miércoles, febrero 28, 2007

CUITLATLAN

Los saldos de Rosendo Huesca

Fermín Alejandro García

Este día presenta su renuncia el arzobispo de Puebla, Rosendo Huesca y Pacheco, con el cual inicia el proceso para que deje la conducción de una de las arquidiócesis más importantes del país. Si de calificaciones numéricas se trata, a este prelado se le puede dar la siguiente puntuación: Como jefe del gobierno eclesiástico se merece un 10, por su tolerancia, equilibrio y mesura; pero en la parte pastoral se le podría dar un seis o un cinco, ya que fue un jerarca alejado de las necesidades de la gente, de la feligresía.

La principal aportación de Huesca fue sin duda la sana distancia que mantuvo del poder político y haber logrado el equilibrio de las fuerzas internas de la iglesia católica. Pues logró que la arquidiócesis de Puebla de tener una visión ultraderechista con Octaviano Márquez y Toriz, pasara a tener un sano ambiente en el que convivieron sacerdotes identificados con la teología de la Liberación, con la iglesia de los pobres, y al mismo tiempo permitió que se asentaran en la entidad órdenes de extrema derecha como los Legionarios y los Cruzados de Cristo Rey, además del Opus Dei.

Aunque la visión de algunos actores que han conocido su trabajó a lo largo de 29 años de gestión, opinan que realmente su principal aportación es que logró sortear los intentos de la derecha poblana para que la arquidiócesis quedara sometida a los intereses de este sector. Para muestra es necesario recordar lo siguiente:

Uno de los episodios más difíciles que le tocó enfrentar al arzobispo poblano fue en febrero de 1979, cuando en la capital del estado se realizó la Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM), que contó con la presencia del entonces jefe del Estado Vaticano, Juan Pablo II, y los empresarios que integraban la ahora extinta Junta de Mejoramiento Cívico, Material y Moral de Puebla intentaron que ese acto tuviera un sesgo derechista.

Los empresarios querían que Huesca convirtiera la reunión de los obispos en un acto político de condena contra la teología de la Liberación. Contra la opción de los pobres dentro del clero católico. Y que a partir de ese acto se reviviera la lucha de fuas contra carolinos. Es decir de derecha contra la izquierda. El prelado poblano logró mantenerse distante de esos planes y sin que rompiera con el empresariado, no cedió a sus pretensiones.

De hecho cuando estaba llegando a su fin el periodo de Octaviano Márquez y Toriz, quien fue el líder de la ultraderecha poblana en los años 60 y 70, Rosendo Huesca por su destacada trayectoria y preparación académica era considerado como el clérigo con más posibilidades de ocupar la prelatura poblana. Pero al mismo tiempo era rechazado por el sector más radical del empresariado, pues lo consideraban ajeno a sus intereses, demasiado blando.

Por esa razón se nombró a Ernesto Corripio Ahumada, quien estuvo poco más de un año en el cargo y se considera que dejó las bases para que se transitara a una conducción de la iglesia católica ajena a intereses políticos. Posteriormente cuando Huesca y Pacheco es nombrado arzobispo, logró guiarse bajo la premisa de conducirse mesurado, de lograr equilibrios entre las corrientes del clero y no involucrarse con grupos de poder.

Y esta conducta del arzobispo de alguna manera contribuyó a que se fueran disipando las viejas luchas entre fuas y carolinos.

En lo pastoral los resultados no son halagadores. Huesca fue un jefe de iglesia católica que buscó mantener a la institución religiosa estable, funcionando bien, pero tuvo poco apego a las necesidades de los fieles. Esa situación se observa en que a pesar de ser la diócesis de Puebla una de las más grandes e importantes de la República, no se tienen los suficientes sacerdotes y religiosas para atender a todos los segmentos de la población católica.

Por ejemplo, pese a que más de 500 mil poblanos han migrado a Estados Unidos, ha sido hasta fechas recientes cuando el clero católico de Puebla se empezó a interesar en el tema. Hasta ahora no existe una pastoral dirigida a las familias de los paisanos que han partido a la unión americana o para los connacionales que regresan del vecino país del norte.

Otro sector fundamental son los jóvenes. De igual manera la iglesia Católica ha hecho poco por llegar la diversa y grande comunidad de menores de 20 años de edad, pese a que representan el 30 por ciento de la gente que habita el estado. Los pocos movimientos que existen dirigidos a dicho segmento por lo general se concentran en la capital y son identificados con la derecha conservadora.

Algo loable de don Rosendo Huesca es que haya pedido la expulsión del la iglesia católica del cura abusador de niños Nicolás Aguilar, pero en general el arzobispo siempre buscó evitar el delicado tema de la pederastia entre los sacerdotes.

Un hecho notable más, es que en una ocasión condenó los cacicazgos. Pero al mismo tiempo la iglesia ha guardado silencio frente a muchas injusticias.

Otros candidatos a sucederlo

Se ha mencionado con insistencia que los obispos que podrían suceder a Huesca son los prelados de Texcoco, Carlos Aguiar Retes; Onésimo Cepeda Silva, de Ecatepec; y Emilio Berlie Belaunzarán de Mérida.

Sin embargo no se descarta que un clérigo poblano pudiera ascender a la posición más importante del clero local.

Uno de ellos es Víctor Sánchez, quien fue secretario de Liturgia de la arquidiócesis poblana y se desempeñó como sacerdote en el templo de Ocotlán de la capital. Desde hace tres años colabora con el cardenal de la ciudad de México, Norberto Rivera Carrera, situación que le pudiera ayudar para convertirse en arzobispo.

Pese a su cercanía a Rivera Carrera, se le considera como un religioso que tiene un estilo más cercano al de Huesca.

Otro aspirante es sin duda el vicario general de la arquidiócesis, Rafael Amador Tapia.

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