DEL BLOG CCCP...
■ El triunfo de Obama es una señal de que debe modificarse aquí el modelo económico, dice
AMLO rechaza hablar del perfil del sucesor de Mouriño; primero, pesquisa a fondo
■ Advierte que el “desastre nacional” se profundizará si continúa beneficiándose sólo a los ricos
Zitácuaro, Mich., 6 de noviembre. El país vive ya una situación de desastre nacional que profundizará aún más la crisis en lo económico, político y social si el gobierno se empeña en mantener esquemas que históricamente han defendido los intereses de los empresarios y desatiende las necesidades del pueblo, advirtió aquí Andrés Manuel López Obrador.
Al reiniciar sus giras de trabajo por todos los municipios del país, advirtió que “a dos años del gobierno usurpador, (Felipe) Calderón resultó todo un fracaso, el país está a la deriva y ahora se están complicando más las cosas. Nos está afectando la recesión en Estados Unidos y, desgraciadamente, habrá en México más pobreza. En vez de cambiar su política económica, el pelele está, irresponsablemente, haciendo lo mismo de siempre”, enfatizó.
López Obrador apuntó que aun en Estados Unidos ya se dieron cuenta de que es necesario un cambio, mientras en México se siguen aplicando las mismas fórmulas de siempre, con las que se beneficia a “los potentados” y se perjudica a los pobres.
“Yo creo que fue muy bueno el triunfo de Barack Obama, es muy refrescante y muy alentador, porque hasta en Estados Unidos quieren el cambio”, afirmó en entrevista al término del mitin en la plaza principal de Zitácuaro.
Dijo que la crisis económica, política y social que vive México se debe a que “los potentados, los que se creen amos y señores, impidieron que en el país se llevaran a cabo los cambios necesarios para sacar adelante al pueblo mexicano”.
Ineptitud ante los problemas
Con el fraude electoral de 2006, continuó, Felipe Calderón fue impuesto en la Presidencia de la República, “pero resultó ser un inepto y no tiene capacidad para enfrentar los grandes y graves problemas nacionales”.
Al ser interrogado sobre el perfil que debe tener el nuevo secretario de Gobernación, el tabasqueño demandó que primero se aclare la muerte de Juan Camilo Mouriño: “Debe realizarse una profunda investigación y, sobre todo, que se informe a la gente sobre el caso”.
López Obrador comenzó ayer su gira de trabajo por Michoacán en Angangueo y Ocampo, municipios en los que son evidentes las múltiples carencias de sus habitantes, quienes durante años vivieron de la minería y de la explotación de los bosques, pero que al caer el precio de la plata y reducirse las zonas arboladas perdieron su único medio de sustento.
Por ello, en ambos sitios destacó “la irresponsabilidad del gobierno usurpador”, ya que en lugar de aplicar un programa para frenar la crisis económica y la carestía de la vida, pretende entregar lotes, parcelas del territorio nacional a las empresas extranjeras para que exploren y exploten el petróleo.
Condenó además que Calderón promueva programas de rescate de los empresarios “en vez de defender al pueblo; prueba de ello es que Nacional Financiera dio un préstamo de mil millones de pesos a la empresa Vitro, ubicada en Monterrey, Nuevo León, mientras al resto de la población le impone nuevos aumentos a las gasolinas, al diesel y ael gas, a la energía eléctrica y a los alimentos”.
A lo largo de las seis asambleas informativas que sostuvo en el mismo número de municipios, recordó que el pasado martes entregó en la Cámara de Diputados el Programa de la Defensa de la Economía Popular a los legisladores del Frente Amplio Progresista.
López Obrador invitó a los habitantes de Angangueo, Ocampo, Zitácuaro, Jungapeo, Tuxpan y Uruapan a que participen, el próximo 23 de noviembre, en la marcha-mitin que se realizará del Ángel a la Independencia a Bellas Artes para defender el petróleo y la economía popular.
La caja negra
La derecha mexicana tiene miedo tras el avionazo en el que murió Mouriño, y el país se halla frente al riesgo de una mayor derechización del régimen ante sus fracasos en todos los órdenes.
1. La trágica muerte del empresario español Juan Camilo Mouriño, quien ocupaba ilegalmente el cargo de secretario de Gobernación desde el 15 de enero, al desplomarse el avión Learjet en el que venía acompañado de José Luis Santiago Vasconcelos, supuesto zar antidrogas y hombre de confianza de Washington, la tarde del martes 4, ha sumido al gobierno de facto, y en particular a Felipe Calderón, en una situación crítica, y ha generado un sentimiento de apanicamiento en amplios sectores de la derecha que, ante la posibilidad de un atentado ven con estupor la torpeza y debilidad del gobierno ilegítimo.
2. La desaparición de Mouriño tiene graves consecuencias para Calderón, pues él era quien detentaba las claves para el proyecto transexenal del que la prensa ha llamado “el gobierno de los amigos”: era su pieza clave para someter a Fox a través de su padre (prestanombres del ex presidente), su principal vínculo con el PP y los empresarios españoles, su hombre de confianza en los negocio del grupo, el negociador de los acuerdos con los priístas y el grupo de los chuchos y, como si fuera poco, el responsable de las principales funciones del gobierno.
3. La importancia de Mouriño era tal que para muchos era él, y no Calderón, “el número uno del gobierno”, lo que explica las reacciones. Un columnista se preguntaba por eso horrorizado: “¿Quién tiene el control del Estado? ¿Está en manos de alguien más que no sea el gobierno…?” Porque si fue atentado –agregaba, reflejando el sentir empresarial– “este país está en una de las peores crisis de su historia reciente” (Milenio, 5 de noviembre).
4. Los funerales “de Estado” del “español que se ganó la confianza de Calderón” –como lo llamó el diario madrileño El Mundo el día 5–, organizados ayer en el Campo Marte, no fueron por tanto un acto civil de duelo, sino un intento más por acallar con huecos ditirambos los señalamientos que se han multiplicado contra el gobierno por corrupción y complicidad con el crimen organizado, y que en las últimas semanas se habían dirigido particularmente a Mouriño por sus actos de enriquecimiento ilícito aprovechando sus cargos y por su interés personal en privatizar Pemex, y a quien ya muerto ha buscado una vez más exonerar.
5. Las dos versiones que se manejan sobre lo acontecido muestran en todo caso las dificultades que se presentan en lo inmediato al gobierno de facto sin Mouriño para tomar decisiones, y en este caso para indicar cuál va a ser el resultado de “la investigación”, al margen de la que sea la verdad. Si se presenta como “un atentado” de algún cártel, como pretenden hacerlo las agencias estadunidenses que se han adueñado de la investigación con la tolerancia del salinista Luis Téllez (titular de la SCT), se convalidaría lo correcto de la estrategia de violencia impuesta por Bush a Calderón, pero se haría ver al gobierno como fracasado. Si se dictamina que fue “un accidente”, como insiste desde ahora en hacerlo el propio Calderón, se les evidenciaría a él y a sus colaboradores como ineptos, al margen de que se hallarían en otro brete, pues nadie les creería.
6. La muerte de Mouriño es también un golpe duro para el grupo de los chuchos, que gracias a un plan auspiciado desde Gobernación se venían apoderando del PRD y de “la izquierda” institucional. En el desfile como plañideras de Jesús Ortega y de sus subalternos Navarrete, Graco y Lupillo Acosta en la Gayosso o el Campo Marte, no ocultaron hallarse en la orfandad, como los cuauhtemistas uncidos a ellos, esperando a quién poder cobrarle la factura por su respaldo a la contrarreforma petrolera de octubre, que entrega áreas significativas de la industria a las trasnacionales en traición al legado de Lázaro Cárdenas. Mouriño, dijo Calderón en el aeropuerto, logró “que México avanzara en muchas de las muy importantes reformas”, pues logró establecer “un clima de negociación”: “una relación de respeto con las diversas fuerzas” y “la generación de acuerdos que se tradujeron en importantes reformas legislativas”, reiteró ayer en las exequias.
7. El gran peligro del escenario actual es por consiguiente que ante la gravedad de la crisis económica y social que se ahonda y la debacle política que la acompaña, el gobierno de facto se vuelque abiertamente a un mayor endurecimiento e incluso a una fascistización. La oración fúnebre pronunciada ayer en el Campo Marte por un Calderón que no podía ocultar su desamparo, y en la que dijo que por “muy larga” que sea “la noche” de su propia adversidad “un día vendrá la luz”, e insistió en que él y Mouriño pactaron juntos romper “las sombras” de México, tiene resonancias mussolinianas que nada bueno auguran.
8. La disputa por el despacho de Bucareli y por el control del Estado en el futuro inmediato se estará dando en los próximos días entre quienes integran “el gobierno de los amigos” y los que representan a la compleja coalición de fuerzas nacionales y extranjeras de la reacción que asaltaron el poder en 2006, y los primeros no tienen ya las de ganar: antes de cumplir dos años el sexenio, parecen haber perdido por completo la posibilidad de seguir disponiendo del aparato estatal.
9. El proyecto de la derecha ha avanzado en los últimos cinco sexenios, reconvirtiéndose brutalmente el Estado posrevolucionario para dejarlo en una serie de aparatos destinados a servir a intereses facciosos, y esto ha proseguido durante los dos años de la administración de Mouriño-Calderón (2006-2008), en la que si bien no se logró mucho a juicio de los economistas neoliberales, sí por el contrario se han obtenido logros significativos en el proyecto de la derecha de apoderarse del aparato estatal, y ese proceso es el que las trasnacionales y los grandes capitales privados temen se detenga en la etapa post Mouriño; de ahí su desasosiego.
10. La derecha mexicana tiene miedo tras el cúmulo de acontecimientos económicos y sociales que se han sucedido vertiginosamente en pocas semanas, y el gran riesgo para el pueblo es que la disputa de las elites, crispadas por la crisis y por todo lo que el avionazo significa, reaccionen con nuevas políticas antinacionales y antipopulares y con golpes de autoritarismo, por lo que el compromiso del pueblo de defender a México debe ser cada vez mayor.
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Astillero
■ El Mesías del Campo Marte
■ Bienaventurados los amigos
■ Téllez, la conexión CSG y Carlyle
Ampliar la imagen El presidente Felipe Calderón y el secretario de la Defensa, Guillermo Galván, a su llegada al Campo Marte para la ceremonia fúnebre de los funcionarios de Gobernación que murieron en el avión que se desplomó en Las Lomas Foto: José Antonio López
Felipe Calderón transformó un afecto personal en supuesto funeral de Estado y, en un giro que depositó lo político en el plano de lo religioso (que llevó la razón de lo público al plano de lo privado, de la silla del poder al púlpito, de lo centrado a lo desquiciado), pronunció párrafos de insólitas bienaventuranzas, no como Mesías tropical sino del Campo Marte. El amiguismo iluminado utilizó figuras bíblicas para expedir un sacro certificado oficial de inocencias y, en ese magno foro de premiadas concurrencias pluripartidistas, designó a Juan Camilo Mouriño como máximo depositario de virtudes cívicas, políticas y morales. La devoción personal del ocupante de Los Pinos llevó inclusive a establecer diferencias gráficas y protocolarias en la ceremonia en que la muerte debió haber igualado a todos: adelante, único, preferido, el ataúd correspondiente al ex secretario de gobernación, con su fotografía al frente y Calderón a un lado; atrás, en grupo, sin distinción, los demás cajones mortuorios.
De haber sido 2012, buena parte del discurso del afligido michoacano podría haber sido tomada como propuesta de candidatura presidencial; hoy, ante las circunstancias fúnebres, la relación de óptimas características y comportamientos de San Camilo parecería autoelogio indirecto: patriota, republicano, estratega, visionario, reformador, conciliador, federalista, honesto, comprometido, leal, eficaz, negociador, disciplinado, callado y un etcétera que consumió en tiempo, pasión y sentido, más de la mitad de las palabras felipenses que pretendieron corregir el enfoque virtualmente unipersonal, discriminatoriamente mouriñista, del discurso del hangar, el pasado martes en la noche, pues ahora se mencionó al resto de los viajeros caídos, con referencias elogiosas a algunos de ellos, pero manteniendo silencio respecto de los muertos en tierra que no formaban parte de burocracias ni amiguismos de elite, en un persistente privilegio de lo aéreo sobre lo peatonal, de lo político sobre lo social, de lo palaciego sobre lo popular (el desfile de personalidades políticas en las pompas fúnebres sólo subrayó la gran distancia de ese segmento del poder respecto al pueblo en general, con esas ceremonias de intereses que no calan entre quienes diariamente ven muertes sangrientas por doquier, desesperación y abatimiento sociales y un futuro cada vez más oscuro, justamente a causa de las maniobras de las cúpulas y del saqueo que por medio de la política hacen muchos personajes provisionalmente dolientes).
Calderón usó el acontecimiento fúnebre para hacer política, insistiendo en el tema que busca acomodar en toda crisis posible, el del diálogo y la unidad, y aprovechando el momento, sin interpelación posible, para dibujar a su propio gobierno, con trazos que adjudicó al difunto, como una obra de sacrificio y entrega absolutas. Los aprovechamientos políticos fueron completados con la presencia de la plana mayor de Los Chuchos y el segundo acercamiento de Marcelo Ebrard al entorno del gobernante formal del país. La virtual convocatoria a cerrar filas en torno a Los Pinos a partir de un incidente bajo sospechas trata también de aislar al otro presidente, Vicente Fox, que fue dejado solo en su hacienda guanajuatense, pues a última hora ni Manuel Espino aceptó ir a recibir el Beso de San Cristóbal. Hay quienes comenzaron a hablar ayer de que Calderón está tratando de crearse su verdadera toma de posesión, a partir de una especie de Quinazo al revés.
Dado que el propio orador del Campo Marte habló de que es necesario que surja la verdad ha de entenderse que lo sabido hasta ahora no deja de ser material provisional y posiblemente mendaz. Mucho más que simples dudas y especulaciones es lo que, por ejemplo, planteó el miércoles por la noche el especialista en seguridad Samuel González, de larga trayectoria en asuntos policiacos y colaborador cercano que fue de José Luis Santiago Vasconcelos, el hombre que encarnó la lucha oficial contra el narcotráfico y que fue relegado del discurso y el homenaje oficial a causa del amigo Mouriño. Entrevistado por Carmen Aristegui en CNN en español, González habló de las diferencias graves entre la PGR a cargo de Eduardo Medina Mora y la secretaría de seguridad pública que tiene a Genaro García Luna al frente, criticó las desviaciones discursivas de Calderón, bordeó el tema de las inconformidades de militares y policías de carrera con los políticos en el poder, y planteó que es necesario un cambio en la conducción política del país.
Como es natural, González señaló que deben analizarse todas las hipótesis sobre lo sucedido el pasado martes, sin dar por oficialmente sentada una sola explicación, sobre todo si el presunto encargado de las indagaciones, Luis Téllez, es un economista sin experiencia en investigaciones policiacas o aeronáuticas. La sobresaliente aparición de Téllez, con su Nintendo II, como aquel con el que Carpizo pretendió explicar la mecánica del asesinato de un cardenal en Guadalajara, ha hecho que florezcan las especulaciones. Las orejas que asoman, desde luego, son las de su verdadero jefe, Carlos Salinas de Gortari, y de los intereses intervencionistas de consorcios gringos como el Carlyle Group. Al respecto, el lector David García recuerda que Téllez “fue durante algunos años presidente de The Carlyle Group en México, el holding ligado a familias como la Bush, relacionado con la CIA y el FBI y que tiene intereses en armamento, energía, finanzas y tecnología y que sería uno de los principales beneficiados con una reforma petrolera a modo en México. Después del 11-S surgió la teoría sobre un supuesto sistema (Home run), desarrollado por Carlyle y probado en México, mediante el cual se podía manejar remotamente cualquier aeronave, supuestamente para ser usado en situaciones de secuestro.Y ahora resulta que el ex representante en México de Carlyle está relacionado directamente con la caída inexplicable de una aeronave con implicaciones políticas, prácticamente después de una reforma petrolera”. Y, mientras sigue oliendo a gas, ¡feliz fin de semana (en lo que sea posible)!
Balance final · Helguera
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■ No hemos recibido apoyo de los gobiernos local y federal, acusan
Exigen justicia familiares de víctimas fallecidas en tierra
■ Realizan homenajes de Estado a funcionarios y a nosotros nos ignoran
Con una urna en las manos en la que llevaba las cenizas de su hijo, Gilberto Vázquez, padre de Alan Christian Vázquez Vargas, muerto durante el percance aéreo del pasado martes en las Lomas de Chapultepec, acusó: a “los políticos les hicieron homenajes y a la gente que somos del pueblo nos hicieron a un lado, a pesar de que viven de nuestros impuestos”.
Alan Christian falleció cuando parte del avión en el que viajaban el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y otros funcionarios del gobierno federal, cayó sobre su automóvil, estacionado en la calle Monte Pelvoux.
Asimismo, con el dolor por la pérdida de su pareja, Hilda Rodríguez demandó una investigación a fondo de lo sucedido: “¡exigimos respuesta, que den con los responsables. Mi esposo era una persona inocente y lo mataron, y junto con él mataron a una familia entera!”
Entrevistados después de que fueron cremados los restos del joven de 28 años, los familiares de Alan Christian cuestionaron que mientras las autoridades federales realizan funerales de Estado para “los políticos” que murieron en el percance, “nosotros hemos tenido que sufrir el burocratismo y el desinterés del gobierno para enfrentar la incertidumbre moral y financiera que ocasionó la muerte de nuestro hijo”.
Soledad Vargas y Gilberto Vázquez, padres de Alan, hicieron un llamado a los gobiernos capitalino y federal para que consideren que debido al percance áereo “dos niños quedaron sin padre; no hay quien los vea y ahora su esposa, sola, deber pagar la renta y las colegiaturas”.
Aunque el servicio fúnebre en una agencia de la calle de Sullivan fue pagado por la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF), los padres de Alan no olvidan las dificultades que vivieron el pasado miércoles para identificarlo.
“Tuvieron que pasar 18 horas para que nos lo entregaran. Llegamos a las tres de la mañana y nadie nos atendía. A las nueve una secretaria nos dijo que esperáramos un ratito, ese ratito fue de cinco horas para que sacaran las placas dentales”, pero nos entregaron el cuerpo siete horas más tarde, explicaron.
Durante el funeral, familiares y amigos recordaron a Alan como un “muchacho alegre, que le gustaba imitar a las personas, pero sobre todo como padre y esposo amoroso”.
Hace 10 años empezó a trabajar en el área bursátil como vendedor de fondos de inversión. Alan tenía ocho años de casado y vivía con su esposa y sus dos hijos, de siete y tres años, en la colonia Algarín; “su familia es muy unida”, señaló su padre.
Después de 48 horas de ocurrido el accidente, comentó Hilda, ninguna autoridad nos ha ofrecido ayuda. “Dejamos teléfonos, datos, nos dijeron que si necesitábamos alguna información nos acercáramos a ellos (la PGJDF), pero creemos que son ellos los que tienen que acercarse a nosotros”.
Por eso, afirmó Gilberto Vázquez, el “momento emocional y la pena han concluido, de aquí en adelante vamos a ser más prácticos para asegurarnos de que el gobierno cumpla con su obligación, porque no sólo políticos fueron los afectados con esto”.
La última conversación entre Alan y su esposa tuvo lugar momentos antes del percance aéreo. Ella salió del edificio número 111 de la calle Monte Pelvoux cuando recordó que había olvidado su computadora portátil, “le dejó unos documentos y regresó a su oficina”, entonces se escuchó un fuerte estruendo y hubo fuego por todos lados.
Los padres de Alan aseguraron que su hijo tenía una vida feliz, todo el mundo lo quería, por eso a su funeral llegaron más de 300 personas, pero “lo mataron y por eso exigimos que se haga justicia, que se investigue a fondo lo sucedido y que las autoridades nos den apoyo para que su familia pueda salir adelante”.
Preocupación · El Fisgón
¿Atentado?
Ampliar la imagen Las cajas negras halladas en el lugar del percance ya fueron enviadas a Estados Unidos, donde serán analizadas por técnicos especializados de ese país Foto: Notimex
Por fortuna, el secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez Kuenzler, no está al frente de ninguna oficina de comunicación social, porque su desempeño para el país sería más peligroso ahí que en las dos secretarías que ha ocupado. Su gran insistencia en que los ciudadanos mexicanos le creamos que la tragedia aérea ocurrida el pasado martes 4 de noviembre fue sólo un accidente despierta más sospechas que certidumbre. No es conveniente para el país y para el gabinete al que pertenece que esa versión oficial se presente con tanta insistencia e intolerancia. No es momento, no es prudente dirigirse así al país en un asunto de tal trascendencia.
No me propongo defender ni rechazar la posibilidad de que la tragedia del día 4 de noviembre pudiera considerarse un atentado. Sólo me propongo explicar que, a diferencia de la postura enfática de Luis Téllez, muchas acciones del gobierno federal indican que el gobierno parte de la hipótesis del atentado.
Primero, no fue la PGR ni la PFP ni la policía judicial del Estado quien ocupó las instalaciones del aeropuerto de San Luis Potosí al momento de conocerse la caída del Jet XC-VMC, sino el Ejército Mexicano. ¿Por qué una medida como ésta? Es lógico que con esta acción militar se buscaba conocer el movimiento de personal que pudiera haber tenido acceso a la aeronave durante el tiempo que estuvo en tierra. Es decir, la hipótesis de esta acción militar no parte de un accidente inesperado.
Segundo, el discurso del presidente Felipe Calderón leído en el hangar presidencial no hizo referencia a ningún accidente, lo cual hubiese allanado el camino al discurso oficial de Luis Téllez. Esa omisión en una persona como él, tan dado a apresurarse en sus conclusiones, sugiere que la información que se le entregó antes o durante su vuelo a la ciudad de México también contenía una opción más que la del solo accidente.
Tercero, Lorenzo Chim, corresponsal de La Jornada, informó que “a las 20:30 horas, llegaron efectivos militares vestidos de civil fuertemente armados” a la casa de Carlos Mouriño Terrazo, y que entre ellos había “elementos del Estado Mayor Presidencial”. La mansión de Juan Camilo, del barrio de San Román, y su rancho Villa Geli, en la zona suburbana de Imí, se encontraban vacíos, pero también contaban con vigilancia. Esto sugiere que el Ejército trató de anticiparse a algún posible “percance” que pudiera sufrir el hermano del secretario de Gobernación. Es decir, partían de una hipótesis diferente a la de sólo un lamentable accidente.
Cuarto, el Learjet 45 se encontraba en perfectas condiciones, según informó el 6 de noviembre Fabiola Martínez en La Jornada, pues “fue sometido recientemente a un mantenimiento integral en Estados Unidos para asegurar su correcta operación (…) La rigurosa revisión de la aeronave se inició a finales de julio de este año y fue entregado hasta los primeros días de octubre pasado (…) existen evidencias acerca de los cuidados extremos a que era sometido el Learjet como asunto de seguridad nacional, debido a que estaba asignado al responsable de la política interna del país.” En estas condiciones, hablar de “fallas mecánicas” es aventurado y requiere de un tratamiento más abierto y prudente por parte del secretario Luis Téllez.
Quinto, y vinculado con el punto anterior, el asunto debe centrarse, pues, en el tipo de accidente. Por ejemplo, una aeronave como ésta es capaz de volar con una sola turbina; no es un aparato que pueda desplomarse fácilmente, sobre todo si había sido sometido a un mantenimiento minucioso. La ruta de vuelo era la correcta y la velocidad de su acercamiento al aeropuerto para tomar la pista indicada por la torre de control también era correcta. En estas condiciones, ¿qué tipo de falla mecánica podría sugerirse como explicación plausible? O mejor, ¿qué inusitada falla mecánica podría explicarnos lo ocurrido?
El punto sexto se conecta con el anterior: ¿para aclarar una falla técnica, por muy compleja que sea, no es natural que el ciudadano mexicano considere excesivo el asesoramiento de expertos extranjeros? Tal asesoría sugiere que el gobierno federal parte de la idea de que el “accidente” puede ser más complejo de lo que afirma el secretario Téllez.
Séptimo, es riesgoso, por incompleto y sesgado, que el secretario Téllez proponga como demostración de que se trató de un accidente una hipótesis insuficiente: creer que el único tipo de sabotaje posible es el de una bomba que despedace la aeronave. Aquí está el punto más débil de la argumentación del secretario Téllez. Los sabotajes pueden prepararse de diversas maneras: por ejemplo, por un desajuste o desperfecto en los instrumentos de control de la aeronave. En este caso, las hipótesis también pueden ser diversas: desde un sabotaje “mecánico” hasta un sabotaje de tipo electrónico; en este último caso, el sabotaje pudo haberse consumado tecnológicamente desde un teléfono celular.
Es natural que, a diferencia del secretario Téllez, las autoridades del gobierno federal manejen otras hipótesis y requieran de expertos extranjeros. Un sabotaje de tipo electrónico requiere, evidentemente, para su aclaración y confirmación de la asesoría de expertos extranjeros como los que visitan nuestro país en estos momentos.
El accidente solitario · Rocha
¿El piloto?
El martes por la tarde comenzaba a ver los resultados de las elecciones presidenciales en Estados Unidos cuando de repente apareció en las páginas de Internet la noticia del accidente de una aeronave en pleno centro de la ciudad de México. La noticia era escueta pero preocupante.
La alegría de ver cómo Obama avanzaba en la votación de Estados Unidos contrastaba con la noticia del accidente en el corazón del país. Minutos después la vaga información inicial sobre el accidente se convertía en una noticia que colapsaba a la nación. En el avión siniestrado viajaban el secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, y José Luis Santiago Vasconcelos, ex subprocurador de la SIEDO.
El contexto en que se produjo el siniestro es el de un país convulsionado en lo político, polarizado en lo social y confrontado entre militares y organizaciones criminales, en donde estructuras policiacas, judiciales y políticas han sido penetradas por el narcotráfico, cuya capacidad de fuego y organización criminal ha demostrado no tener límites para conseguir sus propósitos e incrementar su capacidad de control territorial, financiero y político.
La pérdida de vidas humanas es un hecho lamentable y doloroso, no importa que éstas sean de amigos, familiares o adversarios. La muerte de Juan Camilo Mouriño y quienes lo acompañaban es un hecho lamentable, doloroso y preocupante para el país. Lo conocí como diputado federal de la 58 Legislatura, poco lo traté, pero nunca tuve la impresión de que fuera una persona fanática, más bien era amable y serio en su trato. Nunca tuvimos coincidencias en lo ideológico, pero ello no era obstáculo para una relación parlamentaria respetuosa y cordial. La cercanía de Mouriño con Felipe Calderón, coordinador de la bancada panista de esa legislatura, era evidente y se mostraba desde ese tiempo la confianza que existía entre ambos.
Por ello creo que estamos ante un conjunto de factores que reclaman no sólo una investigación seria, responsable y escrupulosamente profesional. En un país donde se nos ha acostumbrado a decir medias verdades o mentiras completas, la sospecha cunde y se esparce como pandemia.
Las primeras informaciones producidas por el gobierno federal a través del secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez, abonan al clima de incertidumbre, al solicitar primero que no se generen especulaciones, informa que se van a contratar peritos internacionales y luego concluye sin que medie investigación alguna que “hasta ahora apunta todo a un accidente”. De las primeras opiniones vertidas por Luis Téllez se puede deducir la existencia de un “atentado contra la inteligencia” del pueblo mexicano.
La especulación que alientan y promueven sectores del gobierno federal acerca del siniestro debe ser parada de inmediato y dar paso a lo que ellos mismos llaman una investigación seria y profesional, que responda y dé cuenta de todos los elementos que deben revisarse para esclarecer este hecho lamentable y le permita al país tomar las decisiones pertinentes para garantizar la seguridad nacional.
Muchas preguntas deberán responder quienes realicen la investigación. ¿Quiénes tenían a su cargo la seguridad y el mantenimiento del avión? ¿Quién resguardaba la nave en el DF y quién lo hizo en San Luis Potosí? ¿Cuál es el grado de seguridad en el mundo que tienen el tipo de naves en la que viajaba el secretario de Gobernación? ¿Quiénes sabían del itinerario del secretario de Gobernación y de Jose Luis Santiago Vasconcelos? ¿La ciudad de México está en peligro de sufrir las consecuencias de accidentes similares? Es decir, hay más preguntas que respuestas en un asunto que ha impactado a la nación; sin embargo, es lamentable el inicio de la propagación de conjeturas e hipótesis sin haber realizado ninguna investigación.
Es lamentable que ya empieza a armarse el “cuadro” con que preparan el terreno y que la opinión pública acepte la versión oficial de “error humano” para explicar el evento. Tal parece que le van a aventar la responsabilidad al eslabón más débil de la cadena, es decir, a los pilotos, quienes ya están muertos y no pueden defenderse.
Los pilotos son los chivos expiatorios perfectos. El gobierno no puede hablar de una falla mecánica del avión porque significaría responsabilizar a la empresa fabricante (con recursos, poderosa y con intereses económicos inmensos, y que además se va a defender). ¿Alguien confía en un modelo inseguro, con alto récord de siniestros? Por otra parte, en esos aviones viajan millonarios, quienes no expondrían su pellejo volando en un avión inseguro, condición demostrada si un peritaje indica que hubo una falla mecánica en un accidente.
El gobierno no puede culpar ni al fabricante ni a la empresa que proporcionaba el mantenimiento ni a los controladores, porque daría pie a que hubiese responsables legales, sujetos (eventuales) a demandas millonarias de los deudos.
En ese sentido, lo más fácil resulta echarles la culpa a los pilotos. Los pilotos fallecidos constituyen los “pagadores” ideales para el sistema. El propio diario Reforma ya cabeceó hoy jueves sus titulares indicando que “todo apunta al piloto”. En todo caso, ¿quién contrató al piloto?
Más vale que quienes dicen que querían y apreciaban a Mouriño honren su memoria, realizando una investigación seria y responsable, atributos hasta hoy no demostrados en este asunto por el vocero gubernamental Luis Téllez, cuyo desempeño gubernamental ha estado ligado a los intereses de poderosos grupos económicos, nacionales e internacionales, los mismos que no dudaría en defender si viesen en riesgo sus intereses.
En estos días de luto nacional, vaya con este artículo nuestro más sentido pésame a todos los familiares de las personas fallecidas en la tragedia del martes pasado.