lunes, agosto 28, 2006

LA IGLESIA ESTA CON EL PAN, DIOS CON EL PUEBLO
De y para todos...


Xuchitl Vázquez Pallares/Colaboración especial
Domingo 27 de Agosto de 2006
Aristóteles afirmaba que no se piensa sin imágenes, a lo que podríamos añadir que tampoco sin el símbolo, que es una imagen mental. La palabra sím-
bolo proviene del latín symbOlum, y éste del griego óýìâoëoí, el símbolo es la forma de exteriorizar un pensamiento o idea concreta u abstracta.
Los símbolos nacionales son aquellos que un país adopta para representar sus valores, metas, historia o riquezas y mediante los cuales se identifica y distingue de los demás, dichos símbolos aglutinan en torno a ellos a sus ciudadanos y crean un sentimiento de pertenencia.
En nuestro país existen dos símbolos nacionales: la bandera y la Virgen de Guadalupe, ambos nos dan cohesión como país, ambos nos representan en el orbe entero.
La Virgen de Guadalupe es producto del sincretismo religioso que se dio a causa de la imposición de la religión católica a la llegada de los españoles.
En esta tierra al igual que en la mayoría del orbe se veneraba a la «madre tierra», vestigios arqueológicos demuestran que en tiempos remotos tanto en África como en Europa o en América, la diosa madre encarnaba los poderes creativos de la tierra y cuya sola mención remitía al origen de las cosas vivas. Está demostrado que entre los años 7000 a 3500 aC, en lo que es hoy Europa central y oriental, la diosa madre fue una deidad omnipresente: diosa de la tierra y de los frutos que de ella nacen, también de los animales y del cielo. Su dominio abarcaba el movimiento de la luna y de los astros, regía la temporada de lluvias, el fluir de las estaciones, era una diosa autocreada, sin ancestros, que reinaba sobre el universo entero. Fue adorada como la gran madre de la vida, la muerte y la regeneración, diosa de los animales, señora del mar y de los frutos de la tierra. Cada cultura le llamaba de manera diferente, pero era la misma. Los mexicas la llamaban Tonantzin.
Durante la invasión española, la ideología fue impuesta con furia, se destruyeron los adoratorios de la diosa madre y en su lugar colocaron altares dedicados a honrar a las deidades ajenas.
Tonantzin cambió de nombre; el 9 de diciembre de 1531, la Virgen de Guadalupe se le apareció a Cuauhtlatoatzin, mejor conocido como Juan Diego y desde entonces se le venera sobre el cerrito que oculta el adoratorio mexica.
La Virgen de Guadalupe ha tenido un lugar importante en la historia de México, desde un poco después de la conquista de México, hasta nuestros días. La Virgen de Guadalupe ha servido como inspiración, aliento, influencia y presencia en los hombres y en las obras claves de la historia de México.
El movimiento de Independencia de México tuvo como primer estandarte la Virgen de Guadalupe. En su camino de Dolores a San Miguel el Grande, Don Miguel Hidalgo y Costilla se detuvo a orar en la iglesia mientras sus 600 hombres esperaban en el atrio. Al salir enarboló la única imagen capaz de unir al pueblo para la empresa de la Independencia nacional, exclamando: «¡Viva la Virgen de Guadalupe que conducirá a su pueblo a la victoria!».
El 11 de marzo de 1813, desde Ometepec (Guerrero), expide José María Morelos un decreto exaltando a la Guadalupana, «para que sea honrada y todo varón declare ser devoto de la santa imagen, soldado y defensor de la patria» y dos años después pediría como última concesión ir a orar a la virgen antes de ser ejecutado en Ecatepec, en 1815.
El general Vicente Guerrero peregrinó a Guadalupe para depositar personalmente a los pies de la Virgen las banderas y trofeos ganados a Barradas.
El licenciado Benito Juárez, presidente de la República, expide un decreto el 11 de agosto de 1859 por el que se declara día festivo el 12 de diciembre, y Sebastián Lerdo de Tejada, ministro de Justicia, Relaciones y Gobernación, comenta este hecho llamando «intocable» a la fecha guadalupana.
La Virgen de Guadalupe ha sido desde su aparición la madre de los desprotegidos, la virgen con tez morena, con vestido de flores y manto estrellado, encarnó ante la visión indígena la madre tierra.
Para el imperio español fue el símbolo mediante el cual logró imponerse en estas tierras, mediante el cual logró su sobrevivencia y poderío.
Pero ante todo la Virgen de Guadalupe fue la virgen de los de abajo, de los que no anhelaban ser blancos, sino aceptaban, amaban y respetaban su origen, su color de tierra.
Por eso es que fue escogida como estandarte del movimiento de Independencia por el Padre de la Patria, Miguel Hidalgo y Costilla, por eso acompañó a Emiliano Zapata y sus huestes en su lucha por la tierra. Sólo ella les amaba, sólo ella les acompañaba en sus luchas por la recuperación de la soberanía y la libertad, tanto individual como de la patria entera.
La lucha postelectoral en nuestro país, la cual en sus orígenes aglutinaba en torno a la limpieza del proceso, ahora se ha convertido en lucha por la soberanía, por las libertades y por la identidad nacional. El pueblo es el que ha ido caminando, si bien junto a su líder, Andrés Manuel López Obrador, pero con sus propios pies y voz. Muchos que no coinciden con AMLO están en la lucha, que ya va más allá de lo electoral, se trata de salvar al país.
Como nunca se ha hecho uso de la religión como durante este sexenio, recordemos a Vicente Fox, en su toma de posesión como presidente de la República, besando un Cristo ensangrentado.
La Virgen de Guadalupe siempre ha estado al lado del pueblo, en cada casa hay una imagen de ella, se le porta en camisetas, paliacates, en el tráiler, en el tractor, en el taller, en la tortillería, en la cantina, en la fonda, se le porta con respeto en las marchas, acompaña las huelgas, los plantones, las fiestas y los funerales. Es en síntesis la raíz que nos da vida: es la madre.
Históricamente la burguesía mexicana ha tenido en sus casas la imagen de Cristo crucificado, en sus alcobas la Virgen del Rosario o la Macarena. Las hijas de éstos llevan su nombre, mientras «las lupitas» son las mujeres humildes que sirven en las casas ricas, las de trenzas y huaraches, las de color de cacao.
El nombre hasta hace poco era mal visto, o más bien «mal oído» a los sensibles oídos de la burguesía aún criolla en lo ideológico, mas no en lo económico, ya que sus grandes fortunas son gracias a la explotación desmedida de este país.
La Virgen de Guadalupe fue retomada por la clase alta cuando el Papa Juan Pablo II declaró ante el mundo su adoración por ella, poniéndola de moda.
El arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, ha faltado a su deber al convertirse en defensor de la ultraderecha, la cual es sólo una mínima fracción del pueblo de México.
En la Iglesia Católica, como en las muchas otras existentes, la posición política de sus fieles debe ser respetada. La Iglesia es simbólicamente la casa de todos, pues es la casa de Dios, y es por tanto de todos sus hijos.
A ella acuden los fieles en busca de esta igualdad a los ojos de Dios, de la virgen, sin embargo la realidad es otra, la Iglesia oficial no acepta a todos.
Cada domingo Norberto Rivera oficia la misa de 12:00 en la Catedral Metropolitana, a ella acuden los principales medios de comunicación en espera de las declaraciones semanales del primado acerca de la situación nacional.
Hace dos domingos se suscitó un grave incidente; los guardias de Catedral impidieron el paso a fieles vestidos de amarillo, con pancartas que pedían el respeto al voto.
Este incidente inició la lucha que debió permanecer ajena a la Iglesia. El arzobispo demostró de lado de quién está, tomó partido. Norberto Rivera, como mexicano y ser humano puede tener la ideología y partido que prefiera, sin embargo como vocero de una Iglesia debería callar públicamente al respecto y menos aún reprobar que los mexicanos que reclaman limpieza en el proceso electoral porten estandartes de la Virgen de Guadalupe.
El arzobispo olvida que Dios es de todos, que la Virgen de Guadalupe en especial, es la madre de todos los mexicanos, es nuestra raíz, y símbolo, por lo tanto es de y para todos.
La derecha mexicana desde su nacimiento rechaza su raíz indígena, y abraza sólo la europea, olvida que al igual que todos, somos producto mezcla de dos raíces. Carece de memoria histórica, olvida que México es de y para todos.

http://www.cambiodemichoacan.com.mx/vernota.php?id=49727

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