viernes, septiembre 15, 2006

Un breve ensayo sin Marín


Selene Ríos Andraca


Todo estaba listo para el ensayo del segundo “grito de independencia” del gobernador Mario Marín Torres: la Banda de Música Municipal, la Banda de Guerra del Ejército, la escolta militar, la Bandera de México, la campana del Palacio de Gobierno Municipal. Todo estaba listo, pero el mandatario no llegó. Pasadas dos horas de la cita, ni luz de Marín.
La cita era a las ocho de la noche. Puntuales llegaron los militares y se formaron frente a las puertas del Charlie Hall. La Banda de Música municipal afinó sus clarinetes desde las 7 y media de la noche. Pero ni luz del mandatario.
Enrique Doger Guerrero, Mario Ayón, Omar Álvarez Arronte y Ludivino Mora, así como regidores priistas y burócratas del Ayuntamiento esperaban la llegada del gobernador en el Salón de Cabildo.
Poco antes de las 10 de la noche, justo cuando la banda municipal había guardado sus instrumentos y abandonado el portal Hidalgo, arribó López Zavala en compañía de Villena Martínez. Ambos, aseguraron fuentes del gobierno, estaban en el hotel NH en una reunión de gabinete. Y fue ahí, en ese hotel, donde le avisaron al secretario de Gobernación que Marín había decidido no asistir al ensayo de la conmemoración del Grito de Independencia.
Los funcionarios estatales fueron recibidos por Enrique Doger en la escalinata del Palacio. En ese momento se supo: Marín no llegaría.
Y todo pasó, como si el gobernador hubiera estado presente. La escolta marchó, la banda de guerra tocó, la bandera se paseó por los pasillos del Ayuntamiento…
Y a Zavala le enseñaron cómo halar el cordón de la bandera, cómo saludar a la bandera, cómo pararse frente a ella.
Le mostraron el protocolo del acto.
Y diez minutos después todo había terminado.
Las puertas del Salón de Cabildo se abrieron y los funcionarios salieron.


El abrazo de Judas Doger y López Zavala en grandes pláticas, como si nada hubiera pasado entre ellos.Caminaron juntos unos metros.Intercambiaron ásperas sonrisas mientras conversaban.A la mitad del pasillo.De la nada.López Zavala se abalanzó sobre Doger y se abrazaron.Un abrazo frío.Corto.Y siguieron caminando.Descendieron de las escaleras, aún sonriendo.Y en las puertas: otro abrazo, otra despedida y un “nos vemos mañana, ca´”No hubo sonrisas, ni abrazos, ni fotos para Villeda Martínez y Mario Ayón Ellos, tranquilamente se escabulleron y evitaron el protocolo y la fotografía.Un militar de alto rango —por su inmaculado traje de gala y las medallas portadas— se le acercó a Villeda y le dijo:—Pórtese bien—No, ya me toca portarme mal.—¿Cómo va ese asunto?—Pues bien, ya el lunes.—8 a 3 quedará el store—Esperemos… Y todo terminó. El gobernador no asistió al breve ensayo de lo que será hoy su segundo grito de Independencia, y una vez más dejó que su fiel secretario se encargara de todo.

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