“Este país se va a poner de la chingada”, señaló el escritor Paco Ignacio Taibo II
(Juan Pablo Ramos Monzón)
Como el pueblo que se reúne en una fiesta o antes de una batalla, así centenares de personas se dieron cita la noche del miércoles para escuchar a Paco Igancio Taibo II, quien presentó en medio de una velada lluviosa, pero cálida por el calor humano, su más reciente libro: Pancho Villa. En punto de las 19 horas, el patio de la librería Profética se colmó de lectores y seguidores del autor de Ernesto Guevara, también conocido como el Ché. Jóvenes de cabello largo y playeras con el rostro de Villa o del Sub esperaban con ansiedad el discurso de Taibo. También lo hacían señoras de vestido largo o pantalones negros, y señores de cabello blanco y puro en la boca.
Como acto introductorio, Pedro Ángel Palou, autor de Zapata, hizo una reflexión sobre la novela de Taibo II y los “fenómenos” literarios que su presencia provoca en México, como “el hecho de que haya mucha gente en la presentación de un libro”, bromeó. Las sillas que fueron colocadas en el patio fueron insuficientes, por lo que más de la mitad de las personas presentes estuvieron de pie atentas a las palabras de Palou: “Pancho Villa es mucho más que una biografía narrativa, es una interpretación histórica, es un ensayo de principio, incluso un credo personal del autor”.La novela como forma de recordar a un personaje histórico, tan importante como Villa (18781923) requiere de un gran conocimiento y con este trabajo, “a muy poco tiempo de haber salido ya es un libro fundamental de la historiografía villista y mexicana sobre la Revolución y es un libro fundamental para entender la época que estamos viviendo en México”, señaló con respecto a la obra de Paco Ignacio Taibo II. También reconoció la cualidad del escritor de convertir en historia cada tema que aborda en sus libros, así como su capacidad para hacerlo desde la novela. Sobre esa situación, Palou le hizo una pregunta al escritor para que comenzara con su intervención: “¿Qué retos implica para el novelista, no sólo para el biógrafo, acercarse a un personaje como Villa que en sí mismo es un mito que hizo todo lo posible para convertirse en tal; eso te da más o menos libertad como biógrafo?”La respuesta fue inmediata: “Ahorita te contesto”, dijo. Antes de abordar el tema propuesto por Palou, Taibo quizo hacer un prólogo sobre su visita a la ciudad de Puebla, contando una anécdota remontada a 1863, después de la derrota de Gonzáles Ortega. Recordó al público el pasaje de la historia cuando los franceses iban con rumbo a la ciudad de México y Juárez estaba a punto de salir de ahí, antes de que llegaran los invasores. “Antes de partir le avisaron que lo esperaban afuera de su oficina. Salió y se encontró con 50 pelados. Venimos a traérle esto: reatas, mecates. Somos los campaneros de la ciudad de Puebla que le chingamos las careatas a las campanas” y sobre eso dijo “hoy vengo a Puebla a conversar con los descendientes de los campaneros no con los descendientes de los otros”. Esas palabras arrancaron un abundante aplauso que envolvió al recinto cultural. Luego de unos segundos Taibo II continuó, respondiendo a Palou. “Cuando mirábamos a Villa descubríamos una especie de leyenda blanca, leyenda negra, mito, anécdota, imágenes fabricadas por el cine de muy baja calidad histórica incoherente del Villa borracho que nunca lo fue, versiones encontradas del propio Villa que contaba historias”. Tras esa primera respuesta hizo hincapié en el gran valor del “centauro del norte”: su poder de convocatoria que hasta la actualidad “sigue siendo en este país la representación de la educación y la venganza de los jodidos, y esto, tiene un poder inmenso”. La identidad que el personaje, en el que basa su novela, provoca a los mexicanos es algo que no existe en estos días, señaló. “Ahora te dicen, eres mexicano como Fox... esas son chingaderas”. Ahora, con la novela que presentó, dijo sentirse en el sueño de todo escritor, con las manos llenas de un personaje que lucha contra el mito de sí mismo. La noche iba avanzando y los escuchas, de pie, sentados, recargados en las paredes, seguían con atención las palabras de Paco Ignacio Taibo, un hombre que vive del presente, como lo declaró más tarde en entrevista; pero además, con un sentido de lo que puede venir. “Tengo una capacidad” dijo, “quizá la única que tengo y es para prever que este país se va a poner de la chingada y vamos a necesitar de Pancho Villa para que nos cuide los sueños. Después de la experiencia del Fobaproa, los hermanos incómodos, el presidente que inventa a Borges... era previsible que necesitáramos de Pancho Villa. Los últimos acontecimientos lo confirman. No se les olvide que en 1917 Villa pidió la pena de muerte para quien cometiera fraude electoral”. Un Villa míticoPalou formuló otra interrogante para continuar con la dinámica de la presentación, esta vez sobre cuál sería la pregunta central para iniciar con una novela biográfica como la de Pancho Villa, ya que en reiteradas ocasiones, Taibo ha dicho que para escribir historia verdadera sobre México se deben hacer las preguntas adecuadas. La reflexión vino inmediatamente: “Yo creo que hay dos, la primera es ¿quién eres, de dónde vienes y a dónde vas? Para que te explique que el carácter de la revolución es muy peculiar. La segunda es más complicada: ¿Cómo chingáos te rescato del mito sin perder la maravillosa riqueza anecdótica?”Y es precisamente así como se desarrolla su libro, rescatando las anécdotas de un Pancho Villa con emociones más humanas que míticas, aquellas que no se cuentan en la historia académica. Un personaje que sin dejar de ser el héroe es mostrado en su lado más humano. Taibo continuó: “Cómo demonios logro trabajar sobre la violencia espontánea de este personaje con reacciones como el sentido de la compasión. Villa era un hombre que lloraba en público, y le valía madres. No se sentía menos por mostrar en público su llanto”.Con un gran orgullo de sentirse mexicano, Paco Ignacio Taibo II confesó que en el proceso de escritura de la novela que presentó, quiso una y otra vez que Villa ganara la batalla de Celaya. Ahora esta en planes de escribir sobre la Guerra de Reforma. “La Guerra de Reforma la ganamos, me llena es hora de contar una batalla donde los mexicanos ganemos”. El público aplaudió cada una de las intervenciones del escritor, también rieron y mostraron su acuerdo con las declaraciones que daba sobre la “sociedad disociativa” en la que está inmersa el país, donde la nacoburguesía predomina y toma las decisiones de México. Una persona del público preguntó por qué escribía en un país donde no se consume la lietaratura, donde apensas se lee medio libro por persona. Sobre este tema fue claro al decir que los escritores son la piedra que se lanza al agua para provocar un círculo concéntrico que va creciendo y donde luego se producen los pensamientos. Con estas reflexiones, el escritor concluyó y Palou invitó a que el público se acercara para que Paco Ignacio Taibo II les firmara sus libros. La gente se avalanzó sobre la mesa donde estaba sentado el autor, y el orden que guardaron hasta ese momento se comenzó a romper. Cada uno quería llevarse ese momento impreso en la primera página de la novela, del libro que cuenta la historia para que se recuerde y si es necesario se repita.
(Juan Pablo Ramos Monzón)
Como el pueblo que se reúne en una fiesta o antes de una batalla, así centenares de personas se dieron cita la noche del miércoles para escuchar a Paco Igancio Taibo II, quien presentó en medio de una velada lluviosa, pero cálida por el calor humano, su más reciente libro: Pancho Villa. En punto de las 19 horas, el patio de la librería Profética se colmó de lectores y seguidores del autor de Ernesto Guevara, también conocido como el Ché. Jóvenes de cabello largo y playeras con el rostro de Villa o del Sub esperaban con ansiedad el discurso de Taibo. También lo hacían señoras de vestido largo o pantalones negros, y señores de cabello blanco y puro en la boca.
Como acto introductorio, Pedro Ángel Palou, autor de Zapata, hizo una reflexión sobre la novela de Taibo II y los “fenómenos” literarios que su presencia provoca en México, como “el hecho de que haya mucha gente en la presentación de un libro”, bromeó. Las sillas que fueron colocadas en el patio fueron insuficientes, por lo que más de la mitad de las personas presentes estuvieron de pie atentas a las palabras de Palou: “Pancho Villa es mucho más que una biografía narrativa, es una interpretación histórica, es un ensayo de principio, incluso un credo personal del autor”.La novela como forma de recordar a un personaje histórico, tan importante como Villa (18781923) requiere de un gran conocimiento y con este trabajo, “a muy poco tiempo de haber salido ya es un libro fundamental de la historiografía villista y mexicana sobre la Revolución y es un libro fundamental para entender la época que estamos viviendo en México”, señaló con respecto a la obra de Paco Ignacio Taibo II. También reconoció la cualidad del escritor de convertir en historia cada tema que aborda en sus libros, así como su capacidad para hacerlo desde la novela. Sobre esa situación, Palou le hizo una pregunta al escritor para que comenzara con su intervención: “¿Qué retos implica para el novelista, no sólo para el biógrafo, acercarse a un personaje como Villa que en sí mismo es un mito que hizo todo lo posible para convertirse en tal; eso te da más o menos libertad como biógrafo?”La respuesta fue inmediata: “Ahorita te contesto”, dijo. Antes de abordar el tema propuesto por Palou, Taibo quizo hacer un prólogo sobre su visita a la ciudad de Puebla, contando una anécdota remontada a 1863, después de la derrota de Gonzáles Ortega. Recordó al público el pasaje de la historia cuando los franceses iban con rumbo a la ciudad de México y Juárez estaba a punto de salir de ahí, antes de que llegaran los invasores. “Antes de partir le avisaron que lo esperaban afuera de su oficina. Salió y se encontró con 50 pelados. Venimos a traérle esto: reatas, mecates. Somos los campaneros de la ciudad de Puebla que le chingamos las careatas a las campanas” y sobre eso dijo “hoy vengo a Puebla a conversar con los descendientes de los campaneros no con los descendientes de los otros”. Esas palabras arrancaron un abundante aplauso que envolvió al recinto cultural. Luego de unos segundos Taibo II continuó, respondiendo a Palou. “Cuando mirábamos a Villa descubríamos una especie de leyenda blanca, leyenda negra, mito, anécdota, imágenes fabricadas por el cine de muy baja calidad histórica incoherente del Villa borracho que nunca lo fue, versiones encontradas del propio Villa que contaba historias”. Tras esa primera respuesta hizo hincapié en el gran valor del “centauro del norte”: su poder de convocatoria que hasta la actualidad “sigue siendo en este país la representación de la educación y la venganza de los jodidos, y esto, tiene un poder inmenso”. La identidad que el personaje, en el que basa su novela, provoca a los mexicanos es algo que no existe en estos días, señaló. “Ahora te dicen, eres mexicano como Fox... esas son chingaderas”. Ahora, con la novela que presentó, dijo sentirse en el sueño de todo escritor, con las manos llenas de un personaje que lucha contra el mito de sí mismo. La noche iba avanzando y los escuchas, de pie, sentados, recargados en las paredes, seguían con atención las palabras de Paco Ignacio Taibo, un hombre que vive del presente, como lo declaró más tarde en entrevista; pero además, con un sentido de lo que puede venir. “Tengo una capacidad” dijo, “quizá la única que tengo y es para prever que este país se va a poner de la chingada y vamos a necesitar de Pancho Villa para que nos cuide los sueños. Después de la experiencia del Fobaproa, los hermanos incómodos, el presidente que inventa a Borges... era previsible que necesitáramos de Pancho Villa. Los últimos acontecimientos lo confirman. No se les olvide que en 1917 Villa pidió la pena de muerte para quien cometiera fraude electoral”. Un Villa míticoPalou formuló otra interrogante para continuar con la dinámica de la presentación, esta vez sobre cuál sería la pregunta central para iniciar con una novela biográfica como la de Pancho Villa, ya que en reiteradas ocasiones, Taibo ha dicho que para escribir historia verdadera sobre México se deben hacer las preguntas adecuadas. La reflexión vino inmediatamente: “Yo creo que hay dos, la primera es ¿quién eres, de dónde vienes y a dónde vas? Para que te explique que el carácter de la revolución es muy peculiar. La segunda es más complicada: ¿Cómo chingáos te rescato del mito sin perder la maravillosa riqueza anecdótica?”Y es precisamente así como se desarrolla su libro, rescatando las anécdotas de un Pancho Villa con emociones más humanas que míticas, aquellas que no se cuentan en la historia académica. Un personaje que sin dejar de ser el héroe es mostrado en su lado más humano. Taibo continuó: “Cómo demonios logro trabajar sobre la violencia espontánea de este personaje con reacciones como el sentido de la compasión. Villa era un hombre que lloraba en público, y le valía madres. No se sentía menos por mostrar en público su llanto”.Con un gran orgullo de sentirse mexicano, Paco Ignacio Taibo II confesó que en el proceso de escritura de la novela que presentó, quiso una y otra vez que Villa ganara la batalla de Celaya. Ahora esta en planes de escribir sobre la Guerra de Reforma. “La Guerra de Reforma la ganamos, me llena es hora de contar una batalla donde los mexicanos ganemos”. El público aplaudió cada una de las intervenciones del escritor, también rieron y mostraron su acuerdo con las declaraciones que daba sobre la “sociedad disociativa” en la que está inmersa el país, donde la nacoburguesía predomina y toma las decisiones de México. Una persona del público preguntó por qué escribía en un país donde no se consume la lietaratura, donde apensas se lee medio libro por persona. Sobre este tema fue claro al decir que los escritores son la piedra que se lanza al agua para provocar un círculo concéntrico que va creciendo y donde luego se producen los pensamientos. Con estas reflexiones, el escritor concluyó y Palou invitó a que el público se acercara para que Paco Ignacio Taibo II les firmara sus libros. La gente se avalanzó sobre la mesa donde estaba sentado el autor, y el orden que guardaron hasta ese momento se comenzó a romper. Cada uno quería llevarse ese momento impreso en la primera página de la novela, del libro que cuenta la historia para que se recuerde y si es necesario se repita.