POR UNA POLÍTICA ENERGÉTICA NACIONAL
Autor: Miguel S. Reyes
30 de Mayo 2008.
Todas las naciones capitalistas desarrolladas y en muchos aspectos independientes, han ubicado a su sector energético como estratégico para su desarrollo nacional. De manera fundamental, lo son el control de recursos naturales no renovables como el gas y el petróleo y, recientemente, los alimentos que son utilizados para la generación de biocombustibles. Hace unas semanas, una empresa China buscó adquirir una empresa petrolera en Estados Unidos. El senado de ese país, donde las instituciones funcionan muy a pesar del discurso ideológico del libre mercado y la mano invisible, prohibió la venta, argumentando que la exploración y explotación del petróleo se llevarán a cabo por cuestiones de seguridad nacional, sólo por corporaciones de propiedad estadounidense. Un país como España, cuyo desarrollo capitalista ha sido apuntalado por su entrada a la Unión Europea y por una estrategia de desarrollo nacional claramente definida, rechazó que una firma alemana participara en su industria eléctrica por considerar que el sector energético era estratégico y exclusivo para los españoles. En Francia, el presidente Sarkozy declaró que el sector privado debe participar en todo, excepto en el sector energético y alimentario, considerados por el Estado francés como áreas exclusivas del Estado. La tendencia mundial sobre el manejo de energéticos es que los estados nacionales los controlen por cuestiones de seguridad y desarrollo nacional. Ahí están los casos recientes de países nórdicos, Rusia y Venezuela. Incluso Petrobras de Brasil que ha encontrado nuevos yacimientos, los explotará -a diferencia del esquema como lo venía haciendo- sólo. La razón es que la “asociación” con las grandes corporaciones transnacionales les dejaba sólo el 16% de la renta petrolera. En México, el manejo de Petróleos Mexicanos por el Estado también debería ser parte de una estrategia de desarrollo nacional. Si en 1938 cuando el petróleo empezaba a ser considerado un energético clave (Alemania por ejemplo, debe parte de su rápido ascenso y expansión industrial al carbón), las grandes corporaciones petroleras estadounidenses, inglesas y francesas ejercían un poder económico y político importante sobre las decisiones del estado mexicano, 80 años después donde son causa de guerras e invasiones como la de Irak, no será la excepción. El control del petróleo por el Estado no es sólo por cuestiones de encadenamiento productivo, ni por dogmas de fe, sino también por cuestiones de soberanía e independencia nacional. El desarrollo económico de México como país capitalista podría realizarse por otra vía, no necesariamente por la que el grupo tecnocrático que detenta el poder desde hace más de 25 años proclama como única. He aquí algunas propuestas para el caso del sector energético: 1) La plataforma de producción tanto de petróleo como de gas deberían estar al servicio de la demanda interna. Actualmente, poco más de la mitad de la producción petrolera es para exportación y 90% de ella se dirige hacia Estados Unidos. 2) El país debe comenzar la reconversión de un país productor y exportador de petróleo y gas, hacia uno que genere y exporte productos petroquímicos y refinados. 3) La realización de investigaciones sobre innovaciones tecnológicas para uso y explotación del petróleo, así como para buscar fuentes de energía alternativa sustentables, mediante la creación de un instituto de investigación donde confluyan los conocimientos de especialistas en materia energética de universidades e institutos de educación superior nacionales. 4) Los recursos financieros para lo anterior tendrían varios orígenes: a) Una reforma fiscal integral progresiva, b) Una disminución del gasto corriente, principalmente en el rubro de servicios personales, donde en 7 años se ha duplicado gracias al aumento abusivo de sueldos y prestaciones de la gran burocracia, c) La utilización de parte de los excedentes petroleros para inversión en tecnología, mantenimiento de instalaciones y ductos, etc., Actualmente, éstos son utilizados para la compra de lealtades en gobiernos estatales, el aumento del gasto corriente y en general para la corrupción, d) El establecimiento de una contraloría independiente del poder ejecutivo que sancione las prácticas indebidas y la corrupción de funcionarios o de miembros de la aristocracia obrera. Se disminuiría con ello la posibilidad del enriquecimiento familiar mediante el uso del erario, como lo ha hecho la mafia que ha gobernado el país durante 25 años.
Es indiscutible la necesidad de una reforma de PEMEX para el desarrollo del país. Sin embargo, no es con la privatización como ello será posible. La privatización consiste como se ha hecho ya en el caso del gas y la petroquímica, no en “vender fierros” (Mouriño dixit), sino en hacer exclusivas de unos cuantos las decisiones y ganancias de la industria más importante de México. Porque ni hay nuevas refinerías donde participe capital privado mexicano, ni ese capital participa en la explotación del gas en la Cuenca de Burgos. Fueron las grandes transnacionales, como sería ahora si la iniciativa entreguista de Calderón es aprobada, las beneficiarias. Es nuestro deber como ciudadanos y mexicanos, investigar, analizar y participar en el futuro de esta industria estratégica para nuestro país.