martes, septiembre 12, 2006

Subeybaja

El retorno desde la presidencia imperial a los
antiguos cacicazgos

Ramón Beltrán López

Antes del estallido de la Revolución, el control de los estados se confiaba a los “jefes políticos”, quienes, por supuesto, eran nombrados por el general don Porfirio Díaz, presidente de México. Y estos ejercían verdaderos cacicazgos, pues eran señores de horca y cuchillo, de “mátalos en caliente”, maravillosa y meticulosamente descritos por Traven en sus obras y por John Kenneth Turner en México bárbaro.
Y se dice que hace un siglo, cuando fue interrogado por un periodista gringo acerca de cuándo consideraba que habría elecciones libres en el país, éste le contestó simplemente que este pueblo aún no estaba preparado para elegir a sus gobernantes. Ya llovió mucho desde entonces, y también se derramó la sangre de más de un millón de mexicanos que pensaron –ingenuos–, de manera contraria al héroe de Tuxtepec, que ese momento ya había llegado.
A juzgar por las actitudes de quienes detentan el poder en este inicio del siglo XXI, se puede concluir que los políticos mexicanos, aunque se digan y se finjan demócratas, continúan pensando igual que aquél, el segundo oaxaqueño más ilustre de la historia.
¿O es que se puede llegar a otra conclusión ante las diarias bravuconadas del presidente Fox, incapaz de adquirir, conservar y mantener la investidura propia de un presidente? ¿Pensará que sirve a algún propósito útil su estribillo cotidiano de que es necesario despejar al país, a sus instituciones, a sus caminos? ¿Al no poder concluir su periodo como un verdadero estadista, como el actor principal de una transición ahora inacabada, acaso deseará terminarlo simplemente como un mandilón y provocador? ¿Al pretender denostar públicamente a los “enemigos de las instituciones nacionales” no se morderá la lengua, después de su visita a la Basílica el 1 de diciembre de 2000, del “águila mocha”, de su inveterada costumbre de hablar en su inglés, tan mal masticado como servil, durante sus visitas internacionales, de su falta de respeto a la legislación electoral, de sus pifias con el lenguaje?
Tal vez haya terminado ya una fase del presidencialismo autoritario, propio de tlatoanis y virreyes, pero ese vacío lo llenaron inmediatamente los gobernadores y presidentes municipales, quienes, ante la ausencia de contrapesos políticos y jurídicos reales, se han hecho del poder total en sus ínsulas, volviéndose prácticamente inamovibles... e igualmente autoritarios. Así, no importa que exista un fallo de la Corte contra el gobernador de Morelos, porque es imposible ponerlo en práctica. Tampoco que se desate una tormenta política nacional ante la evidente y escandalosa corrupción del ex gobernador del estado de México, o que a Oaxaca se le esté condenando a más décadas de atraso, miseria y subdesarrollo por la ineptitud del gobernador Ulises Ruiz, digno sucesor de Murat, y la permanente ausencia de un verdadero Estado de Derecho. Parte del viejo presidencialismo concluyó, pero ahora el poder estatal y municipal se ha vuelto intocable e inamovible. Tal vez hasta que sobrevenga el estallido ante la falta de válvulas de alivio que disminuyan las tensiones y las injusticias sociales.
Y en Puebla también hace aire
El sábado pasado se dieron dos episodios más de la nueva telenovela política que se escenifica en la capital (y que, creo, ya comienza a derramarse hacia el resto del estado). Por una parte, y después de varias pequeñas muestras de descontento, el presidente municipal Enrique Doger recibió los aplausos, las porras, y los “deseos” de varios colonos para que sea su futuro gobernador. Eso cuando el actual no ha concluido su primer tercio y la próxima elección (de gobernador) está a cuatro años de distancia. Suceso inimaginable hace 10 años. Y ni para qué recordar el dicho del sabio viejo, viejo y sabio, Fidel Velásquez: “El que se mueve no sale en la foto”. Pero ahora ya no hay quien lo pueda borrar. Y todos se mueven para la precampaña, la preprecampaña y la campaña misma. Al fin que no hay quien lo impida.
Y por otra parte, hay quien le está preparando numeritos a fin de ponerle piedritas en el camino hacia Casa Puebla.
Y en respuesta aparecen espectaculares a favor de Vázquez Arroyo. ¿Para qué puesto, para cuál candidatura? Chi lo sa. Pero es de sospecharse que si no logró llegar a la presidencia del Comité Municipal del PRI, seguramente lo volverá a intentar. Pero, ¿y para que? ¿No que no les interesa el ex partidazo? Porque muchos que se decían filoperredistas, aunque portaran la camiseta tricolor, hasta el pasado 3 de julio, ahora parecen teñirse rápidamente de azul celeste. O simplemente buscan desesperadamente establecer alianzas con los neopanistas de reciente adquisición, para abrir así un frente común. Al fin que ya no existe el “fiel de la balanza” que invocaba José López Portillo, y todo se puede intentar.
Y mientras eso sucedía, ese mismo sábado se escenificaba lo que se puede considerar como el primer acto de campaña del rector Enrique Doger en pos de la presidencia municipal de Puebla. Y se llevó a cabo nada menos que en la avenida Juárez, contando con la presencia de bastoneras de los Centros Escolares, bandas de música y nada más y nada menos que el gobernador del estado, licenciado Mario Marín, y el secretario de Educación Pública, Darío Carmona. Y todo con el pretexto de la carrera nocturna de la Universidad (ah, se me olvidaba lo de Benemérita) y ¿Autónoma? de Puebla.
Y así aparece un nuevo gallo en pos de la presidencia municipal. Y viene del mismo gallinero, pero ya no es de los giros, sino de los colorados. ¿Y a quién le estará jugando rudo? ¿A su compadre Enrique, quien lo llevó al puesto? ¿O a Mario Marín, quien poco le podrá reclamar dentro de tres años, suponiendo que ganara?
Y fue un acto de primera. Y el mismísimo gobernador repartió diplomas a todos los participantes. Como ya antes inauguró cursos, laboratorios, aulas, de todo, codo con codo con Agüera. Ambos, Mario y Enrique (Doger) se disputan el amor del otro Enrique. Y es que, de plano, la caballada está bien flaca. Y la de la cuadra blanquiazul está de súper lujo.
¿Y doña autonomía? Pues celebrando su medio siglo. Y ya sabemos que las que llegan al tostón caen solitas. ¿Y la reforma universitaria? ¿Cuál?
¿Estará destinada la UAP a ser el nuevo sector del PRI estatal, en contraposición única a la UPAEP del PAN? ¿Semillero de políticos –y recursos– ante los vacíos de poder generados por la incipiente democracia? ¿Quedarán sepultados los ideales de contar con una verdadera universidad, científica, autónoma, popular, alejada de los vaivenes políticos? Eso parece.
Bueno, aunque hay que reconocer que la universidad actual ya no cuenta siquiera con una Federación Estudiantil, ni con nada que se le parezca. Como cuando se logró la autonomía. Simplemente son otros tiempos. Es simplemente otra cara de la democracia. Cosas veredes, Sancho amigo.

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