miércoles, enero 23, 2008

Los esperamos hoy en el zocalo a las 7 de la noche

Llegaran a Actipan a las 4.00 P. M. los vamos a alcanzar ahí, depues en el Zocalo de Puebla a las 7.00 pm


En la Cueva del Maíz inició la caravana para la defensa del grano

Desde la Cueva del Maíz, el sitio donde pudo haberse originado la humanidad, según la mitología prehispánica, un puñado de hombres y mujeres iniciaron este lunes la caravana por la defensa de este grano mexicano para recordar que las implicaciones de la mazorca trascienden el mero ámbito alimenticio y repercuten en nuestra definición como pueblo y como individuos.




Jesusa Rodríguez y Julio Glockner dirigieron la colocación de una ofrenda en el desierto de Coxcatlán / Foto: José Castañares
Martín Hernández Alcántara
Puebla, Pue.

Desde la cavidad, ubicada en un cerro del desierto de Coxcatlán, en la región tehuacanense de Puebla, la actriz Jesusa Rodríguez, una de las organizadoras de esta marcha, comparó el ímpetu de quienes hoy abogan por el maíz generado en los cultivos tradicionales con el de “una hormiga que quiere jalar un cerro”. La tarea, apuntó, se configura titánica, pero bien puede horadarse el cerro para derrumbarlo

La equiparación con el himenóptero fue una de las muchas alusiones al imaginario de los pueblos indígenas que ayer se fusionaron con demandas vigentes del mundo actual. Porque los apologistas del maíz dijeron que no se oponen sólo al consumo de transgénicos, sino a todos los avasallamientos que perpetra día con día el capital y sus beneficiarios: la explotación del hombre por el hombre, la eliminación sistemática del derecho a la diferencia, la desaparición de la historia y cultura comunitarias, el ecocidio, la corrupción, la injusticia y la alienación, por mencionar algunos.

“¡Es tiempo de recuperar el mito, de dirigir nuestros esfuerzos hacia la defensa de nuestros cuerpos y de nuestra inteligencia!”, exclamó Rodríguez ante un grupo plural, de no más de 100 personas, integrado por agricultores, intelectuales, obreras, académicos, periodistas, activistas y comerciantes que caminaron de buen talante dos kilómetros de un terreno inhóspito, abundante en cactáceas de formas y colores espeluznantes, para llegar hasta la cueva.

Sembrar maíz

Los contingentes de la caravana provenientes del Distrito Federal y Puebla tuvieron su primera parada en San José Miahuatlán, o San José Espigas del Maíz –que eso significa Miahuatlán en náhuatl–; cuya vinculación con el grano está detallada en el techo del deteriorado kiosco de la plaza principal. La mazorca aparece pintada junto a otros elementos de vital importancia para la comunidad, como el guajolote y el tomate.

Ahí, el antropólogo Julio Glockner, quien diseñó la ruta, con altavoz en mano invitó a los miahuatlences a unirse a la marcha, mientras Jesusa Rodríguez y otros activistas repartieron paquetes de un kilo de tortillas a los transeúntes.

Al llegar a Coxcatlán, en cuya entrada existe un monumento al grano con la inscripción “cuna del maíz”, ya esperaban a la caravana algunos reporteros de medios editados en Tehuacán y al menos nueve empleados de los servicios de inteligencia gubernamental, entre quienes destacaban los enviados del Centro de Información y Seguridad Nacional, que desde ese momento no se separaron un instante de los marchistas.

Jesusa Rodríguez tomó el altavoz y subió a la fuente del zócalo, que en ese momento no tenía agua, para iniciar su discurso. Un par de policías municipales se apresuró para impedírselo gritándole que no tenía “permiso” para manifestarse, pero la actriz no se detuvo. Luego, mientras ella invitaba a los pobladores a unirse a la causa y hablaba sobre el efecto nocivo de los transgénicos, la televisión, los perjuicios del Tratado de Libre Comercio, la desigualdad económica, los malos gobiernos y la administración ilegítima que ocupa el panista Felipe Calderón, los uniformados se trenzaron en una discusión con alguno activistas para hacerlos desistir, sin lograrlo, mientras Glockner y otros sembraban granos de maíz en los jardines de la plaza de armas.

El antropólogo pidió a los presentes que cuidaran el desarrollo de las mazorcas y anunció que en cada pueblo donde se detenga la caravana, se sembrarán más granos en los zócalos para recordar la importancia que la planta tiene en las vidas de los mexicanos.

Para ese momento ya habían arribado al sitio el presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Laborales del Valle de Tehuacán, Martín Amaru Barrios Hernández, acompañado de obreras del Sindicato 19 de Septiembre que litigan su permanencia en la maquiladora Vaqueros Navarra. También llegó el teólogo de la liberación, Anastasio Hidalgo, quien fue párroco de Coxcatlán por muchos años y encabezó la lucha por los derechos de los pueblos indios. Ambos tomaron el micrófono e insistieron sobre la relevancia de la mazorca.

En una plática informal Hidalgo –conocido en la región como el padre Tacho– y Barrios dijeron que mestizos de la cabecera municipal de Coxcatlán discriminan a los indígenas, y dijeron que una prueba de ello es que permanece impune el asesinato de dos militantes del PRD, sucedido en 1993 e imputado al entonces alcalde de extracción priista, Leobardo Armas Mauro.

Un campesino de unos 70 años se acercó al reportero para decirle que concordaba con lo que decían los oradores y sugería que también se hablara de la importación de otros productos agrícolas. Explicó que en ese momento no había muchos labriegos en la cabecera municipal porque estaban en la zafra.

En el origen del mundo

La caravana se enfiló hacia la Cueva del Maíz, localizada en un cerro que se distingue por una letra “M” gigante trazada en uno de sus costados y donde fueron hallados entre 1960 y 1963 por el arqueólogo Richard Mc Neish, los restos fósiles más antiguos del grano. Hoy el sitio está protegido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia, que lo ha rodeado con un endeble barandal y una cubierta de cemento que recubre el lugar exacto donde se encontraban los vestigios.

Ese sitio ha sido considerado desde entonces como el origen del mundo, siguiendo la mitología prehispánica que cuenta que el maíz fue obsequiado a los hombres para sustentar su existencia. El grano –uno de los tres más importantes para la humanidad–, señaló Glockner, ha estado tan ligado a la especie que ahora prácticamente no puede sobrevivir sin la intervención nuestra.

En la cavidad, Jesusa Rodríguez insistió en que el movimiento de defensa del maíz tiene una importancia vital para los mexicanos, “porque no sólo constituye un alimento para nuestros cuerpos, sino para nuestros espíritus, para nuestra cultura, para nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro”.

Pidió entonces que quienes estaban en la cueva dejaran de lado sus preocupaciones ciudadanas; “la chatarra que nos consume a diario”, para retornar al tiempo del mito, el tiempo de la convergencia entre los hombres y reflexionar sobre el punto degradante hasta el que ha sido capaz de llegar la humanidad.

Informó que mientras en la cueva se rendía homenaje a la mazorca, estaba iniciando el Foro Social Mundial México 2008 y que al mismo tiempo centenas de agricultores del norte del país estaban en tránsito hacia la capital del país para coincidir ahí el 31 de enero y clamar por la renegociación del Tratado de Libre Comercio para Norte América.

La actriz pidió que cada uno de los presentes tomara una piedra e hiciera “una limpia” –a la manera de los chamanes– a sus compañeros, para luego colocar los minerales en una ofrenda construida con tortillas, velas y una planta retorcida parecida a la sábila que, colocada en el centro, parecía un sol. Casi todos participaron en el improvisado ritual, hasta los reporteros y espías del gobierno poco habituados a incluirse en los actos públicos a los que son convocados.

El padre Tacho dirigió luego un saludo colectivo a los cuatro puntos cardinales y después Jesusa Rodríguez pidió que los presentes compartieran las tortillas frías que estaban en el suelo y formaran un círculo para expresar sus pensamientos.

Las manifestaciones fueron variadas: desde quienes hicieron un reconocimiento a los organizadores de la caravana y agradecieron al maíz por sus bondades, hasta quienes pidieron castigo para lo malos gobiernos, lucidez y humildad para los investigadores e intelectuales, entereza para enfrentar al sistema.

Una mujer que, con otros, había estado protegiendo a una hormiga para que no fuera aplastada por los visitantes, abogó por la defensa del medio ambiente.

Jesusa Rodríguez se refirió a un mito indígena en el que un dios observa a las hormigas negras que transportan maíz y decide convertirse en una hormiga roja para intentar jalar un cerro. Creo, abundó, que esas historias de nuestros antepasados tienen muchos mensajes para la actualidad, aseveró.

Para terminar, la actriz pidió que todos repitieran con la voz baja hasta llegar al máximo volumen la sentencia de una poesía zapoteca: “¡Nuestro maíz morirá cuando muera el sol!”. Los gritos fueron estremecedores.

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