Pensiones y jubilaciones
Jaime Ornelas Delgado
Para los teóricos neoliberales, los empresarios, y desde hace algunos años también el gobierno mexicano, todo gasto que no se vincula directamente con el incremento de la ganancia del capital, resulta oneroso e ineficiente, además de perturbador del proceso económico.
Este es el caso de las pensiones por jubilación que se pagan a trabajadores, a los que se les ha extraído toda la plusvalía posible a lo largo de toda su “vida útil” –le dicen “vida útil” porque todo aquello que no le permite al capital reproducirse económica y socialmente es tan inútil como la vida de los pensionados–, resultan ser un gasto inútil que de ninguna manera debe ser cubierto por el capital, por supuesto, pero tampoco por el gobierno.
En la lógica del capitalismo neoliberal, lo inútil hay que hacerlo útil, ¿para quién?, pues para el capital que todo lo avasalla, que todo lo pone a su servicio. Al llegar a esta conclusión, los tecnócratas ponen manos a la obra para decirnos que sólo hay una solución: privatizar las pensiones, es decir, convertirlas en negocio privado, individualizándolas y entregándolas a los capitalistas que lucran con ellas.
Como se trata de acabar con la seguridad social solidaria y desmercantilizada, en aquellos casos donde no se privatizan las pensiones se procede a individualizarlas y se excluye al Estado de la responsabilidad de cubrir las nóminas de jubilados y pensionados por distintos motivos. Para eso, se abre una campaña, como tanto le gustan a la derecha, cuyo eje es culpar a los jubilados de ser los responsables de las crisis económicas que sufren instituciones como la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
En todo caso, se trata no sólo de cumplir con un propósito económico –privatizar los fondos de pensión. Sino también con uno ideológico. En este caso, se procura destruir el régimen solidario intergeneracional, para sustituirlo por uno individual, y hacer que cada trabajador se haga cargo de solventar, durante “su vida útil”, el gasto de su “vida inútil”, esto es, su vida como jubilado, si es que alguna vez se le permite jubilarse, porque como van las cosas los tecnócratas están instrumentando sistemas que tienen el propósito de entregar, junto con la carta de jubilación, el certificado de defunción al término de la “vida útil” del trabajador. Muertos los jubilados se acabó el problema.
Esta idea parte, de una visión muy neoliberal de las cosas. Por ejemplo, para los tecnócratas el que haya pobreza es culpa de los pobres, de su incapacidad para hacerse tan ricos como cualquier otro, como Carlos Slim, supongamos. Por eso, en las políticas neoliberales de combate a la pobreza de lo que se trata es de combatir la pobreza acabando con los pobres, sin tocar las condiciones estructurales que generan la pobreza, convertidas bajo el capitalismo neoliberal en condición de vida para millones de personas, por lo menor para más de 50 millones de mexicanos.
Respecto del régimen de pensiones y jubilaciones en la UAP, se mantienen las soluciones neoliberales, para lo cual se están gestando las condiciones necesarias para desestimular la jubilación, hacerla poco atractiva aunque se llegue a la época en que los trabajadores deban disfrutar de un retiro digno.
Por supuesto, los tecnócratas que elaboran o a los que se les encarga la elaboración, de la solución, no parecen creer que todo problemas tiene más de una alternativa de solución, y algunas habrá que no lesionen los intereses de los trabajadores; con toda seguridad ha soluciones que no criminalizan a los trabajadores que se jubilan, pretendiendo hacerlos responsables de la crisis financiera de una institución o, en el colmo de las desmesura, del país entero. Y entonces, ante esa negativa a encontrar otras posibilidades, vienen los discursos que en el fondo ocultan las verdaderas razones que han conducido a esa situación crítica.
Por supuesto, para los trabajadores el debate sobre las pensiones de cualquier tipo tiene que ver con la seguridad social y con la certeza de que aún bajo el capitalismo, más allá de su modalidad neoliberal, los trabajadores pueden construir un estado de bienestar donde la población este protegida desde el nacimiento hasta la muerte. Por esta razón es que los trabajadores rechazan una ley que releva al gobierno de cumplir su obligación de proporcionar los recursos necesarios para garantizar la seguridad social de los trabajadores a su servicio. La seguridad, en todo caso, debe seguir siendo social y no negocio privado.