lunes, septiembre 18, 2006

Paranoia en el grito poblano

Todo cambió para el gobernador de Puebla luego de la revelación de las grabaciones de su comprometedora charla con el llamado ´Rey de la Mezclilla´. Ahora evita actos públicos y busca limpiar su imagen intentando convencer con su trabajo





ALEJANDRO SUVERZA Y BLANCA PATRICIA GALINDO
El Universal
Lunes 18 de septiembre de 2006

PUEBLA, Pue.- El 15 de septiembre por la noche, el gobernador Mario Marín se veía nervioso en el balcón municipal y apresuradamente comenzó a lanzar vivas a los héroes patrios. Por lo menos 300 elementos de seguridad del estado estaban repartidos en el palacio del ayuntamiento y en la plaza del zócalo. Se pensó en una salida alterna. En caso necesario, el objetivo a proteger saldría por el pasaje que daba a la calle 2 Poniente, cerrada a la circulación. Ahí lo esperaban dos camionetas. Se previó que estaría máximo 10 minutos en los festejos del grito . Incluso, hubo discusión de logística porque los gafetes de prensa podrían haber sido "falsificados".
La seguridad del gobernador prácticamente secuestró el palacio municipal, ante el enojo de los de casa. Debajo del balcón había dos bandas se alternaron para no dejar de tocar y servir como sordinas en caso de que se escucharan gritos contra el góber precioso. Más allá, había una valla y detrás de ésta, se miraba a decenas de simpatizantes priístas con sus familias, trompetas y silbatos del ¡viva México! Luego, inexplicablemente había cinco estructuras gigantes con velos negros. Y tras otra valla y en la penumbra, estaba el pueblo. Desde el balcón municipal la estrategia se hizo más nítida. Las luces estaban bien dirigidas. El gobernador, su familia y sus invitados sólo podían ver y escuchar a los músicos, a la gente que estaba entre las vallas, a los escoltas, a los reporteros. Sólo resaltaban las luces de la catedral poblana y sus juegos pirotécnicos. Mario Marín se conducía con premura. Minutos antes de dar el grito, ya se había colocado la banda con los colores patrios, sin esperar a que los músicos terminaran de tocar el Himno Nacional. Entonces hubo desconcierto en la antesala al pueblo porque los invitados no supieron si ya era hora de salir al balcón o no.

Era lo de menos, lo elemental era gritar por la Independencia y abandonar el lugar lo más pronto posible. No se podía correr ningún riesgo, ante la incertidumbre de si el gobernador era bien recibido. Ya había antecedentes. En una de sus últimas apariciones en público -después de haber sido grabado en conversación comprometedora con el llamado Rey de la Mezclilla, Kamel Nacif Borge, sobre botellas de coñac y un complot para encarcelar a la periodista Lydia Cacho que investigaba una red de pederastas-, el 16 de abril en el aniversario 475 de la fundación de Puebla, en el traslado en que por ajuste de tiempos el gobernador decidió comer en un restaurante de la capital, dos niños se acercaron y le gritaron: "¡Preciosooo!". Luego echaron a correr.

El 5 de mayo, en su última aparición pública después de que salió a la luz el caso de pederastia, se colocó una valla metálica en cierto punto del bulevar que lleva el mismo nombre, para impedir que el Frente Cívico Poblano se acercará para pedir su renuncia.

La paranoia de la cúpula del poder poblano estuvo latente en el día del grito. No era para menos. El gobernador Mario Marín es un hombre que hirió a nivel nacional el orgullo de ser poblano."Recibía agresiones verbales, mentadas de madre. Las clases medias, sobre todo las mujeres, eran el segmento que se sintió más agraviado. Creó un estigma en el estado y un problema de identidad. Ahora al poblano que le decían pipope, le dicen pipopre (pinche poblano precioso)", dice Elías Aguilar, investigador de la Universidad de las Américas en Puebla.

El antropólogo e integrante del Frente Cívico Poblano, Julio Glockner, asegura que lo que el Ejecutivo estatal hizo no se puede olvidar y que sería ofensivo pensar que los poblanos tiene una dignidad tan frágil y una calidad moral efímera.

Actualmente, Marín es un mandatario que para poder salir del hoyo ha echado mano de todo lo que está a su alcance desde aquel 14 de febrero. Lanzó un spot junto con su esposa para crear en el estado una fiscalía contra pederastas y el abuso a menores. Gastó en otro mensaje al que llamó el spot de la verdad, en el que un perito estadounidense de nombre Howard Matterns aseguraba que la grabación no tenía credibilidad porque estaba alterada. Entre hoy y mañana la Suprema Corte de Justicia de la Nación emitirá su resolución en favor o en contra del gobernador por lo de su conversación con el Rey la Mezclilla.

Él, por lo pronto, desde mayo a la fecha se ha mantenido lejos de actos públicos. Ha dedicado su tiempo a trabajar en municipios sin invitar a la prensa. Ha querido evitar el tema como para que sea olvidado. En su repliegue táctico creó un programa de radio llamado Avances donde se destacan sus obras.

El investigador y presidente de la empresa de opinión Indicadores, Elías Aguilar, tiene su punto de vista. El sentido de la comunicación del gobierno cambió. "El de antes era un Mario Marín seguro, políticamente vivo, basado en la simpatía del público; ahora tiene que demostrar y convencer con su trabajo". Dice que lo que ahora le ha beneficiado es que comunica su trabajo, y la coyuntura nacional.

En círculos cercanos a la gubernatura se asegura que Marín Torres ha repartido mucho dinero en obras y consideraciones, ha invertido mucho para tratar de limpiar su imagen. Los sectores industriales y empresariales que tienen agarrado la sartén por el mango debido al escándalo, han sido los beneficiados del tropiezo del gobernador, ese que le hizo que muchos se alejaran de él, como si apestara.

El gobernador poblano es antes y no después de aquel 14 de febrero. "Hoteleros y empresarios le reclamaban la cancelación de convenciones en la capital poblana", dice una fuente de gobierno. Incluso en la presidencia municipal de Puebla tuvo que ser cancelada una reunión con embajadores que hicieron de lado la invitación que había hecho el edil actual, Enrique Doger. Alguien le dijo: "No es por ti, es por él", comenta otra fuente consultada. Incluso estudiantes de un colegio rechazaron que Marín Torres, que tradicionalmente asistía a las graduaciones, estuviera presente en el acto. Su hijo mayor, que también se graduaba, tampoco asistió porque se temía que mostraran pancartas en contra de su padre.

Todo parecía indicar que el mandatario no se podía zafar tan fácil del caso Kamel-Cacho porque nadie se le quiere acercar. En el día más importante de Puebla, en el del 5 de Mayo, ni siquiera los secretarios de la Defensa y Marina se quedaron para el desfile. Sólo hizo su aparición efímera el titular de la SEP, Reyes Tamez Guerra. En los años del ex gobernador Melquiades Morales hasta tuvieron a George W. Bush como invitado cuando gobernaba Texas.

Antes, el 25 de abril se realizó una Marcha por la Dignidad Ciudadana con casi 30 mil poblanos en la que le decían en pancartas "Mario no te creo" y le gritaban "Fuera Marín". El gobernador había organizado su manifestación de autodefensa en la que participaron miles de trabajadores del gobierno y priístas de todo el estado. Sin embargo, la impresión de los ciudadanos estaba en su contra. En un estudio de realizado por la empresa Indicadores se preguntó a mil poblanos qué era lo mejor para Puebla; 38.9% decía que su separación del cargo. La encuesta fue levantada del 21 al 24 de febrero, pero la empresa reveló que del 14 al 15 de junio el gobernador había descendido 25% sobre su aceptación que era de 75%.

Mario Marín entonces se mostraba irritable. Antes del 14 de febrero, soberbio y prepotente; hoy, sencillo y humilde. Hay quienes piensan que el contexto nacional le ha beneficiado. "Lo de Oaxaca, el conflicto postelectoral, le cayeron muy bien". Y está en repliegue táctico porque espera la resolución.

Al góber precioso le siguen huyendo, pero ya ha logrado algunos objetivos: la semana pasada logró tomarse una foto con el candidato electo del PAN, Felipe Calderón Hinojosa. Pero un día después ocurrió algo raro: un periódico local público en primera plana una foto de Mario Marín en medio de los secretarios de Estado Carlos Abascal Carranza y Francisco Gil Díaz. Resultó que era un fotomontaje porque en realidad el que estaba ahí era el anfitrión de la Conago, el gobernador nayarita Ney González, sólo que le habían puesto la cabeza de Mario Marín. El director de Comunicación Social, Javier Sánchez, dijo que él mismo se sorprendió cuando vio la foto publicada. Aseguró además que ellos no pudieron cambiar la imagen. "Quisimos dejar que el medio asumiera su responsabilidad". El 15 de septiembre del año pasado, cuando Marín Torres aún no era conocido como el góber precioso, llegó al zócalo poblano, inauguró un restaurante al tomarse un trago y después caminó por los arcos en dirección al balcón municipal para dar el grito de Independencia. Hoy, la historia fue diferente. Llegaba presuroso y se preveía su salida por la puerta trasera, pero cuando percibió que no hubo gritos en su contra, mostró su sonrisa durante 17 campanadas patrias. Luego, en la antesala del pueblo, fue estrechado y felicitado como si acabara de ganar una pelea de box. Minutos más tarde bajaría al atrio del palacio para degustar un tequila. "¿Cómo le fue?", le preguntaban. "Muy bien, muy bien", respondía antes de salir por el portal principal de Puebla.

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