PAN: Demagogia y table dance
Álvaro delgado
México, D.F., 13 de agosto (apro).- El vetusto ceremonial del 1 de
septiembre corresponde al régimen presidencial vigente en México, por lo
ue la iniciativa anunciada por el Partido Acción Nacional (PAN) para
modificar el formato es sólo una acción demagógica, como lo es también el
desplante de Felipe Calderón de pretender deliberar con los legisladores.
No hay que hacerle al tonto: el formato previsto en la Ley Orgánica del
Congreso para darle cumplimiento al mandato constitucional al Ejecutivo
para que informe del estado que guarda la nación se agotó en 1988, cuando
tronó el diseño de partido único y afloró una más equilibrada presencia
parlamentaria en el Congreso.
Pero desde entonces han pasado casi dos décadas y no ha habido voluntad de
quienes han ostentado el poder, ni desde la oposición tampoco --aun después
de la alternancia en el Ejecutivo--, para terminar con ese viejo ritual del
presidencialismo autoritario, sencillamente porque no está en el horizonte
de la clase política en su conjunto la reforma al diseño institucional, que
no sólo es necesaria sino urgente.
Menos será posible terminar con el acartonamiento que conduce a la
insolencia recíproca entre el Ejecutivo y los congresistas, como tantas
veces se ha visto en estos casi 20 años --de manera notable con Vicente
Fox--, con la iniciativa que el PAN anunció que presentará, no porque no
sea necesaria, sino porque se trata de una maniobra de Calderón Hinojosa
para cobrar réditos políticos.
Si tantas ganas tiene Calderón de dialogar con los legisladores, él que se
ufana de ser parlamentario de larga experiencia, no se entiendo cómo no
presentó jamás como diputado una iniciativa al respecto ni la ha presentado
ahora que también tiene facultad. A lo único que llegó como diputado fue a
formular dos propuestas: que la república se denomine sólo México --y no
Estados Unidos Mexicanos-- y un tabulador de salarios de los servidores
públicos.
Nunca hizo, ni siquiera como coordinador parlamentario en el primer trienio
de Fox, el más mínimo esfuerzo para lograr la aprobación de sus dos
iniciativas. Eficaz, entonces, no es.
Pero más aún: una deliberación auténticamente seria con los legisladores,
en la que se ensaye el debate real, implica cambiar no sólo el formato de
la entrega del informe presidencial –que, en sentido estricto, es sólo
hacer llegar los tomos con la información, no emitir un mensaje--, sino la
transformación del régimen a uno semipresidencial o semiparlamentario.
Lo que propone el PAN es sólo un parche, y lo que Calderón quiere es verle
la cara de tontos a los mexicanos: ni uno ni otro han formulado un
planteamiento de fondo para hacer posible una deliberación auténtica entre
Ejecutivo y Legislativo.
La propuesta del PAN para la reforma del Estado, presentada apenas en
julio, plantea fortalecer el régimen presidencial y le saca la vuelta a la
conversión de un régimen, ya no digamos parlamentario, sino
semiparlamentario, en el que se considere la figura de jefe de gabinete o
jefe de gobierno, entre muchas reformas al diseño institucional, incluyendo
las urgentes en materia de elecciones y de equidad fiscal.
También Calderón ha rechazado reiteradamente --así lo hizo en campaña-- un
cambio de fondo así, según él porque México no está preparado, pero en
realidad su propósito es la restauración del presidencialismo que el PAN
tanto criticó, en el que --tal como lo establece la Constitución-- el jefe
de gobierno es al mismo tiempo jefe de Estado y comandante supremo de las
Fuerzas Armadas, pero también --y aquí está la hipocresía-- jefe de
partido.
Calderón se plantea ese propósito restaurador del presidencialismo
autoritario --lo que explica la involución en todos los órdenes-- y tal
empeño pasa por su obsesión de que el PAN, ya bajo su control en las
elecciones internas del próximo año, gane la mayoría en la Cámara de
Diputados.
Ese es el tema de fondo, no la escaramuza demagógica de cambiar el formato
del 1 de septiembre para un diálogo con los legisladores, sobre todo cuando
la información sobre el manejo del gobierno está contenida en los
documentos que entregará ese mismo día y que serán ignorados por sus
contrapartes.
Sí, como puntada política, la de Calderón y del PAN es mejor que sus
atolondrados opositores, pero no deja de ser demagogia, aunque sus
jilgueros y asesores que se hacen pasar como analistas políticos hagan un
escándalo que encubre también --y no hay que perderlo de vista-- el
levantamiento de un muro de acero custodiado por la tropa para protegerlo
del desprecio popular por su fraudulenta elección de hace un año...
Vino nuevo en odres viejos.
Apuntes
Los moralistas del PAN-Jalisco van al table dance: la madrugada del sábado
11, un grupo de diputados y dirigentes panistas llegó a D’Klub Show Girls,
ubicado en la avenida Vallarta, de Zapopan. Ya traían copas y, al fin con
poder, protagonizaron un zafarrancho con empleados del lupanar. Uno de
ellos trepó a una patrulla y otros emprendieron la huida. Sólo quedó, para
su mala suerte, el diputado Alfredo Argüelles Basave, ni más ni menos que
secretario general del Congreso local y presidente del PAN en Guadalajara,
quien fue tomado --ebrio-- por la cámara de Televisa que llegó enseguida al
lugar. Basave mintió en todo: que no había bebido, que ni siquiera entró al
tugurio, que se encontró de casualidad a unos amigos. Eso sí, con malicia,
presumió que había intención política de exhibirlo. Mintió, también, otro
de los panistas, Rodolfo Ocampo --el director de SIAPA, la empresa
responsable de evitar inundaciones que ya arrojaron nueve muertos--, quien
dijo que había ido al cine, cuando en realidad andaba con los diputados
Juan Carlos Márquez, Iván Argüelles y Gustavo Hernández, así como con
Manuel Romo, el candidato a suceder a Basave en la presidencia del PAN en
Guadalajara. El episodio, que desde la madrugada misma del sábado era un
escándalo en Jalisco, revela al menos cuatro anomalías de la clase política
panista: la prepotencia, las mentiras, la hipocresía y la confrontación
interna, dado que ese grupo, encabezado por Francisco Ramírez Acuña, es
políticamente antagónico --aunque no en la ostentación de su fe-- al del
gobernador Emilio González Márquez, él sí muy devoto que hasta el cardenal
Juan Sandoval Iñiguez lo defendió por su repudio al condón… El anhelo de la
derecha se cumplió: el Banco de México puso en circulación en nuevo billete
de 20 pesos, ya despojado del águila republicana y del hemiciclo a Benito
Juárez. En su lugar se impuso la balanza de la justicia, las ruinas de
Monte Albán y una palomita mocha color rosa. Sustituir a Juárez por Agustín
de Iturbide, Maximiliano o Ulises Ruiz hubiese sido muy obvio…
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