Desde su punto de vista, está claro que las víctimas no se quedarán con los brazos cruzados, e intentarán conseguir lo que les corresponda por medios legales como un juicio civil. Según cálculos publicados, la legión puede contar con una fortuna de entre 20 mil y 30 mil millones de dólares: no será complicado demostrar que Maciel disponía de todo el dinero, de las cuentas bancarias en paraísos fiscales, de las propiedades y de todo el dinero donado por sus fieles
.
Según sus informaciones, el Vaticano está pidiendo a los legionarios la damnatio memoriae; es decir, condenar la memoria del fundador, para evitar ser disueltos: cuando más enfangado esté Marcial Maciel, incluso a nivel interno, mejor para ellos. Ya no hay por dónde defenderlo. Ya no pueden remitirse ni a su figura, ni a su carisma, ni a sus obras, ni a nada
.
En los resultados de la auditoría que el Vaticano realiza a los legionarios de Cristo, según Vidal, no existe la intención de desaparecer la orden: por el contrario, tal y como están las cosas, no los van a suprimir. Nombrarán un delegado pontificio o varios
, o harán una transición entre la actual cúpula y una nueva, pilotada desde Roma
.
Lo que no está claro, según el vaticanista, es que el papa Joseph Ratzinger exija a la actual cúpula de los legionarios, encabezada por Álvaro Corcuera, que reconozca su complicidad en el encubrimiento de las fechorías de Maciel.
El cáncer en la legión estaba mucho más extendido y era más evidente para la cúpula de lo que en principio parecía. Todos estaban al tanto de las relaciones que sostenía con esas mujeres y sus hijos, la que vive en Madrid y los que radican en México y todos los demás que vayan saliendo. Realmente este hombre era un monstruo por abusar de sus propios hijos. Hay que ser muy monstruo para hacer algo así. No tenía límites.
Señaló que algunas de las actuales intenciones de los legionarios es justificar a Maciel diciendo que estaba enfermo de sus facultades mentales: mientras lo bendecían y alababan con un culto a la personalidad absoluto, nadie dijo eso. Es una vergüenza. Los legionarios de Cristo han quedado irremisiblemente dañados. Vayan por donde vayan, la gente recordará que la legión fue fundada por un delincuente, un facineroso. Ese estigma no se borra con nada, ni con dinero, ni peticiones de perdón retóricas
.
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El Manifiesto comunista y el papel de la izquierda
Maciek Wisniewski*
En una célebre frase que abre el Manifiesto comunista , sus autores anunciaban que un fantasma –el del comunismo– re-corría Europa. Dicho fantasma ha sido acosado por todo género de fuerzas: desde el Papa y el zar hasta los espías policíacos. Si el Manifiesto... fuese escrito hoy, quizás dirían que el espectro que recorre Europa (del este), es más bien el del anticomunismo tardío. Acosarlo también es papel de la izquierda.
I
En el recientemente concluido mes de febrero se cumplieron 162 años de la publicación del Manifiesto comunista redactado por Karl Marx y Frederick Engels. El documento, pensado como un programa de partido y una herramienta para difundir las ideas comunistas, tiene dos vertientes: la teórico-analítica y la política. Contiene también un importante diag-nóstico social y político, y un recuento del debate acerca de las ideas socialistas.
Prácticamente terminado por Marx a finales de 1847, basándose en las ideas trazadas anteriormente por Engels, Marx hizo las últimas correcciones en enero y el documento salió a la luz pública en alemán a mediados de febrero de 1848.
El Manifiesto... es quizás el documento con la historia más tormentosa en el mundo; ha sido declarado obsoleto innumerables veces, censurado, quemado, prohibido y penalizado, la última vez hace un par de meses en Polonia.
II
En noviembre del año pasado, el Sejm –parlamento polaco–presentó una ley según la cual queda penalizada la propagación de materiales y textos que contengan cualquier “contenido comunista” (o nazi o “totalitario” en general); esto significa que el Manifiesto comunista quedará de facto incluido en un index , y su difusión sancionada con multa o cárcel.
La razón de lo anterior, según los legisladores, es que cualquier símbolo o material con un fondo “comunista” representa no sólo un legado de un sistema genocida, sino también una amenaza latente a la libertad. En la visión de los liberales polacos, la lectura de textos como el Manifiesto comunista necesariamente acabará con el retorno del totalitarismo y la construcción de nuevos gulag .
Poco antes tuvo lugar otro hecho sintomático : durante la feria del libro en Varsovia se había solicitado retirar los ejemplares del Manifiesto... , con base en un artículo constitucional que prohíbe la propagación de ideas nazis y comunistas. Aunque la Constitución no hace mención específica a ningún título, la editorial y los organizadores prefirieron ceder ante las amenazas de un proceso penal.
Todos esos son síntomas muy interesantes, pero sobre todo preocupantes, de un anticomunismo tardío , actitud que abunda en los países ex socialistas. Dicho anticomunismo tardío, a veinte años de la caída del Muro de Berlín, busca “purificar” la vida política y social, culpando ex post al comunismo de todos los errores de la transformación neoliberal. Pretende también igualar todas las expresiones del comunismo y socialismo, incluso teóricas, con el nazismo, y penalizarlas. De hecho, una de las primeras iniciativas de los nuevos miembros de la Unión Europea ( ue ) en el Parlamento Europeo, ha sido la prohibición de los símbolos comunistas, incluso la estrella roja, exactamente como quedaron prohibidos los símbolos nazis. Los promotores de medidas como éstas ignoran por completo –y sin que se nieguen los crímenes de ambos sistemas– que el nazismo y el comunismo tienen raíces distintas y deben ser considerados de manera diferenciada. Evidentemente, el Manifiesto comunista de ningún modo es lo mismo que Mein Kampf , de Adolfo Hitler.
Al mismo tiempo, este revisionismo reaccionario presenta al nazismo como si se tratara de una simple reacción al comunismo, ocultando que aquél más bien fue una reacción a la crisis capitalista, donde el antagonismo de clases fue reemplazado por el conflicto racial entre judíos y arios. De hecho, según el economista húngaro Karl Polanyi, autor de una obra fundamental, La gran transfor mación (1944), la mercantilización y la proliferación de una falsa idea del mercado autorregulado fueron las culpables tanto del auge del nazismo como el estalinismo.
La prohibición de facto del Manifiesto comunista no sólo es el resultado de esta actitud, sino también una manifestación de lo que el filósofo esloveno Slavoj Zizek llama Denkverbot (una prohibición-para-pensar), muestra de la hegemonía liberal y mecanismo con que ésta busca cerrar todos los caminos a los proyectos políticos contrarios al suyo.
III
Después de la caída del Muro (precedida, por cierto, por las primeras elecciones libres en Polonia, en junio de 1989), se declararon caducos a Marx y el marxismo: la doxa dominante hizo creer que sus predicciones fallaran en todos los aspectos y simplemente, sin ninguna necesidad de prohibir, en muchas partes dejó de ser leído. Las obras de Marx no sólo fueron d estinadas al “basurero de la historia”, sino algunas veces también a los basureros verdaderos, a donde fueron arrojados después de retirarlas de las bibliotecas.
Pero en Polonia quisimos ser más papistas que el Papa. Isaiah Berlin, uno de los padres intelectuales de los liberales, si bien rechazaba el contenido político del Manifiesto ..., aplaudía su extraordinaria belleza literaria y retórica. Sólo nueve años después de la desintegración del bloque socialista, para el 150 aniversario de la edición del Manifiesto comunista , en los círculos liberales y conservadores aparecieron unas “reseñas” bastante favorables del documento. Muchos de los analistas y publicistas pro capitalistas prestaban atención al documento para sus fines: por supuesto sólo miraban a Marx y Engels allí, dónde éstos expresaban su admiración hacia la fuerza y dinámica –también destructiva– del capitalismo, y su capacidad de revolucionar los modos de producción y las relaciones sociales, y cerraban los ojos dónde hablaban de crisis capitalistas, división del trabajo, o donde criticaban las fantasías sobre la libre competencia o la propiedad privada.
En Polonia ha sido peor; lo común es negar la existencia del capitalismo mismo. Mientras algunos aseguraban que no vivimos en el capitalismo, sino en otra sociedad regida, no por la explotación, sino por una cooperación voluntaria ( sic ), otros lamentaban que todavía no llegábamos al capitalismo, porque los polacos no tenían propiedad privada, y que había que privatizar más (como si con el avance del neoliberalismo después del 1989 no se hubieran privatizado casi todos los sectores de la economía, y cómo si el capitalismo fuera un sistema donde todos son felices propietarios que participan en un juego entre iguales).
Se escuchaban incluso las voces, provenientes de los sectores muy “serios”, de que ni siquiera había neoliberalismo, que desgraciadamente nadie seguía tal política, y que todo se quedaba en una mera retórica, lo cual en realidad ha sido otra forma retórica que buscaba encubrir los escombros que dejó en su camino el huracán neoliberal y la implantación en Polonia de la doctrina de choque, como lo demostró Naomi Klein en su libro The Shock Doctrine (2008).
Esta explicación de que todavía no había capitalismo, ni siquiera neoliberalismo; de que el sistema estaba secuestrado por la vieja Nomenklatura , es muy común en Polonia y en otros países ex socialistas, siendo una de las expresiones del descontento hacia las reformas de “libre mercado” y la desilusión ante las nuevas realidades sociales. Pero como apunta ZiZek, lo que estos “anticomunistas tardíos denuncian como un capitalismo “inacabado” y pervertido por las oscuras fuerzas postcomunistas, es en realidad capitalismo tout court .
Aunque la visión del capitalismo que emergía de los escritos de sus apologetas normalmente resultaba profundamente ingenua y no tenía nada que ver con el capitalismo realmente existente, la izquierda polaca que obedeció a la prohibición de pensar y dejó de leer a Marx y estudiar de manera crítica al capitalismo, muchas veces se mostraba incapaz de responder a estas expresiones de un common sense neoliberal. Como escribieron Marx y Engels en el Manifiesto ..., las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la clase imperante.
Sólo hasta la reciente crisis financiera global se descubrió en Polonia que al fin y al cabo ya vivíamos en el capitalismo; el término milagrosamente reapareció en las bocas de los políticos y analistas y en los encabezados de prensa. No deja de extrañar que justo ahora el Manifiesto... acabe por segunda vez en el basurero, esta vez censurado.
IV
En un prólogo a la edición polaca de 1892 (la primera traducción a este idioma no tardó en publicarse poco después de la primera edición en alemán) Frederick Engels ofrecía una razón simple para explicar la creciente demanda y necesidad de estudiar el Manifiesto comunista : el rápido desarrollo de la industria en Polonia (entonces parte del imperio ruso) y el avance del capital, hacían indispensable la búsqueda de las explicaciones de las relaciones de clase entre los obreros; de igual manera podríamos decir que hoy en día el avance del neoliberalismo en Polonia (y el ocaso de su hegemonía) otra vez hace fundamental su estudio.
El análisis y la crítica de la sociedad burguesa (Marx y Engels no usaban el término “capitalismo”, ya que éste fue acuñado años más tarde por el sociólogo alemán Werner Sombart) contenidos en el documento, nunca perdieron su relevancia, a pesar de algunas limitaciones y lagunas teóricas (Marx estaba todavía por desarrollar los fundamentos para su “crítica de economía política”). Pero el mundo plasmado en el documento de 1848 es el mismo que nos rodea hoy; se antoja decir que la descripción de los mecanismos del sistema contenido allí es hoy más relevante que nunca, pero eso lo decimos siempre, sobre todo, en las épocas de crisis.
Así lo subraya David Harvey, geógrafo y marxista inglés, en el prólogo a una nueva reedición del Manifiesto ..., editada por el 160 aniversario (2008): el análisis acerca del potencial destructivo del capitalismo y la inevitabilidad de las crisis es inagotable.
Harvey va incluso más allá. Invita a poner el Manifiesto comunista al lado del otro documento, cuyos espíritu y contenido moral según él se asemejan – La declaración universal de los derechos humanos –, y subraya, refiriéndose a su parte política, que juntar los sentimientos contenidos en ambos escritos resulta de la mayor importancia, tanto para explicar nuestra condición contemporánea como para alumbrar los caminos de la lucha colectiva; el Manifiesto ..., según el marxista inglés, es un documento lleno de intuiciones, significados y posibilidades políticas: de nosotros depende cómo lo leeremos ahora y cómo lo incorporemos a una lucha progresista y un nuevo proyecto político.
Esta tarea es de la mayor importancia en Polo nia, atrapada entre fuerzas liberales-conservado ras y conservadoras-liberales, igualmente procapitalistas. Pero la búsqueda de salidas políticas a este cul de sac no sólo se ve obstaculizada por el orden establecido, sino también por el Denkverbot , la prohibición-para-pensar, que manda poner el Manifiesto comunista al lado de Mein Kampf , cuando no forman parte del mismo estante.
A la izquierda polaca antes que nada le toca rearmar su biblioteca: si no, lo harán los neoliberales. Ya lo empezaron a hacer.
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Revuelcos de zahúrda
En 1949, Emile Cioran escribió Breviario de la podredumbre . Allí, con lucidez punzante trizó certezas del pensamiento colectivo occidental. Una de sus víctimas favoritas fue el enervante credo de “el santo, ejemplar justamente fascinador y repelente, por relación al cual siempre se está a medio camino y en una posición falsa”.
Hace cosa de diez días que la periodista Carmen Aristegui entrevistó en su programa de radio a la familia –clandestina, y según parece no la única–, del sacerdote católico y fundador de la controversial y multimillonaria orden de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel. Hablar de las tropelías de Maciel no es cosa nueva. Las primeras denuncias de sus atrocidades merecieron que poderosos empresarios, como Lorenzo Servitje, estrangularan económicamente a Canal 40, televisora independiente de Javier Moreno Valle. Hoy son cosa pública sus depredaciones sexuales, sus amoríos y progenies ilícitas, sus plagios literarios – El salterio de mis días , texto presuntamente toral de los Legionarios, es un vil plagio al español Luis de Lucía– y sus redivivas, cuantiosas estafas, pero la entrevista de Carmen a Blanca Estela Lara Gutiérrez y sus tres valientes hijos, José Raúl González Lara, Omar González Lara y Cristian González Lara, resulta un documento escalofriante en tanto lleva luz pública a oscuros rincones del quehacer de una de las órdenes re ligiosas más poderosas del mundo. La mujer y sus hijos, cuya existencia fue públicamente negada durante décadas por Maciel y sus correligionarios, han demostrado no sólo su relación filial con Maciel, sino el pleno conocimiento que de ello tenían altos personeros de los Legionarios y diversos niveles del clero, desde la arquidiócesis mexicana hasta el Vaticano mismo.
Los relatos de los hijos de Maciel son escalofriantes cuando detallan cómo, a edades de siete u ocho años, su propio padre, ese presunto santón que recientemente no pocos imbéciles se empeñaban en canonizar, abusó sexualmente de ellos; cómo fue capaz la ralea de Maciel de intentar, con el concierto de un psiquiatra español, de enloquecer a su propio hijo administrándole ilegalmente drogas para esquizofrénicos cuando el muchacho, no pudiendo soportar los conflictos que le causaban los abusos de su padre, externó su necesidad de acudir a terapia psicológica. En ese entonces, relató Raúl González Lara, su padre desaconsejó enérgicamente el acercamiento a una psicóloga en Cuernavaca para mejor mandarlo a Madrid, a una lujosa clínica psiquiátrica, donde le administraron medicamentos que no necesitaba. La nube de influencia de Maciel y sus Legio narios ya se había extendido por el mundo y gozaba del favor irrestricto del papado asumido por el polaco Wojtyla, quien a pesar de las reiteradas, escandalosas, multiplicadas y variadas denuncias contra uno de los más notorios crimi nales que ha podido alojar en su seno la Iglesia católica moderna, nunca permitió que se le tocara con el pétalo de una investigación judicial en forma, convirtiéndose así en vergonzante cómplice.
Aristegui hace públicas las terribles revelaciones sobre Maciel, sobre la manera en que personeros de su rebaño han tratado de acallar e intimidar a Blanca Estela Lara y sus hijos, de impedirles un justo resarcimiento económico o el reconocimiento público de lo mucho que se les lastimó, y han saltado en la conjura criminal nombres tanto de sacerdotes de la orden como de seglares, pilares de esa que más que orden religiosa parece grupo de delincuencia organizada: el superior de la orden y sucesor –tapadera– de Maciel, Álvaro Corcuera; el falso procurador de la orden ante l Vaticano, el sacerdote Carlos Skertchly, el rector de la Universidad Anáhuac, Jesús Quirce o su asesor financiero, Jaime Durán; allí el secretario general de la Legión, Evaristo Sada y allí, también, el arzobispo Rivera Carrera cuando en 1997 respondía virulentamente a las acusaciones contra Maciel, acusando a su vez a las víctimas de calumniadores y conspiradores pagados para lastimar a la Iglesia y al Papa.
A la progenie marcada por la triste herencia de Maciel, mi solidaridad absoluta. A Carmen el aplauso sin ambages a su valentía de mujer, a la coherencia de su posicionamiento en el discurso público y por su contribución para desen mascarar ése que con finos modales, sonrisas falsas y manos delicadas, a menudo vistiendo sotana dejo aquí que defina la cristalina lucidez, otra vez, de Cioran: ése que “Llegado a las cimas doradas de sus repugnancias, en las antípodas de la Creación, hace de su nada una aureola”.