martes, septiembre 19, 2006

Tiempos de Nigromante de Arturo Rueda
artrueda@laquintacolumna.com.mx
Se consumó la traición

El que tenga oídos, que oiga, sentencia la Biblia. Los signos ominosos para Mario Marín llegaron desde la semana pasada con la difusión de las nuevas conversaciones de Kamel Nacif, un adelanto de la traición panista al gobernador. En su momento lo dijimos: las nuevas conversaciones de Kamel con Emilio Gamboa y el Tío Jhonny buscaban revivir en la opinión pública nacional los casos de pederastia, la detención ilegal de Lydia Cacho y la investigación de la Suprema Corte a Mario Marín, precisamente a menos de una semana de que el tribunal emitiera su fallo. En ese sentido, el resurgimiento del caso de la periodista no fue un accidente o casualidad, sino una operación mediática con un timing político preciso. ¿El objetivo? Meterle presión a los ministros, cuando todo mundo sabía ya que el proyecto del Ortiz Mayogoitia se dirigía a exonerar al gobernador.

Pues bien: la mano que mece la cuna consiguió su objetivo, porque ayer se construyó una mayoría que impidió la exoneración de Marín y se pronunció por profundizar la investigación de la Suprema Corte para dilucidar la verdadera responsabilidad del gobernador en la detención sospechosa de la periodista, como ya ha sido calificada por los propios ministros. Y es sumado a la difusión de las nuevas conversaciones y la filtración a los medios del proyecto de exoneración, se sumó la torpeza del defensor del gobernador que cobra como funcionario público, Ricardo Velásquez, que en su premura por adjudicarse un triunfo que todavía no era suyo, abrió el juego y presumió antes de tiempo que la resolución les favorecía. Vaya tontería. Así, parecía difícil que los ministros se prestaran a poner en juego su credibilidad cuando el tema de la pederastia revivió oficialmente y una de las partes presumió públicamente que conocía por anticipado el fallo.

El que tenga, ojos, que vea. En política las casualidades no existen. De pronto, surgen nuevas conversaciones que un montaje mediático difunde ampliamente. Después todos conocen de antemano el sentido del proyecto de exoneración. Y por último, una mayoría de seis ministros considera que la pesquisa de Emma Meza Fonseca y Óscar Vázquez Marín fue insuficiente y que las líneas de investigación no fueron agotadas, por lo que proponen reiniciar la investigación para profundizar la intervención concertada de Mario Marín, Guillermo Pacheco Pulido y Blanca Laura Villeda en la detención de Lydia Cacho. Incluso, tomando a las conversaciones como un medio de prueba indirecto que sirva como indicio para generar otras hipótesis que permitan comprobar la acción concertada de las autoridades poblanas

¿Hay necesidad de analizar más? Es obvio que la traición del panismo se ha consumado. Si tomamos en cuenta que la ampliación de la investigación -ya sea con la ratificación de los magistrados o la designación de nuevos- se llevará por lo menos tres meses, por lo menos estaríamos llegando al mes de enero de 2007, cuando Felipe Calderón haya tomado protesta y comience a asentarse en la Presidencia, a la caza de oportunidades de legitimación ante la ciudadanía y sin la necesidad urgente de la alianza con el PRI que hoy si tiene. ¿Qué ocurriría, por ejemplo, si en enero ahora sí la Suprema Corte declarara la culpabilidad del gobierno del estado, del gobernador, de Pacheco, de Villeda y de todos? ¿Y Calderón, en un ánimo legitimador, instruyera el ejercicio de la acción penal contra los involucrados?

Aceptemos la realidad: Mario Marín y su gobierno son rehenes del juego político nacional. Alargar el fallo de la Corte significa mantener el estado de necesidad del gobernador para usarlo como instrumento de negociación y chantaje. Pero Marín no es el único priísta en semejante posición. También lo están Ulises Ruiz, Fidel Herrera y Emilio Gamboa, todos ellos involucrados de una forma u otra con Kamel Nacif y el escándalo de pederastia. ¿La amenaza? Descabezarlos a todos ellos en caso de que el PRI rompa su alianza con el PAN. El PRIAN llegará hasta el día de la unción de Felipe Calderón. Tristemente, Puebla se ha convertido en moneda de cambio gracias a su gobernador.

Calderón, ya en la Presidencia, parece no estar dispuesto a respetar el acuerdo que Marín y Manuel Espino negociaron en la famosa reunión de Atlixco. La presión sobre el gobernador poblano continuará quizá hasta alcanzar su destitución. Quizá la ultraderecha busca mantener disminuido al gobernador poblano e imposibilitar su recuperación con el objetivo de que sea un gobernador fantasma, al estilo de Ulises Ruiz, para hacerse con el poder al final de su mandato.

Sólo hay una certeza: la Suprema Corte de Justicia no parece estar dispuesta a asumir el costo de la exoneración de Mario Marín, y más tarde que temprano, fallarán en contra suya. Si en realidad buscaban honrar el pacto del gobernador con Espino, ayer era la oportunidad para hacerlo. Pero no sucedió. Por el contrario, se dio un vuelco espectacular que llena de incertidumbre a Puebla, por lo menos hasta el próximo año. No habrá feliz navidad para el marinismo. No pascuas, sino ascuas.

*** Guillermo Pacheco al patíbulo. En su investigación, los magistrados Emma Meza Fonseca y Óscar Vázquez Marín encontraron una serie de hechos sospechosos. Más bien, serias irregularidades que no profundizaron. Por ejemplo, el excesivo hermetismo y sigilo que el que se llevó a la cabo las fases Ay B de la averiguación previa, así como el comportamiento extraño de la juez Rosa Celia Pérez Guzmán, cuando primero se declaro competente para conocer del delito y después incompetente. O cuando fijó una caución excesiva a la periodista.

Sin embargo, lo más llamativo entre las suspicacias es la aparición del magistrado presidente del Tribunal Superior de Justicia, Guillermo Pacheco, quien por primera vez desde que explotó el escándalo se le relaciona con el caso Lydia Cacho. El informe de los magistrados señala que los abogados de Kamel Nacif se entrevistaron con el maestro en plena detención, y éste les aseguro que “sacaría” bien el tema.

Asimismo, las conversaciones que sostuvo Enrique Ruiz Delgadillo sostuvo por celular con la juez Rosa Celia Pérez en los días de la detención.

Estas irregularidades provocaron que el ministro José de Jesús Pelayo Gudiño declarara insuficiente la investigación por no ahondar en los hechos y propuso el reinicio de los trabajos para responder algunas preguntas. ¿Quién movió los hilos? ¿Qué pasa con la Procuradora y sus contradicciones públicas? ¿Cuál fue el papel de Pacheco Pulido? ¿Por qué los abogados de Kamel litigaron con el magistrado presidente del TSJ? ¿Cuál es la relación de Pacheco con Mario Marín?

Una pregunta: si Ricardo Velásquez conocía de antemano el proyecto que acusa a su maestro Guillermo Pacheco, ¿por qué no le avisó? ¿Cuánto tiempo vivió Velásquez de escribirle al maestro sus artículos de prensa? ¿Se vale morder la mano que le dio de comer?

*** La rabia y el orgullo. En el mismo fin de semana, Mario Marín pasó del orgullo a la rabia. Orgullo cuando aprobó con suficiente el grito gracias al enorme dispositivo de seguridad que lo protegió. Y la rabia cuando toda su operación en la Corte fue insuficiente para salvar el pellejo. Y es que el gobernador ha comprendido que su destino no está en sus manos, y que en realidad es un juguete de la fortuna, como diría el buen Maquiavelo.

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