Jornada de Oriente
Ser de izquierda, en esencia, es defender el derecho de los pobres:
Jaime Ornelas
(Josué Mota)
La izquierda debe retomar su papel dentro de los procesos sociales, defender el derecho de todos los pobres y construir nuevas alternativas que permitan impulsar el reclamo social de justicia y equidad. éstas fueron las principales conclusiones del foro “Ser y función social de la izquierda”, llevado a cabo el jueves pasado en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), acto en el que participaron los investigadores Jaime Ornelas Delgado y Alicia Pino Rodríguez.
Jaime Ornelas Delgado inició su exposición con una pregunta: “¿qué es ser de izquierda?”, y aseveró que es necesario cuestionarse sobre ésto, porque la reactivación del movimiento popular exige a quienes se llaman de izquierda respuestas claras y participación activa en el movimiento popular que surge y se reorganiza.
Para responder a esta pregunta –señaló– debe considerarse el actual contexto histórico (sic), es decir, la respuesta debe ubicarse frente a la globalización, las políticas neoliberales, el despojo de los derechos sociales, así como el embate del pensamiento único y de una ideología individualista que impulsa la construcción de una sociedad injusta y excluyente.
Señaló que la desaparición del socialismo soviético sacudió la conciencia de muchos militantes de izquierda, y eso motivó que algunos encontraran una justificación para alejarse del activismo, y que otros más buscaran refugio en los partidos políticos que mejores condiciones les ofrecieron.
Ornelas Delgado consideró necesario replantearse lo que significa ser de izquierda, ya que “no obstante la casi desaparición de la izquierda en el movimiento social, la evidente incapacidad del neoliberalismo para lograr las condiciones mínimas de vida para millones de explotados ha dado lugar a un importante ascenso de las luchas populares en América Latina y en México en particular”.
Es fundamental –dijo– prefigurar el futuro común al que aspiramos, y por eso es urgente el resurgimiento de una izquierda renovada que no aspire a ser única, ni vanguardia, ni hegemónica, ni que presuma de ser la poseedora única del proyecto social del futuro. La izquierda debe tener la capacidad de ocupar un lugar en el proceso social y aportar su esfuerzo e imaginación.
En el auditorio de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, el investigador afirmó que la pluralidad de las izquierdas debe converger esencialmente en un punto: reivindicar el derecho de los pobres.
Mencionó que las causas que motivaron las luchas revolucionarias del siglo pasado continúan presentes, y que pese al fracaso del “socialismo real”, la izquierda tiene la posibilidad de construir nuevas alternativas que permitan impulsar el reclamo social de justicia y equidad.
Citando al filósofo Luis Villoro, dijo que la izquierda es, ante todo, una forma de rechazo a un mundo injusto y la búsqueda de una sociedad más humana en la que no exista la exclusión de grupos o ideas.
Aclaró que actualmente priva entre los intelectuales una especie de escepticismo agnóstico, que se reclaman observadores atentos de la realidad, pero que ni siquiera se comprometen con las conclusiones de sus observaciones, dan consejos sobre lo que se debió haber hecho y recomiendan siempre negociar con la derecha y ganar posiciones en los aparatos de poder.
Puntualizó que ser de izquierda ahora significa tratar siempre de ser congruente entre lo que pensamos y lo que hacemos. Por eso, entre otras cosas, no podemos ser pragmáticos, que significa actuar sin teoría y sin principios.
Para quien se afilia a la izquierda, analizar, discutir y polemizar no sólo se hace para saber lo que ocurre y entenderlo cabalmente, sino también para tratar de transformarlo con la actividad constante, cotidiana, ya que la convicción de vencer no surge sólo porque creamos que nuestro destino es histórico, dijo.
A forma de conclusión, el también colaborador de La Jornada de Oriente enfatizó que el resurgimiento de la izquierda le exige salir a pelear palmo a palmo al poder todos los espacios sociales, y más que hacer críticas desde el pasado, es preciso ofrecer la crítica desde el futuro, desde el socialismo.
Finalmente, el socialismo que queremos, añadió, “debemos empezarlo a construir desde ahora. Se le hace una enorme concesión a la ideología burguesa admitiendo que el gobierno es el único lugar donde reside el poder; por el contrario, éste es una relación social que se extiende por toda la sociedad, por los movimientos populares, la educación, el mundo del arte y la cultura”, remató.
Por otra parte, la investigadora cubana Alicia Pino llamó a utilizar los medios de comunicación a favor de la lucha contra el capitalismo y a ocupar todos los espacios culturales para contrarrestar los mecanismos de dominación de que se sirve éste.
Dijo que las influencias de los mecanismos de comunicación e información diseñados desde las necesidades del capital, en función masiva de las ventas de productos ostentosos que manipulan los deseos de la mayoría, se constituyen en avasalladoras vías de determinación y enajenación de los grupos sociales.
La catedrática de la Universidad de La Habana explicó que la globalización ha intentado imponer la interculturalidad como una forma de dominación, pero aseguró que de lo que se trata es de aceptar la multiculturalidad, pero como respeto a la diferencia, como acción activa a favor de “ellos” y en contra de la dominación.
Agregó que el sector cultural liderado por las industrias de la información y la comunicación no sólo ha demostrado su efectiva contribución económica, sobre todos los países desarrollados, en particular a Estados Unidos, sino que se ha convertido en una poderosa fuerza comprometida con el poder de desinformación y manipulación de la realidad social.
Durante su exposición insistió en la necesidad de crear alternativas culturales para escapar a las diferentes formas de dominación del capitalismo, y aseguró que en el caso de Cuba, por ejemplo, se valoran mucho todos los aspectos cualitativos que están relacionados con el desarrollo integral de hombres y mujeres.
(Josué Mota)
La izquierda debe retomar su papel dentro de los procesos sociales, defender el derecho de todos los pobres y construir nuevas alternativas que permitan impulsar el reclamo social de justicia y equidad. éstas fueron las principales conclusiones del foro “Ser y función social de la izquierda”, llevado a cabo el jueves pasado en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), acto en el que participaron los investigadores Jaime Ornelas Delgado y Alicia Pino Rodríguez.
Jaime Ornelas Delgado inició su exposición con una pregunta: “¿qué es ser de izquierda?”, y aseveró que es necesario cuestionarse sobre ésto, porque la reactivación del movimiento popular exige a quienes se llaman de izquierda respuestas claras y participación activa en el movimiento popular que surge y se reorganiza.
Para responder a esta pregunta –señaló– debe considerarse el actual contexto histórico (sic), es decir, la respuesta debe ubicarse frente a la globalización, las políticas neoliberales, el despojo de los derechos sociales, así como el embate del pensamiento único y de una ideología individualista que impulsa la construcción de una sociedad injusta y excluyente.
Señaló que la desaparición del socialismo soviético sacudió la conciencia de muchos militantes de izquierda, y eso motivó que algunos encontraran una justificación para alejarse del activismo, y que otros más buscaran refugio en los partidos políticos que mejores condiciones les ofrecieron.
Ornelas Delgado consideró necesario replantearse lo que significa ser de izquierda, ya que “no obstante la casi desaparición de la izquierda en el movimiento social, la evidente incapacidad del neoliberalismo para lograr las condiciones mínimas de vida para millones de explotados ha dado lugar a un importante ascenso de las luchas populares en América Latina y en México en particular”.
Es fundamental –dijo– prefigurar el futuro común al que aspiramos, y por eso es urgente el resurgimiento de una izquierda renovada que no aspire a ser única, ni vanguardia, ni hegemónica, ni que presuma de ser la poseedora única del proyecto social del futuro. La izquierda debe tener la capacidad de ocupar un lugar en el proceso social y aportar su esfuerzo e imaginación.
En el auditorio de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, el investigador afirmó que la pluralidad de las izquierdas debe converger esencialmente en un punto: reivindicar el derecho de los pobres.
Mencionó que las causas que motivaron las luchas revolucionarias del siglo pasado continúan presentes, y que pese al fracaso del “socialismo real”, la izquierda tiene la posibilidad de construir nuevas alternativas que permitan impulsar el reclamo social de justicia y equidad.
Citando al filósofo Luis Villoro, dijo que la izquierda es, ante todo, una forma de rechazo a un mundo injusto y la búsqueda de una sociedad más humana en la que no exista la exclusión de grupos o ideas.
Aclaró que actualmente priva entre los intelectuales una especie de escepticismo agnóstico, que se reclaman observadores atentos de la realidad, pero que ni siquiera se comprometen con las conclusiones de sus observaciones, dan consejos sobre lo que se debió haber hecho y recomiendan siempre negociar con la derecha y ganar posiciones en los aparatos de poder.
Puntualizó que ser de izquierda ahora significa tratar siempre de ser congruente entre lo que pensamos y lo que hacemos. Por eso, entre otras cosas, no podemos ser pragmáticos, que significa actuar sin teoría y sin principios.
Para quien se afilia a la izquierda, analizar, discutir y polemizar no sólo se hace para saber lo que ocurre y entenderlo cabalmente, sino también para tratar de transformarlo con la actividad constante, cotidiana, ya que la convicción de vencer no surge sólo porque creamos que nuestro destino es histórico, dijo.
A forma de conclusión, el también colaborador de La Jornada de Oriente enfatizó que el resurgimiento de la izquierda le exige salir a pelear palmo a palmo al poder todos los espacios sociales, y más que hacer críticas desde el pasado, es preciso ofrecer la crítica desde el futuro, desde el socialismo.
Finalmente, el socialismo que queremos, añadió, “debemos empezarlo a construir desde ahora. Se le hace una enorme concesión a la ideología burguesa admitiendo que el gobierno es el único lugar donde reside el poder; por el contrario, éste es una relación social que se extiende por toda la sociedad, por los movimientos populares, la educación, el mundo del arte y la cultura”, remató.
Por otra parte, la investigadora cubana Alicia Pino llamó a utilizar los medios de comunicación a favor de la lucha contra el capitalismo y a ocupar todos los espacios culturales para contrarrestar los mecanismos de dominación de que se sirve éste.
Dijo que las influencias de los mecanismos de comunicación e información diseñados desde las necesidades del capital, en función masiva de las ventas de productos ostentosos que manipulan los deseos de la mayoría, se constituyen en avasalladoras vías de determinación y enajenación de los grupos sociales.
La catedrática de la Universidad de La Habana explicó que la globalización ha intentado imponer la interculturalidad como una forma de dominación, pero aseguró que de lo que se trata es de aceptar la multiculturalidad, pero como respeto a la diferencia, como acción activa a favor de “ellos” y en contra de la dominación.
Agregó que el sector cultural liderado por las industrias de la información y la comunicación no sólo ha demostrado su efectiva contribución económica, sobre todos los países desarrollados, en particular a Estados Unidos, sino que se ha convertido en una poderosa fuerza comprometida con el poder de desinformación y manipulación de la realidad social.
Durante su exposición insistió en la necesidad de crear alternativas culturales para escapar a las diferentes formas de dominación del capitalismo, y aseguró que en el caso de Cuba, por ejemplo, se valoran mucho todos los aspectos cualitativos que están relacionados con el desarrollo integral de hombres y mujeres.