El Prian es producto de Carlos Salinas de Gortari y Diego Fernández de Cevallos, con la diabólica asesoría de Joseph-Marie Córdoba, procónsul del imperio, que abrió la puerta a los más altos puestos políticos del País a la derecha, pero por una asociación política perversa creada para legitimar al Presidente espurio del sexenio 1988-1994 a cambio de permitir por primera vez en la historia de México un gobernador panista: Ernesto Ruffo Appel en Baja California.
Al Prian se debió muy posiblemente la muerte de Manuel Clouthier y por supuesto la derrota indigna de Cuauhtémoc Cárdenas, así como en 1994 los asesinatos de Colosio y de Ruiz Massieu para facilitar el arribo al poder de Ernesto Zedillo, también apadrinado por Córdoba, obvio agente del capital internacional para vender a México y transferir el poder formal al irresponsable gerente Vicente Fox y a su derecha-yunquista.
Parte de estos espinosos hechos son objeto de denuncia en el libro La Traición (Planeta) del ex candidato priista Roberto Madrazo, pero por tardíos resultan un fiasco tanto editorial como político.
Hay que agradecer a Proceso el insulso compendio al que “anticipadamente” tuvo acceso. Nos ahorra a sus lectores la compra de semejante extemporáneo bodrio.
Volviendo a otro momento inicuo del pasado más reciente para seguirle el hilo al Prian, recordemos la situación electoral de 2006 cuando el presidente Fox fue por segunda ocasión candidato del PAN, pero esta vez haciendo descaradamente campaña desde el Poder Ejecutivo y con recursos públicos, para “volver a ganar la elección”, como se ufana él mismo y como recientemente corroboró Carlos Ugalde, presidente del “autónomo” Instituto Federal Electoral (IFE), al declarar con inaudita concha que así fue, pero que el IFE no pudo hacer nada. ¿Y no lo corrimos por impotente con todo y sus vendidos consejeros a los que el engañado pueblo de México les paga medio millón de pesos al mes?
Del IFE, imagínese usted, se ha dicho que se toma en el extranjero como modelo electoral. A Fox por su parte le dieron los gringos hasta un premio a la democracia.
Si en este País no privara total cinismo, las frescas confesiones de Fox y del Feli-IFE los hubieran llevado a todos a juicio político.
La verdad es que Fox entró al quite no sólo por su enorme vanidad, sino porque la campaña del candidato oficial del PAN, Felipe Calderón, no levantó sino hasta que en una fiesta de Televisa se le ocurrió mendigar “regálenme spots”. Y ¡bingo! Tal es el origen de la vergonzosa Ley Televisa, que tratan de desactivar un grupo de senadores encabezados por ese gran mexicano que es Javier Corral, panista, quien desde un principio entendió y denunció el crimen del Prian, nuevamente culpable de la magna entrega del espacio radioeléctrico nacional, orquestada por Fox y por Emilio Gamboa Patrón, jefe de los senadores priistas en la LIX Legislatura y jefe de los diputados en ésta nueva.
Ahí sigue ‘Gran Boa’ destruyendo al País. “Regálenme spots”, chilló Calderón y los ricos le entraron gustosos al negocio de la futura Presidencia.
Televisa y TV Azteca aprovecharon para asaltar literalmente a la Nación para robarnos a todos los ciudadanos el espacio radioeléctrico. Es lícito hablar de “alta traición” cuando se entiende lo que en verdad significa la Ley Televisa, aprobada por la Cámara de Diputados el 1 de diciembre de 2005 en siete minutos y sin leerla (dijo incomprensiblemente el diputado perredista Pablo Gómez) y por el Senado más sucio que haya tenido México el 31 de marzo de 2006.
El presidente Fox por supuesto pudo haber vetado la ley tras escuchar a su secretario de Comunicaciones, Pedro Cerisola, que según Javier Corral, intentó sin buen éxito hacer ver a su jefe la aberración de la que se haría cómplice. No sólo cómplice, ¡promotor!...
En marzo del 2006 escribí (perdón por la autocita): Pero no se puede dejar de pensar que la meta inminente de la Ley Televisa es influir sobre las elecciones. Y si todo lo que implica es peligroso para la democracia, la injerencia en el proceso electoral es peligro inminente: La situación puede hasta propiciar un fraude electoral el mismo día de la elección y del conteo de votos.
Lo sabemos, los que hemos visto cómo la Cámara de Radio y Televisión ha metido las manos en otras elecciones cuando era sólo aliada del poder, pero aún subordinada al Estado. Ahora será al revés. El subordinado legal a los medios es el poder político que todos los ciudadanos teóricamente elegimos. Y cuán irónico son nuestros representantes populares diputados y los senadores de la LIX Legislatura los que se pusieron y nos pusieron en la picota. No sólo de Televisa y TV Azteca, sino de los grandes grupos radiofónicos como Imagen, de Olegario Vázquez Raña y Marta Fox; Radio Centro, de la familia Aguirre; Radio Fórmula, de Rogerio Azcárraga, por mencionar a los más ricos. Los que dejan abierta la puerta a dueños extranjeros al 100% de la televisión mexicana...
Hoy el IFE denuncia la existencia de 281 mil spots no documentados que quién sabe quién insertó y pagó en televisión y radio.
Y todos los que colaboraron a la Ley Televisa viven en absoluta impunidad, disfrutando del poder y del dinero que les brindó a costillas de los mexicanos...
Mañana 27 de mayo, en Venezuela termina la concesión de Radio Caracas en la televisión abierta, aunque seguirá transmitiendo por cable, por lo que no se puede invocar censura como grita la Asociación Interamericana de Prensa, fundada por la CIA.
El presidente Hugo Chávez no renueva la concesión estatal. Ése es un derecho constitucional de los Estados, que el Mexicano perdió con la Ley Televisa.
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Manú Dornbierer es analista y crítica política.
lunes, mayo 28, 2007
Origen de la Ley Televisa
Manú Dornbierer
Parte del presente artículo fue escrito a principios de 2006 para mi libro El Prian (sello editorial Libros del Sol), que cuenta la historia del partido bicéfalo que nos gobierna desde 1989 y que acaba nuevamente de probar su existencia en la civilizada elección de Yucatán que hasta públicas lágrimas hizo rodar por las mejillas del ingenuo candidato panista Xavier Abreu.