viernes, febrero 02, 2007

El futuro del IFE
Jorge Chabat
2 de febrero de 2007

En los últimos días se ha generado una álgida discusión en los medios acerca del futuro del Instituto Federal Electoral (IFE). La semana pasada los senadores del PRI pidieron la remoción de los consejeros como un requisito indispensable para la reforma electoral. Inmediatamente el PRD respaldó esta moción, aunque en el PAN hubo declaraciones encontradas.

Mientras algunos panistas como el senador Ricardo García Cervantes apoyaron esta propuesta, en el contexto de una reforma electoral amplia, el ex secretario de Gobernación, Carlos Abascal, se opuso argumentando que no había razones jurídicas para ello.

En este contexto algunos analistas han criticado la posible salida de los consejeros argumentando que esto sería una "venganza" del PRD por la derrota sufrida en la elección presidencial del pasado 2 de julio, en tanto que otros han retomado el argumento esgrimido por el propio consejero presidente, Luis Carlos Ugalde, de que la salida de los miembros del Consejo del IFE vulneraría la autonomía de ese organismo.

Por otro lado, también se ha manejado que la remoción de los consejeros es una venganza del PRI contra Elba Esther Gordillo por haber sido ésta la artífice de la negociación del tricolor con el PAN que instaló el actual Consejo del IFE. Finalmente, hay quienes dicen, con razón, que la discusión no debería centrarse en la remoción de los consejeros sino en una reforma electoral a fondo.La verdad es que algunos de los argumentos esgrimidos para oponerse a la remoción del Consejo del IFE suenan lógicos. En efecto, la demanda del PRD podría parecer una venganza por la derrota del 2 de julio y la insistencia de una parte del PRI también suena a revancha contra los recomendados de Elba Esther.

Sin embargo, el argumento de la autonomía es más débil pues en realidad no se está influyendo en la capacidad de tomar decisiones de parte de los consejeros, pues ellos son libres de decidir lo que quieran, dentro de la ley, mientras estén en el puesto y un nuevo Consejo también debería serlo.

Ahora bien, más allá de que sea revancha del PRD o de los enemigos de Elba Esther, el argumento más sólido para pedir el cambio de los consejeros del IFE es su escasa legitimidad. Así de simple. Y ello no es producto directo de su actuación el 2 de julio, sino del proceso que dio origen a su nombramiento.

Su designación fue producto de un acuerdo entre PRI y PAN con la exclusión explícita del PRD. El descontento de ese partido con el Consejo del IFE data de noviembre de 2003, no de julio del 2006. Cierto, fue un proceso legal o, en todo caso un proceso que difícilmente se puede poner en duda en términos legales, a pesar de que alguien pudiera argumentar que en algunos casos no se cumplió el requisito que marca el Cofipe de que los consejeros deben tener "conocimientos en la materia político-electoral".

Sin embargo, la imparcialidad de algunos consejeros fue puesta en duda desde el principio. Ese es el origen del problema: la falta de confianza.

Ciertamente, eso no es fácil de medir y es muy difícil de argumentar legalmente, pero una de las razones por las cuales las elecciones del 2 de julio se complicaron tanto, fue precisamente ésa: la desconfianza de algunos actores políticos hacia el árbitro.

Ello no fue, es cierto, sólo culpa de los consejeros. De hecho, Ugalde insistió hace un par de semanas en una entrevista televisiva que la responsabilidad de su nombramiento y del resto de los consejeros era de los partidos. Y ello es cierto en buena medida, aunque los consejeros también tienen responsabilidad: aceptaron el cargo, a pesar de que muchos sabían que iban a ser cuestionados por su cercanía con algún partido político o por su falta de experiencia.

Ahora bien, más allá de los errores cometidos por el Consejo del IFE, que han sido aceptados por los propios consejeros, es cierto que no se puede argumentar una falla monumental que, por sí sola, justifique su remoción.

Pero su permanencia va a ser un motivo de conflicto en las elecciones de 2009 y un obstáculo para el diálogo del PRD con el gobierno de Calderón. Y ello no es un elemento menor para la estabilidad del país.

Y es que, finalmente para eso están las instituciones: para dar estabilidad y gobernabilidad.

Como señalara el ex secretario de Gobernación, Carlos Abascal, hace tres meses al referirse a la posible salida de Ulises Ruiz del gobierno de Oaxaca: "O el señor gobernador convence a estos grupos de que puede restablecer un pacto de gobierno, un pacto de unidad, un acuerdo para la gobernabilidad del estado y se le da un voto de confianza, una tregua para que pueda demostrarlo, o bien, el señor gobernador pide licencia, digo, no hay más". Parafraseando a Abascal: o los consejeros del IFE convencen al PRI, al PRD y a una parte de la opinión pública de que son árbitros confiables o se van. No hay más.

jorge.chabat@cide.edu

Analista político e investigador del CIDE

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