domingo, noviembre 14, 2010

CCCP: !Presente con el Presidente!


Concluye hoy en Toluca Gira de la Lealtad de López Obrador


Este domingo, Andrés Manuel López Obrador terminará su gira de la ‘Lealtad en el Estado de México’ con un acto multitudinario en la Plaza de los Mártires que se ubica en el municipio de Toluca.

El ex candidato presidencial recorrió los 125 municipios de la entidad mexiquense durante los fines de semana de casi dos meses con el único objetivo de manifestar su rechazo a la alianza del PRD con el PAN para buscar la gubernatura.

López Obrador estuvo acompañado por Higinio Martínez, coordinador estatal de la corriente Grupo Acción Política (GAP) en el Estado de México; el diputado federal del Partido del Trabajo, Óscar González Yáñez; Horacio Duarte Olivares, aspirante a la gubernatura; Yeidckol Polevnsky, senadora perredista, así como políticos de la entidad.

En cada uno de los municipios, el perredista advirtió que no permitirá ni aceptará la alianza que, a su decir, “quieren imponer los dirigentes del PRD con el PAN, porque le dieron la espalda a sus militantes y no consultaron a sus bases para tomar una determinación ante las elecciones de 2011”.

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Los problemas del IMSS
Néstor de Buen
En estos días se habla y se escribe sobre la situación que atraviesa el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) por su aparente falta de recursos para atender, entre otros problemas, la compra de medicinas y el pago de prestaciones económicas.

Este lunes se trató el tema en el programa de Porfirio Muñoz Ledo que se transmite por televisión, con la presencia, entre otros, de Ricardo García Sainz, antiguo director del IMSS.

En la prensa he leído notas sobre lo mismo que ponen de manifiesto el absurdo de que el instituto tenga que dar vales a los enfermos para que les surtan medicinas gratis en las farmacias, de no tenerlas en existencia en sus centros de salud.

Me preocupa la vida del IMSS. Siempre he creído que su formación, por una ley iniciada por el presidente Manuel Ávila Camacho, que entró en vigor el primero de enero de 1943 aunque el decreto de formación de la ley tuviera fecha del 31 de diciembre de 1942, es parte fundamental de la vida de México.

He pasado 28 años de mi vida sirviendo al IMSS; los diez primeros en el jurídico a cargo del inolvidable maestro Javier de Cervantes, y después 18 años en la jefatura de relaciones laborales que gobernaba, y bien, Juan Francisco Rocha Bandala. Años más tarde fui abogado del sindicato, del que me separé por una discrepancia fundamental.

Por todo ello mi preocupación académica por el IMSS ha sido constante, habiendo publicado un libro denominado Derecho de la seguridad social. Manual, editado por Porrúa, y este mismo año un breve trabajo que intitulé La decadencia de la seguridad social mexicana, también de Editorial Porrúa, SA. Me temo que ha sido una especie de advertencia de lo que iba a suceder y está sucediendo.

Estoy convencido de que la seguridad social nuestra atraviesa el grave problema de la falta de recursos porque éstos, siguiendo un modelo puesto en vigor en Chile por Pinochet, han quedado a la disposición de las famosas Afore, que no son otra cosa que instrumentos de inversión forzosa que debe hacer el instituto en valores sustancialmente emitidos por el Estado.

El Estado es deudor del IMSS, ya que debe cubrir una parte de la cuota a la que también contribuyen los empresarios y los mismos trabajadores, pero a través de la emisión de valores que obligadamente adquieren las Afore, recibe un beneficio económico compensatorio de sus deberes.

El problema es que esos recursos constituían la base de las reservas del IMSS que hacían posible su crecimiento en centros de salud y la preparación de los mejores especialistas del país, sin perjuicio de atender sus compromisos económicos con los asegurados que se retiran por vejez o por padecimientos incurables. Como van las cosas, cada vez será más difícil que el instituto atienda de la mejor manera esas responsabilidades sin que, por otra parte, los asegurados tengan algún beneficio derivado de los fondos que administran las Afore.

Da la impresión de que el IMSS se ha convertido en un instrumento financiero en beneficio del Estado, pero en previsible perjuicio de sus fines esenciales.

En estos tiempos, en otros países se están viviendo problemas análogos. En España, tan mal tratada por el Papa en su reciente visita, el aumento en dos años de la edad necesaria para la jubilación ha producido todo tipo de protestas, mientras en nuestro país la exigencia de contar con mil 250 semanas de cotización para obtener la pensión de vejez, que sustituyó a la más moderada de 500 semanas de cotización que era la original, no produjo ningún tipo de protesta, tal vez porque somos insensibles a las consecuencias de una medida de esa naturaleza o porque no creemos demasiado en la generosidad de las prestaciones por vejez.

La posibilidad de la privatización plena de los servicios de salud, tal vez por la vía bastante cara de los seguros que garantizan el pago de los gastos médicos mayores o simplemente a través de organismos especializados que, dados los hechos, tendrán un buen porcentaje de clientela asegurada (por no estar esa clientela asegurada como es debido), parece ser la solución previsible muy a tono con la política económica que nos ha sido impuesta.

Ojalá me equivoque y el IMSS tenga una larga y provechosa existencia. Me interesa, entre otras muchas razones, porque yo estoy jubilado como antiguo trabajador del instituto y aunque no recibo cantidades suficientes, de todas maneras es una ayuda importante.

Pero me temo que mi anticipo sobre su decadencia tiene bastante fundamento.

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Nimiedades

Hernández


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El Despertar

Mil días

José Agustín Ortiz Pinchetti


Hace más de mil días que iniciamos la organización de una red de comités en todo el país para dar sustento al movimiento que dirige AMLO. A mí me tocó trabajar en el estado de Puebla, mi experiencia me lleva a la convicción de que tenemos condiciones para el desarrollo de una democracia moderna. Una amplia minoría tiene preparación cultural y sentido de la organización.

Desde la capital no se ve el fenómeno porque la atmósfera del análisis está contaminada por la politiquería y determinada por la televisión. No se ve lo que intuyó Octavio Paz ante la respuesta de los capitalinos a los sismos de 1985. Entre los escombros percibió las semillas de una poderosa democracia.

Al entrar en contacto con la gente de los pueblos y barrios he comprobado cómo las semillas están dando frutos. Cada vez son más los que creen en el proyecto alternativo y que confían en que AMLO los pueda encabezar. El nivel de la organización crece cada día.

Creo que he superado en alguna forma las barreras de prejuicios que dividen a las clases y a las castas. Uno puede observar a una multitud desde un templete sin tener la menor idea de lo que creen o lo que sienten. La experiencia de contacto es indispensable: he estado en centenares de hogares, reuniones, pláticas de sensibilización, ceremonias de constitución de comités. La gente se adhiere sin pedir nada más que trabajo y dignidad. He encontrado hospitalidad, entusiasmo y politización. He llegado a sentir que hay esperanza en contraste con la depresión que sienten millones.

Muchos creen que la gente venderá su voto a cambio de regalos. No aceptan que en el pueblo se ha dado una revolución silenciosa y que los malos tiempos están actuando como acicate de la conciencia. Nuestra apuesta consiste en creer que la gente común puede tomar a su cargo la responsabilidad del poder. Esta convicción tiene que pasar por una prueba de fuego: en los 20 meses que nos separan de las elecciones presidenciales se definirá si la maquinaria de la oligarquía y sus órganos ejecutivos, los partidos y el gobierno pueden imponerse o si la gente finalmente despierta y triunfa.

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Un débil compromiso democrático
Arnaldo Córdova


Escribía Kelsen que para que la democracia adquiera carta de naturaleza en un país se requiere ante todo que la mayoría la quiera y, en primer término, los partidos políticos, que son los verdaderos actores del entramado democrático. Basta un solo partido que en realidad no quiera la democracia y prefiera otras vías para que la democracia esté en riesgo y se diluya en la politiquería y naufrague en el más abyecto fracaso. La democracia es un conjunto de relaciones sumamente frágil y en continuo peligro. Depende de todos los actores políticos, de todos los ciudadanos, que la democracia se asiente y perdure. La democracia implica el compromiso de todos con sus reglas y sus objetivos.

Muy raramente se da el acuerdo democrático de una sola vez, como ocurrió en España en 1978, con el acuerdo de la Moncloa. Ese acuerdo, por lo general, se va fraguando poco a poco y, en ocasiones, como entre nosotros, con larguísimos plazos que, desde luego, hacen perder la paciencia a muchos. El compromiso democrático entraña el querer algo que beneficia a todos y no a intereses parciales, lograr, por ejemplo, un acuerdo que va a favor de todos y no sólo de algunos. Lo contrario del compromiso democrático es lo que llamamos aquí la politiquería, que consiste en hacer política logrera, buscando sólo el propio beneficio a costa de todo lo demás, incluso de un acuerdo democrático.

Hemos tenido ejemplos de compromiso democrático. Lo fue, pese a la abusiva actitud de los gobernantes priístas que querían ceder algo, pero no todo, en 1977, cuando se concertó la reforma política. Lo fue, igualmente, cuando se acordó entre todos la reforma constitucional de 1996 y pudo elegirse un consejo del Instituto Federal Electoral que comprendía capacidad, neutralidad y voluntad de arbitraje. Pero, casi en todo lo demás, somos víctimas de la politiquería. Primero, los partidos buscan ubicarse en posiciones de fuerza que les permitan hacer su agosto e imponer sus intereses parciales; luego, según su fuerza, precisamente, tratan de imponer sus intereses a todos los demás, haciendo cisco el compromiso democrático al cual se supone que se deben.

Por desgracia, el que de vez en cuando se adquiera conciencia del compromiso democrático no asegura nada si eso no se convierte en un estado permanente. Para que la democracia triunfe definitivamente y acabe por asentarse entre nosotros se requiere que, por sobre los intereses facciosos, se imponga, justo, esa conciencia de que buscando el interés de todos, el interés general, todos salen beneficiados y, a corto o a largo plazo, incluso los que dominan hoy. Parece una utopía o, peor aún, una idiotez; pero no es así. Basta ser un poco más pragmáticos de lo que se suele ser. Basta con saber que promover una buena medida política de interés general redunda, necesariamente, en un propio prestigio mucho más amplio y reconocido por todos.

Durante mucho tiempo los priístas la dragonearon diciendo que ellos eran los verdaderos autores de la reforma política y los que habían decidido la democratización del régimen. Los demás habían obtenido lo que ellos habían concedido. Fue una buena carta que, sin duda alguna, les benefició. Pero hoy los priístas no son capaces, ni siquiera un poco, de tal hazaña. El típico agandalle de los tiempos pasados es y seguirá siendo su signo. Si son minoría, como tal son capaces de las más sucias maniobras para revertir una situación que no les favorece, en lugar de buscar acuerdos generales que hagan avanzar de verdad la democracia. Si son mayoría, son igualmente capaces de los peores excesos demandando posiciones que sólo a ellos les favorecen. No saben ser leales en la lucha política y carecen de toda seriedad para alcanzar acuerdos con los demás.

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El sainete que los partidos han escenificado en torno a la elección de los nuevos tres consejeros del IFE los desnuda de cuerpo enteroFoto José Antonio López

Sus éxitos siempre se han fincado en su clientelismo barato y desvergonzado, que consiste en comprar votos o apoyos a cambio de dádivas materiales o de posiciones políticas. Han tenido suceso en un pueblo jodido y deprimido que se la pasa esperando que alguien le dé algo. En eso, los priístas le llevan la mano a todos los demás, aunque éstos bien que han aprendido el oficio. Los priístas nunca han tenido ideas ni han sabido nunca luchar con las ideas, mucho menos por ellas. Los que les han dado las ideas, incluidas las que se resumían en la ideología del viejo nacionalismo revolucionario, son los intelectuales que les han servido o que han logrado sumarse a su poder. Con los priístas nunca se sabe a qué jugarle, porque nunca se sabe lo que buscan (ni ellos mismos lo saben) y les encantan los juegos sucios.

Con los panistas hubo alguna vez en que se podía tratar con ellos, porque creían en lo que pensaban y en lo que proponían. Pero su asociación al poder, obra de Salinas de Gortari en 1989, los corrompió rápidamente y se volvieron como los priístas, si bien y muy de lejos, mucho menos hábiles que éstos para jugar sucio. Lo que ellos hacen en su trato con los demás o desde que tienen el poder, es siempre extremadamente grosero y elemental y carente de todo sentido de la dignidad. Eso se nota, sobre todo, cuando gobiernan. Son unas bestias robando desde el erario público o enriqueciéndose a manos llenas. Y eso sucede también con sus nuevos socios, los dirigentes del PRD. Los panistas perdieron desde hace mucho tiempo el respeto y el sentido de sus viejos principios. Ahora hasta son capaces de asociarse con sedicentes izquierdistas, cosa que en el pasado jamás habría podido verse.

El sainete que los partidos han escenificado en torno a la elección de los nuevos tres consejeros del IFE los desnuda de cuerpo entero. Su actuación, sobresaliendo la del PRI, es de verdad vergonzosa y miserable. Y no es nueva, ya lo demostraron en 2003, cuando eligieron a los integrantes del anterior consejo del instituto, destacando la designación de Ugalde como consejero presidente. No tiene nombre, sencillamente, el que los priístas, como si fuera sólo un interés de ellos, hayan estado diciendo que, por ser mayoría, tenían el derecho a elegir a dos de los tres futuros consejeros. Pedirles que pensaran en quiénes podrían ser una garantía para un desempeño neutral en el consejo era una quimera. Era como pedirle a un ladrón que devolviera lo robado.

Como en 2003, ahora la mira era agandallarse de nuevo y dejar fuera de la jugada a la diputación del PRD. Nunca se pusieron a pensar en que elegir a consejeros neutrales o de consenso pudiera beneficiarles a ellos mismos, ahora que andan tan envalentonados y nos dicen que son los seguros triunfadores en las elecciones del 2012. No puede acusárseles de tener miedo. Lo que sucede es que son unos gandallas y no les interesa asegurarse el futuro, que para ellos es un destino (dicen que van a ganar, de todas, todas), sino dejar en claro que pueden hacer lo que quieran. ¿Cómo pedirles a esos especímenes de mala nota que sean fieles al compromiso democrático que demandaba Kelsen? Ellos no saben de lealtades democráticas y ni siquiera saben de sus verdaderos intereses en el futuro. Todo lo que ven hasta donde les alcanzan las narices es su juego sucio en el presente

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