martes, marzo 06, 2007

Columnistas



Tiempos de Nigromante
de Arturo Rueda

artrueda@laquintacolumna.com.mx


La Santa Alianza contra el PAN

Para Carlo Pini, aunque no hay
palabras para los momentos difíciles

El priísmo poblano, en su desesperación por mantener el control del Congreso del Estado, se plantea conformar una gran coalición electoral junto con la chiquillada, cuyo objetivo sería hace un contrapeso a la desafiante maquinaria de Acción Nacional.

La duda es si en verdad los partidos de la chiquillada podrían sumarle algo al tricolor o, como ocurrió en la elección federal pasada, comprar el membrete de estos partidos hará que a los marinistas les salga más caro el caldo que las albóndigas.

El gobierno estatal, por lo pronto, ya amarró a Convergencia, al Partido del Trabajo y al Verde Ecologista para sumarlos a sus activos en el próximo noviembre. La semana pasada Mario Marín se entrevistó con Luis Maldonado Venegas -en su visita a Puebla-, y previamente había dialogado con Alberto Anaya, dirigente nacional del PT. Ambos dieron su anuencia y ahora todo se reduce a la negociación, es decir, a las posiciones que el PRI se obliga a garantizar en el convenio de coalición. Posiciones que se traducen en garantizar un porcentaje fijo del gran total que obtenga la coalición, así como sus correspondientes diputaciones por la vía plurinominal o de mayoría.

El problema para el PRI es el mismo de siempre: que los partidos pequeños buscan maximizar la necesidad de los tricolores y suelen venderse muy caros. Bastante más caros a lo que en realidad pueden aportarle en estructuras o porcentaje de votación.

Vaya que el priísmo ha vivido malas experiencias al respecto, como ocurrió en la elección presidencial del 2006, cuando Madrazo compró a precio de oro una alianza con el PVEM que al final no aportó nada, más que beneficios a Jorge Emilio Martínez, quien vio crecer sus bancadas en la Cámara de Diputados y Senadores a costa de las posiciones que hubieran correspondido a auténticos priístas.

De entrada, a cada partido que Marín y Valentín Meneses amarren para su mega coalición, deberán entregarle un diputado que deberán restarse a ellos mismos. Al PT y al PVEM deberán garantizarle en el convenio de coalición su 2 por ciento legal que equivale a una diputación. Obvio que ésas diputaciones deberán incluirse en la lista plurinominal, a la que irán el absurdo dirigente Ernesto Guerrero y del lado el PT; a quien designe el dedo de Alberto Anaya.

¿Qué pasa si el PVEM y el PT se ponen ambiciosos y piden de a dos diputaciones por cabeza?

Y es que al mal ejemplo cundirá, ya que de entrada, nomás por sentarse a negociar, Luis Maldonado Venegas le pidió a Marín dos diputaciones: una plurinominal y otra de mayoría por San Pedro Cholula para Jose Juán Espinoza. La zona ha sido bien trabajado por los naranjas, más el apoyo de los priístas, quizá le darían el triunfo al Niño Bragueta.

Así que en tres amarres, el priísmo ya ha perdido tres diputaciones de la lista plurinominal, de las cinco que tradicionalmente le corresponden, según un ponderado de los últimos tres procesos locales.

¿Qué ocurrirá si amarra a otros partidos de la chiquillada? Nueva Alianza le costaría otro diputado, y si de locuras hablamos, Esperanza Marinista otro más –aunque parece haber impedimento legal para que el partido de Zavala pueda ingresar al Frente-.

¿De verás considera Valentín Meneses que la alianza conviene a los intereses del gobernador? De amarrarse la coalición anhelada, PRI-PT-PVEM-CD-PANAL-PEC el priísmo ya habría perdido 10 puntos y entregado 6 diputaciones. Y todo eso antes de las elecciones.

Entiendo que el PANAL pueda aportar el voto de los maestros. Quizá también Convergencia, quien tiene muchos distritos con sólida labor.

¿Pero el Verde y Ernesto Aguilar, a quien sólo conoce su familia? ¿El inexistente PT? ¿La vergüenza de Carlos Navarro y su partido de a mentiras? ¿Le aportarán algún voto a Marín?

Que me expliquen lo genial de la idea, porque de veras yo no entender.

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