miércoles, abril 18, 2007

Columnistas

Duelo de Espadas
Edmundo Dantés

condemontec@hotmail.com


¿El PAN gana con cualquiera?

Como en el 2004, la soberbia y exclusión comienzan a hacer estragos en el PAN, que tiene todo para ganar no sólo la ciudad de Puebla, sino la mayoría en el Congreso local, pero que parece estar empeñado en postular candidatos débiles, cuestionados, violadores consuetudinarios de la ley electoral, como Antonio Sánchez Díaz de Rivera.


Recordemos que en diciembre del 2003, las circunstancias políticas y sociales apuntaban a que el PAN ganaría la gubernatura: el PRI pasaba por un desgastante proceso interno ante la real amenaza de que Melquíades Morales Flores impusiera a alguno de sus dos candidatos: Germán Sierra Sánchez o Rafael Moreno Valle, en detrimento de quien aventajaba en las encuestas y era visto como el aspirante natural, Mario Marín.


En la ciudad y pese a los continuos desfiguros de Luis Paredes Moctezuma y su “Cabildo del Amor”, los priístas acarreaban una seria desventaja cuando se mencionaba a sus precandidatos pertenecientes a la clase política tradicional, como Mario Montero Serrano, Pericles Olivares Flores, Miguel Ángel Ceballos López o Jorge Morales Alducin.


Entre enero y mayo del 2004, la situación política en Puebla dio un vuelco total, que dejó como saldo que el panismo fuera avasallado: el PRI postuló como candidatos a la gubernatura y alcaldía a sus mejores cartas, Mario Marín y Enrique Doger, quienes desde un principio encabezaron sus respectivas encuestas y consolidaron una ventaja inicial que nunca perdieron.


Lo que hizo el PRI para triunfar fue – en realidad – muy sencillo: postular a quienes los electores querían, sin importar el grupo o corriente interna a la que pertenecieran. Todos sabían que Mario Marín no era el predilecto de Melquíades Morales y que Enrique Doger tampoco era el de Mario Marín; sin embargo, se hizo predominar el interés del partido por encima de los deseos de grupo, se accedió a lo que la ciudadanía deseaba y la dupla Marín- Doger fue la llamada “fórmula ganadora” que sus impulsores habían pronosticado.


En contraste, como parece estar ocurriendo ahora, la soberbia y la exclusión que practica tradicionalmente el Yunque empinaron al panismo, que postuló a candidatos impopulares, desconocidos para la ciudadanía, que prefirió no votar por ellos: Francisco Fraile García y Pablo Rodríguez Regordosa, quienes desde el principio ocuparon los últimos lugares en las encuestas…y ahí se quedaron hasta el día de la elección, cuando fueron avasallados.


En ese 2004, los candidatos naturales del PAN a la alcaldía eran Ana Teresa Aranda y/o Luis Paredes Moctezuma y Roberto Ruiz Esparza, respectivamente; pero el Yunque los derrotó en la disputa interna y, con ello, le dio un puntapié a la ciudadanía, que se lo cobró muy caro el día de los comicios, cuando el blanquiazul vivió uno de sus peores retrocesos.


Tres años después, el grupúsculo de ultraderecha que controla al PAN en el estado se encuentra a punto de cometer el mismo grave error: ignorar a la ciudadanía tratando de obligarla a que acepte sus imposiciones avaladas por el albiazul.


En esta ocasión, el principal dedazo yunquista es todavía peor que los de 2004, debido a que Sánchez Díaz de Rivera no sólo es el precandidato panista peor ubicado en los estudios de opinión, sino que también es un flagrante violador de las leyes electorales y uno de los responsables del fracaso de la política social foxista.


En el poco tiempo que lleva la precampaña, prácticamente todos los medios han registrado la desesperación de Sánchez, que lo ha llevado a violentar la ley, con la complicidad de las dirigencias estatal y municipal del PAN y del empanizado IEE, que se han erigido como justificadores oficiosos de las triquiñuelas de su precandidato favorito.


Es preocupante que alguien que aspira a gobernar la ciudad más importante de la entidad intente hacer una vulgar manipulación de las necesidades de la gente, para revertir el lamentable estado en que lo dejan las encuestas, pero resulta mucho más patético que use artimañas tan burdas, que son descubiertas y evidenciadas una y otra vez.


También resulta indignante el silencio que los dirigentes panistas y el órgano electoral han mantenido. Parece que la pandilla de Jorge Sánchez Morales está tan ocupada en tapar sus tropelías financieras y las de Alejandro Necoechea Gómez, como para preocuparse por hacer cumplir la ley a quienes aspiran a gobernar la cuarta ciudad más importante del país.


Por si fuera poco, es desalentador para los poblanos que el Yunque intente imponer como alcalde a un ex funcionario que, simplemente, fracasó como subsecretario de Desarrollo Social en el foxiato.

De acuerdo a las últimas cifras del actual gobierno federal, durante los últimos 20 años los porcentajes de pobreza se han mantenido, lo que quiere decir que fracasaron Oportunidades, Seguro Popular, Arranque Parejo en la Vida y todos los demás seudo programas foxistas contra la marginación y Sánchez fue uno de los que ejecutaron esas acciones fallidas.


Aunque queda claro que Ana Teresa Aranda Orozco también es corresponsable de dicho fracaso, lo cierto es que ella estuvo en Sedesol mucho menor tiempo que Sánchez Díaz de Rivera y, por lo tanto, su responsabilidad es menos. En todo caso, resulta verdaderamente patético para la ciudad y el PAN que dos de sus tres precandidatos no son nada más que ex funcionarios foxistas fracasados.


Este contexto deja claro que la única lógica que sigue el Yunque para imponer a Sánchez es que cualquiera que ponga gana…y puede ser cierto, pero tampoco debe descartarse que esta soberbia, exceso de confianza y antidemocracia generen serios problemas para el PAN.


De entrada, la imposición de un candidato impopular y cuestionado por violentar las leyes, no solamente puede generar que el albiazul tenga conflictos para triunfar, sino que puede reducir su margen de victoria
y obstaculizar que obtenga – por primera vez en su historia – la mayoría legislativa.

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