CRÓNICAS DEL ZÓCALO DEL DF
Día 35
Gerardo Oviedo
El acontecimiento más importante en la historia del Congreso de la Unión tuvo lugar el 1 de septiembre, y tanquetas, cascos y toletes que lo resguardaban quedaron esperando por parte del gobierno federal “con los colmillos afilados”. La estrategia fue clara y contundente por la Coalición por el Bien de Todos: “éste es un movimiento de resistencia civil pacífico, y no caeremos en ninguna trampa, en ninguna provocación”, había señalado Andrés Manuel López Obrador. Y la resistencia funcionó: Vicente Fox dio unos pasos en el vestíbulo de la Cámara de Diputados y entregó el informe del gobierno federal de pie y “con la cola entre las patas”, como dijera uno de los convocados en el zócalo capitalino. Fox abandonó el recinto legislativo, y entonces, con toda la alegría y emoción del mundo, celebraron hombres, mujeres, ancianos, niños, jóvenes, chavas y chavos que “ese traidor a la democracia” fuera “tirado al basurero de la historia”.
Acontecimiento que jamás se había presentado en la vida política de México. Y en los campamentos, en la plancha del zócalo, todo era euforia: “La primera victoria para llegar al triunfo”, como dijera un compañero de Puebla. “Esto nos demuestra que la unión hace la fuerza”. “El pueblo de México ya se cansó de que siempre se nos tome del pelo, de que siempre este grupo de privilegiados estén en el poder y no tome en cuenta lo que el pueblo quiere”.
Horas antes, bajo un aguacero, “como si se estuviera cayendo el cielo a pedazos”, y con miles de sombrillas que se abrían como girasoles al sol, la gente en el zócalo capitalino estaba expectante para saber si se iba a marchar hacia San Lázaro. Saber si las tanquetas que el gobierno federal había instalado como instrumento de negociación, como instrumento de garrote para convencer por “vía de la fuerza y no de la razón” al pueblo de México, como “parte de la maniobra de la derecha”, serían utilizadas contra el movimiento de resistencia civil.
Y mientras el agua fluía a cántaros, de motu propio la gente en el zócalo comenzó a cantar el himno nacional mexicano bajo la batuta de su propia convicción. “Hoy no pasarán Fox ni Fecal”. Y no pasaron. Porque minutos después de las 7 de la noche, y después que Andrés Manuel López Obrador preguntara: “¿vamos o nos quedamos?” a San Lázaro y recibiera un contundente “no” por respuesta, la gente coreaba: “ni viento, ni lluvia pararan esta lucha”, ¡No nos moverán!”
Mientras tanto en la Cámara de Diputados la represión federal fue denunciada por diputados y senadores de la Coalición por el Bien de Todos, quienes con la Constitución en la mano “restituyeron la dignidad que había perdido” ese órgano legislativo. “Tanquetas están aquí afuera, por un gobierno represor”, había dicho Carlos Navarrete, coordinador de los senadores de la bancada del PRD, en su alocución en tribuna.
En la pantalla del zócalo capitalino no había señal de video debido a fallas técnicas, pero se instrumentó un radio portátil para amplificarlo justo en el momento en que Vicente Fox decía: “Bien, señor secretario de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, en cumplimiento del artículo 69 de la Constitución he asistido a este Congreso de la Unión y hago entrega del informe correspondiente al último año de mi gestión. Ante la actitud de un grupo de legisladores que hace imposible la lectura del mensaje que he preparado para esta ocasión, me retiro de este recinto”. Entonces el júbilo retumbó en todo el zócalo. “De norte a sur, de este a oeste, ganaremos esta lucha, cueste lo que cueste”.
En el templete principal el murmullo era: “lo entregas y te vas”, y los aplausos fluían como no se había visto durante los 34 días de resistencia civil pacífica. El actor Daniel Giménez Cacho comentó: “Esto es histórico. Bravo.” Y aplaudía al lado de la actriz Dolores Heredia y de los miles de congregados en la plancha. “Porque jamás se había dado un hecho como éste. Es digno de alabarse”, comentó una ciudadana desde la valla.
Luego vino el himno nacional, que fue transmitido desde el Congreso de la Unión, y todas las voces se unieron con los legisladores que “se habían puesto los pantalones y las enaguas” desde San Lázaro.
Pasadas las 10 de la noche, cuando las vallas y los toletes fueron desmantelados en el Congreso de la Unión, “cuando ese cerco indigno” fue levantado, como dijera Antonia, de la colonia Portales, los legisladores se presentaron en el templete del zócalo capitalino, recibiendo una ovación “por ser los héroes del día”, “los que verdaderamente han escuchado la voz del pueblo, nuestros verdaderos representantes”. Y la senadora Rosario Ibarra de Piedra, a nombre de los legisladores, dio las gracias, “porque no se puede vivir en una república simulada”, y exigió que se quitaran todas las vallas y todo el cerco que se ha puesto, ya que el Congreso de la Unión “es la casa del pueblo, y el pueblo tiene el derecho de transitar libremente por ella”. Y los aplausos fueron mayores.
Ya para el día siguiente, después de la victoria de la noche anterior, se empezaron a dar las primeras acreditaciones en los campamentos instalados en el zócalo para ser delegado de la Convención Nacional Democrática. Puebla fue de los primeros: nombre, domicilio, delegación o municipio y la firma de la comisión nacional organizadora: Rafael Hernández, Elena Poniatowska y Jesusa Rodríguez.
Y hoy domingo, frente a miles de congregados, Andrés Manuel López Obrador señaló: “no vamos a reconocer a ese pelele... a ese presidente espurio”, y las gargantas volvieron a sonar: “¡Presidente! ¡Presidente!” Y los poblanos, con su acreditación colgando del cuello, comenzaron a ocuparse en talleres para dar una información completa sobre los trabajos que habrán de llevarse a cabo en la Convención Nacional Democrática, porque, como dijera Ana: “Ahí, en la Convención, vamos a ratificar a Andrés Manuel como presidente de México, porque él ganó las elecciones. Y la convención nomás lo va a ratificar. No queremos ningún delegado de resistencia o cualquier otra cosa. No lo vamos a aceptar. Sólo presidente. Él es presidente de México y punto. Y así es como lo vamos a hacer. Lo vamos a ratificar en el cargo para el que millones de gentes (sic) votamos por él y que nos quieren usurpar esos rateros panistas”.
Y el domingo se vuelve un carnaval, porque entre tantas nubes, tanta agua, por fin está brillando el sol.