata fue porque sus enemigos pudieron más que él en cuanto a malas artes y compra de votos. La manipulación electorera de los programas sociales se dio sin que nadie hiciera nada como no fuese chillar porque los estaban bolseando.
Los propios ciudadanos no están exentos de responsabilidad, pues ellos son los principales hacedores, cuando se da, de la democracia. Cuando ellos la quieren de verdad no hay fuerza que pueda impedir la democratización de la vida política. Cuando, en cambio, ellos se decepcionan de la democracia o deja de interesarles no sólo no puede haber democracia, sino que la vida política misma se descompone y se corrompe. Desde luego, no cabe condenar a nadie porque no crea o no confíe en la democracia y menos al pueblo de ciudadanos, que es el que decide cómo se nos debe de gobernar. Aun inconscientemente se puede decidir y el que la democracia avance es algo que el pueblo mismo debe resolver, a favor o en contra.
Parece increíble, pero estamos llegando de nuevo a una etapa que formó parte de nuestro pasado reciente, cuando considerábamos a la democracia como la utopía a la que muchos querían entregarse. Ahora, después de ser una endeble realidad, la democracia parece esfumárse en la nada y volvemos a la utopía de ayer, cuando deseábamos que la democracia fuera una realidad en nuestro país.