jueves, mayo 24, 2007

Lecciones de Yucatán
Jorge Chabat
24 de mayo de 2007

Cada vez que el PRI gana una elección en algún estado de la República se escuchan los mismos argumentos: "El PRI está vivito y coleando". "este es el laboratorio para las elecciones presidenciales". "esta es la debacle del PAN o del PRD". Sin embargo, estas predicciones nunca se cumplen.

El PRI, en efecto, está vivito y coleando, pero eso no significa que va a ganar la Presidencia de la República, como tampoco una derrota del PAN o del PRD significa la debacle de esos partidos, aunque ciertamente las elecciones mandan mensajes. ¿Cuáles son los mensajes de la elección en Yucatán?

Por principio de cuentas, lo que queda claro es que no se gana sólo con la camiseta. Las épocas en que un futbolista (de las Chivas, por cierto) podía arrojar la camiseta al suelo y decir que los rivales con eso tenían ya pasaron. Lo que está claro es que hay que sudar y trabajar por el voto. Si uno se duerme en sus laureles, se puede perder.

En segundo lugar, lo que queda claro es que las deserciones de candidatos despechados afectan al partido del cual salen los desertores. La salida de Ana Rosa Payán del PAN, después de un complicado proceso de selección del candidato blanquiazul, afectó la imagen y el voto por ese partido. Ciertamente, todos los partidos enfrentan este tipo de problemas, pero algunos los pueden procesar mejor y mantener a los precandidatos perdedores dentro del redil. En este caso, claramente el PAN no pudo hacerlo.

En tercer lugar, lo que también está superclaro es que las lealtades partidistas son efímeras y pragmáticas. La mayoría de la población en un estado puede votar por el candidato de un partido en la elección presidencial y por el candidato de otro partido en la elección estatal. Ello fue evidente en la elección yucateca. A pesar de que Calderón ganó la mayoría de los votos en ese estado en julio del año pasado, y de que la popularidad del Presidente ha aumentado a nivel nacional, el candidato panista a la gubernatura perdió.

En cuarto lugar, lo que también se puede apreciar de la elección en Yucatán es que hay partidos que tienen una gran presencia en algunos estados y que incluso están cerca de ganar la Presidencia, y son, al mismo tiempo, inexistentes en otros estados, como es el caso del PRD.

Por último, también se puede apreciar que las derrotas agudizan los conflictos internos en los partidos, sobre todo en partidos que tenían opción real de ganar como es el caso del PAN. Después de la derrota panista en Yucatán, el presidente del blanquiazul, Manuel Espino, le echó bronca al presidente Calderón al pedirle a Juan Camilo Mouriño, jefe de la Oficina de la Presidencia, que en los próximos comicios no mandara "operadores políticos que no se coordinen con la dirigencia del partido". Evidentemente, Espino trata de compartir los costos de la derrota.

A pesar de que la derrota yucateca le pega también a Felipe Calderón, pues Xavier Abreu era su candidato, lo cierto es que la victoria del PRI entierra el descontento tricolor por la supuesta o real intervención de la Presidencia de la República en la elección yucateca. Ello claramente allana el camino para la negociación de algunas reformas, como la fiscal o la energética. Y en este sentido es obvio que Calderón tiene una ganancia neta: se pueden ganar reformas estructurales aunque se pierda una gubernatura. Claro, no faltará quien hable de una concertacesión, pero la verdad es que una ventaja de varios puntos es difícil de negociar y más difícil de instrumentar.

Asimismo, la derrota panista en Yucatán presenta al presidente Calderón como un demócrata que está dispuesto a reconocer las derrotas, imagen que, por cierto, contrarresta la propaganda perredista de que Calderón ganó la Presidencia mediante un fraude.

El PRI deberá evaluar serenamente su victoria en Yucatán. Es sin duda un buen inicio para la gestión de Beatriz Paredes al frente del tricolor y seguramente habrá otras victorias. Pero suponer que esto marca la recuperación definitiva de ese partido es querer tapar el sol con un dedo. El PRI sigue teniendo redes muy fuertes en varios estados pero no tiene, hoy por hoy, una propuesta a nivel nacional.

En las elecciones estatales y municipales realmente no se necesita tener una ideología ni una propuesta de país. A nivel nacional sí. Por ello no hay que irse con la finta. El PRI tiene que resolver sus serios conflictos internos, de los cuales el reciente libro-entrevista a Roberto Madrazo es sólo la punta del iceberg.

Si ello no ocurre (y no se ve cómo pueda ocurrir) el PRI se va a consolidar como un fuerte competidor a nivel local, pero también como una fuerza incapaz de ocupar un lugar relevante a nivel nacional. Habrá que ver si al PAN no le pasa lo contrario: ganador a nivel nacional y perdedor a nivel local.

jorge.chabat@cide.edu

Analista político e investigador del CIDE

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