viernes, septiembre 22, 2006




Tiempos de Nigromante de Arturo Rueda
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Amistades peligrosas

Kamel Nacif acabó con el capital político de Mario Marín al apuñarlo dos veces. La primera cuando le pidió el absurdo favor de apoyar la detención de la periodista Lydia Cacho y darle un escarmiento por osar relacionarlo con una red de pederastas. La segunda cuando confesó a través de un desplegado público la autenticidad de las conversaciones que los últimos meses hemos escuchado y echó por tierra la débil defensa del gobernador al negar su participación en ellas, justo el día en que la Suprema Corte podía exonerarlo de todo. Lo que quedaba de credibilidad se difuminó y ya sale sobrando desmentir la grabación, al grado que será utilizada como prueba indirecta por los ministros.

En ambos momentos, Kamel sintió que tenía derechos sobre el gobernador. En el primero por apoyar su campaña quien sabe con cuantos millones de pesos y unos cuantos miles de camisetas. En el segundo de ejercer su vendetta en contra del ex amigo. Y es que en pleno tsunami de febrero, Marín trató de escabullirse al negar su relación con Kamel y hasta desconocerlo, aduciendo que no tenía amistad con “quien estaba acusado de atacar niños” a pesar de que la Cacho jamás llegó a tal grado.

En su ansía de separarse del empresario textil propuso la creación de una Fiscalía Especial Antipederastas que no prosperó en el Congreso, pero que de haberlo hecho habría tenido en Kamel Nacif a su primer cliente. Semejantes agravios no podía tolerarlos el todopoderoso Kamel, así que se comió el sapo y esperó el mejor momento para revirar. Y vaya que lo encontró.

A final el círculo se cierra con otra grabación: aquella del 2004 en la que Kamel se pone de acuerdo con el textilero Amín Farjat para entregar 60 mil camisetas a la campaña del candidato priísta a la gubernatura Mario Marín, que se suman a otras 60 mil ya entregadas. Eso fue en especie pero y ¿en efectivo? ¿Cuánto? Se dice que para la campaña de Melquíades Morales le puso 2 millones de dólares, que fueron liquidados a lo largo del sexenio. ¿Y en la de Marín? Pues por lo menos póngale lo mismo, es decir, unos 20 millones de pesos. Quizá más.

¿Y a poco no existen grabaciones en las que se trate de la aportación en efectivo a la campaña? Yo creo que sí. Si la esposa o el Cisen se tomaron la molestia de guardar las que consignan pinchurrientas 120 mil camisetas, por supuesto que a buen recaudo se encontrarán aquellas en las que se tratan las aportaciones fuertes. ¿Cuándo saldrán? Pues cuando los buenos y píos panistas decidan que Calderón debe fortalecerse y darle una lección a los gobernadores priístas. Ya sólo es cuestión de elegir el momento y al personaje. Porque además del gobernador poblano, las cabezas de otros priístas se encuentran en conserva, como las de Ulises Ruiz y Fidel Herrera.

Tan grandes amigos que eran Kamel y Marín y tan buenos favores que intercambiaban. Unas camisetas, unas aportaciones en efectivo, una orden de aprehensión, un coscorrón. Más que amigos, cómplices. Hasta se acabó el compadrazgo y cada quien guarda en su chistera una represalia. Le toca mover ficha al gobierno estatal. Pero con tantas conversaciones grabadas, quizá habría que apostar por Kamel.

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