Lo que se espera de Pemex es respeto absoluto al derecho a organizarse, que ya fue reconocido por los tribunales laborales, así como reinstalación inmediata de los 21 despedidos.
El gobierno mexicano firmó en 2006 convenios de la Organización Internacional del trabajo (OIT) que consignan estos derechos, los cuales no pueden ser desconocidos, acotó.
El secretario general del UNTPP expuso que fueron 260 trabajadores quienes iniciaron los trámites para integrar el gremio, pero hay muchos más que ya están afiliados a la organización y la meta es incorporar a la misma a los 30 mil trabajadores técnicos y profesionistas que laboran en Pemex. Por ello, se abrirán 160 centros de afiliación en diversas unidades, plataformas y centros de trabajo de la paraestatal.
Ratificamos nuestro compromiso de luchar por construir un sindicato, que sea transparente, horizontal, con rendición de cuentas y democracia participativa, que represente dignamente a los petroleros profesionistas, porque soñamos que otro Pemex es posible
, explicó.
En la conferencia estuvieron presentes trabajadores que han estado en las diversas etapas de la lucha por conformar una nueva organización sindical de Pemex, como Silvia Ramos, quien fue despedida hace 14 años, pero logró su reinstalación, la cual se concretará en enero próximo.
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La impostura católica de Peña Nieto
Serios retrocesos a la laicidad ha representado este año 2009 que está a punto de concluir. La clase política entra a festejar el bicentenario habiendo traicionado los fundamentos juaristas que dieron sustentos modernos al Estado mexicano contemporáneo. Me refiero no sólo a la contrarreforma antiaborto, promovida por el PRI en 18 entidades de la República, o al acotamiento de libertades laicas, sino a la bochornosa polémica que Enrique Peña Nieto ha protagonizado con su aparatosa y mediática visita que recientemente realizó al Vaticano.
El montaje va más allá de la burda utilización de la esplendorosa escenografía pontificia y de los reflectores televisivos para anunciarnos no nada más la boda del gobernador mexiquense, sino el arranque formal de su candidatura hacia la Presidencia de la República. Peña está anunciando que va con todo y no importan los cómos; junto a gobernadores aliados, incluidos sus presupuestos; su acometida es absoluta y total, no tiene reparos, incluso está dispuesto a sacrificar raíces políticas e identidades ideológicas.
Las imágenes del joven político de Atlacomulco con el papa Benedicto XVI simbolizan una supuesta posición político-religiosa conservadora, apropiada a la atmósfera que ha reinado en nuestro país en los últimos 10 años de gobiernos de la alternancia panista. Con oportunismo, Peña Nieto enarbola los principios cristianos como parte esencial de la estructura ética que lo envuelve. De frontera a frontera, parece anunciar que ha ido ya más allá del casting para convertirse en actor protagonista de primer reparto. De su constante irrupción mediática, pequeñas apariciones, ha dado un salto cualitativo: del posicionamiento al asalto político hacia el poder. El llamado efecto Peña Nieto
pasa a una fase operativa; de galán de culebrón se convierte en eminente protagonista, en medio de un complejo reparto político plagado de infames, su inevitable y dramática misión será conducir bien a México y salvarlo de la catástrofe.
En cierta forma, en este episodio pontifical Peña Nieto ha emulado a Vicente Fox, quien también arrancó prematuramente su campaña ondeando el estandarte guadalupano al estilo de Miguel Hidalgo. Evidentemente, el asunto tiene más fondo que los excesivos gastos de la puesta de escena en Roma y la distinción entre lo público y lo privado del actor. La pragmática estrategia mexiquense parece inspirada en las tesis de Zygmunt Bauman, quien sostiene en su libro Tiempos líquidos el abandono de los compromisos, lealtades y sólidas posturas ideológicas para dar paso a la liquidez de lo inmediato, a la volubilidad del interés presente, a la hiperflexibilidad, al pensamiento maleable de corto plazo y, sobre todo, a la separación entre poder y política. El riesgo de alcanzar el supremo objetivo a costa del desdibujamiento de la tradición política del PRI. Muy probablemente juegue a favor la obsesión tricolor por reconquistar Los Pinos, sacrificando su raigambre liberal e implantando un pragmatismo oscurantista que ha llevado a establecer alianzas, es el caso de las leyes antiaborto, con los sectores más recalcitrantes de la ultraderecha. Quizá cuente también la enfermiza obcecación del inexistente grupo Atlacomulco
por encumbrar a uno de sus miembros en la silla presidencial, para permitir la construcción de un perfil híbrido, más afín a los principios panistas que a la trayectoria del Revolucionario Institucional.
Efectivamente, el look y la impostura que seguramente han diseñado los publicistas y marketineros de Televisa en Peña Nieto se asemeja más a las características distintivas de un candidato panista: joven, metrosexual, conservador, eficiente, dinámico, católico, patriota, defensor de la familia, apasionado y apuesto. Es la máscara y el maquillaje aplicado para satisfacer los altos niveles de audiencia, posicionándolo a tal grado que le aseguren una inevitable postulación por su partido como hizo hace 10 años Vicente Fox.
La Iglesia católica, astuta como siempre, no es responsable de la apuesta de Peña Nieto; sin embargo, sabrá sacar provecho político con creces, ejercer todo su peso simbólico y lobby para posicionar su visión, misión y acentos políticos propios.
Peña Nieto y el PRI han abierto la puerta para que de nueva cuenta la jerarquía católica irrumpa con gravitación en la escena política del país; veremos las consecuencias. Ésta se ha beneficiado de un diagnóstico errado de la clase política que establece un supuesto peso electoral de los obispos católicos y de un aparente liderazgo en la orientación y en las preferencias políticas subyacentes en los fieles-electores.
El gobernador mexiquense parece desempolvar las viejas tesis salinistas sobre el papel político de la Iglesia y asignarle un papel de aliada estratégica. Y no me sorprendería que lo incorpore como parte de su discurso político; en todo caso, ya dio línea públicamente para que su Congreso endurezca penalizaciones en caso de aborto a las mujeres de la entidad. Esta tentación ha estado presente en muchos gobiernos, particularmente en momentos de apuro, con altos costos y facturas.
Con estilos muy diferentes, la esencia de
Juanito y Peña Nieto es la misma: son subyugados por el protagonismo y el canto de las sirenas. Los próximos meses presagian sordas disputas donde presenciaremos duros golpeteos y se pondrá a prueba la apasionada adhesión del gobernador a los principios cristianos.
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Estado laico y decadencia
Luis Linares Zapata

La decadencia anímica y material de México avanza sobre uno de los fundamentos del Estado: su laicidad. Porciones retrógradas y convenencieras de la ciudadanía, incrustadas entre las elites políticas, maniobran en lo oscurito para inducir e instalar en los ordenamientos legales sus creencias religiosas. El basamento de tales modificaciones es por demás endeble o francamente nulo. Recurren los conspicuos proponentes (entre ellos varios obispos) a infundir terribles miedos a una sexualidad liberada de fetiches y varias malformaciones respecto del desarrollo familiar, para involucionar frente al resto de la desprevenida población y el ancho mundo. La dupla PRIAN da fehacientes pruebas de la incapacidad, que ya la distingue y clasifica, para visualizar las salidas efectivas a la prolongada crisis que afecta todos los rubros de la actividad productiva, social y cultural de México.
A los congresos locales que ya habían introducido sus muy particulares visiones y conveniencias sobre el inicio de la vida humana desde el momento de la concepción, hay que sumarle, en días recientes, al chiapaneco. El gobernador, ese paladín de la modernidad, la lealtad partidaria y el recato publicitario, dio el paso adicional para congratularse con los sectores más reactivos de sus grupos de presión: el clero, ciertos empresarios santurrones e hipócritas, y las ralas agrupaciones de la santa velita. Pero el señor Sabines ha ido un tanto más lejos para mostrar su inherente humanidad: no castigará con cárcel a las infractoras de tan novedoso y excelso mandato constitucional modificado. Allá, en esas tierras benignas, los legisladores les concedieron a las transgresoras, tan generosos ellos, un tratamiento sicológico integral. Diferente, eso sí, de los trogloditas que, en los restantes 17 estados, les dictaminaron la implacable persecución del Ministerio Público. El crimen tipificado tiene como falta original concebir al cuerpo como recinto de la propia libertad.
Por estos celebrados días de noticias, surgidas del mismísimo Vaticano, hemos sido testigos, oculares y auditivos, de las telegénicas andanzas de otro gobernador priísta por tierras de santos y santificadores al por mayor. Él, además, es uno que aspira, con la inclemente ayuda de Televisa y el patrocinio de los poderes fácticos mayores que lo han adoptado como su niño consentido, a la candidatura presidencial de su partido para 2012. El esfuerzo publicitario guarda proporción con sus desmesuradas ambiciones. El señor Peña, y toda una comparsa de su muy personal cohorte, notificó, urbi et orbi, la buena nueva de sus íntimas querencias e inminente boda. Se unirá en sagrado matrimonio con su Gaviota preferida el próximo año. Todos los medios locales (nativos, di-rían los ingleses imperiales) deberán darse por enterados y hacer los preparativos correspondientes a tan solemne sarao. Nadie quedará fuera del festín. El enlace sellará el mensaje central: el futuro presidente de los mexicanos profesa, con pasión y fundamento innegable, la religión católica. Es un practicante activo y solemne que hará lo que sea necesario para que su credo prospere. El suyo será, qué duda cabe, el próximo estado que legislará para entronizar las creencias que alumbran a su guía en los códigos civiles de la entidad que gobierna. Las mujeres mexiquenses, por tanto, no tendrán alternativa: serán reos de condena si osan abortar.
Sobre advertencia no habrá engaño: el señor Enrique Peña se perfila, por sus propias acciones y desplantes, como el candidato de la derecha más atrincherada de esta angustiada República. Sería, la suya, en caso de triunfar, una versión adicional de las dos panistas.
Uno tras otro, los congresos locales de mayoría priísta han recalado en la tentación de diseñar un artículo constitucional sustanciado con creencias divinas. La presidenta del PRI ha sucumbido, una y otra vez hasta rebasar la docena de ocasiones, a la andanada de sus correligionarios que, por propia voluntad, por arraigado convencimiento, por supuesta iluminación divina, decidieron respaldar tales cambios legislativos. Una derrota mayúscula para una persona, mujer además, que dice profesar acendrada convicción de valores republicanos (entiéndase laicos también). Pero ella tiene una disculpa para ceder ante tamaño impulso retrógrada: es demócrata y no autoritaria. Concede a sus correligionarios la potestad de decidir, por ellos mismos, desde sus reducidos campos locales, el cambio de paradigmas partidarios fundacionales. Así, uno a uno, poco a poco, el localismo se impone sobre la concepción histórica y central de una agrupación política, fruto, además, de posiciones anticlericales. El PRI, al parecer, no tiene órganos deliberativos federales que puedan dilucidar, discutir frente a sus simpatizantes, tamaño cambio de ruta. La alianza de unos cuantos gobernadores impositivos, convenencieros y ambiciosos de continuidad, pueden trastocar, a las callandas, lo que tardó años, vicisitudes y muchas vidas dilucidar y sostener. La separación de la religión y el Estado, piedra angular del sistema de convivencia, puede ser trastocada por los cálculos de una elite inescrupulosa, carente de visión, débil ante los desatados obispos y aliados con las fuerzas más retrógradas del país. Pero también puede ser alterada por un trasiego que pretende asegurar para 2012 la colaboración de una alta clerecía, incapaz de honorar, con votos ciertos, las promesas adelantadas. Ojalá y los curas de alta jerarquía salieran al despoblado para tratar de inducir conductas ciudadanas por un partido preciso. Sería una buena prueba para la madurez y el destino de los mexicanos.
La desatada carrera con vistas a la renovación de poderes en 2012 va decantando, con todo el rigor inherente a tan decisivo propósito, el diseño de un partido político timorato, reaccionario, incapaz de mostrarse como lo que en verdad es: una melée de convenencieros y oportunistas que no ofrecen otra cosa que la continuidad de la decadencia.
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Astillero
Las pistolas de Calderón
Impericia y pugnas internas
Temor y abatimiento colectivos
Julio Hernández López
NI UN PASO ATRÁS
. En la lucha contra el narco no se dará ni un paso atrás, aseguró el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont, hablar sobre la ejecución de familiares del marino Melquisedet AnguloFoto Guillermo Sologuren
Felipe Calderón está llevando al país a una situación de extrema gravedad. Las naturales reacciones de venganza de los cárteles afectados por una guerra
selectiva toman al gobierno federal en una situación de impericia casi criminal (revelar el nombre del marino muerto, a cuenta de homenajes concebidos como material propagandístico) y enmedio de pugnas intestinas y desconfianzas extendidas en la elite del poder (el Ejército, agraviado por la preferencia
felipesca por la Armada en el caso Cuernavaca, lo que significó una acusación implícita de deshonestidad sobre soldados y oficiales de la Sedena).
La descomposición institucional fue agravada por la instrucción de tapizar de billetes y símbolos religiosos el cuerpo de un narcotraficante ejecutado más por desaveniencias con su jefe original que por una auténtica e imparcial persecución gubernamental. Al colocarse al mismo nivel de crueldad e ilegalidad que los delincuentes extraoficiales, la administración de CalNerón ha abierto la puerta a las venganzas extremas, sin que los presuntos defensores y ejecutores de las leyes puedan invocar legitimidades en su actuar ni grandeza o patriotismo en sus propósitos. El ánimo social de alarma y los específicamente revanchistas de los delincuentes afectados son incluso exacerbados por las declaraciones grandilocuentes, retadoras, amenazantes de altísimos funcionarios que creen plausible hacer declaraciones de valentía y fuerza desde sus espacios milimétricamente protegidos. Calderón debería cambiar el tono, el contenido y la gestualidad de sus comparecencias públicas sobre el tema, al igual que el secretario Gómez Mont debería dejar a un lado el tono de litigante blindado al hacer sus pastosas alocuciones de defensa de un estado de derecho que ya no existe y de legalidades e institucionalida- des caídas en combate. Luego del ataque al departamento 201 de un edificio de la capital del estado comercialmente administrado por Marco Adane (recuerden: cambien dos consonantes a su entender), la guerra
contra el narcotráfico ha subido peligrosamente de grado: cártel contra cártel, capos contra capos. Sálvese quien pueda.
Justamente en las actuales condiciones resulta urgente poner freno a una guerra
que Calderón decidió por sus puras pistolas en sus peores condiciones de precariedad política (a unos días de su accidentada y repudiada toma de posesión). El dinero público gastado en esta densa campaña nacional de asentamiento militar debería haber sido destinado a necesidades verdaderamente sentidas por la población. Por ejemplo, a la ayuda fortalecida a los mexicanos económicamente miserables que en esta misma administración se han multiplicado a la par que el uso para fines militares, marinos y policiacos del erario en la batalla sabidamente perdida contra el comercio globalizado de las drogas y alegremente tolerado y promovido por las contrapartes del mayor mercado, el estadunidense, donde no hay bajas ni temblor social sino plácido consumo extendido.
Pero otra de las consecuencias de esta etapa superior del miedo colectivo es el abatimiento del ánimo de participación política, de la protesta superior, pues muchos ciudadanos asustados lo que prefieren es la defensa de sus intereses particulares, el volverse invisibles, el callar para no provocar represiones desatadas. A la mitad de su improbable sexenio, sin fuerza en las cámaras, peleado incluso con grandes e influyentes empresarios, rodeado de una camarilla gris, ineficaz y servil, y con riesgos ampliamente anunciados de estallidos sociales incluso por razones de calendario histórico, Calderón parecería encaminarse a una forma de aniquilamiento de lo político, de lo electoral. De hecho, pareciera que el diseño de esta inexplicable guerra perdida contra el narco fuera en realidad sólo la preparación de escenarios de volatilidad social que obliguen
a la toma de decisiones que en otro momento no serían permitidas, como la declaración de zonas de excepción que conforme avanzaran los combates
con los narcos sublevados podrían ampliarse hasta abarcar al país entero y llegar, de ser necesario, a la supresión de los procesos de elección de autoridades y representantes populares. Una relección forzada por las circunstancias.
Lo de ayer es terriblemente sintomático, pues fueron varios los ataques directos a símbolos de la institucionalidad: los familiares de un miembro de las fuerzas especiales de la Marina, las ráfagas en el restaurante donde comían el fiscal general de Coahuila y un secretario del gabinete estatal con un alcalde texano, el asesinato del secretario de Turismo de Sinaloa. Y, por otra parte, las versiones, no confirmadas a la hora de cerrar esta columna, de una matanza en Sinaloa, según eso entre 20 y 40 personas.
Aparte de los discursos de la superioridad, el mundillo de la política institucional simula que todo sigue bajo control: el Cordero sacrificable es obligado a sostener la plantilla de subsecretarios que tenía el ahora expansivo Carstens; el secretario del Trabajo se queja de que a la puerta de su casa haya tenido molestias menores y fugaces de parte de algunos de las decenas de miles de trabajadores que hoy no tienen empleo ni manera de garantizar el futuro de sus hogares; las diputadas Juanitas piden licencia y dan paso a sus machos utilitarios, entre ellos algún miembro del bufete de defensa que Televisa ha habilitado en San Lázaro, y crece la protesta por el tema de las bodas entre personas del mismo sexo, y la posibilidad de adoptar hijos, de una ultraderecha encabezada por los jefes católicos que demostradamente han tenido graves casos de inmoralidad impune.
Y, mientras la gente se rehúsa a ponerse las vacunas, con todo y que Obama se haya prestado para la foto, ¡hasta mañana, con la novedad de que el PRD de Tamaulipas analiza la posibilidad de postular como candidato a gobernador a Lino Korrodi, el promotor original de Fox que luego se volvió crítico consecuente de éste y su dominante esposa!