martes, septiembre 11, 2007

¿moderna?

¿Y la derecha moderna?
Alejandro Encinas Rodríguez
11 de septiembre de 2007


“Los liberales —le decía— eran masones; gente de mala índole, partidaria de ahorcar a los curas, de implantar el matrimonio civil y el divorcio, de reconocer iguales derechos a los hijos naturales que a los legítimos, y de despedazar al país en un sistema federal que despojara de poderes a la autoridad suprema. Los conservadores, en cambio, que habían recibido el poder directamente de Dios, propugnaban por la estabilidad del orden público y la moral familiar; eran los defensores de la fe de Cristo, del principio de autoridad, y no estaban dispuestos a permitir que el país fuera descuartizado en entidades autónomas”. Valga la cita de Apolinar Moscote, corregidor de Macondo, en Cien años de soledad de Gabriel García Márquez, a colación del debate sobre el papel de la izquierda frente a la crisis política que vive el país.

Pero en una sociedad tan polarizada como la nuestra es oportuno preguntarse: ¿qué tan moderna es la derecha mexicana?

Si nos atenemos a los acontecimientos recientes, la derecha mexicana no echa de menos al corregidor de Macondo.

Durante los últimos meses se ha pretendido crear una percepción de “orden y autoridad” sin que se resuelvan los graves problemas de inseguridad derivados de la acción del crimen organizado. La presencia del Ejército en la calle se ha acompañado de vejaciones a los derechos humanos, espionaje político e incluso la desaparición de adversarios políticos y la represión a dirigentes sociales. En tanto, diversos medios dan cuenta de una eventual negociación entre cárteles de la droga, con la anuencia de un representante del Ejecutivo federal.

La actividad política desplegada desde el púlpito por diversos sectores de la Iglesia católica ha encontrado terreno fértil en la ambigüedad de la “autoridad federal” que, más allá de la presencia de imágenes religiosas en los despachos gubernamentales, da cuenta de la mengua del Estado laico, haciendo menos nítida la frontera entre Estado e Iglesia.

El cambio en los contenidos educativos pretende crear una nueva historia oficial, borrando la memoria de nuestro pasado indígena y haciendo apología de los referentes criollos.

La complacencia frente al espejo busca legitimidad en una alianza con el pasado, otorgando impunidad a cacicazgos regionales y a las estructuras corporativas que dieron sustento al viejo régimen.

Se alienta, con el apoyo de connotados empresarios, el resurgimiento de grupos de ultraderecha inspirados en el sinarquismo, que denostan la diversidad y la diferencia.

La censura es recurrente en los medios electrónicos como negación de la realidad: el bloqueo al Grito de Independencia en la ciudad de México hace un año; el retiro del programa del PRD sobre la toma de posesión de López Obrador; la reciente censura al Congreso de la Unión y el boicot a la película de Luis Mandoki sobre el fraude electoral.

Una derecha moderna debería asumir un compromiso democrático y con la tolerancia. Reconocer al adversario y su derecho a convertirse en mayoría. Que el respeto al voto permita la alternancia en el gobierno, y que nadie que participe en el marco de la vida institucional es un peligro para México.

Una derecha moderna debe comprometerse con la educación laica y el Estado secular, respetando la diversidad y pluralidad de nuestra sociedad, aceptando el uso de anticonceptivos, la existencia de familias diversas, de sociedades de convivencia y otras modalidades de las nuevas formas de vida. Garantizar el derecho a la información y la democratización de los medios. Fijar su compromiso con un régimen de equidad, no de privilegios. Combatir toda forma de corporativismo, empresarial o eclesiástico. Ser consecuente con no utilizar la función pública para pagar favores políticos ni otorgar impunidad buscando una legitimidad que no se obtuvo en las urnas.

La doctrina del PAN establece: “La libertad no puede ser constreñida arbitrariamente por el Estado y no tiene otros límites jurídicos que los impuestos por el interés nacional, por las normas sociales y por el bien común”. Hoy, la doctrina del partido fundado por Gómez Morín ha quedado en el archivo muerto.

aencinas@economia.unam.mx

Profesor de la Facultad de Economía de la UNAM

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