Un fantasma atosiga a la administración calderónica, el del ocultamiento de información. No sólo en relación con lo que sucede día a día a partir de que la crisis ha sido declarada, sino incluso en términos internacionales. Ayer, por ejemplo, el director de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil, Agenor Álvares da Silva, criticó a México por haberse tardado en alertar sobre el brote de influenza porcina pues, según él, los primeros signos aparecieron desde marzo
. Las autoridades sanitarias, dijo, somos orientadas a no ocultar casos graves (...) es necesario tener responsabilidad con la salud del pueblo, en especial con aquellos que están en tránsito de un país a otro
. La versión de la tardanza hizo que la Casa Blanca expresara su percepción de que no le fue ocultada información sobre la propagación desatada del virus cuando el presidente Obama visitaba México.
El tratamiento de los ciudadanos mexicanos como menores de edad a los que sólo se suministra información insuficiente, dosificada y previamente tratada ha generado la sensación de que además de la realidad epidémica en grado ascendente hay errores gubernamentales graves, relacionados con la desatención oportuna de los problemas ecológicos de todo el país (un ejemplo fuerte, el de las Granjas Carroll, en Veracruz) y con el abordamiento tardío, tal vez criminalmente tardío, del caso de la influenza porcina. A ello se añaden las fundadas dudas sobre los laboratorios, firmas y empresas beneficiarios de los gastos gubernamentales de urgencia y sobre la manera en que esta administración blindada
habrá de usar los préstamos cuantiosos que para enfrentar las crisis concertó semanas atrás y los recientemente adquiridos.
Pero, a ojos de un buen número de mexicanos mediáticamente manipulables, todo parece haber cambiado: el Estado que ayer era considerado fallido ahora es eficiente y oportuno, los funcionarios estadunidenses que sobrevolaban rapazmente México ahora son compañeros de viaje médico, el ocupante de Los Pinos que estaba entrampado en una guerra perdida contra el narco ahora se dedica a la noble atención de problemas epidemiológicos, los funcionarios que ayer eran ejemplo de mediocridad e irresponsabilidad ahora pretenden mostrarse ejemplarmente activos, y los feos enredos de la prescindible política quedan apagados o marginados por la obligada consternación nacional cuyas aristas operativas y ejecutivas solamente los apátridas se atreverían a pasar por el cedazo de la crítica o el razonamiento. La política (y el negocio) del miedo pretende abatir la libertad de pensamiento y convertir a los ciudadanos en rebaño cuyo cencerro es electrónico. Los que ayer tan mal obraban hoy han de ser aceptados como próceres dignos de olivo; loor a los que han hundido al país (la larga historia oscura del priísmo, el engaño panista de cambio que ha acabado en peores páginas y las alternativas perredistas convertidas en burocracia igual de corrupta y oportunista) porque de ellos ha de ser el reino de los ciegos.
La patria asustada deja el terreno de lo público para refugiarse en lo privado. La verdadera contracción económica ha comenzado y la dimensión de la crisis global pasa ahora por el retraimiento social y el riesgo de la abstención cívica y política extremas. Cual si hubiese sido activado un mecanismo de desmemoria programada, todos los expedientes malditos del sistema pretenden haber sido borrados para dar paso al disquete de la unidad nacional por razones de epidemia mayor. El gobierno del contratismo ejemplificado por el difunto Mouriño (Cid Campeador en las batallas de la Lotería Nacional por transferir fondos públicos a campañas panistas en Campeche) no ha de estar bajo sospecha de ejercer similares criterios de comisionista. El personaje que ha aprovechado toda oportunidad para tratar de legitimarse no debe caer en la hipótesis de manipular electoralmente la realidad innegable de una crisis de salud, mucho menos de ocultar la información o de haber atendido tardíamente (como ha sucedido en muchos otros casos) un problema grave del cual se tenían indicios desde semanas atrás.
En el fondo de todo están la corrupción institucionalizada y las instituciones corroídas. Luego de la larga noche priísta de saqueo, los panistas han multiplicado los milagros de la conversión de lo público en privado (y, viendo las listas de los políticos destacados que podrían haber formado parte de una administración federal perredista, vale deducir que las historias de corrupción habrían continuado y crecido). En particular, el pensamiento neoliberal desatado a partir del delamadridismo (con la ejecución sublime de Salinas y Zedillo, cada cual con sus matices) y sostenido por el panismo con sus dos ocupantes de Los Pinos, ha disminuido intencionalmente la atención a aquellos individuos que no hubiesen tenido la capacidad para tener éxito
conforme a las leyes del mercado. Las políticas sociales fueron aplicadas en función de estrategias electorales pero más allá de esos usos se fueron reduciendo la atención real a las personas y el funcionamiento de instituciones como el Seguro Social y el ISSSTE. El saqueo cínico realizado por el foxismo empobreció a la nación a pesar de los excedentes petroleros, y las obsesiones militares de Calderón han destinado sumas desproporcionadas a las movilizaciones militares por todo el país en lugar de utilizar esos recursos para declararle una guerra verdadera a la pobreza y la injusticia social.
Mas no todo ha de ser apagamiento. La Bolsa Mexicana de Valores ha demostrado solidaridad gremial y espíritu de cuerpo al rescatar a Luis Téllez y convertirlo en su nuevo directivo. Los líderes patronales del cetemismo anuncian que conforme a las disposiciones de salud cancelan la oportunidad de desahogo obrero encabritado que podría ser el desfile del próximo 1º. Pero, mientras tiembla en la ciudad de México, para completar cuadros de desasosiego social, ¡hasta mañana, en esta columna acostumbrada a remar contra corriente!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
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Epidemia de lucro
Silvia Ribeiro*
La nueva epidemia de influenza porcina que día a día amenaza con expandirse a más regiones del mundo, no es un fenómeno aislado. Es parte de la crisis generalizada, y tiene sus raíces en el sistema de cría industrial de animales, dominado por grandes empresas trasnacionales.
En México, las grandes empresas avícolas y porcícolas han proliferado ampliamente en las aguas (sucias) del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Un ejemplo es Granjas Carroll, en Veracruz, propiedad de Smithfield Foods, la mayor empresa de cría de cerdos y procesamiento de productos porcinos en el mundo, con filiales en Norteamérica, Europa y China. En su sede de Perote comenzó hace algunas semanas una virulenta epidemia de enfermedades respiratorias que afectó a 60 por ciento de la población de La Gloria, hecho informado por La Jornada en varias oportunidades, a partir de las denuncias de los habitantes del lugar. Desde hace años llevan una dura lucha contra la contaminación de la empresa y han sufrido incluso represión de las autoridades por sus denuncias. Granjas Carroll declaró que no está relacionada ni es el origen de la actual epidemia, alegando que la población tenía una gripe común
. Por las dudas, no hicieron análisis para saber exactamente de qué virus se trataba.
En contraste, las conclusiones del panel Pew Commission on Industrial Farm Animal Production (Comisión Pew sobre producción animal industrial), publicadas en 2008, afirman que las condiciones de cría y confinamiento de la producción industrial, sobre todo en cerdos, crean un ambiente perfecto para la recombinación de virus de distintas cepas. Incluso mencionan el peligro de recombinación de la gripe aviar y la porcina y cómo finalmente puede llegar a recombinar en virus que afecten y sean trasmitidos entre humanos. Mencionan también que por muchas vías, incluyendo la contaminación de aguas, puede llegar a localidades lejanas, sin aparente contacto directo. Un ejemplo del que debemos aprender es el surgimiento de la gripe aviar. Ver por ejemplo el informe de GRAIN que ilustra cómo la industria avícola creó la gripe aviar (www.grain.org).
Pero las respuestas oficiales ante la crisis actual, además de ser tardías (esperaron que Estados Unidos anunciara primero el surgimiento del nuevo virus, perdiendo días valiosos para combatir la epidemia), parecen ignorar las causas reales y más contundentes.
La nueva epidemia no es un fenómeno aislado. Es parte de la crisis generalizada, y tiene sus raíces en el sistema de cría industrial de animales, dominado por grandes empresas trasnacionales
. La imagen fue captada ayer en la terminal de autobuses de orienteFoto María Luisa Severiano
Más que enviar cepas del virus para su secuenciación genómica a científicos como Craig Venter, que se ha enriquecido con la privatización de la investigación y sus resultados (secuenciación que, por cierto, ya fue hecha por investigadores públicos del Centro de Prevención de Enfermedades en Atlanta, Estados Unidos), lo que se necesita es entender que este fenómeno se va a seguir repitiendo mientras prosigan los criaderos de estas enfermedades.
Ya en la epidemia, son también trasnacionales las que más lucran: las empresas biotecnológicas y farmacéuticas que monopolizan las vacunas y los antivirales. El gobierno anunció que tenía un millón de dosis de antígenos para atacar la nueva cepa de influenza porcina, pero nunca informó a qué costo.
Los únicos antivirales que aún tienen acción contra el nuevo virus están patentados en la mayor parte del mundo y son propiedad de dos grandes empresas farmacéuticas: zanamivir, con nombre comercial Relenza, comercializado por GlaxoSmithKline, y oseltamivir, cuya marca comercial es Tamiflu, patentado por Gilead Sciences, licenciado en forma exclusiva a Roche. Glaxo y Roche son la segunda y cuarta empresas farmacéuticas a escala mundial y, al igual que con el resto de sus fármacos, las epidemias son sus mejores oportunidades de negocio.
Con la gripe aviar, todas ellas obtuvieron cientos o miles de millones de dólares de ganancias. Con el anuncio de la nueva epidemia en México, las acciones de Gilead subieron 3 por ciento, las de Roche 4 y las de Glaxo 6 por ciento, y esto es sólo el comienzo.
Otra empresa que persigue este jugoso negocio es Baxter, que solicitó muestras del nuevo virus y anunció que podría tener la vacuna en 13 semanas. Baxter, otra farmacéutica global (en el lugar 22), tuvo un accidente
en su fábrica en Austria en febrero de este año. Le envió un producto contra la gripe a Alemania, Eslovenia y la República Checa, contaminado con virus de gripe aviar. Según la empresa, fueron errores humanos y problemas en el proceso
, del cual no puede dar detalles, porque tendría que revelar procesos patentados
.
No sólo necesitamos enfrentar la epidemia de la influenza: también la del lucro.
* Investigadora del Grupo ETC
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El sistema de salud al desnudo
Javier Flores
El número de muertes en nuestro país en el contexto de la epidemia de influenza crece de forma muy importante. En los días pasados los fallecimientos se han multiplicado. El reporte más reciente, dado a conocer ayer, indica un crecimiento de 148 por ciento respecto de la cifra del sábado anterior (al pasar de 60 a 149 defunciones), lo que indica un aumento alarmante. Claro, se argumenta que no todos los decesos corresponden inequívocamente a la influenza porcina, pues esto no se ha logrado confirmar mediante las pruebas de laboratorio. La muerte avanza más rápido que la capacidad técnica de nuestro sistema de salud. Éste es un primer aspecto en el que claramente hemos sido rebasados por la epidemia, y muestra sin duda una de nuestras mayores debilidades.
Una de las preguntas más importantes que surgen hoy es: ¿por qué en las naciones donde se ha presentado la influenza porcina no se han producido muertes, y en México sí? En Estados Unidos, nación donde ya se ha decretado una emergencia sanitaria por esta causa, se han detectado 40 casos. Todos han sido confirmados a través de las pruebas de laboratorio más exigentes, como producto del nuevo virus de la influenza porcina. Si bien la tasa de crecimiento de la enfermedad es también muy elevada (creció en 100 por ciento entre el domingo y el lunes) hasta el momento de escribir este artículo ninguna de las personas infectadas ha muerto. Lo mismo ocurre en la mayoría de los países europeos en los que se han presentado estos casos. Se trata de una patología que, como hemos dicho, es curable si se trata de forma adecuada y a tiempo.
Para responder a esta pregunta es necesario formular algunas hipótesis. La primera es que a nosotros esta crisis sanitaria nos tomó por sorpresa y no pudimos, o no supimos, reaccionar a tiempo. En el discurso del secretario de Salud, José Ángel Córdova Villalobos, se encuentra una y otra vez la justificación de que no sabíamos que nos enfrentábamos a un virus nuevo. Está bien, pero ahora ya lo sabemos y, sin embargo, han muerto cada día 45 personas, en promedio. Entonces quedan como posibles explicaciones las fallas en nuestro sistema de salud, que si bien fue uno de los mejores en América Latina y en el mundo, se abandonó a su suerte en los pasados 20 o 30 años.
Hace unas semanas, un ex secretario de Salud y ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, el doctor Juan Ramón de la Fuente, señaló con toda claridad cómo la investigación científica en el Instituto Mexicano del Seguro Social, que fue una de las más productivas y de la más alta calidad en México en el área biomédica, fue prácticamente desmantelada.
Creo que ahí podemos encontrar algunas respuestas a las interrogantes a las que nos enfrenta la epidemia de la influenza porcina. Nos muestra cómo somos, al desnudo. Revela la evolución de uno de los mejores sistemas de salud pública del mundo que muchos (y yo me incluyo) creíamos preparado para enfrentar las peores contingencias sanitarias. Ahora lo podemos ver con toda claridad… con 45 muertos diarios, en promedio.
Quiero aclarar que no estoy tratando de politizar un problema de salud pública. Sostengo que la coordinación de las medidas para enfrentar esta crisis sanitaria, a cargo de la Secretaría de Salud, requiere de la unidad y el respaldo de todos. Ni siquiera pretendo hacer responsable al secretario de Salud, pues hace lo que puede, y debe contar en este momento con todo nuestro apoyo. Pero no podemos tampoco eludir las preguntas que el curso de la epidemia nos plantea y dejar de ofrecer las respuestas que exige la sociedad.
Finalmente, quiero referirme al préstamo reciente que ha recibido México del Banco Mundial para enfrentar esta epidemia. El secretario de Hacienda ha informado que una parte será utilizada en el fortalecimiento de nuestro sistema de salud, como la compra de medicamentos y la creación de infraestructura médica. Creo que el camino del endeudamiento, que ya hemos experimentado en el pasado, nos ha dejado amargas experiencias; pero si es bien utilizado en este caso, en nuestro sistema sanitario y en la investigación biomédica, puede ser útil para comenzar a corregir el camino. Se requiere de la vigilancia de la sociedad sobre el uso de estos recursos. No debe ser empleado para la guerra contra el narcotráfico con el pretexto del tratamiento de las adiciones, y mucho menos debe usarse con fines electorales.