miércoles, febrero 14, 2007

El Lydiagate derivó en un deterioro de las instituciones en Puebla: politólogos

Martha Garrido Ortega

A un año de que se conocieran las grabaciones del gobernador Mario Marín Torres y del empresario Kamel Nacif en donde se les escucha confabular en contra de la periodista Lydia Cacho, entrevistados por separado, tres politólogos de instituciones de educación superior coincidieron al asegurar que el escándalo mostró un deterioro en las instituciones, que se evidenciaron anomalías en la impartición de justicia, que el gobierno no supo responder o solucionar la crisis en el corto y el mediano plazo, y que los más beneficiados fueron los enemigos políticos del mandatario.


Cumplido un año de que fueron publicadas las conversaciones entre el gobernador poblano y el empresario Kamel Nacif, el caso Cacho-Marín sigue en suspenso. En la imagen, Lydia Cacho / Foto: José Castañares / Archivo de La Jornada de Oriente

En primer lugar, el politólogo de la Universidad Iberoamericana José Ojeda Bustamente aseguró que el escándalo provocado se puede analizar en dos partes: todo lo que ocurrió en 2006 y lo que se ha venido dando desde el inicio del año. Explicó que el año pasado el tema del Lydiagate era lo más importante, y que ahora se ha podido dejar atrás gracias a la estrategia de comunicación del gobierno del estado, ya que existen otras situaciones que generan controversia, como la pugna entre la administración municipal y la estatal, o la elección local del mes de noviembre.

“Esto logra que este primer aniversario el escándalo no sea la constante, porque pareciera que ahora no va a estar en las primeras planas de los diarios... también hay que ver cómo quedó parado ante la ciudadanía después de su informe de labores y cómo se han venido dando todos lo escenarios posteriores; incluso ha habido golpes mediáticos que han minimizado la presión que había en el estado sobre el tema; un ejemplo es la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de iniciar una investigación”, mencionó.

Después, Ojeda Bustamante consideró que Marín llegó con la idea de “administrar la abundancia” durante los seis años que dura el periodo, “administrar las cuotas de poder”, las bondades y proyecciones que se tienen, provocando que hubiera un exceso de confianza en su actuar y no tener bien claras las funciones que en realidad tiene un gobierno estatal.

“En otros estados, como Veracruz, Sinaloa o Nuevo León, los gobernadores tienen un nivel protagónico, pero tratan de controlarlo para no llegar a excesos, y controlan a los personajes cercanos para que no puedan sobrepasar la imagen del gobernador. En Puebla se desbordó toda la gente cercana a Marín, tenían todo el control del gobierno a sus pies, lo que ellos decían era lo que se hacía.

“En ese esquema, el gobernador no tenía ni el menor indicio de que podría generarse un conflicto de este tipo, sobre todo por lo que se escuchó en la conversación que tiene con Kamel y la forma en la que habla, en donde pareciera que los poblanos tenemos a un virrey o un cacique. Ahora puede seguir hablando así, pero es mucho más moderado, mucho más cuidadoso, y no cualquiera cercano a él puede tener esos privilegios”, enfatizó.

El politólogo de la UIA aseveró que la administración marinista no estaba y no está preparada para enfrentar y manejar las crisis que se le ha presentado, porque en muchas ocasiones sus soluciones derivan en problemas mayores.

“No estaba preparado para el manejo de estas circunstancias; tiene que ser un gobierno donde haya apertura, donde puedas negociar y concertar, pero no imponerte, y ésa es una de las cosas que prevalecieron con Mario Marín Torres”, concluyó.

El asunto está más politizado que hace un año: Valdivieso

Cuestionado sobre el mismo tema, el politólogo de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) René Valdivieso aseguró que el escándalo Cacho-Marín está más politizado en este inicio de año que en el anterior, que eso pudo haberse evitado si la SCJN tuviera la intención de resolverlo y no estarlo postergando una y otra vez.

“Me parece que, independientemente de lo sucedido, el manejo que se ha venido dando a este hecho ha sido de lo más heterogéneo, lo mismo sirvió para campañas electorales que para presionar a unos y ahora sirve como amenaza para otros. Es un caso que en la medida que siga sin resolverse va a seguir teniendo utilidad política”, puntualizó.

Desde el principio del Lydiagate, René Valdivieso ha insitido en decir que el asunto debe resolverse en términos legales: “Si lo había atraído la SCJN, que lo resolviera, pero no lo ha hecho; si lo va a atraer algún otro organismo federal, que lo hiciera, pero tampoco ha procedido; si lo iba a resolver la Cámara de Diputados, y tampoco lo han hecho”.

Sentenció que ninguna de las instancias, federal o estatal, ha resuelto el caso, que, desde su punto de vista, ya ha perdido mucha fuerza, aunque van a tratar de seguir utilizándolo en los próximos meses, y que por eso la SCJN no lo quiere resolver.

“Los más beneficiados son todos aquellos grupos que quieren sacar beneficio político de su utilización (del Lydiagate); los afectados serán el gobierno y el propio PRI”, agregó.

“No me explico cómo un fenómeno, si dañó tanto la moral pública y la integridad de las personas y las familias poblanas, cómo es posible que se pierda a lo largo del tiempo, cómo ha pasado, y por otro lado, cómo es posible que se enfriara y de pronto lo calienten; seamos claros, en términos de opinión pública, ha perdido totalmente eficacia, y por más que algunos grupos quieran volverlo a sacar y utilizarlo, cada ves va a tener menos utilidad”, detalló.

El Lydiagate creo un vacío de poder, y Doger intentó llenarlo: Guillén

Para el politólogo de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UAEP) Alejandro Guillén el caso Cacho-Marín no sólo provocó que la imagen del gobernador del estado se derrumbara ante la opinión pública, también creo un vacío de poder en la administración estatal que trató de ser ocupado por el edil Enrique Doger, desatando una pugna entre estas dos instancias de gobierno.

Aseguró que este acontecimiento fue más allá de lo coyuntural y de lo anecdótico, porque afectó al sistema político en Puebla, sobre todo porque la popularidad y la legitimidad con la que Mario Marín llegó al gobierno eran altísimas. “Le trajo pérdida de aceptación y de legitimidad; cuando trató de enfrentar el problema quiso hacerlo con obra pública y publicitarlo; también le apostó al olvido; en estos últimos meses ha logrado recuperar algo de aceptación, pero no puede recuperar la popularidad que tuvo cuando inició su sexenio”.

Alejandro Guillén explicó que cuando el PRI perdió la presidencia de la República en el año 2000, el centro de poder se concentró en la dirigencia nacional de ese partido y en los gobernadores emanados del mismo; sin embargo, con el escándalo de las grabaciones, Marín perdió ese privilegio, creando un vacío de poder.

“Con esto, de pronto comenzaron a aparecer liderazgos como el de Enrique Doger, que trató de llenar ese hueco. Lo que hoy estamos observando, esta confrontación entre el gobierno del estado en contra de la administración municipal es muestra de la disputa por ese espacio que quedó vacante”, enfatizó.

Consideró que este acto y no haber recuperado los niveles de popularidad provocarán que en este año electoral el PRI no va a ser el partido que arrase con las posiciones, tal como ocurrió en la elección federal pasada, en donde perdieron la mayoría de las diputaciones, la presidencia y las senadurías, aunque advirtió que esta tendencia sí podría modificarse, dependiendo del resultado de la investigación que se sigue en la SCJN.

“No estábamos preparados para algo así, a todos nos sorprendió, tanto que la popularidad de Marín dio un vuelco en sentido negativo, recordemos esa marcha histórica en Puebla en su contra”.

“Creo que lo que hemos observado es la pérdida de popularidad, la derrota electoral, la pérdida de ese centro de toma de decisiones que hoy tiene una situación delicada, porque se ha profundizado la diferencia entre el gobierno del estado y el municipal; entonces creo que las expectativas electorales para el Partido Revolucionario Institucional no son nada halagüeñas, y el día de hoy alguien va a retomar el tema a nivel nacional”, concluyó.

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