viernes, septiembre 15, 2006

Dos gritos de independencia

Tiempos de Nigromante
Arturo Rueda




Cuando parece que el ciclón tropical llamado Andrés Manuel comienza a desdibujarse, nuevamente su liderazgo social se impone a la tradición de las instituciones; las desmadeja, las desacraliza y las quebranta. Con la huída de Vicente Fox a Dolores, López Obrador consigue otra victoria política que lo fortalece para seguir un movimiento de largo plazo. Es decir, que a pesar de que el tabasqueño fue derrotado por los poderes fácticos del país –y también sus propios errores-, su liderazgo no desaparecerá ni se difuminará. Por el contrario, la bandera de la Convención Nacional Democrática lo acompañará por todo el país por un tiempo indefinido, convirtiéndose en el contrapeso permanente de Felipe Calderón y los intereses que le llevaron a la Presidencia.

La fuerza social creciente de López Obrador ha sometido en los últimos días a la presidencia foxista. En realidad de trata de una victoria pírrica, porque al final Fox venció en lance trascendental de impedir su llegada al poder. Todas las victorias del tabasqueño serán insuficientes y pequeñas desde el punto de vista estratégico. Pero desde el otro –el político- el liderazgo del tabasqueño sigue creciendo, al grado de mantenerse como el protagonista y eje de la vida nacional, a pesar de que ya hay Presidente electo.

Sus decisiones siguen dictando la agencia nacional y los otros actores reaccionan a ellas. Contrario a lo que le ocurrió a Cuauhtémoc Cárdenas, no parece haber negociación ni ofrecimiento que lo tiente a dejar las armas.

Primero López Obrador impidió que Fox rindiera su sexto informe ante el Congreso, y provocó que el boicot perredista lo dejara como un mozo esperando en la entrada del recinto. Ahora, con su férrea posición de encabezar un grito de independencia alternativo al oficial, obligó a que Foz reculara y se marchara a Dolores, Hidalgo, dejando la plaza libre al perredismo. Sensatamente, el tabasqueño administró sabiamente su victoria y a su vez declinó dar su propio grito, para que el final la fuerza institucional del PRD –Alejandro Encinas- y la fuerza social de su movimiento –representado por Rosario Ibarra- confluyan en el balcón presidencial de Palacio Nacional. Es como si él estuviera ahí, aunque en los hechos no estará.

Para Fox, el final de su mandato es una tortura. Perseguido por el perredismo, no se ve por donde podría abandonar dignamente el poder, a pesar de haber sido el Presidente más legítimo y más legal en la historia nacional. Él mismo arruinó su lugar en la historia por causa de su fobia al tabasqueño. Pero al final Fox es polvo de viejos lodos. Tendríamos que centrarnos en lo que sufrirá Calderón desde el inicio mismo de su gobierno, en virtud de que ni siquiera contará con el bono democrático del que gozó su antecesor.
Por ello, Calderón será un presidente permanentemente sometido a la persecución del lópezobradorismo que no le dará solaz ni descanso, igual que a sus secretarios.

Con la Convención Democrática, López Obrador tendrá el pretexto para seguir apareciendo en la agenda mediática nacional. Sus propuesta por fuera calarán en la gente de por sí se ha declarado su seguidora, ya no importa que sean 15, o 10, o 5 millones de votos. La articulación de las calles presionará a las instituciones, que tendrán que reformarse si no se quiere un estallido social verdadero. Mientas tanto, desde algún lugar el tabasqueño sonreirá porque su fuerza no amaina, mientras la de Fox y Calderón, juntos, languidece.


*** Marín y el grito. Aunque todo está preparado para que el gobernador se presente hoy por la noche en Palacio Municipal para encabezar la tradicional ceremonia del grito de independencia, causó suspicacia que no asistiera ayer por la noche al ensayo general. El alcalde angelopolitano lo esperó dos horas, y al final sólo arribaron Javier López Zavala y la Procuradora, quienes verificaron que todo estuviera en su lugar. La gran duda es si Mario Marín se presentará, o siguiendo el ejemplo de Fox, dará marcha atrás para evitar un desaguisado.

El tradicional grito de independencia es un foco de preocupación para la administración marinista, ya de seguirse el protocolo, el gobernador tendría que presentarse en el balcón principal del Palacio Municipal ante una multitud de poblanos, quienes tendrían contacto con Marín después de varios meses que no aparece en actos a población abierta. Y aunque ya han pasado seis meses desde los aciagos días en que cada presentación pública del gobernador era un suplicio, todavía se mantiene la duda de cómo reaccionarán los poblanos ante él. El escenario, según los asesores del mandatario, pasa desde recibir aplausos o manifestaciones de apoyo, hasta rechiflas, gritos e imprecaciones.

La preocupación del marinismo no es ociosa y por ello han montado un importante operativo de seguridad. La presentación del gobernador en esa noche sería su primera aparición a población abierta en la capital después de varios meses. Y aunque es cierto que en las últimas semanas sus apariciones públicas se han multiplicado en foros, inauguraciones, comidas y cenas, siempre se han llevado en un ambiente controlado y con organizaciones afines al régimen, por lo que no han aparecido muestras de rechazo. Pero ya se sabe, de acuerdo con la psicología de masas, que el anonimato provoca envalentonamiento, como el que ocurrió hace semanas cuando Marín recibió una rechifla al inaugurar la nueva plaza de toros en Teziutlán. Así que el riesgo de presentarse en el zócalo sigue siendo alto.

La decisión que se tomó desde mediados de agosto fue que Mario Marín sí asistiría al Palacio Municipal para dar el grito de independencia, y conforme a ello se llevaron los preparativos. El riesgo de enfrentarse a una muestra de repudio valía la pena, en el contexto de que según ellos el tema de la Suprema Corte estaría concluido para el 15 de septiembre y se habría conjurado el peligro de una destitución desde el Congreso federal, por lo que el reto sería comenzar a reconstruir la figura del gobernador, así como su autoridad política en la entidad para volver a generar credibilidad en la ciudadanía. Y en la generación de una imagen de autoridad –no confundir con autoritaria- un paso decisivo es que Marín dé el tradicional grito de independencia, ceremonia simbólica que los mexicanos relacionan con las figuras de poder.

Sin embargo, ni la Corte falló y el caso revivió con las nuevas conversaciones de Kamel Nacif. Los poblanos recordaron la indignación de esos días y en una de esas, Marín no se aparece en el zócalo.
Y tremendo problema si manda a Zavala de representante, porque Enrique Doger no lo dejará dar al grito.

Veremos.
todosporelbiendetodos@hotmail.com

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