jueves, marzo 20, 2008

Manuel Bartlett Díaz



A hurtadillas
Manuel Bartlett Díaz
20 de marzo de 2008

El presidente Calderón se fue a Dos Bocas a conmemorar la expropiación petrolera con cerco protector, gabinete y Labastida. Hasta entrada la noche se empezaron a difundir los discursos pronunciados ante unos cuantos petroleros, dicen, entusiastas. Después del impulso oficial de la “reforma energética” y las presentaciones de la señora Kessel de su diagnóstico aterrador, se esperaba una política en forma; no lo fue. El presidente Calderón pronunció exaltaciones patrióticas y aspectos concretos, grandes frases que usan los privatizadores para engañar: “Pemex no se privatizará”, “el petróleo seguirá siendo de los mexicanos”, “plena soberanía sobre nuestros hidrocarburos”. Sabemos qué significan estos conceptos para el Presidente, que ha declarado que necesitamos inversión privada en Pemex, que debemos asociarnos con empresas que tienen tecnología que no tenemos —y compartir—, y que como secretario de Energía y luego como Presidente impulsó aceleradamente permisos de generación de electricidad a extranjeros, que ya generan 40% de electricidad, y “contratos de servicios múltiples” que privatizan la explotación petrolera, todo afirmando que no intentaba privatizar.

En lo concreto Calderón reitera el desastre —la coartada— de la empresa: importación de gasolina y petrolíferos, disminución de las reservas, disminución de la producción, falta de recursos. Problemas producto de su política destructiva que no requieren cambios legales, sino responsabilidad del Presidente. Tan es así que tomó decisiones y ofreció otras. Ordenó el “estudio” para construir una refinería, imposible eludirlo. Afirmó haber puesto en marcha la reactivación de la petroquímica, proyecto para intereses privados, garantizándoles materia prima a precios competitivos, subsidiados, exhumación del proyecto Fénix. Dotar a Pemex de recursos, sin comprometerse a dejárselos. Darle libertad en decisiones, pero sin ordenar a Hacienda que deje de exaccionar. Erradicar la corrupción; ojalá, pues tiene casos cercanos pendientes. Inserta la necesidad de ir ya a explotar en aguas profundas, aunque reconoce que hay que aprovechar hasta la última gota de los recursos que tenemos en aguas someras y en tierra firme.

Afirma que “es indispensable darle a Pemex un mayor margen de maniobra para contratar, diseñar y utilizar de manera rentable y eficiente tecnología de punta… sólo así podrá cumplir con su misión”, propósito que precisa con su lamento por la incapacidad de Pemex “de explotar enormes riquezas existentes, en donde hasta ahora no le ha sido posible acceder por sí solo, como es el caso de aguas profundas”. Puede solo, cuando convenga.

Llamó el Presidente a un diálogo abierto sobre las alternativas, y es lo que no ha hecho en este jugueteo con una reforma que apunta pero oculta. ¿Confianza en los coordinadores “prisitas”?

Reyes Heroles interviene con más claridad privatizadora. Después de innumerables quejas sobre la imposibilidad de manejar la empresa como está (su papá sí pudo), sus disminuciones, ineficiencias producto de la deliberada destrucción, culpa de todo a los modelos de regulación y gestión obsoletos. Quiere flexibilidad “sin afectar la rectoría del Estado”; olvida que no es rectoría sino control directo. Fortalecer el Consejo de Administración, ¿con consejeros independientes como los que privatizaron Petrobras?

Pide “que se permita a Pemex hacerse acompañar de otras empresas al desarrollar diversas actividades, sin afectar la propiedad de la nación sobre sus recursos, la soberanía energética o la rectoría del Estado sobre el sector”. Las petroleras no acompañan, participan en las reservas, desnacionalizan.

No es eficiente —dice— que el marco institucional exija que Pemex realice solo, por sí mismo, prácticamente todas sus operaciones críticas: exploración y producción de hidrocarburos, refinación, procesamiento de gas, transporte, almacenamiento y distribución de petrolíferos, sin flexibilidad para apoyarse en otras empresas nacionales o extranjeras”. Aunque así operan integradas las principales petroleras del mundo.

Propone que el mercado de valores ejerza una mayor vigilancia sobre el desempeño de Pemex. ¿Se referirá al mercado de valores de Nueva York?, dado que ponen de ejemplo a Petrobras como “empresa nacional”, siendo que 60% de su capital está en la bolsa de Nueva York, que ejerce una severa vigilancia sobre la empresa. La “solución mexicana” de Reyes se hace con extranjeros, brillante.

mbartlett_diaz@hotmail.com

Ex secretario de Estado

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