Que los Enriques finalmente se reunieron, por más de tres horas, y acordaron sellar un pacto de civilidad política y no agresión (ojo, no de reconciliación, ni de borrón y cuenta nueva), es decir, parar su guerrita mediática antes de que el escándalo arruine los proyectos políticos de ambos.
Sin embargo, es importante aclarar que el encuentro no se realizó el fin de semana en el hotel Fiesta Americana, como le dijeron al columnista Jesús Ramos; tampoco con la asistencia de Jorge Ruiz y Javier Casique, por parte de Doger, y de Damián Hernández y Jaime Vázquez, por parte de Agüera, y menos a instancias del senador Melquiades Morales Flores.
No. La reunión se efectuó la noche del lunes, en una casa, lejos de los reflectores de la prensa y las miradas indiscretas, y sin más interlocutores que ellos mismos.
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Que el secretario de Desarrollo Urbano y Obras Públicas, Javier García Ramírez, debe estar arrepentido de haber recomendado como secretario de Finanzas y Administración a Gerardo Pérez Salazar, pues ahora éste no sólo le roba cámara frente al gobernador en la recompuesta burbuja marinista, sino que se mete en terrenos donde antes sólo su chicharrón tronaba.
Gerardo Pérez le ha vendido al gobernador Mario Marín la idea de que sólo él puede contener a los empresarios de derecha, no sin ciertas concesiones, y que para tenerlos de su lado requiere participar en la asignación de la obra pública.
Y es ahí donde el secretario de Finanzas se hizo de los servicios del constructor Juan Carlos Estefanoni, al que le encarga no sólo los proyectos de obra a realizarse con los recursos del Impuesto Sobre Nómina, a través del Consejo de Desarrollo Industrial, Comercial y de Servicios, sino otros trabajos como la construcción del estacionamiento de la Secretaría de Finanzas.
El recelo de Javier García hacia su recomendado es que ahora éste quiere llevar mano en la asignación de las obras de la llamada Célula Fiscal o Puerto Seco, en la región de Oriental, y en las vinculadas con el rescate y desarrollo de la zona de Valsequillo.
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Que el reelecto presidente de la delegación Puebla de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC), Armando Adame Sosa, es uno de los más personajes más cercanos al hombre fuerte del secretario de Finanzas del estado en materia de obras, Juan Carlos Estefanoni.
Ambos, por cierto, acaban de hacer un viaje a Brasil.
Adame Sosa regresó de ese viaje y se fue a Madrid, España, como invitado del gobierno marinista a la Feria Internacional de Turismo (Fitur), tras haberse amarrado por un año al frente de la CMIC Puebla, dejando en el camino a Claudio Valdés García Teruel y Alberto Ramírez y Ramírez.
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Que el padrón de socios activos y al corriente en el pago de sus cuotas de la Cámara de la Construcción no rebasa la media centena, y que de esos socios al menos 13 están también afiliados a la Asociación de Empresas de la Construcción (AECO) que preside Aristeo Reyes Hernández.
Esta asociación, en cambio, cerró el año pasado con 363 socios, de los cuales 53 ya hicieron su refrendo en los primeros 30 días del 2007.