miércoles, enero 17, 2007

El gobernador transfigurado

Julio Glockner

Una vez más presenciamos el lamentable acartonamiento de un informe de gobierno: declaraciones banales, sonrisas falsas, quijadas trabadas y todo lo demás. ¿Hasta cuándo tendremos una voz ciudadana, múltiple, libre, crítica, para comentar en ese mismo acto, las labores desempeñadas por el ejecutivo local?

La política se alimenta, crece, se desarrolla y se pudre ejercitando con mayor o menor talento la transfiguración, es decir, el acto de cambiar la figura o el carácter de las personas y las circunstancias. El caso de Mario Marín y Lydia Cacho ilustra muy bien esta forma de hacer política.

La famosa llamada telefónica entre Kamel Nacif y Mario Marín que escandalizó al país entero, generó dos reacciones muy distintas entre sus protagonistas: El empresario negó tener vínculo alguno con las prácticas pederastas y el negocio de prostitución infantil de su protegido Surcar Kuri (lo cual quedó desmentido con la difusión de llamadas posteriores en las que se evidenció su complicidad), demandó a Lydia Cacho por difamación (demanda que ha desaparecido por su improcedencia) y, lo más importante, reconoció públicamente su participación en esa llamada telefónica acusando a su exesposa de haberlo grabado y pidió disculpas a la sociedad por su lenguaje soez en desplegados publicados en diversos diarios nacionales.

Por su parte, Mario Marín, negándolo todo, apostó desde un principio a su capacidad transfigurativa, sabiendo que en México los políticos y la gente estrechamente relacionada con ellos puede olvidarlo todo, perdonarlo todo y simularlo todo mientras el afectado sepa aguantar y sepa convencer a sus opositores con fuertes argumentos monetarios. No se equivocó: su apuesta está dando resultados.

Prácticamente todos los políticos profesionales, los empresarios y en particular los dueños de medios de comunicación, que en un principio y con toda razón juzgaron duramente al gobernador debido a la bajeza moral de la conversación grabada, a la violación de los derechos de una periodista y al hecho de poner las instituciones al servicio de un particular, todos ellos se fueron entregando poco a poco a un largo silencio que sugería a la sociedad, primero, un acercamiento, y luego, concesiones y arreglos con el gobernador. No se equivocó la sociedad, en octubre pasado se le otorgó a la empresa Asterra, de Raymundo Alonso Sondino, director de TV-Azteca Puebla, la concesión por cuatro años y medio del Complejo Cultural SigloXXI, sitio donde se celebró la entrega de premios Oye, organizado por Televisa y que costó al gobierno del estado al menos 21 millones de pesos, pagados con nuestros impuestos. (ver Proceso 1576 del 14 de enero 2007)

No se trata de plantear que los programas de gobierno hubieran quedado inmovilizados por este asunto, por supuesto que debieron seguir su marcha, para eso cobra un sueldo con recursos públicos el gobernador y sus funcionarios, lo que digo es que la función pública continuó, pero lo hizo incorporando a sus programas a los empresarios que lo atacaban por esa llamada telefónica, a cambio de su silencio y su disimulo. Desde luego que todo ello se ha hecho “Por el bien de Puebla y de los poblanos”, faltaba más; o en nombre de un “buen desempeño del proceso electoral”, en el que cada partido intentó y obtuvo lo que pudo ante un gobernador ávido de alianzas y prestigio; o en nombre y por el bien de cualquier otra cosa, menos de los niños y niñas que cotidianamente son víctimas de estas infames prácticas. Cada quién con su conciencia y sus dulces sueños. Ya ni al castigo divino se puede apelar después de ver lo que sucede en la iglesia.

La entrevista que le hizo Álvaro Delgado a Rogelio Sierra Michelena, vicepresidente de Coparmex, es reveladora de estas componendas, pues según la información que aparece en la revista Proceso de esta semana, cuando Sierra Michelena fue presidente de este organismo en Puebla, pactó con Marín el otorgamiento de 612 millones de pesos para obra pública. Después de ser un crítico acérrimo del ejecutivo estatal, el empresario fue tocado por la transfiguración del gobernador y sus argumentos contantes y sonantes. Algo bueno tienen los hombres de negocios: su transparencia al hablar. La declaración de Sierra Michelena no deja lugar a dudas, dice que Marín “se perfila como el mejor mandatario en la historia de Puebla”. Desde luego que lo dice un contratista del gobierno, y añade lo siguiente: “Su actitud ha sido de absoluto arrepentimiento”. ¿arrepentido? ¿de qué? se pregunta uno, si el mejor mandatario niega haber participado en esa conversación. ¡Las cosas que le habrá confiado al bueno de Michelena! En seguida aparece en su declaración un gesto de soberbia patronal, acompañado de un leve toque de cruel conmiseración: “No deja de ser quien es y la escuela que tiene, pero sí ha sido una persona que, con mucha humildad, agachó la cabeza y se puso a trabajar” (sin comentarios) Luego viene el reconocimiento pleno de la transfiguración, ya no estamos ante el Gober Precioso que logró avergonzar a todos los poblanos en un tiempo de Record Guiness, ahora estamos “ante uno de los gobernadores que quizá haga más por Puebla”, seguido de un comentario que le recuerda a Marín quién manda y quién tiene la sartén por el mango: “porque es la única salida política que le queda”. Finalmente, el exhorto a seguir el ejemplo. Cuando Álvaro Delgado le cuestiona el estarse aprovechando de la debilidad política de Marín, Sierra Michelena le responde “¿Tú no lo harías? ¿Tú no aprovecharías la debilidad que existe en un área para sacar algo para el bien común? Es lo que estamos haciendo”. De modo que, por favor, agradezcamos todos al unísono a estos flamantes gobernantes y a estos avezados empresarios.

Un problema grave de la transfiguración es que los políticos creen que no existe más realidad que la que ellos conciben… debidamente transfigurada. Las declaraciones del senador Manuel Bartlett a Martha Garrido son ejemplares. Dijo que el escándalo Cacho-Marín fue provocado por Vicente Fox, Televisa y TV Azteca con un mero fin electoral, que “la acción perversa de utilizar a las televisioras para destruir a un gobernador priísta fue muy claro; el avance del PAN en el estado se debió a la manipulación de Fox y los intereses panistas reaccionarios para hacerle daño al PRI”.

Esta visión simplista y convenenciera deja de lado a todo aquél que no sea político profesional. Bartlett tendría que explicarnos cómo es que dos periodistas como Carmen Aristegui y Blanch Petrich fueron manipuladas por el secretario de gobernación, con la anuncia de Fox, para desatar el escándalo dando a conocer las grabaciones. Sin la mínima intención de defender las desastrosas, mediocres y venales televisoras que padecemos en el país, me pregunto ¿es tan difícil pensar que existe la indignación espontánea generalizada y la solidaridad entre periodistas al presenciar la aberrante detención de Lydia por parte de un gobierno autoritario? Los únicos responsables del escándalo son sus creadores: Mario Marín y Kamel Nacif. Nadie más. Sin embargo, tiene la razón el senador cuando afirma que el ataque fue selectivo ¿dónde quedaron todos los demás, Miguel Ángel Yunes, Emilio Gamboa y demás querubines involucrados?

Todos estamos esperando la respuesta de la justicia tantas veces invocada.

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