lunes, mayo 28, 2007

FCH: resultados o ´rating´
Manuel Camacho Solís
28 de mayo de 2007

¿Se gobierna para conseguir el aplauso momentáneo, o se asume la responsabilidad política en plenitud para sacar al país adelante? Felipe Calderón ha empezado a repetir el método que le permitió a Vicente Fox tener altos niveles de aceptación, pero que lo llevó a ser un presidente incompetente. Calderón empieza a fijarse más en el rating que en los resultados de gobierno. Si en el sexenio pasado esa decisión llevó a perder grandes oportunidades de cambio, en las condiciones actuales la repetición de la fórmula puede ser desastrosa.

Después de un periodo en el cual Felipe Calderón había sido cuidadoso en su comunicación con el Congreso, no resistió la tentación de montarse en el exhorto que le habían hecho legisladores del PRD y del PRI, respecto a la necesidad de delimitar la participación del Ejército en la lucha contra el narcotráfico. Respondió al exhorto con astucia electorera, pero sin profundidad. Vio en el exhorto una oportunidad para mejorar su rating, en vez de la ocasión para dialogar y fortalecer los consensos en torno a una política de Estado en materia de seguridad.

No tengo ninguna duda de que el rating del Presidente mejoró con su posicionamiento de "ni un paso atrás"... "haremos todo, aunque algunos insistan en eliminar y restringir la acción del gobierno federal", y con su reto al Congreso respecto de si lo que se pretende es un futuro que esté dominado por el crimen organizado. En sus resultados inmediatos, de aceptación de la opinión pública, el Ejecutivo ganó puntos y el Congreso los perdió. Pero en términos políticos y en el mediano plazo, Felipe Calderón debilita su ejercicio.

Una situación semejante se vivió durante el gobierno de Vicente Fox. Cuando en las encuestas el presidente iba en claro descenso, en ocasión de que el Congreso le negó la autorización para hacer un viaje a Estados Unidos, el presidente respondió con su ya famosa frase de: "El Congreso no me deja gobernar". Eso bastó para revertir su descenso y para consolidar de nuevo su aceptación. En Fox, su acción satisfizo sus propósitos: él gobernaba para el rating, sin importar las consecuencias.

Ahora sí cuentan los resultados de gobierno. La claridad y efectividad con la que se gobierna se vuelven determinantes. Las condiciones actuales no son las de antes. En la economía, los márgenes que tiene Calderón son más limitados que los que tuvo Fox. El nivel de inconformidad social ha crecido. Pero sobre todo, ahora está habiendo violencia y muertos; hay muchos militares, policías y ciudadanos que están perdiendo la vida.

Frente a la violencia no se puede reaccionar con oportunismos políticos. No lo debería hacer nadie: ni el gobierno ni la oposición. En las condiciones actuales, gobierno y política no se pueden dejar en manos de encuestadores y especialistas en mercadotecnia. El momento actual es para el profesionalismo, la sensibilidad social, la resistencia política: es un momento para las virtudes de la política; no para la frivolidad.

En las condiciones extremas que vive México, para nadie que conozca del tema de la seguridad escapa que, el éxito de una política depende del nivel de apoyo social y del consenso político que la respalde. Si el consenso y el apoyo se debilitan, aun una política técnicamente bien diseñada terminará en el fracaso.

El país debe tener éxito en su política de seguridad. Cada quien debe cumplir su papel. El gobierno federal. Los gobernadores. El Congreso. El Poder Judicial. La pieza más importante es la del Ejecutivo, pues en ella descansa el mando de la fuerza y del Ministerio Público. Por ello es que Felipe Calderón debiera convencerse pronto de que, mientras él pretenda seguir utilizando el tema de la seguridad para su beneficio político (de él o de su partido), su efectividad será menor.

Entre el rating o los resultados no debería haber duda. Si en vez de buscar la popularidad, el empeño se dirigiera a construir los respaldos para una política de seguridad pública de Estado, entonces sí se estaría dando un paso serio para recuperar la tranquilidad.

Miembro de la Dirección Política del Frente Amplio Progresista

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