Lucha política y lucha electoral.
Carlos Figueroa Ibarra[1]
1. Esta ponencia está inspirada en uno de los temas que aparecen en la convocatoria para esta primera asamblea del proyecto ciudadano en el marco de
2. Nos diferenciamos de otros movimientos, por ejemplo, el que sustentan los compañeros que simpatizan con el zapatismo y que ahora se expresan en
3. Muchos de los que nos hemos adherido al movimiento político y social que encabeza López Obrador, lo hemos hecho desde la perspectiva de que el abstencionismo electoral, buena parte de las veces es un error político. Ciertamente el abstencionismo electoral no debe descartarse como forma de lucha. Una elección claramente viciada, que tiene todos los visos de ser fraudulenta, en la cual el candidato oficial cuenta con todo el apoyo de la maquinaria del Estado, que solamente tiene el objetivo de legitimar al grupo en el poder, se convierte en una farsa electoral y por lo tanto la abstención debe ser seriamente considerada. Pero aun en esos casos, la lucha electoral también debe ser considerada si existe una posibilidad de convertir dicho proceso electoral en un camino para difundir un programa, evidenciar el autoritarismo y corrupción existente y organizar a la gente. En el caso mexicano, aun cuando las prácticas fraudulentas no han sido descartadas, las luchas electorales tienen una utilidad mayor que la de hacer una campaña testimonial, de difusión y de organización. En México la lucha electoral se ha convertido en un escenario en donde es real la posibilidad de acceder a espacios de poder.
4. También la lucha electoral es una herramienta que puede servir para evitarnos una situación peor en la que estamos. En ocasiones un nefasto candidato, con antecedentes en corrupción, violación de derechos humanos y sustentado en fuerzas de oscuro origen, puede llegar a un puesto de representación popular si las fuerzas de izquierda no se le oponen. La gran debilidad en el argumento de los que en la pasada coyuntura electoral decían que Calderón, Madrazo y López Obrador eran lo mismo, fue que evidentemente no eran lo mismo. Por ello mismo, muchos de los simpatizantes de
5.Dicho lo anterior, cabe argumentar en contra del reduccionismo electoral y a favor de la parte de razón que tienen los críticos de la lucha electoral y de los partidos políticos. El reduccionismo electoral consiste en ver a la política no como un conjunto de formas de lucha para crear una correlación de fuerzas favorable a un proyecto político, sino meramente como una lucha electoral. El ver a la lucha electoral como la única forma de hacer política, nos lleva a concebir al partido político como el único ámbito en donde se puede hacer política. La lucha política se convierte desde esta perspectiva, en algo que está marcado por los calendarios electorales. El partido que debe ser pensado solamente como un medio, se convierte en un fin en si mismo, y la lucha por el poder que también debe ser solamente un medio, también se convierte en un fin. Esto convierte a la ocupación de espacios pequeños o grandes de poder y a las componendas que de ella se derivan, en el objeto mismo del quehacer político. Sería tapar el sol con un dedo, si no advirtiéramos que en esta forma de pensar se encuentra presente en algunos sectores del movimiento que encabeza López Obrador.
6. Es a esta forma de ver la política que le apostó la derecha, cuando empezó a tentar a sectores del Frente Amplio Progresista a cambio de que declinaran el cuestionamiento del fraude electoral. Debido a que López Obrador no aceptó estos cantos de sirena, se recrudeció la campaña mediática en su contra, se le retrató como un radical que tenía secuestrado a un PRD que en el fondo quería negociar. Al igual que le sucedió a Cuauhtemoc Cárdenas en 1988, la derecha ha emprendido una campaña de desprestigio, pintando a López Obrador como un intransigente que le apuesta al “todo o nada”.
7. En el seno de
8.En el caso de la lucha electoral en el seno de
9. En el fondo de toda esta reflexión se encuentra el planteamiento de que si buscamos ocupar espacios de poder, debemos preguntarnos seriamente para que es que buscamos estos espacios de poder. No tendrá sentido el alegrarnos por una victoria electoral, por la ocupación de una instancia de la administración pública, si solamente lo hacemos porque ahora nos va a tocar una tajada del presupuesto público, tendremos contacto con amigos que estarán en posiciones privilegiadas y ello nos beneficiará con relaciones influyentes. La lucha por una regiduría, una presidencia municipal, una gubernatura o la presidencia misma debe estar marcada por los objetivos que nos animan. De nada nos servirá tener una gubernatura, si ese puesto lo ocupa una persona que no tiene nada ver con los principios que nos animan.
10. La lucha por ocupar posiciones dentro del gobierno y el Estado tiene riesgos inevitables y ante los cuales nadie se encuentra inmune. Cabe recordar los casos de corrupción que se observaron en algunos de los funcionarios del gobierno del D.F. durante la administración de López Obrador. El poder corrompe a quien no tiene una consistencia ética e ideológica. He aquí lo importante que se convierte el principio postulado por López Obrador que se resume en la expresión de “austeridad republicana”. Si luchamos por ocupar puestos públicos exijamos en nuestros candidatos una trayectoria marcada por dicho principio. Si logramos ocupar esos puestos públicos exijamos un comportamiento marcado por dicho principio.
[1] Ponencia presentada a