Tan lejos, tan cerca

Martín Hernández Alcántara

Después de depositar la ofrenda floral en el mausoleo a los Héroes del 5 de Mayo, Felipe Calderón y Mario Marín se encaminaron nuevamente al pabellón principal, donde estaban los invitados especiales a la ceremonia por la gesta histórica; sin embargo, el presidente de la República detuvo su paso para saludar a la bandera sin obsequiar la deferencia de comunicárselo al gobernador, quien se siguió de largo y tuvo que parar para aguardarlo.

Ese accidente menor fue para algunos otra muestra más de la supuesta distancia que hay entre el panista y el priista, debido a que el primero, siendo candidato a la presidencia de la República, el 17 de febrero de 2006, pronunció un enjundioso discurso en contra del llamado góber precioso, quien apenas tres días antes había sido descubierto por La Jornada como protagonista de la conjura en contra de la periodista Lydia Cacho Ribeiro.

De hecho, Calderón y Marín casi no se dirigieron la palabra durante la estancia del presidente en Puebla.

Esta vez, en su arenga, Hinojosa convocó a los mexicanos de todos los signos políticos, religiosos y sociales a cerrar filas para formar un frente común contra “el nuevo enemigo de México que representa la delincuencia organizada”.

“Ni un paso atrás, no entregaremos la patria a sus enemigos”, advirtió el Ejecutivo Federal en la ceremonia cívica efectuada ante el mausoleo erigido en memoria del general Ignacio Zaragoza, donde juraron lealtad a la bandera los soldados del Servicio Nacional Militar clase 1988 anticipados y remisos.

Hizo, asimismo, un público reconocimiento al Ejército Mexicano, diciendo que “hoy como ayer es fuerza del pueblo y para el pueblo”, y que su participación es vital en la lucha contra el crimen organizado y que ha costado la vida a varios de sus integrantes.

“Su sacrificio no es vano, no quedará impune, redoblaremos nuestra ofensiva; a mayor violencia, más enérgica será la respuesta del Estado Mexicano”, aseveró Felipe Calderón Hinojosa.