La anacrónica jerarquía católica
Sergio Cortés Sánchez
El 86 por ciento de los ciudadanos del municipio de Puebla se autodefine católico, credo que no lo limita para expresar sus opiniones, contrarias en la mayoría de los casos a la pronunciada por los ministros de dicho culto. Dos de cada tres ciudadanos aceptan el aborto cuando es producto de una violación, está en peligro la vida de la madre o hay malversación física o mental del feto; en el caso particular de la autorreproducción elegida, uno de cada cinco acepta el aborto si su proyecto de vida es otro, y si hubo inseminación no consentida, el 37 por ciento de los ciudadanos aprueba el aborto. Las causales de pobreza, falla del método anticonceptivo y ausencia de matrimonio no se consideran determinantes para aceptar que una embarazada decida interrumpir la gestación.
La iglesia es concebida como la principal institución que influye en el rechazo al aborto, pero cotidianamente pierde influencia: en 2003, 79 por ciento de los ciudadanos consideró que influía mucho o algo, este mes fue el 73 por ciento quien así lo reconoció. En el caso del gobierno, ese porcentaje disminuyó del 46 por ciento, hace cuatro años, al 39 por ciento ahora, y en la valoración de los médicos, su importancia (mucho o algo) pasó del 70 al 53 por ciento para los años referidos. Para fortuna de los mortales, los siervos del señor se emancipan de sus tiranos jerarcas: el 47 por ciento de los ciudadanos considera incorrecto la posición de la iglesia de excomulgar a quienes practican el aborto o ayudan a ello, en tanto que el 39 por ciento lo cree correcto. En una pregunta de opción múltiple, mutuamente excluyentes, el 10.5 por ciento de los ciudadanos considera que el aborto debe despenalizarse y cada quien es responsable de practicarlo o no; el 64 por ciento dice que debe ser permitido sólo en algunos casos, y el 24 por ciento manifiestó que bajo ninguna circunstancia debe ser autorizado.
Muy lentamente aumenta la tolerancia a la pluralidad de credos y a las diferentes proyectos de vida: en el año 2004, el 8 por ciento de los ciudadanos ayudaría a una amiga a abortar si esa fuera su decisión, hoy es el 12 por ciento, y en sentido inverso, el 78 por ciento dice que no ayudaría a una amiga a practicarse el aborto, hoy fue el 72 por ciento. La solidaridad con las embarazadas aumentó, en el año 2003 el 28 por ciento de los amigos respetó la decisión de la amiga a practicarse un aborto, hoy es el 40 por ciento. La iglesia está en contra del usos de la píldora del día siguiente, de las relaciones premaritales y de los contratos de convivencia, en tanto que los feligreses de esa religión lo valoran positivo. Los arzobispos, obispos y cardenales no sólo muestran incoherencias con sus doctrinas (su hecho es diferente al dicho), sino que se alejan cada vez más de sus adoctrinados. Que dios nos proteja de ellos, que de los herejes nos cuidaremos nosotros.