Javier Corral y Jenaro Villamil durante la conferencia “La ley Televisa, ¿oligarquía mediática?”, celebrada en la Universidad Iberoamericana campus Puebla / Foto: Rafael García Otero
Por Martín Hernández Alcántara
El antídoto a la llamada ley Televisa podría estar en las universidades, donde cuerpos académicos y estudiantes están obligados a informarse sobre el irreparable perjuicio nacional que implicaría su entrada en vigor, exigir a sus representantes populares que la deroguen y, sobre todo, emprender campañas para concienciar al resto de la ciudadanía sobre la sumisión de la clase política mexicana frente al duopolio de Televisa y TV Azteca, coincidieron Javier Corral y Jenaro Villamil.
Javier Corral y Jenaro Villamil durante la conferencia “La ley Televisa, ¿oligarquía mediática?”, celebrada en la Universidad Iberoamericana campus Puebla / Foto: Rafael García Otero
El ex senador y el periodista fueron ayer los ponentes de la mesa de reflexión “La ley Televisa, ¿oligarquía mediática?” celebrada en la Universidad Iberoamericana campus Puebla. El acto fue prácticamente la segunda parte de un panel de discusión celebrado en la misma casa de estudios el pasado 29 de marzo, en el que, en un hecho inédito, los asistentes comprometieron el voto de cuatro senadores poblanos en contra de la norma cuya vida depende hoy de una decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, gracias a la controversia constitucional tramitada por integrantes del Congreso de la Unión.
Precisamente Corral –uno de los promotores del diferendo ante el máximo tribunal del país– dijo que el ejercicio del 29 de marzo tiene que ser imitado por otras instituciones educativas, es decir, que las universidades organicen actividades en las que los representantes populares sean sometidos a escrutinio antes de emitir su voto en las cámaras.
Recordó que después de aprobarse las enmiendas a la Ley Federal de Radio y Televisión, efectuó una gira por 40 universidades del país, y que si el ejemplo de lo sucedido en Puebla se hubiera replicado en otras instituciones de instrucción profesional, “otro gallo nos hubiera cantado, porque se confrontó a los legisladores en términos de su conciencia, pero también frente a sus electores; ésa es una de las acciones políticas que se pueden formular en las universidades”.
Añadió que los problemas de la actualidad representan un desafío para la academia, por lo que es necesario “hacerle marcaje personal a los legisladores para incidir en su actuar, tener una participación de una manera más activa. Yo sé que después de que estuvieron aquí –abundó Corral– los senadores poblanos modificaron su postura, votaron en contra de las reformas, algunos presionados, pero se tuvieron que enfrentar con los medios de comunicación”.
En esa lógica, el también presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información, dijo que el comportamiento de la Ibero en Puebla salvó el prestigio del sistema de educación jesuita y se distinguió de su homóloga de Santa Fe, que no se atrevió a levantar la voz para desmentir a uno de sus funcionarios, que respaldó públicamente a la ley Televisa.
“Globalizar la información”
También sobre lo que se puede hacer para combatir el atropello habló, en la sesión de preguntas y respuestas, Jenaro Villamil. Propuso la creación de observatorios de medios, aunque hizo la aclaración de que no se trata de convertirse en un consumidor mediático, sino en desacreditar y replicar los contenidos que no sean benéficos para la población.
Consideró que hasta ahora los impulsores de las reformas a la LFRT sólo han triunfado en la batalla legislativa, pero no en la jurídica, donde todavía está pendiente el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Por esa razón, agregó, es imprescindible permanecer alerta ante el actuar de la corte; hay que hacer presión en la opinión pública sobre el papel histórico que les toca jugar a los ministros, pues las enmiendas tienen un perjuicio de al menos tres o cuatro décadas.
Asimismo, el reportero del semanario Proceso y antes coordinador de Asuntos Especiales para La Jornada, sugirió globalizar la discusión; es decir, repercutir las arbitrariedades cometidas por el duopolio Televisa-TV Azteca a nivel internacional utilizando medios como internet.
De hecho, apuntó Villamil, el desgaste que sufrió la empresa encabezada por Emilio Azcárraga Jean por la imposición de la ley Televisa fue un factor determinante en la cancelación de sus oportunidades para adquirir Univisión, la principal cadena de televisión de habla hispana en Estados Unidos y la cuarta en el ranking general de aquel país.
El emporio sufrió un duro revés, pues su entrada al mercado estadounidense suponía el aprovechamiento de una audiencia calculada en 40 millones de personas, que tiene una tasa de crecimiento anual de entre 20 y 25 por ciento, mientras que en México el poder adquisitivo ha quedado limitado por el estancamiento económico.
El autor de El poder del rating vaticinó que además de la pérdida de Univisión, Televisa sufrirá otro golpe, pues es muy probable que el Grupo PRISA de España rompa la alianza que tienen a través de W Radio, pero no por falta de dividendos, sino porque en la península ibérica ambos consorcios son competidores en la televisión restringida.
“Como en los peores tiempos”
En casi todo estuvieron de acuerdo Corral y Villamil, salvo en los alcances de la movilización contra la ley Televisa: el segundo consideró que hay un gran desprestigio de la empresa que la tiene colocada, a nivel de credibilidad, como en los tiempos de Díaz Ordaz, además de que su principal periodista, Joaquín López Dóriga, goza de una fama similar a la que tuvo en el peor de sus momentos Jacobo Zabludovsky, cuando se le conocía como vocero del régimen.
Es, abundó, “la vuelta a la era del Tigre Azcárraga, con baja credibilidad, déficit de talentos, con Televisa convertida en ministerio de información diciendo nuevamente cómo debe pensar la gente (...) los contenidos cada vez son peores, hay una pauperización creativa y social, lo que tenemos es un gran atraco que ha venido a afianzarse con el acuerdo de convergencia, donde hay una competencia simulada, una alianza entre los monopolios Telmex y Televisa, una mayoría de dos que son Carlos Slim y Emilio Azcárraga”.
En ese camino, el periodista aseguró que al menos la batalla cultural ha sido ganada por los ciudadanos, con lo cual discrepó Corral, quien asentó que hasta este momento la gente apenas intuye que algo estuvo mal en las reformas a la Ley Federal de Radio y Televisión, aunque no alcanza a comprender por completo la magnitud de los perjuicios porque el tema es complejo.
En su exposición, Jenaro Villamil recordó cómo la Secretaría de Gobernación organizó foros para hacer propuestas de enmienda a la Ley Federal de Radio y Televisión antes de que el entonces titular de la dependencia, Santiago Creel Miranda –hoy senador por el Partido Acción Nacional,– fuera mareado por sus aspiraciones presidenciales y entregara los permisos a Televisa para la apertura de casinos.
A partir de ahí, Corral hizo una exégesis de lo que en realidad encierra la ley Televisa, pues con la entrega de 130 anuencias para abrir casas de juego, “a la empresa le fue autorizado explotar apuestas remotas por cualquier medio electrónico, una autorización así para entrar al mundo del bingo requería una reforma adicional, además de la necesaria para posesionarse del espectro para radio y televisión. De ahí que las modificaciones en materia de convergencia llevaban toda la intención de poner servicios de apuesta remota por un medio electrónico como era la televisión. Se hablaba entonces de servicios adicionales, se suponía que sería la telefonía, pero pocos hablaron de la televisión interactiva, del uso del webcasting para cumplir lo que había sido una meta después de la discusión en el seno de la empresa: cómo hacer efectivas las apuestas a través de cualquier medio”.
El ex senador recalcó que muchos piensan que en el asunto de la convergencia tecnológica que posibilita el envío y recepción simultánea de voz, imagen, audio y video, hay quienes auguran que habrá un choque de trenes entre Telmex y Televisa, lo cual es imposible, porque el dueño del consorcio telefónico, Carlos Slim Helú, el tercer hombre más rico del mundo –“por una obra colectiva de carácter nacional, gracias a que los mexicanos fondeamos a la empresa con las tarifas más altas en el mercado mundial”, ironizó– es además el dueño del 25 por ciento de las acciones en la empresa televisiva y su principal financiador, pues logró reestructurar el 75 por ciento de toda su deuda.
El antídoto a la llamada ley Televisa podría estar en las universidades, donde cuerpos académicos y estudiantes están obligados a informarse sobre el irreparable perjuicio nacional que implicaría su entrada en vigor, exigir a sus representantes populares que la deroguen y, sobre todo, emprender campañas para concienciar al resto de la ciudadanía sobre la sumisión de la clase política mexicana frente al duopolio de Televisa y TV Azteca, coincidieron Javier Corral y Jenaro Villamil.
Javier Corral y Jenaro Villamil durante la conferencia “La ley Televisa, ¿oligarquía mediática?”, celebrada en la Universidad Iberoamericana campus Puebla / Foto: Rafael García Otero
El ex senador y el periodista fueron ayer los ponentes de la mesa de reflexión “La ley Televisa, ¿oligarquía mediática?” celebrada en la Universidad Iberoamericana campus Puebla. El acto fue prácticamente la segunda parte de un panel de discusión celebrado en la misma casa de estudios el pasado 29 de marzo, en el que, en un hecho inédito, los asistentes comprometieron el voto de cuatro senadores poblanos en contra de la norma cuya vida depende hoy de una decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, gracias a la controversia constitucional tramitada por integrantes del Congreso de la Unión.
Precisamente Corral –uno de los promotores del diferendo ante el máximo tribunal del país– dijo que el ejercicio del 29 de marzo tiene que ser imitado por otras instituciones educativas, es decir, que las universidades organicen actividades en las que los representantes populares sean sometidos a escrutinio antes de emitir su voto en las cámaras.
Recordó que después de aprobarse las enmiendas a la Ley Federal de Radio y Televisión, efectuó una gira por 40 universidades del país, y que si el ejemplo de lo sucedido en Puebla se hubiera replicado en otras instituciones de instrucción profesional, “otro gallo nos hubiera cantado, porque se confrontó a los legisladores en términos de su conciencia, pero también frente a sus electores; ésa es una de las acciones políticas que se pueden formular en las universidades”.
Añadió que los problemas de la actualidad representan un desafío para la academia, por lo que es necesario “hacerle marcaje personal a los legisladores para incidir en su actuar, tener una participación de una manera más activa. Yo sé que después de que estuvieron aquí –abundó Corral– los senadores poblanos modificaron su postura, votaron en contra de las reformas, algunos presionados, pero se tuvieron que enfrentar con los medios de comunicación”.
En esa lógica, el también presidente de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información, dijo que el comportamiento de la Ibero en Puebla salvó el prestigio del sistema de educación jesuita y se distinguió de su homóloga de Santa Fe, que no se atrevió a levantar la voz para desmentir a uno de sus funcionarios, que respaldó públicamente a la ley Televisa.
“Globalizar la información”
También sobre lo que se puede hacer para combatir el atropello habló, en la sesión de preguntas y respuestas, Jenaro Villamil. Propuso la creación de observatorios de medios, aunque hizo la aclaración de que no se trata de convertirse en un consumidor mediático, sino en desacreditar y replicar los contenidos que no sean benéficos para la población.
Consideró que hasta ahora los impulsores de las reformas a la LFRT sólo han triunfado en la batalla legislativa, pero no en la jurídica, donde todavía está pendiente el fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Por esa razón, agregó, es imprescindible permanecer alerta ante el actuar de la corte; hay que hacer presión en la opinión pública sobre el papel histórico que les toca jugar a los ministros, pues las enmiendas tienen un perjuicio de al menos tres o cuatro décadas.
Asimismo, el reportero del semanario Proceso y antes coordinador de Asuntos Especiales para La Jornada, sugirió globalizar la discusión; es decir, repercutir las arbitrariedades cometidas por el duopolio Televisa-TV Azteca a nivel internacional utilizando medios como internet.
De hecho, apuntó Villamil, el desgaste que sufrió la empresa encabezada por Emilio Azcárraga Jean por la imposición de la ley Televisa fue un factor determinante en la cancelación de sus oportunidades para adquirir Univisión, la principal cadena de televisión de habla hispana en Estados Unidos y la cuarta en el ranking general de aquel país.
El emporio sufrió un duro revés, pues su entrada al mercado estadounidense suponía el aprovechamiento de una audiencia calculada en 40 millones de personas, que tiene una tasa de crecimiento anual de entre 20 y 25 por ciento, mientras que en México el poder adquisitivo ha quedado limitado por el estancamiento económico.
El autor de El poder del rating vaticinó que además de la pérdida de Univisión, Televisa sufrirá otro golpe, pues es muy probable que el Grupo PRISA de España rompa la alianza que tienen a través de W Radio, pero no por falta de dividendos, sino porque en la península ibérica ambos consorcios son competidores en la televisión restringida.
“Como en los peores tiempos”
En casi todo estuvieron de acuerdo Corral y Villamil, salvo en los alcances de la movilización contra la ley Televisa: el segundo consideró que hay un gran desprestigio de la empresa que la tiene colocada, a nivel de credibilidad, como en los tiempos de Díaz Ordaz, además de que su principal periodista, Joaquín López Dóriga, goza de una fama similar a la que tuvo en el peor de sus momentos Jacobo Zabludovsky, cuando se le conocía como vocero del régimen.
Es, abundó, “la vuelta a la era del Tigre Azcárraga, con baja credibilidad, déficit de talentos, con Televisa convertida en ministerio de información diciendo nuevamente cómo debe pensar la gente (...) los contenidos cada vez son peores, hay una pauperización creativa y social, lo que tenemos es un gran atraco que ha venido a afianzarse con el acuerdo de convergencia, donde hay una competencia simulada, una alianza entre los monopolios Telmex y Televisa, una mayoría de dos que son Carlos Slim y Emilio Azcárraga”.
En ese camino, el periodista aseguró que al menos la batalla cultural ha sido ganada por los ciudadanos, con lo cual discrepó Corral, quien asentó que hasta este momento la gente apenas intuye que algo estuvo mal en las reformas a la Ley Federal de Radio y Televisión, aunque no alcanza a comprender por completo la magnitud de los perjuicios porque el tema es complejo.
En su exposición, Jenaro Villamil recordó cómo la Secretaría de Gobernación organizó foros para hacer propuestas de enmienda a la Ley Federal de Radio y Televisión antes de que el entonces titular de la dependencia, Santiago Creel Miranda –hoy senador por el Partido Acción Nacional,– fuera mareado por sus aspiraciones presidenciales y entregara los permisos a Televisa para la apertura de casinos.
A partir de ahí, Corral hizo una exégesis de lo que en realidad encierra la ley Televisa, pues con la entrega de 130 anuencias para abrir casas de juego, “a la empresa le fue autorizado explotar apuestas remotas por cualquier medio electrónico, una autorización así para entrar al mundo del bingo requería una reforma adicional, además de la necesaria para posesionarse del espectro para radio y televisión. De ahí que las modificaciones en materia de convergencia llevaban toda la intención de poner servicios de apuesta remota por un medio electrónico como era la televisión. Se hablaba entonces de servicios adicionales, se suponía que sería la telefonía, pero pocos hablaron de la televisión interactiva, del uso del webcasting para cumplir lo que había sido una meta después de la discusión en el seno de la empresa: cómo hacer efectivas las apuestas a través de cualquier medio”.
El ex senador recalcó que muchos piensan que en el asunto de la convergencia tecnológica que posibilita el envío y recepción simultánea de voz, imagen, audio y video, hay quienes auguran que habrá un choque de trenes entre Telmex y Televisa, lo cual es imposible, porque el dueño del consorcio telefónico, Carlos Slim Helú, el tercer hombre más rico del mundo –“por una obra colectiva de carácter nacional, gracias a que los mexicanos fondeamos a la empresa con las tarifas más altas en el mercado mundial”, ironizó– es además el dueño del 25 por ciento de las acciones en la empresa televisiva y su principal financiador, pues logró reestructurar el 75 por ciento de toda su deuda.