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■ Día de optimismo para los chuchos; de pronto todo se vino abajo
Consternado, Jesús Ortega pide esperar al recuento del miércoles
■ Dice que los conteos rápidos incumplieron los requisitos acordados
Ampliar la imagen Jesús Ortega al emitir su voto, este domingo en la ciudad de México Foto: María Meléndrez Parada
Visiblemente contrariado, Jesús Ortega, candidato a la dirigencia nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), expresó su “sorpresa absoluta” por el resultado de los conteos rápidos dados a conocer por el Comité Ejecutivo del PRD, particularmente porque “con los resultados que hasta el momento tenemos, vamos ganando en 25 entidades, algunas con gran densidad de votantes”.
A su lado, sus más cercanos colaboradores no ocultaban la desazón que les causaron las cifras oficiales, pese al anuncio de Ortega de que los conteos rápidos se dieron sin cumplir a cabalidad con los requisitos que se habían acordado: el 100 por ciento de la muestra (se hizo con 85 por ciento) y al menos cinco puntos de ventaja.
–¿Fue un albazo del presidente del partido? –se le preguntó al líder de la corriente perredista Nueva Izquierda.
–Es correcto. Creo que debió haberse aguantado. No fui consultado para que se dieran a conocer en esas condiciones.
Añadió: “convoco a Alejandro (Encinas) y a los otros candidatos a esperar el conteo definitivo del miércoles. Si ese día, del cómputo oficial, se confirma el pronóstico (de las encuestas) reconoceré la derrota, pero si es diferente, que nos reconozcan a nosotros”.
Dijo que pidió al presidente del partido, Leonel Cota, acceder a la base de datos de los conteos rápidos y que se le permita entrevistarse con los directivos de las encuestadoras.
Hora y media antes, con un discurso mucho más optimista, sin conocer aún el resultado de los conteos rápidos oficiales, sólo con sus cifras que le auguraban un triunfo, Ortega respondía en entrevista televisiva: “en los próximos minutos el presidente del partido dará a conocer los resultados de los conteos rápidos que reflejarán, a mi juicio, de manera muy genuina, el resultado de la elección”.
Sólo que a partir de entonces todo cambió y se dio un vuelco total a las proyecciones que por la tarde el equipo de Ortega tenía de una victoria con un margen suficiente para sortear un temporal poselectoral, que vaticinaba el discurso descalificador de los comicios del equipo de Encinas.
Todo el día los datos que fluyeron a la casa de campaña de Ortega, le permitía augurar a Nueva Izquierda que, por fin, la tercera sería la vencida, que no se repetiría la derrota de 1999, con Amalia García, y de 2002, con Rosario Robles.
La difusión de los resultados de los conteos rápidos encargados por el partido fue un golpe seco al optimismo que durante toda la jornada manejó el equipo de Ortega y el propio candidato.
Éste pasó de definir la elección perredista como una “experiencia fabulosa y extraordinaria” en una entrevista telefónica con una televisora, a externar su sorpresa absoluta por los conteos rápidos que le auguraban un tercer revés en su aspiración de dirigir el partido.
Hacia la medianoche, ofrecía las cifras que le habían hecho estar confiado en su triunfo: “tenemos ventaja en estados como Guerrero, México, Chiapas y otros 25”, sin precisar los porcentajes en el cómputo.
Añadió que en el caso del estado de México, cuyo padrón es uno de los más voluminosos, los datos que le habían llegado le daban una ventaja de dos a uno y en algunos municipios hasta tres a uno. En Chiapas y Guerrero –gobernados por el PRD– la ventaja que reivindicó fue de dos a uno.
En contraste, admitió, en el Distrito Federal la desventaja alcanzó proporciones similares. Un colaborador cercano externó: “en la capital la compra de votos fue vulgar, generalizada; ya se ha hecho la denuncia”.
Ortega comentó que no tenía los datos precisos de Tabasco y Zacatecas, pero que iba en desventaja. A su lado, su compañero de fórmula, Horacio Duarte, se veía molesto, y el líder de los senadores perredistas, Carlos Navarrete, sin esperanza.
De repente, en la casa de campaña todo cambió. Del optimismo vespertino a la desesperanza de un resultado increíble y sorpresivo para todos, que aguardaban, por fin, los tiempos de la presidencia de Ortega, dos veces postergado.
En una primera valoración difundida antes del cierre de casillas, los representantes de Nueva Izquierda, Graco Ramírez y Rafael Hernández, subrayaron que las elecciones se llevaron a cabo con tranquilidad y gracias a la capacidad de los funcionarios electorales que resistieron la “embestida” de los integrantes de Izquierda Democrática Nacional.
Según Ramírez, la apuesta central de esta corriente era impedir que se instalara 20 por ciento de las casillas, con objeto de buscar la anulación de los comicios. Sin embargo, subrayó Ramírez, los reportes de Nueva Izquierda daban cuenta de 96 por ciento de casillas instaladas aun donde históricamente ha habido problemas, como en Oaxaca, donde “nunca” se había podido realizar la elección partidista.
Sin embargo, destacaron que, a diferencia de lo que ese grupo político pretendía, la elección tiene todo el sustento legal, y destacó el buen papel del Comité Técnico Electoral del partido, pues en algunos casos, como una urna en Oaxaca que había sido robada, pudo ser recuperada y se repuso el proceso.
Acerca de cuál había sido la principal irregularidad, los representantes de Ortega reiteraron que fue la pretensión frustrada para no instalar casillas. Hernández comentó que en términos generales había habido buen comportamiento y sólo en el caso de Zacatecas se detectó la intención de condicionar los apoyos de programas estatales a la orientación del voto.
Sufragio en la Condesa
Pasadas las 10 de la mañana, la plana mayor de Nueva Izquierda hizo su aparición en el Parque España. Ortega, acompañado de Angélica de la Peña, llegó relajado y sonriente, disipándose los temores de que no se encontrara en el padrón. Casualmente no había votantes que lo hicieran esperar.
“Voté por mí”, reveló en entrevista. “Tengo confianza en que (el aparato electoral partidista) está actuando con responsabilidad, con profesionalismo, de que es gente honorable.”
Se apresuró a condenar la versión del robo de boletas que denunció el equipo de su principal contendiente, Alejandro Encinas. “Se ha puesto una denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal y según tengo entendido se está localizando al responsable, que se tiene perfectamente localizado. Sabemos quién es y a qué grupo pertenece.”
El senador Navarrete calificó la acción de “maniobra desesperada” de Izquierda Democrática Nacional, “fue una provocación montada”. Consideró que difícilmente la renovación de la dirigencia del partido no será impugnada, “desde que tuvimos la primera elección, en 1996, nunca ha habido una que no haya terminado en los tribunales”.
De cualquier manera, dijo, “esta Semana Santa esperamos que las elecciones no terminen ni en crucifixiones ni con quemados en leña verde”.