jueves, marzo 20, 2008

Albazo legislativo

■ Su propuesta de debate, “parte del doble y cínico discurso”, afirma

Calderón apuesta al albazo legislativo para abrir Pemex a la IP: Bartlett

■ Pretende la apertura del Golfo de México para que lo exploten trasnacionales, sostiene

■ El gobierno confía en que los priístas votarán como borregos, pero crece el repudio, dice

Andrea Becerril

Durante el mitin del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, que fue encabezado por Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo de la ciudad de México el pasado 18 de marzo

Durante el mitin del Movimiento Nacional en

Defensa del Petróleo, que fue encabezado por

Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo de la

ciudad de México el pasado 18 de marzo Foto: María Meléndrez Parada


El llamado de Felipe Calderón a un supuesto debate abierto y sereno “es parte del doble y cínico discurso” que ha manejado siempre, porque ni siquiera ha presentado su proyecto de reforma para abrir Petróleos Mexicanos (Pemex) al capital privado y apuesta al albazo legislativo y a “los arreglos en lo oscurito” con los coordinadores parlamentarios del PRI en el Congreso, advirtió Manuel Bartlett Díaz.

El ex subsecretario de Gobernación y senador en la pasada legislatura insistió: “el discurso que pronunció Calderón en Tabasco es hipócrita, porque asegura, con proclamas patrióticas, que no se privatizará Pemex pero insiste en la explotación de crudo en aguas profundas”.

Es claro, agregó, el propósito de impulsar la apertura del Golfo de México para que corporaciones extranjeras lo exploten montadas en Pemex. “Por eso, mientras hablaba escondido en Dos Bocas, Tabasco, al mismo tiempo en radio y televisión se repetía a toda hora el promocional sobre el tesoro que, dice, hay que recuperar”.

Bartlett agregó que en el mismo acto el director de Pemex, Jesús Reyes Heroles –“quien desprestigia el nombre de su padre”–, con toda claridad detalló que “se trata de una privatización mediante una nueva estructura de Pemex, una autonomía de gestión que le permita asociarse con empresas nacionales y extranjeras en todo lo que sea necesario”.

Conocedor del tema, ya que en la Comisión de Puntos Constitucionales del Senado –en la anterior legislatura– analizó los proyectos de reforma eléctrica y petrolera, Bartlett advirtió que la autonomía de gestión que se pretende para Pemex es la misma que se aplicó a Petróleos de Venezuela para dominarla, y a Petrobras para privatizarla.

El problema, recalcó, es que Calderón aceptó de inmediato la presión de las trasnacionales petroleras que pretenden explotar en aguas profundas del Golfo de México, cuando Pemex confirma que hay 30 mil millones de barriles de crudo en aguas someras. “¿Por qué entonces ir ahora a aguas profundas, donde cada plataforma costará 150 millones de dólares y habrá que dar a las empresas extranjeras 50 por ciento del petróleo extraído?”, se preguntó.

“No tiene lógica alguna ceder las reservas en aguas profundas, que luego podremos explotar solos; pero a Calderón le urge meter a las trasnacionales al Golfo de México para que hagan negocio”. Por eso, agregó, el llamado a discutir de manera serena “es de una hipocresía y cinismo inaceptables”.

Acerca de lo que expresó un día antes Calderón durante la ceremonia conmemorativa de la expropiación petrolera, señaló que también es “farsa” la afirmación de que se estudiará construir una refinería. “Se necesitan dos y los estudios ya existen, lo que urge es construirlas para dejar de importar gasolina”.

Otra parte que llama la atención, agregó, es que Calderón dijo que ya puso en marcha la petroquímica, “que la va a reimpulsar con un viejo plan que es una vergüenza, el Proyecto Fénix, consistente en que la iniciativa privada desarrolle los esquemas, pero Pemex se obliga a facilitarles toda la materia prima, léase a subsidiarlos”.

Bartlett recalcó que en realidad Calderón acudirá a las mismas trampas a las que recurrieron Ernesto Zedillo y Vicente Fox para que empresas extranjeras se beneficien con la privatización de la petroquímica.

“Es la exhumación del Proyecto Fénix, que no se echó a andar en otros sexenios porque las empresas extranjeras pedían más garantías para sacar las mayores ganancias posibles, como las tienen los consorcios españoles que dominan el sector eléctrico.”

Quienes gobiernan, concluyó, están muy confiados en que “van a llevar a los priístas a votar como borregos la entrega del petróleo, pero en el partido hay cada vez mayor repudio a la privatización”.

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