El Vicente Fox de aquí cerquita Los poblanos somos expertos en ver la paja en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio. Desde hace un mes que la revista socialité Quién publicó el reportaje sobre la nueva vida de la pareja presidencial en su moderno y remozado rancho de San Cristóbal, Guanajuato, personajes de todo calibre se han mostrado indignados por el enriquecimiento del ex presidente Vicente Fox y su cinismo al mostrarlo abiertamente a la sociedad mexicana sin tapujos. La satanización nacional culminó en la conformación de una comisión de diputados que investigará la situación patrimonial de Fox y los posibles quebrantos en su gestión. Pero, ¿por qué la indignación de los poblanos no se dirige también a averiguar cómo y dónde viven nuestros ex gobernadores, y si han incurrido en una situación semejante a la del ex presidente? ¿A poco en Puebla no ha habido embellecimientos extraordinarios a lo que un día fueron humildes propiedades? Poco puede decirse de los casos de Guillermo Jiménez Morales, Mariano Piña Olaya y Manuel Bartlett. Ningunos de los tres nunca tuvo casa en Puebla, ya todos llegaron impuestos desde México en los tiempos del presidencialismo omnímodo. Al acabar su periodo, el oriundo de Huachinango se regresó a México al ser designado presidente del PRI en el DF, presidente de la Cámara de Diputados y Secretario de Pesca. Incluso, la mayor parte del tiempo la pasa hoy en Cancún donde tiene una notaría. En el caso de Piña y Bartlett, ambos eran vecinos en las Lomas de Chapultepec, donde siguen viviendo. La puerca tuerce el rabo con el caso de Melquíades Morales, el único netamente poblano de los ex gobernadores. Discreto conforme a su naturaleza, al terminar su mandato únicamente cambió de residencia en el mismo fraccionamiento de Las Fuentes, por lo que a simple vista no se apreció un enriquecimiento inexplicable. Sin embargo, al igual que Vicente Fox, Melquíades también remozó a lo grande su rancho de Santa Catarina, su lugar de origen. El 19 de enero de 2005, en las postrimerías de su mandato, Zeus Muníve y Ulises Ruiz se trasladaron al lugar para constatarlo. El testimonio gráfico y el parte del reportaje que les presentó hablan por sí solos. “Melquiades Morales Flores transformó Santa Catarina Los Reyes en una pequeña Disneylandia: es un pueblo con colores verde limón, amarillo, naranja y café. “Esta junta auxiliar de Esperanza, donde es oriundo el gobernador saliente, fue transformada en tan sólo seis años, en un tronar de dedos. No es el típico pueblo polvoso y olvidado de la mano de Dios, pues hasta la banqueta de la cantina “Mi Catarina” está pintada de amarillo y los parroquianos, ensombrerados todos, disfrutan con su cerveza Victoria en la mano, del colorido de las calles. “Las carreteras para entrar a este pueblo son de primer mundo: carecen de fisuras, baches o fracturas, ni las calles de la colonia La Paz de la ciudad de Puebla tienen esas características. “Para llegar a Santa Catarina Los Reyes hay dos accesos: por la caseta de Esperanza que cobran 40 pesos, y la de Tlachicuca. El pavimento está casi nuevo. “Las calles de la Disneylandia de por aquí cerquita están adoquinadas. Todas cuentan con guarniciones, no falta la luz, ni el agua ni el drenaje. Hay pocos autos y camionetas. “En este pueblo los burros y los caballos disfrutan de la elegancia del adoquín. Sólo sus heces adornan este pequeño pueblo, pues están regadas por todos los caminos. “En Santa Catarina, por órdenes del gobernador, remodelan la Casa de la Cultura. La obra la supervisa Enrique Reyes Morales, sobrino de Melquiades Morales. “Todas las viviendas están recién pintadas, parece un pueblo de fantasía por sus colores. “Ninguna de las avenidas carece de banquetas y guarniciones pintadas de amarillo huevo. “El domicilio de la familia Morales Flores es impecable. Es la más grande y más bonita de todo Santa Catarina. “La morada de los familiares del gobernador está cerrada. Un sobrino de Melquiades Morales es el encargado del mantenimiento. Por lo menos una vez por semana una muchacha va a limpiarla. La casa fue cerrada, una vez que murió Melquiades Morales Montero, padre del mandatario…. “A diez minutos de Santa Catarina se encuentra la hacienda (así le llaman en Santa Catarina) de los Morales Flores. Es la única en la región. Son más de diez hectáreas de cultivo y todo está tecnificado y el sistema de riego es por aspersión. “El casco de la hacienda está impecable. Hay vacas, borregos, pollos, guajolotes, cerdos y un área para el helipuerto. “La hermana del gobernador, María Lourdes, relata cómo está esa pequeña finca: “Tiene todo: hay caballos, guajalotes y pollos de doble pechuga. Las nietas de mi ‘Melquia’ vienen a jugar con los pollitos y con sus huevos. Los que vienen más seguido son mis hermanos Chucho y Gerardo. A las hijas del gobernador les requeteencanta visitar la hacienda”. “Según la hermana del gobernador, esta hacienda está impecable y tiene todos los servicios”. Hasta ahí la larga pero excelente cita del reportaje de Zeus Muníve. El ejemplo de Melquíades Morales no es una aguja en un pajar. Puebla está llena de políticos que semanas o meses después de acceder a un cargo de mediana importancia, inician la transformación de sus casas en residencias, y sus ranchos se vuelven fincas. No sólo hablando de gobernadores o ex gobernadores, sino de secretarios, diputados y hasta rectores. Tarde o temprano, todos acaban pasando la prueba de fuego. En el caso de Marín, veremos si su casa de Xilotzingo se transforma en el Rancho de San Cristóbal del Rincón. *** Sigue la lucha por la Secretaria General. Quien sigue en plena pugna por alcanzar la Secretaria General del Ayuntamiento en caso de que Blanca Alcalá llegare a ganar es Víctor Giorgana. El próximo domingo, su Asociación de Ex presidentes Municipales le ofrece un desayuno en el Salón Ardizana de la colonia nueva Antequera en punto de las nueve de la mañana. Con este movimiento, Giorgana se adelanta a Moisés y Alejandro Romero. |