Tiempo de incertidumbre
José Agustín Ortiz Pinchetti
Vivimos una especie de reflujo. Los conservadores están apostando a la "normalización por inercia". Suponen que Felipe Calderón va a gozar del apoyo que nuestros usos y costumbres dan al presidente, sea tan inepto como Fox o tan espurio como Salinas o el propio Calderón. Con golpes de mano, Calderón va a acreditarse como hombre decidido y eficaz y además hace cuentas con el apoyo de los grupos de interés; la asociación del PAN y del PRI le permitirá reformas estructurales y la reforma del IVA a alimentos y medicinas para obtener los recursos para su proyecto.
Estas ilusiones conservadoras están reforzadas por un cerco mediático como no vivíamos desde los tiempos de Salinas. Pero no se puede ocultar que existe una ruptura. Vivimos en una casa con paredes y techo craquelados que pueden venirse abajo con el menor sismo. Lo que ha sucedido es grave: Fox ha provocado una regresión política aliándose a la plutocracia; una enfermedad infantil de la democracia es el dominio de los grupos de interés sobre los procesos electorales y sobre el poder. El proyecto moderado de modernización de AMLO fue bloqueado "a como diera lugar". Se deformaron las instituciones y los procesos electorales a fin de cohonestar la competencia desleal y el fraude.
Mucha gente da por supuesto que la gobernabilidad está garantizada. Ni siquiera está garantizado que Calderón tome posesión. Si entendemos por gobernabilidad la imposición de una disciplina democrática en la sociedad y hacemos un examen mínimo de las condiciones en que se le pretende imponer, nos daremos cuenta de la dificultad de la empresa.
Hay causas fundamentales de ingobernabilidad: los actores estratégicos en la comunidad política han perdido su equilibrio. Por otra parte intervienen otros actores que no tienen un papel formal en la contienda. Por ello, el reparto del botín entre los "aliados" no será poca cosa. La tendencia a la ingobernabilidad expresada en el conflicto de Oaxaca se acentúa por los elevados índices de desigualdad y por la acción de "grupos opresores" que ejercieron siempre influencia, pero hasta 1985 no determinaron el manejo de la economía. A partir de entonces, la asociación entre la corrupción política y los negocios ha creado un nuevo orden de cosas que por desgracia ha venido a ratificar el proceso electoral de 2006. El entorno, muy poco favorable. Se espera una recesión en Norteamérica y una baja en los precios del petróleo.
En este panorama sombrío destaca un factor político decisivo. Andrés Manuel López Obrador ha logrado un amplio Frente Progresista y el desencadenamiento de un movimiento que tenderá a coordinarse y a fortalecerse, en la mayoría de los estados de la República, adversarios que nunca tuvieron regímenes espurios que se implantaron en el pasado. AMLO tiene una presencia sólida, grupos, organizaciones, redes que él activará en los próximos meses que serán un factor poderoso en 16 estados, donde millones lo consideran el presidente legítimo.
No creo que Calderón tenga la capacidad para enfrentar tantas adversidades.