viernes, diciembre 22, 2006

A manera de efeméride de ayer

OPINIÓN

Carl Sagan

Carlos Peláez Goycochea


Carl Sagan, astrónomo estadounidense, era conocido como un “explorador del cosmos”, por su trabajo como investigador y divulgador de la ciencia dedicada a conocer en dónde está nuestro planeta, nuestra galaxia, nuestro universo y, dentro de todo ello, nosotros mismos

El 20 de diciembre se cumplieron 10 años de la muerte de Carl Sagan. Como homenaje a este brillante ser humano, van aquí algunas reflexiones con la intención de resaltar la importancia del pensamiento científico en la vida cotidiana.

Con la muerte de un ser humano el conocimiento total de la humanidad se ve disminuido. Cada ser humano al nacer inicia su propio camino hacia el conocimiento, pero hay quienes avanzan tanto que su pérdida es lamentable a nivel mundial. No obstante que Carl Sagan dejó una obra muy importante, algo muy importante del conocimiento acumulado del hombre se perdió con su muerte.

Este astrónomo estadounidense era conocido como un “explorador del cosmos”, por su trabajo como investigador y divulgador de la ciencia dedicada a conocer en dónde está nuestro planeta, nuestra galaxia, nuestro universo y, dentro de todo ello, nosotros mismos.

Al reflexionar sobre esa definición y sobre la muerte de Sagan, uno recuerda la anécdota que Elena Poniatowska cuenta: contemplando la extensa noche con varios amigos en el observatorio de Tonantzintla (en ese entonces uno de los más equipados del país y de los principales a nivel mundial), la escritora comentó algo así como que, estando frente a semejante inmensidad, daban ganas de creer en dios, a lo que el Dr. Terrazas, que era el científico anfitrión, le contestó: “Ay, Elenita, todo esto es precisamente para lo contrario”.

De la misma manera, Carl Sagan, que era un apasionado del tema de las formas de vida inteligente fuera de la tierra, dedicó mucho de su tiempo y trabajo a ayudarnos a entender y a creer lo que puede ir entendiéndose y creyéndose del infinito y sus habitantes, pero racionalmente, científicamente.

En 1978, a Sagan se le otorgó el Premio Pulitzer por su libro Los Dragones del Edén, que puede ubicarse como parte de la tradición científica en la que se incluye El Origen de las Especies, de Charles Darwin. De hecho, al principio del libro, Sagan cita a Darwin, quien, refiriéndose a quienes se escandalizaban por sus conclusiones, decía: “En lo que a mí concierne, prefiero descender del heroico monito que se plantó ante su más temido enemigo para salvar la vida de su cuidador, o del viejo babuino que descendió de la montaña y arrebató triunfalmente a un camarada más joven de los dientes de una sorprendente jauría, que de un salvaje que halla placer en torturar a sus enemigos, que ofrece sacrificios sangrientos, comete infanticidios sin el menor escrúpulo, trata a sus mujeres como esclavas, no conoce el decoro y es víctima de las más necias supersticiones”. Incluir esta cita en su libro nos dibuja muy nítidamente al humanista que, como buen científico, era Carl Sagan.

Como un ejemplo de lo que fue su extraordinario trabajo de divulgación, en Los Dragones del Edén Sagan nos revela lo que se conoce como el calendario cósmico, que es un análisis de la vida del universo, con la información que hasta ahora se conoce: dice que si los 15 mil millones de años que el universo tiene desde que se produjo el “big bang” se reducen a un año, pueden ubicarse mejor en el tiempo eventos como el origen del sistema solar, que se habría dado el 9 de septiembre; el origen de la vida en la tierra, el 25 de septiembre; la aparición del primer hombre, aproximadamente a las 10:30 de la noche del 31 de diciembre de ese año cósmico. Según dicho calendario, todo lo que ha sucedido con la humanidad, desde el arte rupestre hasta nuestros días, cabría en un solo minuto, el último del año.

Dentro de los trabajos más conocidos de Carl Sagan está la serie televisiva Cosmos, ejemplo de lo que puede ser la buena televisión, inclusive a nivel de excelencia, sobre todo por la manera en que conjuga la profundidad y vastedad de sus contenidos con la sencillez y claridad de su exposición. Esta serie fue la más vista en los principios de la década de los 90 en los Estados Unidos y significa una luz para cualquier persona e institución vinculada con la creación y divulgación científica.

En su obra escrita destacan además otros textos indispensables para fomentar la libertad de pensamiento: el propio libro Cosmos, en el que se basó la serie televisiva; El mundo y sus demonios, que escribió ya con la enfermedad mortal a cuestas y que repasa algunos de los temores y creencias infundados de la humanidad, y sugiere algunos métodos para analizarlos con objetividad; Contacto, su única novela, que es un ejercicio de imaginación, humanista y esperanzador y en el que se basó la película que, con el mismo nombre, protagonizó Jodie Foster, y que el propio Sagan asesoró para su realización; y Miles de Millones, una colección de interesantísimos ensayos sobre diversos temas de actualidad, cuyas últimas páginas escribió justo cuando la muerte le dijo “hasta aquí”, a los 62 años, y que su esposa Ann Druyan terminó con un epílogo sobrecogedor que narra los últimos días del científico.

Toda la obra de Carl Sagan tiene una perspectiva sumamente humanista y biófila, refleja un profundo amor a la vida, y recorrerla implica viajar, acompañado de una de las mentes más brillantes de los últimos tiempos, por los caminos del pensamiento y la reflexión que nos han dejado nuestros antepasados y contemporáneos, significa contribuir a que el conocimiento científico sea lo que debe de ser: una herramienta para ayudarnos cotidianamente a buscar y conseguir la felicidad.

Mensaje de sta semana